Raphinha y Lamine Yamal, el dúo que hace brillar al Barça y lo lleva a cuartos tras golear al Benfica

Raphinha y Lamine Yamal, el dúo que hace brillar al Barça y lo lleva a cuartos tras golear al Benfica

Al atardecer, en la montaña de Montjuïc, con una ausencia clavada en las entradas del vestuario, Raphinha y Lamine Yamal se conjuraron para matar la pena y hacer brillar a un Barça que destrozó a dentelladas a un Benfica que, si esperaba a un rival afligido por el dolor, se equivocó. Fue atrevido, vertiginoso y voraz para meterse los cuatros de final en el bolsillo en un pestañeo. Es casi imposible parar al equipo de Flick cuando Pedri manda, genera e inventa, con Balde desencadenado en la banda, Lamine juguetón hasta con un agujero en la bota y Raphinha afilando el instinto caníbal. Eso le debió decir el técnico alemán al entrenador portugués, que tiene jugadores capaces de deslumbrar. [Narración y estadísticas: 3-1]

Apenas le costó diez minutos que todos aparecieran. Por la orilla derecha, Dahl sufría para perseguir a la joven estrella que no se cansaba de retarle con un descaro adolescente. Le enseñaba la pelota, se la escondía con un recorte mientras enfilaba el área y tumbaba a Florentino para armar un centro chut entre dos centrales que acabó rebañando Raphinha en el segundo palo. El primer gol ya daba la medida de lo que sería el partido.

Se enrabietó el Benfica y pensó que podía hacer enloquecer el encuentro a base de correr hacia el área de Szczesny. De la primera contra, un minuto después de que el Barça se adelantara, nació el empate con un cómodo testarazo a bocajarro de Otamendi en un saque de esquina. Al argentino le había dejado solo en un desajuste de las marcas. Ya no se equivocaron más los azulgranas.

Seguía encantado Lamine buscándole las cosquillas a la defensa portuguesa y probando a ver cómo podía sorprender a Trubin… hasta que lo logró. Pueden prever los rivales cuáles van a ser sus movimientos, pero no pueden pararle. Enfila el área, se cuela, se perfila y, esta vez, acarició la pelota para enviarla al palo largo donde el guardameta ucraniano no alcanzaba. Y lo hizo con la bota rota, para convertirse en el jugador más joven en marcar y dar una asistencia en Champions.

El dominio del Barça era incuestionable y el Benfica no encontraba la manera ni siquiera de sostenerse con vida en una eliminatoria que debía remontar. Cuando lo intentaba, el oficio culé en el fuera de fuego les penalizaba, especialmente a Pavlidis, el único jugador con capacidad de inquietar. Apareció entonces Dani Olmo para sumarse al recital con sombreros en la medular y una asistencia al punto de penalti a Lewandowski que el polaco, grisáceo quizá por sus molestias físicas, estrelló en el cuerpo del cancerbero del Benfica. El resultado era corto y, aunque el partido parecía controlado, el Barça merecía más. Y buscó más.

Lo hizo Balde con una contra eterna desde campo propio, viendo a Raphinha y Lamine cabalgar por los costados pero aguantando para, con un pase preciso, regalar el tercer tanto al brasileño. Con 11 goles, se convierte en el Pichichi de la competición. El Barça disfrutaba tanto que hasta se olvidó de mirar al cielo de los médicos con cada gol, quizá porque la plena felicidad es el mejor homenaje.

No cambió nada tras el descanso y el Benfica volvió a estar a merced de los culés. Incapaz de robar la pelota y conducirla, el único que se revolvía era Pavlidis, pero caía en la trama de la línea defensiva o se topaba con Szczesny, que apenas tuvo que aparecer en todo el partido.

Si Bruno Lage buscó activar al Benfica desde el banquillo, Flick empezó a mirar la hoja de excel para proteger a Lewandowski de sus molestias, a Dani Olmo y hasta a Iñigo Martínez de una amarilla de quedarse castigado en cuartos. El colmillo de Ferran y el instinto de Gavi debían ser suficientes para aguantar la cómoda victoria con largas posesiones que arrancaron los olés de la grada y también para agrandarla. Pero se guardaron los goles.

Hubo tiempo para taconazos de Raphinha con De Jong y hasta para que entre Koundé y Sczcesny se liaran ante un cabezazo de Amdouni que atajó el polaco. Nada iba a amargar la felicidad. Ahora, las vallas en el camino las pondrán el Lille o el Borussia Dortmund.

kpd