La final del Eurobasket ha sido más rotunda que los partidos precedentes: España ha dominado siempre, en un encuentro para el recuerdo. Pero también se ha parecido en que ha propulsado al estrellato a uno de los jugadores, esta vez Juancho Hernangóme
Hazte Premium desde 1€ el primer mes
Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web
Willy Hernangómez, con 23 puntos y 10 rebotes, guio al Barça a una victoria crucial en la pista del París Basketball, que permite al cuadro azulgrana reengancharse a la lucha por el play-off. De esta manera, el equipo azulgrana comienza 2025 con una victoria de prestigio, que sirve para coger confianza ante el exigente calendario de enero, en el que afronta 11 partidos en 27 días, siete de ellos como visitante. [Narración y estadísticas (79-90)]
El equipo de Joan Peñarroya arrancó mejor que un rival incapaz de generar acciones de tiros liberados y negado desde el perímetro (1/15 en triples). Con numerosas interrupciones, el segundo periodo avanzó sin un claro dominador. El Barça buscó conservar su ventaja apoyándose en el trabajo de su juego interior, con Willy castigando la pintura (ocho puntos y cinco rebotes).
Tras el descanso, el Barça, incisivo desde la línea de tres puntos, abrió brecha, con dos triples consecutivos de Jabari Parker y Kevin Punter, que volvieron a establecer una nueva máxima diferencia (38-48, min.22). Los puntos de TJ Shorts al contraataque eran rápidamente contrarrestados por la influencia de Willy bajo el aro, que intimidó y anotó en su actuación más destacada del curso para estirar nuevamente la renta en el ecuador del tercer período (42-54, min. 25).
Reacción desde el perímetro
Aunque la reacción local no tardó en llegar. Tras 25 minutos sin acierto desde el perímetro (3/18 en triples), Bandja Sy y Nadir Hifi dieron alas a los parisinos con dos triples consecutivos que hicieron estallar el Accor Arena (48-56, min. 26).
Con todo por decidir, el último asalto comenzó con el mismo guion. Puntos rápidos, jugadas en transición, y la sensación de que el Barça tenía el partido donde quería, con canastas relativamente sencillas de Chimezie Metu. No obstante, Shorts, máximo anotador local (20 puntos), con tres tiros libres tras una falta antideportiva de Darío Brizuela, hizo bajar la diferencia para un parcial de 9-0 que apretaba aún más el marcador (68-73, min. 33).
Con una mínima ventaja (77-81. min 35), Willy asumió la responsabilidad, y en el momento más delicado ante el empuje local, anotó cuatro puntos vitales que decidieron el partido.
Los festejos en la pista del Gran Canaria Arena se alargaron cuando Alberto Díaz, quien no pudo acabar la final por lesión (tampoco Jonathan Barreiro), levantó la Copa para Unicaja por segunda vez en tres años. Antes, hubo una doble y sonora pitada para Ángel Víctor Torres, Ministro de Política Territorial y Memoria Democrática y ex presidente del Gobierno de Canarias. La emoción de las familias, la comunión con la afición y 'Tú bandera' entonado por la charanga y cantado a capela por todos. Los pelos de punta. En contraste con las caras largas del Real Madrid, dos finales perdidas seguida contra el mismo rival.
En la sala de prensa aparecieron Kendrick Perry, con gafas de sol y una caja de pizza en sus manos -«lo siento, ha sido un fin de semana largo»-, e Ibon Navarro, recién pasado por la ducha y la bañera de agua helada en el vestuario. Y tosiendo, claro. «Así no me curo nunca el catarro», bromeaba el técnico de moda, el tipo que ha revolucionado el baloncesto nacional y que un rato antes, en la pista y en las entrañas del pabellón, realizó una emotiva vídeo-llamada con su hijo Aritz.
Ibon Navarro, celebrando el título con sus jugadores.Elvira Urquijo A.EFE
El buen rollo se palpaba. Es uno de los grandes secretos de la plantilla de Unicaja. «Es lo que es este equipo, cada día aparece uno», decía el vitoriano, señalando a su flamante MVP, 27 puntos y seis asistencias para desarbolar a todo un Madrid, con Facundo Campazzo enfrente. «A veces el entrenador tiene que no molestar demasiado. Somos gestores de personas. Eso es más complicado de dar con la clave de un partido», reconocía Navarro.
