El esloveno se anota por primera vez la Flecha Valona y ya sólo le queda una prueba para lograr el ‘hat-trick’ de la Ardenas en una misma temporada
El broche más duro de todas las clásicas nunca huye de lo previsible. Escalada a toda velocidad durante 1.300 metros en el Muro de Huy, con rampas del 20% de desnivel. La Flecha Valona no engaña. Todo lo que antecede a la entrada de la curva de la ascensión a la colina de la Siete Capillas sólo sirve para endurecer y seleccionar la carrera. Luego irrumpe una pugna sin tregua, reptando por paredes onduladas, con la adrenalina disparada. Una pelea con golpes certeros y movimientos calculados. Una estrategia en la que Tadej Pogacar es insuperable. Este miércoles midió magistralmente sus esfuerzos para inscribir por primera vez su nombre en la lista de vencedores de la clásica belga, segunda entrega del Tríptico de las Ardenas de 2023.
El esloveno atesora la virtud de convertir la genialidad en rutina. Es tan previsible como la resolución de la Flecha Valona. Tal para cual. Se anotó la prueba sin aparente dificultad, controlando el tempo y acelerando en los últimos y decisivos 300 metros. Siempre en los puestos de cabeza del grupo de los mejores, marcando el ritmo adecuado para que no saltaran Bardet, Landa, Pidcock y Mas, sus enemigos más cualificados por las ausencias de Evenepoel, Van der Poel, Van Aert, Roglic y Alaphilippe.
Al esloveno no le hizo falta atacar de lejos, como suele hacer en sus constantes exhibiciones, le bastó con seguir a sus compañeros del UAE y apretar en las rampas más duras del Muro de Huy para descolgar a sus enemigos que apenas tuvieron opciones. El danés Mattias Jensen (Trek) fue segundo y Landa, tercero. El español estuvo muy atento a las aceleraciones de Pogacar y ascendió pegado a la estelar del doble campeón del Tour.
La 87ª edición de la Flecha Valona, la primera después de la retirada de Alejandro Valverde (plusmarquista con cinco victorias), constó de 194 kilómetros, salpicados por 11 pequeñas cotas. La cita arrancó con intensidad, con una fuga consumada poco después del banderazo de salida en la que se se metió Raúl García Pierna. El madrileño del Kern Pharma tuvo la compañía de Daryl Impey (Israel), Oliver Naesen (Ag2r), Georg Zimmermann (Intermarche), Soren Kragh Andersen (Alpecin-Deceuninck), Johan Meens (Bingoal WB) y Jetse Bol (Burgos BH), que superaron los tres minutos de ventaja. Todos, excepto Zimmermann y Kragh Andersen, cazados a falta de 43 kilómetros, poco después de la retirada de David Gaudu. A la pareja, tras superar el penúltimo paso por el Muro de Huy, a 30 kilómetros del final, se les unió Battistella y Vervaeke, representantes, respectivamente, de Astana y Soudal, dos escuadras que se atrevieron a desafiar el control de carrera impuesto por el UEA de Pogacar.
Sucesión de fuegos de artificio hasta que llegó el Muro de Huy y Pogacar impuso su voluntad. Tras brillar en la Amstel Gold Race se anotó el segundo acto de la Trilogía de las Ardenas. El tercero será la Lieja-Bastoña-Lieja del próximo domingo, con el morboso duelo contra Evenepoel. Será la primera vez que ambos talentos crucen sus agendas en esta temporada. La última ocasión en la que coincidieron fue en el Mundial de ciclismo en ruta de Wollongong (Australia), donde el belga conquistó la medalla de oro y el esloveno fue 19º.
Pogacar ya suma 12 victorias en 18 días de carrera en 2023, entra las que se incluye el Monumento de Flandes y las generales de París-Niza y Andalucía. Su peor resultado: cuarto puesto en la Milán-San Remo. Tremendo.