Képler Laverán Lima Ferreira, al que todos conocemos como Pepe, sigue rompiendo barreras y saltando muros. El último récord que ha pulverizado el central portugués es el de jugador de más edad en jugar un partido de los octavos de final de la Champions. Este miércoles lo hizo con 40 años y 360 días. Y jugó los 90 minutos tras salir en el once titular, dejando además su portería a cero. Una bestia.
“¿Cómo sigues haciendo esto?”. Esa pregunta que todos nos hacemos se la hizo tras el partido a Pepe Rio Ferdinand, ex del Manchester United y ahora comentarista deportivo.
“Me siento feliz no solo de lograr récords, sino de llegar a esta edad pudiendo jugar, hacer un buen papel y también ayudando a los jóvenes a crecer”, reconoció el pasado octubre tras superar a otro mito, Alessandro Costacurta, como jugador más veterano en jugar un partido de Champions.
Aunque el de más longevo en jugar no es el único récord que Pepe ha destrozado en esta Champions ya que en la fase de grupos se convirtió en el goleador de más edad de la historia de la competición. Metió dos goles en la fase de grupos y superó a Francesco Totti, que marcó con 38 años y 59 días.
Pero parece que Pepe no se va a quedar ahí ya que el ex del Real Madrid jugará la vuelta de la eliminatoria con 41 años. Y quien sabe si no disputará con esa edad también unos cuartos de final, ya que su equipo partirá con ventaja en el duelo de vuelta con el resultado positivo de 1-0 que ha logrado en el partido en el que Pepe ha reventar un nuevo récord.
Hay que irse a la temporada 2003/04 de la Champions League para buscar unos cuartos tan goleadores como los de este curso, con 32 tantos. Entonces se marcaron 30 goles y era el récord de la competición desde que mutó de Copa de Europa al formato actual, hace ya 21 años, y casi un tercio de ellos se hicieron en la eliminatoria entre el Milan y el Deportivo: 4-1 en el enfrentamiento de ida y 4-0 en el de vuelta.
"A mis jugadores les traté de convencer de que el Milan no era tan grande como equipo y que fue un accidente en la ida. Y en el segundo partido salieron como locos". Habla Javier Irureta, el que fuera el entrenador del Deportivo, protagonista de una de las mayores gestas en la competición continental. "Tuvimos suerte de hacer los goles pronto y de no encajar", añade Irureta.
Entonces estaba vigente la norma del valor doble de los goles en caso de empate y lejos de casa. Una norma que permitía al Depor pasar con un 3-0, pero el equipo gallego decidió asegurar el pase con el cuarto gol, obra de Fran. Esa regla fue instaurada por la UEFA en 1965 y ha sido fruto de acalorados debates durante los últimos años hasta que fue retirarla hace tres temporadas.
"El impacto de la regla va ahora en contra de su propósito original, ya que ahora disuade a los equipos locales, especialmente en los partidos de ida, de atacar, porque temen encajar un gol que daría a sus rivales una ventaja crucial para el partido de vuelta", explicaba el presidente del máximo organismo del fútbol europeo, Alexander Ceferin, para justificar la retirada.
La UEFA venía observando que las estadísticas desde mediados de la década de los 70 hasta la época actual mostraban una reducción de victorias en casa (se pasó del 61% al 47%) y de un aumento a domicilio (del 19% al 30%). También se alteró la media de goles por partido marcados en campo propio (del 2,02 se pasó al 1,58) y en ajeno (del 0,95 al 1,15).
"Ahora, cada partido empieza de cero, se especula menos con el resultado», opina Antonio Núñez, campeón de la Champions con el Liverpool en la temporada 2004/05. El ex futbolista cree que aquella regla «condicionaba bastante» y que se tendía más a "guardar lo que tenías".
A su juicio, "el fútbol es más justo", como también expresó el propio Ceferin respecto a la desventaja que suponía recibir un gol en la prórroga y verse obligado a marcar dos. "A veces la eliminatoria se rompía y ya sabías que la prórroga era imposible, por lo que eso resta toda la emoción", explica el madrileño.
Retirada y cambio
Se ha tardado casi tres años, ya que la norma se retiró en la 2021/22, en apreciar los primeros resultados de este cambio, ya que aquel año se hicieron 23 goles y el pasado, 20. Con estos 32 se establece la mejor marca histórica, dejando los 30 de la 2003/04 en segundo puesto y en el tercero, empatados, los cursos 1999/2000 y la 2008/09, con 28. "El 3-3 del Bernabéu era un marcador malo, pero es difícil elegir el estilo de juego para obtener el resultado que tú quieres", apunta Irureta.
Es cierto que un buen año de laboratorio fue la Champions de la pandemia. Aquella que tuvo su fase final en Lisboa en el 2020 y se jugaba a partido único. Se marcaron 20 goles en cuatro partidos, con una media de cinco por encuentro. En actual campaña han sido cuatro. Esos cuatro tantos por encuentro en la fase de cuartos sólo se habían superado en cinco ocasiones, todas en el antiguo formato de Copa de Europa y siempre antes del valor doble de los goles en campo contrario.
