Emma Raducanu perdía 2-0 en el primer set de su partido del torneo WTA 1000 de Dubái contra la checa Karolina Muchova cuando la británica paro el partido y, descompuesta, fue a refugiarse detrás de la juez de silla. La joven de 22 años había reconocido al hombre que la había acosado a principios de esta semana, informa Afp. El individuo, un “hombre con comportamiento obsesivo”, ha sido “excluido” del torneo, anunció el miércoles la WTA.
Muchova fue a ver por qué la ganadora del US Open 2021 había dejado de jugar, cuando reapareció secándose las lágrimas con una toalla.
La WTA explicó en un comunicado que la víspera, el lunes, “Emma Raducanu fue abordada en un lugar público por un hombre que mostraba un comportamiento obsesivo”. “Este mismo individuo fue identificado en las primeras filas durante el partido de Emma el martes y luego fue excluido”, continuó el organismo, refiriéndose a un “incidente de seguridad”. “Será excluido de todos los eventos de la WTA en espera de una evaluación de su peligrosidad”, añadió.
La WTA destaca que está “trabajando activamente con Emma y su equipo para garantizar su bienestar y brindarle todo el apoyo necesario”.
Muchova, 17ª del mundo, finalmente ganó el partido por 7-6 (8/6), 6-4 y se clasificó para la tercera ronda de este torneo WTA 1000.
En 2022, un tribunal británico prohibió a un hombre acercarse a Emma Raducanu durante cinco años tras sufrir acoso. Este hombre se había apostado frente a la casa de la jugadora en varias ocasiones.
No podía ser otro día y no podía ser otro partido. Sólo uno terminaría con los tres puntos, pero eso no significaba que el duelo de Mendizorroza no fuera un momento para recordar en casa de los Simeone. Padre e hijo se encontraban en liga por primera vez y Giuliano, además, partía como titular después de que le rompieran la pierna en un partido de pretemporada el pasado verano ante el Burgos. Y, aunque parezca increíble, el que sonreiría finalmente sería el hijo. [Narración y Estadísticas, 2-0]
Solo ese apellido ya evoca lucha, esfuerzo y sacrificio. Lo que pasa es que en los primeros minutos ambos equipos interpretaron de manera exagerada esas virtudes y hubo episodios más violentos de lo habitual en una jornada liguera sin demasiadas urgencias, pero con el rabillo del ojo atento. Unos hacia la Champions y otros hacia el descenso.
Y, sin ni siquiera dar tiempo a que el balón bajara al césped, el Alavés se encontró con el primer gol y Giuliano perdonó el segundo a su padre. Tras un despeje larguísimo de Sivera, varios rechaces flojos dejaron el cuero en los pies de Benavidez en el balcón del área y el uruguayo la colocó en la base del poste. Golazo. El pequeño de los Simeone no pudo hacer el segundo apenas dos minutos después porque se le fue el disparo alto tras un error de Savic que midió mal en un salto.
Giuliano en un lance con Molina.CESAR MANSOAFP
Otro partido en el que, el otrora inexpugnable Atlético de Madrid, recibía un gol. Y ya son 12 encuentros seguidos sin mantener la portería a cero. Este año defensivamente el Atlético es una verbena y eso les ha costado muchos disgustos, principalmente fuera de casa, y dos eliminaciones en Copa y en Champions. Un drama.
Cuesta ver a un equipo como el Atlético, con muy buen pie y gusto por la pausa esta temporada, pasarse casi una parte entera a pelotazos y esperando una contra cuando vas perdiendo en el marcador. El golpe del Dortmund se ha notado en la línea de flotación colchonera, especialmente en la afectiva. Solo De Paul y Koke mostraron cierto amor propio.
Apenas un remate a puerta en 45 minutos perdiendo el choque desde el 14, aunque es cierto que al borde del descanso los colchoneros apretaron, o por vergüenza o por suavizar la bronca que el Cholo estaría rumiando desde verse abajo en el marcador.
Pero justo cuando moría el tiempo, una mano absurda de Azpilicueta casi complica las cosas aún más para los colchoneros. Tuvo suerte el navarro y el Var le anuló el penalti pitado en primera instancia por Gil Manzano. Otras veces se han pitado. Con jugadas grises uno entiende que las quejas vayan elevándose según el tamaño del equipo beneficiado.
Decía Filipe Luis, ex futbolista del Atlético, que a veces cuesta mentalizarse para partidos de liga que vienen tras una dura exigencia europea. Decepción en este caso. Los primeros 45 minutos fueron eso, un problema de actitud que el Cholo quiso corregir en el descanso y con la entrada de Saúl por De Paul. Y el ilicitano ya le enseñó los tacos en la primera jugada sobre el césped a Giuliano.
Mejoría inerme
Sea lo que fuere, bajó el balón el Atlético y comenzó a rondar más la portería de Sivera. Es su juego este año, el toque y la presión, pero las dos cosas las había olvidado en Vitoria. A quien no se le olvidó jugar pese a la inactividad fue a Giuliano. El mejor sobre el campo. Y una tortura para la defensa atlética, especialmente para Molina, al que le hizo bastantes trajes.
Dos motivos de sorpresa en Mendizorroza. Uno, la ausencia deportiva de Griezmann. Estuvo invisible el francés. Prolongó su intrascendencia de Dortmund, lo que es un problemón para el Atlético. Y otro la ausencia, en este caso física, de Samu. Luis García Plaza decidió prescindir de inicio del delantero cedido por los colchoneros, cosas de entrenador. El plan funcionó.
Los rojiblancos mejoraron con la salida de Riquelme y Lino perdonó el empate tras una gran combinación conjunta y pase atrás de Molina. Luego fue Sivera quien tuvo que intervenir para atajar un gran disparo de Correa. El Atlético apretaba y quería, ahora sí, ahogar al Alavés.
Pero, con su última bocanada, los babazorros mataron a los atléticos con un 'riojazo' de bandera. Empaló el medio vitoriano un centro lateral a la escuadra para iluminar Vitoria y mantener a los rojiblancos en su depresión postraumática europea.