El torneo Challenger de Brazzaville, en la República del Congo, vivió este martes una inquietante escena debido a un tiroteo en las inmediaciones a las pistas donde se está disputando a la competición.
Durante el partido de primera ronda entre el neerlandés Guy Den Ouden y el ruso Ivan Denisov, se empezaron a escuchar disparos en la calle. Ambos estaban disputando el segundo set, le tocaba sacar al ruso y en ese momento el sonido del tiroteo interrumpe el juego.
Los sonidos llegaban de una calle aledaña al recinto de la competición y en las imágenes se puede ver a gente corriendo. Después se observan botes de humo. En medio del desconcierto los jugadores abandonan momentáneamente el partido para después reanudarlo, con victoria para el tenista de Países Bajos por 6-1 y 6-3.
Poco después, en la cuenta de X de ATP Challenger Tour explicaban que se trataba de un ejercicio policial: “Podemos confirmar que hoy el juego se suspendió temporalmente en el Brazzaville Challenger en la República del Congo debido a un ejercicio de entrenamiento de rutina realizado por una academia de policía cercana”.
“La suspensión duró aproximadamente 10 minutos, después de los cuales el juego se reanudó sin problemas”, concluye el comunicado de la ATP.
Para no rendirse hace falta creer ponerse detrás de la bandera de quien no se sienta nunca derrotado. Para el Valencia, uno de esos estandartes es Umar Sadiq. Con un increíble taconazo rescató un punto en El Sadar en el minuto 87 cuando Osasuna ya trataba de amarrar la victoria. Fue lo mismo que hizo en Villarreal para dar oxígeno al equipo mientras trepa para salir del abismo. [Narración y estadísticas: 3-3]
No es casualidad que el Valencia sea el único equipo de LaLiga que no ha logrado ganar sin el abrigo de su parroquia. Lejos de la coraza de Mestalla, se vuelve débil, quebradizo por más que, a ráfagas, de signos de que puede lograrlo. Siempre ocurre algo que le deja en el camino al menos dos puntos. En Pamplona fueron demasiadas cosas.
Llegó a El Sadar preparado para la brega bajo la premisa de Corberán de jugar con tres centrales y con Rioja esforzado en las vigilancias a Bryan Zaragoza. De ese duelo entre pillos saltaron chispas, pero el Valencia parecía más centrado que Osasuna. Un disparo de Enzo Barrenechea y alguna última mala decisión de Sadiq en el área inquietaban a los rojillos, que se vieron con un gol en contra en el primer cuarto de hora y por las líneas del VAR. Rioja buscó a Diego López a la espalda de Catena, la corrió el asturiano sin mirar la bandera del asistente, recortó a Sergio Herrera y marcó. Por si acaso. Hizo bien, porque la revisión determinó que había partido en posición correcta y el gol subió al marcador.
Pudo Sadiq hacer el segundo cuando Gayà le puso un balón al punto del penalti, pero en lugar de buscar el disparo intentó asistir a Diego López. El nigeriano acabada de impedir que el Valencia tuviera un minuto de tranquilidad, porque Osasuna empezó a despertar. Bryan consiguió burlar a su sombra sevillana y obligó a Mamardashvili a rechazar su disparo cruzado. El extremo había cogido carril y desde la banda buscó a Budimir en el corazón del peligro. Solo pudo el croata rebañarla desde el suelo para que Aimar Oroz la enganchara ante la pasividad de la nutrida defensa valencianista.
El partido iba de golpe en golpe y no estaba todo dicho. Si apareció Oroz, con tres kilos menos por una gastroenteritis, también lo hizo Javi Guerra para cabalgar hasta la línea de fondo y poner un centro que, ahora sí, Sadiq mandó al fondo de la portería. Se había repuesto el Valencia y, una vez más, no supo manejar su ventaja por Osasuna mostraba más empaque. De hecho, en apenas seis minutos al filo del descanso le dio la vuelta al marcador.
