El partido que disputaba el Bayer Leverkusen este sábado ante el Holstein Kiel en el BayArena tenía un doble aliciente: el primero, tratar de meterle presión al Bayern Múnich en la pelea por el liderato de la Bundesliga; el segundo, que su entrenador, el español Xabi Alonso, afrontara su encuentro número cien desde que se sienta en el banquillo del actual campeón. Una cosa salió mal, pues el Bayer no fue capaz de superar a su rival y terminó empatando (2-2), pero Xabi se llevó su ovación.
Cien partidos que han cambiado la historia de un club al que siempre persiguió un aura de perdedor y abocado a la desgracia final, al que el técnico vasco ha transformado totalmente.
Tras ser reclutado de urgencia cuando el equipo navegaba a la deriva en la Bundesliga, en la que coqueteaba con el descenso, Alonso, que ya había obrado una proeza al ascender al filial de la Real Sociedad a la Segunda División española por primera vez en casi sesenta años, tomó las riendas de un barco que naufragaba, lo reflotó y lo colocó a la altura de los mejores y más sofisticados portaaviones.
El inicio de la aventura
Su primer partido al frente de la nave, el 8 de octubre de 2022, ya fue premonitorio. 4-0 ante el Schalke para empezar a sentar las bases de la nueva era. Apenas unas semanas después, ya daba la primera de sus muchas campanadas.
Tres semanas después, en un duelo dramático por la supervivencia en la Liga de Campeones, el Bayer Leverkusen se plantó en el Estadio Metropolitano, sacó un empate a dos goles contra el Atlético de Madrid, con penalti errado por el conjunto español en el minuto 99 incluido, y descabalgó a los de Diego Simeone de la Liga de Campeones.
El Leverkusen conseguiría a la postre clasificarse para la Liga Europa en la que, al tiempo que reconducía su nefasto comienzo de campaña en la Bundesliga -acabó sexto tras hacerse cargo de un equipo que iba decimoséptimo-, llegó hasta semifinales, en las que fue derrotado por el Roma de uno de sus maestros, el portugués José Mourinho.
El final de la primera temporada de Xabi Alonso al frente del Bayer dejó ya muy buenas sensaciones, pero se quedaron en nada en comparación con lo que aconteció la siguiente.
El progreso
Tras protagonizar un arranque de curso sensacional, con once triunfos en los primeros doce encuentros de la pasada Bundesliga, el equipo de Alonso lanzó un mensaje muy claro: Este año sí.
Víctima sempiterna de trágicas fatalidades que le impidieron tener un palmarés equiparable a los grandes del fútbol alemán (solo dos títulos en toda su historia hasta 2023 y treinta años desde el último), el cuadro de la compañía farmacéutica marchó firme en su asalto a la grandeza en Alemania para despojarse de la infausta etiqueta de ‘Neverkusen‘.
Xabi Alonso armó un bloque sólido y reconocible, con tres firmes centrales, dos carrileros profundos, un centro del campo tan consistente como funcional y unos delanteros incisivos y presionantes.
De esa manera catapultó la carrera de los emergentes Florian Wirtz, Alejandro Grimaldo o Jeremie Frimpong, a la vez que relanzó la de jugadores en plena edad de madurez futbolística pero que nunca habían alcanzado el nivel que se esperaba de ellos, como el centrocampista argentino Exequiel Palacios o el central Jonathan Tah.
El navío mantuvo inalterable su rumbo, marcando un terreno sobre sus rivales que estos ya no podrían recuperar. El paradigma de su imparable singladura, el contundente 3-0 que le endosó al Bayern Múnich en el Bay Arena el 10 de febrero.
El conjunto del técnico español continuó enlazando partidos sin perder, tanto en competiciones nacionales como en Europa, en algunos de los cuales ya dio muestras de la que ha sido otra de sus principales armas: su inquebrantable fe para levantar choques que aparentemente tenía perdidos.
Solo así se explican milagros como los protagonizados ante Stuttgart, Borussia Dortmund, Qaraba, West Ham o Roma, que pusieron contra las cuerdas a ‘Die Werkself’ y ante los que, de una manera o de otra, acababa encontrando la solución para ganar sobre la bocina o forzar un empate inesperado.
La culminación
El 14 de abril, el barco llegó a la tierra prometida. Después de 29 jornadas, el Bayer Leverkusen despachó por 5-0 al Werder Bremen para ganar la Bundesliga, la primera de su historia. Esa que tantas veces se le había escapado de las manos de múltiples y tan desgraciadas maneras.
Xabi Alonso inmortalizó para siempre su nombre en la memoria del club negro y rojo, que acaba de cumplir 120 años, y se coronó como uno de los personajes más trascendentales de la historia del Leverkusen.
De postre, le dio tiempo a servir una Copa de Alemania, conquistada ante el Kaiserslautern en el Estadio Olímpico de Berlín, y redondear una temporada inolvidable en la que encadenó 51 partidos invicto.
Su única mácula, el duelo que precisamente le costó tan asombrosa racha: la derrota ante el Atalanta en la final de la Liga Europa disputada en Dublín por un rotundo 3-0.
La nueva temporada trajo consigo un título más, la Supercopa de Alemania, conquistada en los penaltis ante el Stuttgart, al que también empató cuando el envite agonizaba.
Los nuevos objetivos
Este nuevo curso, su tercero al frente del Leverkusen, al que se mostró fiel cuando Liverpool y Bayern Múnich suspiraban por hacerse con sus servicios, el equipo tiene el desafío de ampliar la gesta.
Su inicio ha dejado algunas dudas, con una sorprendente derrota en casa ante el Leipzig como momento más inquietante, pero su desempeño sigue manteniendo una cierta regularidad que le permite seguir de cerca la cabeza de la liga -tiene al Bayern a solo tres puntos- y que ha trasladado, con más exuberancia si cabe, en la Liga de Campeones.
Su reestreno en la máxima competición continental se saldó con una contundente victoria por 0-4 ante el Feyenoord y tuvo su prolongación esta misma semana, en la que venció en casa por 1-0 al heptacampeón Milan.
Ahora, Alonso llega a su centenario con un club al que ha posicionado entre los mejores del continente, con una afición que siente auténtica devoción por su figura y con el que aspira a mantener un viaje tan mágico como exitoso.
Los números dicen que al frente del Leverkusen ha conseguido 66 victorias, 21 empates y 12 derrotas. Si se le pregunta a sus dirigentes, lo que ha conseguido es cambiar su historia.