Todos valen en un Barcelona que da un golpe a la Liga

Todos valen en un Barcelona que da un golpe a la Liga

LaLiga Santander


Barcelona 3 Sevilla 0

Actualizado

El equipo azulgrana golea al Sevilla (3-0) y toma una ventaja de ocho puntos sobre el Real Madrid en una noche en la gloria de los cuestionados Raphinha, Jordi Alba y Kessié

Kessié abraza a Raphinha.J. MONFORTAP

Es fácil caer en la tentación del desprecio al futbolista. Algunos parecen torpes y patizambos. Otros, incoherentes y despistados. Y los de más allá, viejos y oxidados. Pero no hay equipo campeón sin proscritos. Sin jugadores dispuestos a rebelarse contra las sospechas. Si el Barcelona dio este domingo un golpe a la Liga -el Real Madrid queda ya a ocho puntos- fue gracias a tres de sus piezas que más se han puesto en duda. Raphinha y Jordi Alba se apuntaron una asistencia y un gol por barba, mientras que Kessié, tras un giro asombroso entre cuatro rivales en el tanto inaugural, se ganó el derecho a ser algo más que un tipo singular.

Hay entrenadores a los que le va el estrés psicológico de la supervivencia. Uno de ellos es Jorge Sampaoli, personaje extremo en la ejecución y las formas, histriónico, y de quien no se puede esperar que acuda a tu casa con una sonrisa y una caja de galletas. Llegó Sampaoli convencido de haber alistado a un buen puñado de fieles dispuestos a seguir a rajatabla sus mandamientos. El principal, negar cualquier hueco al Barcelona hasta poder arrastrarlo durante un tramo al nudo de la desesperación. Lo consiguió en el primer capítulo, no en el segundo.

A la media hora el equipo de Xavi Hernández había botado ya siete córners. Pero nadie en el estadio parecía capaz de escapar de esa sensación que no tenía que ver con el tedio, pero sí con la impotencia. Los aficionados comenzaron a entonar las notas del Cant del Barça el día en que el club despedía a su coautor Josep Maria Espinàs. “Llegué a la edad de reconocer que tuve suerte, y también la enseñada voluntad de no traicionarla”, dejó dicho el escritor. Era de lo que se trataba.

Lesión de Busquets

Pero no había manera de que el Barcelona pudiera encontrar el hilo al juego, porque podía tener el balón, pero ni mucho menos el tiempo o el espacio. La pelota corría sin alegría, y el equipo pagaba haber perdido demasiado pronto la brújula de Sergio Busquets, a quien sólo se echa de menos cuando no está.

El capitán del Barcelona se había tirado al suelo en pugna con En-Nesyri. El delantero marroquí, el único futbolista del Sevilla con licencia para atacar, pisó en la disputa al azulgrana y éste vio cómo el tobillo izquierdo se retorcía de mala manera. Ni siquiera habían pasado cinco minutos y Xavi ya tenía que sacar del banquillo a Kessié, el centrocampista más antagónico a Busquets que tiene en la plantilla. El marfileño desprende aire de ente extraño en el armazón del Barça. Cualquier cosa escapa a la cordura con él de por medio. Pero era justo eso lo que necesitaban los azulgrana en una noche imposible para la poesía.

Con un cortocircuito en la garganta del campo ante la comodidad de los tres centrales alineados por Sampaoli, al Barcelona le costaba encontrar respuestas en la orilla. En la izquierda se echaba de menos el ímpetu de Balde. Mientras que, en la derecha, Raphinha pedía balones sin éxito. Sus compañeros, en el primer tiempo, evitaron volcar el juego a los dominios del brasileño, quizá conscientes de las dificultades del extremo para salvar las ayudas defensivas del Sevilla. Aunque todo cambió tras el descanso.

Por notorio que fuera el dominio, el Barcelona apenas pudo husmear la puerta de Bono tres veces en el primer acto. Entre el meta marroquí y Gudelj bloquearon a Lewandowski en el área pasado el cuarto de hora. El polaco lo probó entonces desde lejos. Pero, esta vez, su martillazo desde la frontal lo sacó Bono con los dedos de la manopla derecha. Tampoco pudo ir más allá el Barça a balón parado, con Araujo cabeceando a un par de palmos del palo.

Sampaoli, a saber por qué, deconstruyó un plan que le estaba funcionando hasta convertirlo en un feo garabato. Se desprendió de En Nesyri para que Rakitic se pusiera a ejercer de falso delantero centro. Ahí es nada. También echó mano de Bryan Gil, quizá con la esperanza de que atacara mejor los espacios que Óliver Torres. Pero lo único que consiguió el entrenador fue desorientar a sus futbolistas.

Kessié abrió los mares comportándose como un pívot de baloncesto entre rivales que echaron raíces en el césped con cara de no entender nada. Alba acertó en su primer gol del curso. Raphinha, que ya había intervenido en la acción, se cargó de moral para echarse al monte tras ser avistado por Koundé y poder brindar a Gavi el segundo. Y el brasileño, que estaba ya en la gloria, cerró el tardío festival alcanzando él mismo la red tras centro de Jordi Alba. Porque todos valen en este Barça. Porque no hay títulos sin actores de reparto.

kpd