La mayor fiesta del fútbol español, la Copa del Rey, ha vivido un pequeño lunar en sus momentos previos. Mientras la mayoría de aficionados, se calcula que en torno a 100.000, acudió a Sevilla a animar a su equipo y a celebrar la final entre el Athletic de Bilbao y el Mallorca, un reducido grupo de radicales ha aprovechado el evento para hacer una quedada para pegarse.
Un centenar de ultras se ha enfrentado en los alrededores de la Alameda de Hércules, una céntrica plaza de Sevilla muy próxima a la Fan Zone del Mallorca, con bengalas, piedras, sillas, taburetes y demás mobiliario de los establecimientos cercanos.
La Policía Nacional se ha visto obligada a intervenir para disolver esta batalla campal en la que no ha habido heridos graves, pero sí daños materiales tanto en el espacio público como en las cafeterías cercanas. Tras la refriega, se ha identificado a cinco personas.
Al parecer, se trataba de una cita entre el grupo radical del Athletic de Bilbao, Herri Norte Taldea, de ideología de extrema izquierda frente a un compendio de ultras del Mallorca y de los radicales de extrema derecha del Betis, los Supporters Gol Sur, y del Atlético de Madrid, los Suburbios Firm.
Este último grupo se trata de una escisión del principal grupo ultra del Atlético de Madrid, el Frente Atlético. En el Suburbios Firm milita el asesino de Aitor Zabaleta, el aficionado de la Real Sociedad apuñalado en los alrededores del Vicente Calderón hace ya 25 años.
Los radicales de Betis y Atlético ya protagonizaron una riña, esta vez entre ellos, en las proximidades del Metropolitano hace justo un mes. Tampoco hubo que lamentar heridos de gravedad.
Los Herri Norte Taldea, por su parte, estuvieron implicados en las agresiones a varios aficionados del Atlético así como a enfrentamientos con la Ertzaintza en Bilbao en la previa del partido que enfrentó al Athletic Club y al Atlético de Madrid en las semifinales de la Copa del Rey.
Han sido semanas de tensión. Semanas de mensajes, tuits y comunicados. Pero hay un hombre que viste de rojiblanco que vive tranquilo, ajeno a todo el ruido. Que no escuchaba los silbidos de las 80.000 almas, o igual lo hacía, pero no le importaba. Cuando Soto Grado señaló el punto de penalti, fue a por el balón en las manos de Courtois a paso lento. Y cuando el colegiado dio permiso para patear, miró al portero, tomó carrerilla y se marcó un pseudopanenka que silenció el Bernabéu.
La Araña se reafirmaba en el campo en el que pudo jugar si se hubiera confirmado su fichaje cuando se enfundó la camiseta blanca con 11 años. Lo hacía con un panenkazo asumiendo una responsabilidad que le había cedido Griezmann tras su fallo en Leganés. Y se movía por el Bernabéu como si fuera su jardín, con ligereza e intensidad, pero también con calma, como si no fuera este el primer derbi madrileño que enfrentaba al primero y al segundo clasificado en los últimos 33 años. Por cierto, con este empate, el Atlético lleva cuatro duelos sin perder con el eterno rival
Y si Julián era la calma, Simeone era un volcán. El entrenador, como un león enjaulado, se comía las rayas del área técnica. Gesticulaba sin parar y ni siquiera el gol le dio el relax que proporciona el ir ganando en terreno rival. Y eso que su apuesta por Lino, no le había salido mal.
La jugada que pudo marcar el partido la provocó el brasileño, una de las dos dudas que tenía Simeone para iniciar en el derbi. El brasileño fue un puñal en ataque y con más calma pudo haber hecho más daño en el área blanca, pero las dos que tuvo las resolvió mal. Además, por su falta de ayuda a Galán, llegó el empate del Madrid gracias al eslalon de Rodrygo. Es lo que tiene el extremo como explicó Simeone en la previa, "gran presencia en ataque", pero Gallagher equilibra mejor.
No hizo falta mucho equilibrio en la primera mitad. Ambos conjuntos se dedicaron a encadenar posesiones largas y bloques bajos para protegerse y esperar el error del contrario. El propio Lino encontró uno de Lucas, que resolvió mal, y Barrios cometió otro que tampoco supieron aprovechar los blancos. Ningún tiro a puerta por parte de los dos equipos.
Sin embargo, la segunda fue otra cosa. El Madrid arrancó fuerte dispuesto a empatar pronto el choque, lo consiguió y embotelló al Atlético en el área de un Oblak inadvertido hasta entonces. Simeone vio el momentum del Madrid y quiso pararlo desde el banquillo. Sacó a Lino, pero no por el inglés, sino por el capitán, que tiene muchos tiros pegados en derbis. De hecho, Koke o Barrios era la otra duda del técnico argentino. Probó con el primero en el último entreno previo al derbi, el que suele marcar el once. No en esta ocasión.
