Roland Garros
El bicampeón del torneo, en octavos tras imponerse (7-6 [4], 7-6 [5], 6-2) al español, que desperdició una pelota para igualar a un set.
Cuando el revés de Alejandro Davidovich se fue ancho y Novak Djokovic cobró ventaja de dos sets, el serbio se volvió hacia la grada y celebró lo sucedido casi como si hubiera ganado el título. Al igual que Daniil Medvedev, a Nole le disgusta que parte de los aficionados se ponga del lado del jugador más débil, que casi siempre suele ser quien juega frente a él. Los gestos en un tono provocativo continuaron mientras el fisioterapeuta del torneo le atendía en el muslo izquierdo, en una tregua del magnífico partido.
Indesmayable, el español no se vino abajo tras perder un primer parcial de una hora y 18 minutos. Contó con pelota de set al resto en el undécimo juego del segundo, pero todo su inteligente y apasionado trabajo quedó en nada. El doble campeón del torneo venció en tres horas y 35 minutos (7-6 [4], 7-6 [5], 6-2) y se clasificó para octavos de final.
Ambos mantienen una buena relación y entrenan de vez en cuando en Marbella. El conocimiento mutuo se puso de manifiesto en el buen planteamiento del malagueño. Davidovich ni mucho menos se limitó a contemporizar. Sabía que sus opciones pasaban por hacer un partido incómodo al ganador de 22 títulos del Grand Slam, cambiándole las alturas y tomando la iniciativa en cuanto le surgiera la oportunidad. En los primeros juegos le martirizó con dejadas. Pueden faltarle golpes resolutivos, pero es un jugador de notable creatividad, que ya hizo trabajar lo suyo a Carlos Alcaraz en el Conde de Godó.
En el penúltimo de los ya cuatro cruces entre ambos, Davidovich había sorprendido al serbio en la segunda ronda de Montecarlo, el pasado año. No fue un triunfo circunstancial, por mucho que Djokovic suela tardar en poner a punto la maquinaria en la temporada de tierra. El español caminó hasta la final del torneo, y sólo cedió frente a Stefanos Tsitispas, en el que es hasta la fecha el mayor éxito de su carrera. Campeón júnior sobre la hierba de Wimbledon, ha logrado estabilizarse en el top 40 tras superar algunos años diíficiles en la transición al circuito ATP. No todos lo consiguen.
Oportunidades perdidas
Las tres dobles faltas de Djokovic en el undécimo juego, condicionado por el viento, abrieron la puerta a Davidovich para hacerse con el primer set. Después de superar las dos rondas previas ante sendos jugadores franceses, soportando la presión de la grada, esta vez contaba con la simpatía de muchos aficionados, que coreaban el ya popular “¡Foki, Foki, Foki!”, derivado de su segundo apellido, Fokina.
Si algo le falta es la sangre fría necesaria para disputar bien los puntos que más importan. Las dos veces que consiguió romper vio cómo su oponente le quebraba de vuelta. Tampoco anduvo fino en el primer desempate, con tres gruesos errores en los momentos medulares: una dejada precipitada, un revés cruzado largo y otra derecha larga. Djokovic dejaba su sello para llevarse el primer set con un espectacular resto cruzado de derecha sobre un primer servicio.
Lejos de venirse abajo, Davidovich mantuvo el envite ante un Djokovic por momentos pusilánime, incapaz de terminar de despegarse en el marcador. No anduvo lejos lograr al menos dilatar la pelea, pero acusó el golpe en el tercer parcial, ya claramente en manos del taimado genio de Belgrado.