Eran los dos grandes protagonistas de la noche. Dos tipos hechos a sí mismos. Ibon en los banquillos, desde equipos modestos -descenso con Manresa, despido de Andorra- hasta los títulos con Unicaja. Kendrick en la pista, 11 equipos en 10 temporadas tras salir de EEUU. «No es ningún secreto que he sido un trotamundos. Desde mi primer año he dicho que quería un sitio donde ser feliz, encontrarme cómodo y convertirlo en mi casa. Me ha costado un tiempo, pero no solo he encontrado una casa en Málaga, hemos conseguido grandes cosas», explicaba quien también logró el trofeo de jugador más valorado en la última Final Four de la Champions League, ganada por los malagueños al Tenerife en la final de Belgrado (17 puntos aquel día).
Antonio Martín y Angel Víctor Torres, con Alberto Díaz.Elvira Urquijo A.EFE
El base, nacido en Florida y no drafteado en 2014 por la NBA, empezó su carrera fuera de EEUU nada menos que en Sydney, Australia. Hungría, Macedonia, Rusia, Francia, Serbia, Eslovenia, Grecia y Montenegro fueron los países visitados, cada año en un club diferente, hasta su fichaje por el Unicaja en junio de 2022, meses después de Ibon, cuando todo empezó. También es internacional por Montenegro. Le encanta cocinar y el clima de Málaga le recuerda al de su tierra. Recientemente renovó hasta 2027. «Yo quiero ganar más trofeos para este club y esta ciudad», se arrancó en un más que buen castellano.
«Aquí tienes 14 jugadores que compraron el sistema del entrenador desde el primer día. No es fácil. Somos un equipo veterano, tienes que sacrificarte un poco en beneficio del equipo y lleva tiempo, pero cuando lo haces bien, te lleva al éxito», exponía el estadounidense que reconoció que Unicaja «es un equipo es especial». «Cualquiera podría ser el MVP. Yo solo he tenido la suerte de anotar algunos tiros más de lo normal. Somos un equipo talentoso y todos los trofeos que estamos ganando son mérito del equipo».
No había una oportunidad mejor. Era el momento. En su casa y tras tres temporadas en una categoría que nunca habían pisado en su historia. Pero lo que era un sueño, pronto se convirtió en pesadilla. Los del Ramiro de Maeztu se vieron totalmente superados por un Lleida implacable en defensa y alentado por una afición que no paró de animar.
El Madrid Arena vibró de nuevo con el baloncesto. Dos aficiones entregadas a sus equipos rivalizaban por ver quién animaba más alto a su equipo para que lograse el sueño de ascender a la Liga Endesa. Estudiantes empezó nervioso. Quizá por la oportunidad única que suponía para el club, después de tres temporadas en LEB Oro, disputar la final en casa.
Los de Pedro Rivero comenzaron con un parcial de 0-11 abajo y por más que Larsen se movía por el poste bajo, el balón no entraba. La desesperación llegó con un mate de Kuath, que obligó al técnico segoviano a pedir tiempo muerto. La primera canasta de Estudiantes solo llegaría de tiro libre, cuando Ferrando inauguró por fin el marcador a falta de cinco minutos para el final del cuarto. Cáffaro pedía calma a sus compañeros y un tiro de tres de Johnny Dee a pocos segundos de acabar el cuarto animó a la mítica grada de la 'Demencia'.
Kuath celebra una canasta ante la mirada de HansbrouckAlberto NevadoFEB
Poco cambió en el segundo cuarto. Kuath con sus tapones y Hansbrouck con sus triples alejaban cada vez al Estudiantes del sueño, que se fue el descanso con un 21-52 en el marcador.
Al regreso de vestuarios, dos triples de Leimanis volcaron de nuevo al Madrid Arena con su equipo, pero el pívot sudanés era imparable bajo el aro. El acierto de Dee, el mejor de los azules, desde la línea de tres protagonizó el final del tercer cuarto, pero la distancia era ya demasiado amplia (48-72) y el tiempo se acababa.
Los de Gerard Encuentra, gran artífice del ascenso de este Lleida, no cedieron y manteniendo su buena defensa, impidieron que los colegiales se acercaran demasiado. "Somos ACB" gritaba la gente desplazada a Madrid al acabar el partido, que estalló de alegría con el pitido final.
En la otra cara, las lágrimas de los jugadores del Estudiantes reflejan el sentimiento de una afición que tendrá que seguir esperando su oportunidad.