Aimar Oroz festeja su segundo gol ante el Valencia.EFE
Primero con una genialidad de nuevo de Aimar Oroz, que sabía que no aguantaría todo el duelo y se exprimió. Se escapó Areso por banda derecha para poner un centro que cazó de volea picada en la frontal sin que Mamardashvili, algo adelantado, pudiera atajarla. El talentoso centrocampista actuó por instinto, pero hubiera tenido tiempo para pensar porque para el Valencia fue invisible en esa jugada. Nadie le importunó.
Si el empate fue un mazazo para el equipo de Corberán, el penalti de Mosquera a Rubén García con el tiempo cumplido, tan indiscutible como innecesaria la jugada, lo fue más. Esta vez Budimir engañó el guardameta georgiano para convertirse en el máximo goleador de la historia de Osasuna en Primera División con 58 goles. El 59, cuando encaraba de nuevo la portería valencianista solo, lo envió a la grada.
Osasuna había dado la vuelta al marcador en un partido en el que enmendó sus errores mejor que el Valencia, revolucionado en la segunda parte. Tuvo que salir del campo Oroz por lesión y los ataques se espaciaron a pesar de que a Bryan Zaragoza se le escapó el cuarto ajustado a la escuadra valencianista. Corberán miro al banquillo y lanzó el órdago junto a Sadiq con Rafa Mir. La tuvo el murciano de cabeza, como también Rioja con un zurdazo cruzado que se perdió rozando el poste. Apretaban a un Osasuna que empezó a protegerse para aguantar su ventaja secuestrando el balón. Mientras, el Valencia sacó del campo a Gayà después de una entrada y a Javi Guerra, dos decisiones sorprendentes.
Cuando nada parecía suficiente para evitar que los rojillos sumaran por que nada ocurría... hasta que apareció Sadiq para hacer magia. Con un taconazo convirtió a un centro de Canós en el gol del empate porque Catena, en el añadido, erró el testarazo que hubiera vuelto a romper la igualada.
El lunes, durante la rueda de prensa previa al partido de hoy ante el Feyenoord, Pep Guardiola no se encontraba precisamente cómodo, pero nada más arrancar lanzó una frase lapidaria: "En la vida nada es eterno". Poco después, cuando le preguntaron si ultimaba cambios para esta quinta jornada de Champions, se mostró aún más cortante. "¿Por qué?" Cuando le recordaron las cinco derrotas consecutivas del Manchester City, se extendió durante tres minutos. La mención a los 26 disparos frente al Tottenham y la estrafalaria estadística de los expected goals dejaron paso a otro pensamiento de corte estoico: "Mañana lloverá. Es la vida". Una de las escasas certezas ahora mismo para él.
A los 53 años, tras levantar 18 trofeos con el City, incluidos los cuatro títulos consecutivos de Premier League, Guardiola se enfrenta a la peor crisis de su carrera. Desde su debut con el primer equipo del Barça, el 16 de diciembre de 1990, jamás había enlazado cinco tropiezos. El 0-4 del sábado en el Etihad, idéntico guarismo que el encajado ante el Real Madrid en la Champions de 2014, supuso además la derrota más abultada para el club skyblue desde febrero de 2003 (1-5 ante el Arsenal en Maine Road). La peor racha en la historia reciente del City se remonta a la primavera de 2006, cuando encadenó seis a las órdenes de Stuart Pearce.
"En este momento somos frágiles defensivamente. Empezamos muy bien, como nos suele pasar, pero no pudimos marcar y nos hicieron el 0-1. Después concedimos más, algo difícil de asumir en nuestro actual estado anímico", argumentó tras la humillación ante el Tottenham. El mismo rival que le había apartado de la Champions en 2019. Todo un ogro para Pep, que ha perdido nueve de sus 22 enfrentamientos ante los Spurs, con un balance de 32 goles en contra.
