Sergio Rico, portero español del Paris Saint-Germain, agradeció con un mensaje en sus redes sociales todo el cariño que ha recibido durante estos “días complicados”, tras sufrir un accidente con un caballo en la romería de El Rocío (Huelva) el pasado 28 de mayo. El futbolista también confirmó que su estado ha mejorado, aunque todavía permanece ingresado en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla, donde continúa recibiendo atención médica y cuidados de enfermería.
“Quería agradecer a todas y cada una de las personas que me han mostrado y mandado su cariño en estos días complicados”, publicó en su primer mensaje desde el accidente en una historia en su cuenta oficial de Instagram.
El mensaje de Sergio Rico en sus redes socialesE.M.
Tras abandonar la UCI del hospital , donde permaneció cinco semanas, Sergio Rico aseguró en el mensaje a sus seguidores que “sigo trabajando en mi recuperación, que cada día va mejor. Me siento muy afortunado, una vez más, gracias a todos y espero veros pronto”.
Fue uno de los pegadores más temibles que jamás subió a un ring. Un deportista que redifinió la longevidad, capaz de proclamarse campeón mundial de los pesos pesados más de dos décadas después de la primera vez. George Foreman murió el viernes a los 76 años en un hospital de Houston (Texas), rodeado de sus seres queridos. Con él se marcha una de las figuras más ilustres de la historia del boxeo. El gigante que derribó seis veces a Joe Frazier antes de noquearle, el que llevó al límite a Mumammad Ali en Kinsasha y el que en 1994 sorprendió a Michael Moorer con su victoria más improbable, la que le devolvía a la cima a los 45 años.
Big George, una mole de 191 centímetros, sumó 68 de sus 76 victorias por KO (89,5%) con sólo cinco derrotas, la última en noviembre de 1997, ante Shannon Briggs en Atlantic City. La constatación de que aquella vez sí, su tiempo había terminado. Desde entonces podría dedicarse a los negocios. A vender millones de tostadoras para la cocina (The George Foreman Grill) y a protagonizar una breve serie (George) sobre su figura en la cadena ABC.
Había nacido y crecido en Houston, dentro de una familia con seis hermanos. A los 14 años dejó la escuela y formó, junto a un grupo de amigos, una banda de atracadores. Sólo el Job Corps, un programa gubernamental destinado a la ayuda de los adolescentes, le permitió salir de las calles y aprender las reglas del noble arte. En los Juegos de México dio su primer aldabonazo como amateur, colgándose el oro olímpico tras derrotar al soviético Jonas Cepulis.
"Down goes Frazier!"
Su gran bautismo de fuego llegaría en 1976, cuando noqueó a Joe Frazier tras un brutal acometida al título de los pesados. Smokin' Joe, con su aura de eterno perdedor, logró levantarse tres veces de la lona en el primer round y otras tres en el segundo, antes de que el árbitro, conminado por las lágrimas de Angelo Dundee, el preparador de Ali, detuviese la pelea. El delirio para los 36.000 asistentes en Estadio Nacional de Kingston (Jamaica) y la inmortalidad para Howard Cosell, comentarista de la ABC, autor del grito "Down goes Frazier!"
Tras llevar tres veces a la lona a Ken Norton en Caracas, había llegado el turno de defender su corona ante Ali. Aquel 30 de octubre de 1974, en el Estadio 20 de mayo de Kinsasha acogió el Rumble in the Jungle, una de las veladas que definieron la historia del boxeo. Con un asombroso invicto de 40-0, Foreman se presentaba como favorito ante aquel deslenguado, que venía de derribar dos veces a Norton y otra a Frazier. La astucia de Ali, su fabulosa agilidad de pies en torno a las cuerdas, terminaron por desesperar a Foreman, que encajó varias derechas fuera del conteo y no pudo pasar del octavo asalto.
Aquella derrota, le sumiría en una tremenda crisis personal y casi dos años de travesía por el desierto. En enero de 1976 acabó con la feroz resistencia de Ron Lyle en el Caesars Palace de Las Vegas y aquel mismo junio volvió a tumbar dos veces a Frazier en el quinto asalto. No obstante, una derrota ante Jimmy Young, definida tras 11 toques de campana, le llevó a la retirada. Según su propio testimonio, aquella velada en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico), le hizo conectar con su yo más espiritual.
Foreman, con la zurda ante Moorer en Las Vegas.AP
Aquella vía mística duró lo que duraron los ahorros, así que en julio de 1987 tuvo que volver a enfundarse los guantes, quitándose de encima a rivales de escaso fuste, atemorizados aún por su aliento de pegador. En abril de 1991, cuando Evander Holyfield puso en juego los cinturones de la Federación Internacional (IBF) y el Consejo Mundial (WBC), Foreman se llevó una soberana paliza. Aún hoy resulta asombroso cómo, siendo 14 años mayor, pudo aguantar en pie los 12 asaltos.
