Las jugadoras de España y Suecia se sabían en el centro de todas las miradas y no dudaron en aprovecharlo para lanzar un doble mensaje.
Al mundo, con un posado unidas tras una pancarta en la que se leía “#Se Acabó. Our fight is the global fight” (Nuestra lucha es una lucha global)”. A Jenni Hermoso el otro, posando con el puño cerrado, empoderadas, con un esparadrapo a modo de pulsera en la muñeca en la que cada una escribió ‘Se acabó’ junto a un 10, el dorsal que lució la vallecana en el Mundial.
Las internacionales respetaron todos los actos protocolarios a los que obligaba la UEFA, serias en los himnos, con intercambio de banderines, pero cuando tocó posar, las españolas, que ya había alzado la voz, mostraron sus muñecas acordándose de quien faltaba. Fue entonces cuando Alexia, que no ejerció de capitana pese a que en las alineaciones oficiales así aparecía, buscó la pancarta, la desplegó y las suecas se abrazaron.
No sólo hubo gestos en el césped. La grada también respondió. Desde que España bajó del autobús a su llegada al Gamla Ullevi recibió el respeto de la afición sueca con aplausos y gritos de ánimo. En la zona de animación del estadio, sede de la selección femenina sueca y lleno para debut en la Nations League, se pudieron leer también dos pancartas. Una con el lema que para el fútbol equivale al #MeToo: “Se acabó’ y otra con un sentido ‘Con vosotras. Jenny y La Roja” y una bandera sueca.
Pese a que el balón volvió a tomar protagonismo, nadie se olvida de lo que las campeonas del mundo han vivido en este mes que debía haber sido de continua celebración.
Otra Historia
JAVIER SÁNCHEZ
@javisanchez
Actualizado Martes,
21
noviembre
2023
-
21:31El deporte con 'frisbee' mantiene el 'fair play' sin jueces. «Metes el...
Dos gigantes para derrotarlos a todos. Pero, ¿cómo lograr que los egos no confluyan? Que los dos pívots más dominantes de Europa convivan en armonía cuando casi siempre el éxito de uno supone el ostracismo del otro. Edy Tavares (2,20 metros) y Vincent Poirier (2,13) asombran y no sólo por su talla. Chocan una y otra vez en cada entrenamiento y nunca estalla el incendio. Han interiorizado que ahí, en ese día a día de competencia, está la mejora de ambos. El jugador más determinante de la pasada Copa del Rey y el MVP de la última Final Four tienen este viernes en Berlín el enésimo desafío, porque si hay un rival cuya pintura pueda asemejarse a la del Real Madrid, ese es el Olympiacos.
Moustapha Fall (2,18), Nikola Milutinov (2,13), Moses Wright (2,07), Filip Petrusev (2,11), Luke Sikma (2,04)... Y tantos guerreros a las órdenes de Bartzokas con ganas de revancha. "Dicen que somos la mejor pareja de pívots de Europa, pero eso hay que demostrarlo en cada partido". Tavares y Poirier son la envidia del continente. Juntos en el Madrid desde que el francés llegara en 2021, renegados ambos de esa NBA que ya no quiere a los gigantes que no amenazan desde el perímetro. Y que en estas tres temporadas apenas han sido utilizados a la vez ni por Pablo Laso ni por Chus Mateo. Si uno brilla, el otro observa sentado. Y si se carga de faltas o no tiene su día, se relame dispuesto a entrar en juego. Lo que podría ser un problema, es realmente una bendición.
La clave de la coexistencia reside en la personalidad de ambos. "Se quieren", explican desde un vestuario que cuida a sus guardianes, los que con su intimidación esconden los errores defensivos del resto (casi cuatro tapones por noche entre ambos, los dos líderes en Euroliga) y a los que los bases conectan en las alturas para finalizar los pick and rolls. "Tienen una relación extraordinaria entre ellos, veo cómo se ayudan en cada entrenamiento. Cada uno tiene su espacio y han sabido aprovecharlo. Me alegro por los dos, que son extraordinarias personas", concede Chus Mateo, el tipo que tiene la responsabilidad de encontrar el momento de cada uno. Tavares siempre es titular. Poirier actúa como revulsivo desde la segunda unidad.
Hasta el presente curso parecía evidente quien estaba por delante. Pero el rendimiento del africano, que es ya el segundo extranjero con más partidos en el Real Madrid (persigue a Jaycee Carroll), ha experimentado un pequeño bajón que ahora, llegado el momento clave, repunta. Un verano ajetreado con Cabo Verde en el Mundial, una neumonía, un esguince de tobillo... "Al ser tan grande, me supone un gran trabajo recuperar la forma. Me cuesta muchísimo arrancar", se excusa quien ya se observa de nuevo en plenitud y quien comprobó que, sin él a tope, el Madrid no se resintió.
Los números bajaron para uno y subieron para otro. En Euroliga, Tavares descendió en puntos, rebotes, tapones y minutos. Y Poirier, al contrario (de 6,1 a 8,9 puntos, con casi cuatro minutos más en cancha). El francés, que se perdió la pasada Final Four por lesión, fue fundamental en la reconquista de la Copa y, como admite su entrenador, "viene de un año excepcional".
Podía Poirier sentirse con ganas de más y poner malas caras cuando no aparece. O Tavares reivindicar su galones. Y, sin embargo... "Todos sabemos lo que ha hecho Edy por este equipo, todo lo que nos ha dado. Ahora ha estado lesionado y yo estoy aquí para suplirle", dijo en el Carpena Poirier. "Cuando él juega bien, yo soy el tío más feliz del mundo. Tengo que entender que si un día un partido no es para mí, no es para mí. Es para él. Y si es para mí, él está animándome. Es el mejor compañero de pareja de cinco que he tenido, porque no tenemos egos. Nunca hay malas caras", pronuncia un Tavares al que Vincent "adora".
"Aprendemos el uno del otro. Jugar cada día con Edy te pone en dificultad, tienes que buscar soluciones. Nos ayuda mucho entrenar contra el otro. Y se ve en los partidos, que estamos preparados, listos y ayudamos al equipo", admite el ex del Baskonia, cuyo futuro (no ha renovado y tiene importantes ofertas de equipos Euroliga), sin embargo, no parece demasiado cerca de seguir a la estela de Tavares. El próximo año, en vez de compañeros, podrían ser otra vez rivales: de 2017 a 2019 se vieron las caras en ACB y Euroliga, uno ya de blanco y el otro de azulgrana.
"Ojalá no se vaya. Compaginamos muy bien. Es un tío increíble, un tío muy cercano. Siempre está dispuesto a ayudar en lo que sea. Nos ayudamos mucho, tanto dentro como fuera de la cancha. Ojalá que se quede con nosotros y podamos llegar los dos otra vez a final de temporada con mucha energía y con muchas ganas de dar lo mejor al equipo", pide un Tavares cuyo contrato también finaliza en unas semanas, aunque todo parece indicar que llegará un entendimiento con el club blanco. Esa es, al menos, su intención: "Siempre lo he dicho, llevo un año negociando mi contrato, y pienso luchar por quedarme aquí".