Ausencia
Quien no apareció en el derbi, el primero que jugaba en Primera, fue Giuliano, quizás el mejor jugador rojiblanco el último mes. Apenas una carrera con Asencio, que le ganó el central, en una imagen que representaba a la perfección el duelo de canteras que ninguno de los entrenadores usa con tanta asiduidad como, por ejemplo, hace Flick en el Barça.
Simeone se debió de transformar en el alemán porque al final del choque pedía calma. La que no había mostrado durante los 90 minutos. Es el argentino un volcán peculiar, en erupción en los inicios y durmiente en los finales. Curioso.
El 2 de junio del año pasado, con medio Leganés de fiesta en Butarque tras conseguir el equipo el ascenso a Primera tras vencer al Elche, Allan Romeo Nyom (Neuilly-sur-Seine, 1988) cogió el micrófono y, eufórico, dijo: "Ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos". Frase mítica del futbolista filósofo. Un mes después, a sus 36 años, Nyom estaba en el paro. "Es fútbol. Creo que más que por nivel me juzgaron por la edad, porque el año anterior había jugado muchos partidos y creo que había competido bien", explica a EL MUNDO el futbolista. De la euforia a la tristeza, o no.
El jugador, fruto de su edad o de su madurez, aceptó esa situación sin rencores, en paz por su compromiso con el deporte que se lo había dado todo. "Yo estaba preparado para dejarlo, así es el fútbol", apunta el futbolista y añade con sorna: "no puedes obligar a la gente a ficharte". Así que empezó a preparar su vida de después del deporte profesional porque "cuando se está jugando no te das cuenta que se puede terminar" y también a disfrutar más de su familia. De hecho, su mujer e hijos habían sufrido la carrera de un futbolista bastante nómada: siete clubes y tres países en 16 años.
Durante cuatro meses, el gusto por el gimnasio y estar en forma le mantuvo activo y físicamente bien para lo que pudiera venir. Mientras, compatibilizaba sus entrenamientos personales con el título de entrenador. "No salió nada que me gustase. Entonces, para ir a un sitio y no ser feliz, mejor estar en casa", revela el jugador. Así, entre pesas y apuntes de tácticas, casi dos meses después del inicio de la temporada, llegó la llamada.
El jugador en un momento de la entrevista.Angel NavarreteMUNDO
"Me llamó Javi, del cuerpo técnico, tuvimos una conversación y me dijo que había una posibilidad, pero yo no me lo creía, pensé: 'No me quiere un equipo de segunda división, me va a querer uno de Primera", revela Nyom. Pero en unos días, Allan Romeo Nyom volvía bajo el ala de su general: soldado de Bordalás. "Para mí esta prórroga fue un regalo", apunta el jugador.
Desde entonces, el polivalente futbolista de origen camerunés ha jugado 642 minutos en 12 partidos de liga, más de 53 por encuentro. "Disfruto cada entrenamiento, cada partido, cada momento en el vestuario, cada charla del míster, de cada detalle que te das más cuenta cuando lo pierdes", explica y desvela que, si puede, dejará el fútbol antes de "arrastrarse por el campo".
Pero Nyom no es precisamente de los que se arrastra, su juego físico, duro es de los que gusta en el Coliseum y temen los rivales. "Cuando era más joven no medía y entrenaba como jugaba", cuenta con la media sonrisa de alguien que ha dejado muchos recados entre sus propios compañeros. "Mi estilo es más de Bordalás que de Guardiola", completa su filosofía de juego.
Eres el más duro del Getafe?
(risas) No, Djené es muy duro, Omar, Diego Rico, Arambarri también... aquí casi todos son muy duros
Son sonados los roces que ha tenido con Koeman o Ansu Fati y él sabe y aprecia ese otro fútbol que muchos critican, no el antirreglamentario, sino el que emplea los límites del deporte. De hecho, ellos lo sufrieron en Butarque en su último encuentro, pero Nyom tiene claro que "lo que pasa en el campo, queda en el campo" y que el objetivo de todos los equipos es ganar, aunque a ellos ya les cansa esa etiqueta perenne de equipo marrullero.
El futbolista sujeta una lámpara.Angel NavarreteMUNDO
Nyom o los que elija Bordalás para enfrentar al Atlético esta tarde deberán emplear todo lo que tengan para intentar cambiar la suerte ante el conjunto rojiblanco. No le han ganado desde la llegada de Simeone: 14 años y 27 partidos sin una victoria azulona. "Es un equipo de Champions, hecho para estar arriba, pero al final es un partido", apunta el azulón y ya espera con ansia el duelo de dos entrenadores con mentes privilegiadas.
Derrota o victoria el domingo, Nyom ya ha ganado sólo con volver a calzarse las botas en un vestuario. El jugador getafense está en paz consigo porque sabe que él se ha vaciado y se vacía en el fútbol. Cuenta que la pandemia le "hizo un clic" en su cabeza para "vivir más la vida". "Te das cuenta que la vida es súper corta, que hoy estás y mañana no, entonces hay que disfrutar, ver las cosas positivas, incluso en los momentos malos", apostilla el jugador.