Superada la cuarentena, la oronda figura de Foreman ya no inspiraba rechazo entre las familias de bien. Se mostraba amable, calmado. Ya no era un portento físico, pero sabía esperar su momento, dentro y fuera del ring. De ese modo, tan insólito, pudo sorprender a Moorer en una pelea organizada por Bob Arum en el MGM Grand de Las Vegas. El campeón asomaba con un récord de 35-0, pero Foreman aguantó con temple hasta conectar el golpe definitivo en el décimo asalto. "¡Sucedió!", exclamó su gran amigo Jim Lampley, con quien entre 1992 y 2004 compartiría espacio televisivo en la HBO. Foreman se había consagrado, a los 45 años, como una de las mayores leyendas de la historia del boxeo.
"La commedia è finita". Primoz Roglic ganó la etapa riojana, se vistió de precioso rojo rubí; y, a menos que sea víctima de un cataclismo personal en forma de trompazo, otro de índole meteorológica como consecuencia de la caída de un rayo o un tercero de naturaleza animal a causa del ataque de un oso en la etapa del sábado, sentenció la Vuelta. El ciclismo no goza de la exactitud ni la certeza de la ciencia, ni padece la incertidumbre especulativa de la filosofía. Pero no deja de basarse en hipótesis lo suficientemente sólidas como para no verse sometido, al menos completamente, al puro azar.
Y esa hipótesis no del todo empírica, pero tampoco nada volátil, nos asegura más que nos sugiere que Roglic va a ganar esta Vuelta. Lo que queda de ella será con toda probabilidad una exhibición final que ratificará su superioridad física, su dominio táctico y, en resumen, su predominio "with the little help from their friends" (con la pequeña ayuda de sus amigos). El equipo, digno de su líder, se ha comportado magníficamente.
Esta vez la etapa y la general se disputaron simultáneamente. Dio gusto que lo parcial y lo total se unieran para proporcionar un espectáculo conjunto y exento de otra descripción y otro juicio que no fueran los que, de modo simbiótico, inspiraran ambas circunstancias. La larga (130 kms.) y poco prometedora escapada del día entre horizontes agraciados de una tierra fértil, cinco hombres que se quedaron en cuatro (Del Toro, Planckaert, Miholjevic y Petilli), fue neutralizada al pie del Alto de Moncalvillo, 8,6 kms. con una pendiente media del 8,9% y una máxima del 16%. Sol, temperatura agradable y un festival de buen ciclismo.
Y allí, en las iniciales faldas del coloso, empezó y acabó todo. A las primeras de cambio, el Bora Red Bull, atacó a saco. Vlasov y Daniel Felipe Martínez tiraron de su jefe, el auténtico Toro Rojo de la carrera. Tras los esfuerzos efímeros pero brutales de los compañeros, el esloveno se vio solo. El pelotón ya se había quedado en los huesos. Pero tenía aún carne y sustancia en los primeros-segundos espadas. Sin embargo, sorprendidos, aturdidos por lo precoz del ataque, no reaccionaron. Mientras pensaban qué hacer, cómo, cuándo y quiénes, Roglic ya volaba cuesta arriba. Aparte del más listo, también era el más fuerte. Una combinación imbatible. Recordaba al Roglic que, en 2020, en esas mismas rampas ya con los colores otoñales de octubre, se enfrascó en un duelo victorioso con Carapaz. Estaba en terreno conocido y amigo.
Enric Mas fue el primero en reaccionar. Salió en persecución, es un decir, de Roglic. En el acelerón le recortó unos segundos a Primoz, que ya iba con la velocidad de crucero. Luego, agotado el impulso, perdió esos segundos y algunos más. Tantos, que flaqueó en los últimos envites y fue superado por cuatro segundos en la llegada por Gaudu y Skjelmose, segundo y tercero a 46 de Roglic. Es posible que esté en la mejor forma de su vida. Pero no le da para lanzar ataques cortos y devastadores o emprender largos y sostenidos que le proporcionen victorias y nos hagan pensar en él como en un ganador. Los podios secundarios, valorables en su justa y alta consideración, pero insuficientes para hacer de él un campeón, son la medida de sus capacidades.
Se ha acercado a O'Connor, que, un día más, peleó hasta la extenuación para mantener el rojo. Pero igual que él amenaza al australiano, Carapaz le amenaza a él. Sábado imponente con una de las etapas capitales de la Vuelta. Tres puertos de tercera, dos de segunda y dos de primera, con la llegada en alto al Picón Blanco. No le faltará interés y algún tipo de trascendencia antes de la contrarreloj de Madrid, atractivo epílogo de una obra que parece resuelta, escrita en esloveno con tinta roja.
Fútbol femenino
IRIA OTERO
@iriaotero_
Pontevedra
Actualizado Miércoles,
16
agosto
2023
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09:38Ver 5 comentariosFamiliares, allegados y vecinos de Tere Abelleira vibran con la...