El olimpismo son sus héroes, aunque no siempre héroes esperados, no todos son como Simone Biles. La magia de los Juegos permite una oportunidad también a quienes llegan como antihéroes. Es el caso de Sergio Camello, madrileño de 23 años, jugador del Rayo Vallecano, al que las circunstancias de una final larguísima y un torneo muy exigente con los principales jugadores, como Fermín López o Álex Baena, llevaron a un lugar que únicamente había visitado en sueños. Quiso entonces que ese fuera su lugar en el sol, donde sentirse grande, donde firmar una gesta para siempre del fútbol español.
“Siempre quise ser como Fernando Torres, pero, hoy, soy yo el niño más feliz del mundo. Lo somos todos, en realidad”, dijo Camello, el jugador más solicitado en la zona mixta del Parque de los Príncipes, donde con sus dos goles en la prórroga había sellado la victoria de España sobre Francia (3-5), el oro olímpico, en una trepidante final. “Para mí todo esto es increíble, porque en principio iba a ser uno de los descartes y al final me ha tocado lo más bonito”, añadió.
Camello llegó a los Juegos como uno de los cuatro reservas, en una normativa 18+4 que acabó convirtiéndose, de facto, en 22. Eso sí, dejando fuera a cuatro futbolistas en cada partido. Sólo había jugado antes de la final un partido de la fase de grupos, ante Egipto, con España ya clasificada para cuartos. Disputó los 90 minutos y dio una asistencia, pero no le quitó el rol de delantero suplente a Samu Omorodion, hasta la final.
La conexión rojiblanca
Santi Denia, el seleccionador, se acordó de Kiko, de su gol en el 92, antes de la final en París. Un futbolista con el que compartió el doblete del Atlético en el 96. Ese mismo año, el actual seleccionador fue olímpico en Atlanta’96, pero la España dirigida entonces por Javier Clemente no pasó de los cuartos. Kiko, Santi Denia y Camello están, de hecho, conectados por el Atlético. Los dos primeros llegaron al club rojiblanco, procedentes del Cádiz y el Albacete, respectivamente, mientras que Camello es un producto de su cantera.
“Uno siempre espera triunfar allá donde se ha criado, pero no siempre se puede”, dijo el futbolista, nacido en 2001. Cuando Fernando Torres marcó el gol que dio a España la Eurocopa, en Viena en 2008, tenía Camello seis años. Entonces era ya su ídolo.
Camello fue de los jugadores que Diego Simeone llamó para entrar en la dinámica del primer equipo, con el que debutó en 2019. La continuidad era otra cosa, dadas las llegadas de fichajes. Las cesiones eran inevitables. El jugador pasó al Mirandés, donde consiguió 15 goles en 37 partidos, hecho que volvió a levantar el interés de varios clubes. Finalmente, la venta al Rayo se produjo por cinco millones, un valor que estos dos goles a buen seguro aumentarán.
“Necesito tiempo para valorarlo”
Camello no marcaba desde el 17 de marzo, con su club. Los cinco meses de sequía los rompió de la mejor forma posible. “Me dijo el entrenador de porteros que él había soñado con que metía el gol de la final. Eso es historia, no se ganaba desde el 92. Necesito tiempo para valorarlo”, añadió.
Representado por su tío Mauri, toda su familia ha estado muy vinculada al Atlético. La rojiblanca, de la que también procede Pablo Barrios, presente en París, no es la única cantera que ha tenido el protagonismo que los grandes clubes niegan a sus jóvenes, al competir con los fichajes. Arnau Tenas, el portero, lo es del PSG tras abandonar la Masía. Hasta nueve de los campeones olímpicos han pasado por las categorías inferiores del Barcelona, incluidos por supuesto Fermín y Cubarsí, que se mantienen todavía en su disciplina. Es lo único con lo que no ha podido la crisis.