Rodri marca el gol de una vida en el monumental triunfo del City frente a un hundido Bayern

Rodri marca el gol de una vida en el monumental triunfo del City frente a un hundido Bayern

Manchester City 3 Bayern 0

Actualizado

El mediocentro español, que nunca había anotado en la Champions, inaugura con un zurdazo para el recuerdo una victoria que Haaland completó con una asistencia y un gol

Rodri marca frente al Bayern en el Etihad.JON SUPERAP

Rodri Hernández parece un futbolista de otro tiempo. Con la camiseta por dentro del pantalón y sin extravagancias que obliguen al despiste, se limita a desempeñar su tarea como centrocampista lo mejor que sabe y puede. Pese a ser uno de los mejores pivotes de la última década, pese a ser él quien hace comprensible el idioma táctico de Pep Guardiola en el campeón de la preciada Premier League, pocos parecen reparar en él. Quizá tenga que ver con ese mal que durante tantos años acechó a Sergio Busquets, apartado también de las alfombras rojas por ser el mejor jugador de equipo, pero no un solista. Un pecado capital en un deporte malacostumbrado a vivir de las apariencias. Por eso el gol que marcó Rodri en el gran triunfo del City frente al hundido Bayern en la ida de cuartos de la Champions, un monumento a la estética propio del encuentro en disputa, tiene mucho de justicia poética con todos aquellos jugadores a los que les trae sin cuidado ser famosos. Porque la felicidad ya la tienen en el fútbol, no en lo que dicen de ellos.

Nunca había anotado Rodri en la Liga de Campeones. Y esperó a que pasaran 44 partidos para atrapar uno de los momentos de su vida. Recibió la pelota lejos del área, algo escorado, y con Musiala al quite. El joven mediapunta del Bayern cayó ante el recorte del centrocampista español, que aguardó un par de segundos para pensar y ejecutar. Empleó para ello el botín izquierdo, y no buscó derribar la puerta por la fuerza, sino mediante la seducción. Consiguió con el interior del pie que el balón comenzara a rotar hasta conseguir la curva imposible para el portero Sommer, cuyo vuelo sólo desveló impotencia en ese 1-0 que ponía en ventaja al City.

Thomas Tuchel, cuya oscura vestimenta de pescador, empapada por la lluvia, remitía al sombrío protagonista de una película slasher, se desesperaba. Quizá sin poder quitarse de la cabeza la jugada inmediatamente anterior a la del gol de Rodri, cuando Rúben Dias arrebató a Musiala el 0-1. El central supo convertir su cuerpo en una pared infranqueable ante el suspiro de Ederson, que se veía ya batido por el internacional alemán.

Hasta entonces, Guardiola y Tuchel habían procurado anularse. Aunque es tal la calidad de los futbolistas que manejan que las ocasiones iban a caer sin remedio por eficientes que fueran las ayudas. De Bruyne, que maneja un pincel en los centros, encontraba a Gündogan, pero no a Haaland, que se buscaba la vida. Seguro de que llegaría su momento.

El error capital de Upamecano

Las precauciones desaparecieron en el segundo tiempo, volcánico, y con los porteros como últimas fronteras en el camino al firmamento y al infierno. Tuchel, que había dejado a Mané y Müller fuera del once, encontró en los martillazos de Sané una vía a explorar. Ederson le sacó tres al ex del City en diez minutos. Respondía Sommer, que a sus 34 años negó goles a Gündogan, Aké y Rúben Dias.

Julián Álvarez asomó con el porte de un campeón del Mundo. Y un error capital de Upamecano echó por tierra el intento de rebelión del Bayern, hundido después en la miseria. Grealish le quitó la pelota, habilitó de tacón a Haaland y éste, insaciable pero listo, prefirió centrar a Bernardo Silva para que éste completara su exhibición con el testarazo del 2-0. Haaland, que aún no estaba satisfecho, zanjó la noche con el 3-0 a placer. Porque los bávaros habían desaparecido ya de la escena, y quién sabe si también de Europa. Julian Nagelsmann, despedido pese a ganar este curso sus ocho partidos de Champions con el Bayern, debe hacerse muchas preguntas.

kpd