Fragilidad tras pérdida
Los problemas a los que hacía alusión el técnico de Santpedor se centran en la acuciante fragilidad tras pérdida. Durante las 12 primeras jornadas, el campeón de la Premier ha recibido un promedio de 1,2 disparos en acciones de contragolpe, casi el triple que el curso anterior. En realidad, su zaga concede pocos disparos (7,8 por partido, frente a 7,7 del curso pasado y el anterior), un registro sólo superado en las cinco grandes ligas europeas por Bayern y Getafe. El drama para Guardiola estriba en la calidad de esas ocasiones.
Por supuesto, la baja por lesión de Rodri supone un terrible contratiempo para el equilibrio. El doble pivote formado por Rico Lewis, reconvertido desde el lateral diestro, e Ilkay Gündogan, de 34 años, fracasó ante el Tottenham. Aún habrá que aguardar un mes para la recuperación de Mateo Kovacic, aunque el asunto, más que de nombres, se antoja estructural. A la lentitud de los centrales se suma preocupante estado de forma de Kyle Walker, cuyas correcciones en el corte se echan demasiado en falta ahora.
La debacle del sábado oscurece el horizonte del City en la Premier, donde tras 12 jornadas ya cede ocho puntos ante el Liverpool. De modo que la visita del próximo domingo a Anfield podría considerarse el primer match ball para definir la suerte del campeonato. "Si seguimos perdiendo claro que acabaremos octavos o novenos, pero de momento estamos aún segundos", reiteró ayer Guardiola.
Haaland, ante Udogie, el sábado en el Etihad.AFP
Han pasado apenas cuatro días desde que el City confirmase la renovación de su entrenador hasta 2027. En las horas previas a ese anuncio, algunas voces autorizadas filtraron la posibilidad de erigir una estatua a Guardiola o bautizar con su nombre alguna de las tribunas del Etihad. La noticia y el rumor, ahora mismo, se antojan casi mercancía averiada. La única prioridad pasa por ganar al Feyenoord, que acumula cinco victorias seguidas a domicilio, incluidas las más recientes ante Girona y Benfica.
Otro de los objetivos a corto plazo será recuperar a piezas clave como Bernardo Silva o Erling Haaland, cuya confianza se ve resentida por la mala dinámica. El noruego, más errático que de costumbre, sólo ha anotado cuatro goles en los ocho últimos partidos. El portugués, por su parte, parece tan perdido como Jack Grealish, cuyo bagaje de goles y asistencias queda muy por debajo de su talento.
"Han jugado y no deberían"
El desgaste de la plantilla, especialmente la de su núcleo duro, se acrecienta al considerar su elevada edad (29,5 años). Una media rebajada gracias a Haaland y Phil Foden. En este contexto inestable, con el aterrizaje de Hugo Viana para tomar el relevo de Txiki Begiristain en la dirección deportiva, debe plantearse inevitable reestructuración. El primero en asomar por la puerta de salida parece Kevin de Bruyne, cuyo contrato expira el próximo junio.
A la espera de conocer su futuro, el belga dejó ayer un ácido comentario sobre el cierto caos que se ventila ahí dentro. "He visto a mucha gente pasar por la enfermería. Ha habido algunos que han jugado y que no deberían, pero lo hicieron aunque estuvieran lesionados", reveló el 17. Su marcha el próximo verano, como la de Gündogan, liberaría parte de la masa salarial, aunque será el olfato de Viana y Guardiola quien inevitablemente determine el éxito del relevo.
A todas estas tribulaciones hay que añadir el proceso judicial iniciado hace dos meses por la Premier. Las acusaciones de incumplimientos de las normas financieras ponen un jaque a Mansour bin Zayed Al Nahayan y a su Abu Dhabi United Group. De poco sirve negar todos los cargos. Y de nada negar los derroteros de un barco ahora a la deriva. Pese a todo, Guardiola mantiene el optimismo: "Tengo la sensación de que esta temporada haremos cosas muy, muy buenas. No me rindo. Creo que estaremos ahí".