El danés, de 19 años, vence al hexacampeón (3-6, 6-3 y 7-5) y se convierte en el primer tenista desde 1973 que gana a cinco ‘top 10’ en un mismo torneo.
Si Carlos Alcaraz había dejado claro que el futuro ya está aquí, Holger Rune, otro chaval de 19 años que la viene rompiendo, confirmó este domingo en París que nos encontramos inmersos en un tiempo nuevo. El danés culminó una semana colosal al derrotar a Novak Djokovic en la final del último Masters 1000 de la temporada y logró así su primer torneo de esta categoría, tercero en el global de su carrera. Se impuso al hexacampeón por 3-6, 6-3 y 7-5, en dos horas y 33 minutos. Rune es el primer tenista desde 1973 que sale campeón de un torneo, al margen de las ATP Finals, tras derribar a cinco top 10. Una vez que salvó tres pelotas de partido en su debut ante Stan Wawrinka, pasó por encima de Hurkacz, 10º, Rublev, 9º, Alcaraz, 1º, Auger Aliassime, 8º, quien venía de ganar 16 partidos consecutivos, y Djokovic, 6º.
Tras un inicio titubeante, intimidado por la magnitud de su rival, un ganador de 21 títulos del Grand Slam que no había perdido un partido oficial desde que cayó con Rafael Nadal en cuartos de Roland Garros, el tenista de Gentofte creció hasta terminar el partido a lo grande, sin arredrarse por las seis oportunidades de que dispuso Djokovic para llevar el desenlace al tie break. Desaprovechó la primera bola de partido con una doble falta, pero rentabilizó la segunda, con una subida desesperada del balcánico.
Dieciséis años de diferencia entre ambos finalistas. Rune, 19, acaba de llegar. Y lo ha hecho con un descaro apabullante. Era ésta su cuarta presencia ininterrumpida en una final, con un progreso meteórico. Hace poco más de un año, cuando le quitó un set a Djokovic en la primera ronda del Abierto de Estados Unidos, era el 141º del mundo y venía de la fase previa. Este lunes será 10º en el escalafón.
Djokovic le abre la puerta
El partido se consumía con mayor celeridad de la prevista. Djokovic había hecho valer un solo break en el primer set y se aprestaba a dar un golpe de carácter definitivo con 0-40 en el primer juego del segundo. Escapó Rune, capaz a renglón seguido de rentabilizar la frustración de su oponente y de otorgar una dimensión distinta a la final. El danés empezaba a plasmar la impronta que le había traído hasta aquí, con el servicio, la alegría y la determinación que le distinguen.
Recobrada la sonrisa del danés, el partido se fue al tercer parcial. Nole le había permitido adquirir billete de vuelta y Rune , frecuentando con éxito la red, estaba dispuesto a poner una pica más en su excepcional colofón de temporada. No le alcanzó a Djokovic con una rotura para situarse 3-2 y saque. Volvió el danés, que le quebraría en dos ocasiones y se sostendría en el último juego con el carácter intrépido que hace de él otra gratísima noticia en un curso de estallidos deslumbrantes. Al igual que Alcaraz, estamos ante un asesino con cara de niño.