Podemos hablar de un fútbol más ofensivo. En los ocho equipos que llegaron a esta fase estaban los tres mejores jugadores del mundo y técnico con estilo ofensivo. Pero ese cambio de normativa, sin duda, influye y mejora la competición.
La cabeza erguida buscaba el contacto visual con Vinicius. La curva del cuerpo no parecía presagiar nada, pero la mano ya indicaba dónde llegaría el pase al brasileño. Los rivales le habían concedido un par de metros y Toni Kroos no desperdició la oportunidad. Suya fue ayer la majestuosa asistencia para el 0-1, obra cumbre de otra gran noche para el Real Madrid. «No hay palabras para definirle. Es un jugador top, crucial para nuestro juego, por el modo en que controla los tiempos y por sus pases», admitió Carlo Ancelotti.
La felicidad de Carletto, como la de la mayoría de sus futbolistas, no sólo se ceñía al empate que había enfriado el cráter del Allianz. Se trataba, más bien, de la satisfacción por haber hecho emerger de nuevo ese temple competitivo con el que salir a flote tras una situación límite. Porque después de tres triunfos consecutivos en Múnich, el 14 veces campeón volvió a sudar ayer como corresponde en unas semifinales. El 2-2 no sólo le otorga cierta ventaja para el Bernabéu, sino que también le permite igualar su propio récord en Champions, donde ya suma 11 partidos sin perder, igualando el registro de la temporada 2016-17. Otro motivo de celebración para los 4.000 madridistas que lo vivieron en directo en Múnich. Los que disfrutaron de las virguerías de Vinicius y los errores groseros de Kim Minjae. Los que corearon la maestría de Kroos durante los 76 minutos que pisó la hierba.
«Me ha regalado un gol. Le conozco muy bien. Y él a mí», sonrió Vinicius, con ese brillo tan peculiar en los ojos. Aún parecía saborear el placer del balón al espacio ante Manuel Neuer y el desdichado Minjae. Una cortesía de Kroos, que durante la primera parte cerró una asombrosa estadística. Según la contabilidad de OPTA, 15 de sus pases lograron romper una línea de presión rival. El mejor rival en ese aspecto, Leon Goretzka, sólo pudo filtrar cinco.
«Nos faltaba para ganar los duelos»
«Durante la primera parte hemos defendido con poca intensidad y les dimos la posibilidad de controlar el juego. Nos faltaba para ganar los duelos, pero tras el descanso hemos presionado más, hemos sido más agresivos», analizó Ancelotti, sin pudor a la hora de señalar los defectos de su equipo. Antes de que se cumpliese el minuto 23, el Bayern había rematado ya siete veces ante Andriy Lunin, incluidos dos saques de esquina. Un fuego graneado al compás de sus tambores. La atronadora artillería de siempre en el Allianz Arena, la guarida de un equipo que, a estas alturas de la temporada, suma en la Bundesliga cuatro puntos y seis goles más que el año pasado. Cualquier menosprecio al Bayern en la Champions debería pagarse con la excomunión. Tan intolerable como conceder un par de metros de más a Kroos.
Desde aquella cesión en el Leverkusen, cuando apenas había cumplido la mayoría de edad, Toni había jugado ocho veces contra el Bayern, pero nunca logró siquiera un pase de gol. Ni siquiera en las dos últimas eliminatorias de cuartos y semifinales (2017 y 2018), ya en su plenitud madridista. Quizá por ello, ese gesto con el que indicó el camino para el 0-1 dejó tan boquiabierto a Rodrygo. «¡Qué pase, increíble!», exclamó el delantero, víctima de un clamoroso penalti por parte de Minjae. «Siempre le decimos que siga. No un año, sino muchos más. Me encanta jugar con él», añadió el brasileño. El recital del 8 en Múnich se antojaba ayer el preludio de algo grande en el Bernabéu. «Aún habrá que sufrir, pero ahora en un ambiente que todo el mundo conoce», anticipó Ancelotti. Vinicius, más conciso, presagió una «noche mágica».
Más le vale al Bayern recuperar pronto a Matthijs de Ligt, baja ayer de última hora. Su ausencia como central diestro dejaba un poco más desguarnecida la zona donde Vinicius revolotearía ante Joshua Kimmich. Así que Thomas Tuchel recurrió a Minjae, un central fichado este año del Nápoles. Sin el poderío físico del neerlandés, con ciertos problemas a campo abierto, el coreano al menos aportaría el buen criterio ofrecido durante la primera mitad de curso, donde se había consolidado como el mejor defensa del Bayern.
150 partidos para Müller
Los peligros del Real Madrid, máximo anotador de la Champions al contragolpe con seis goles, se basaban en las transiciones, pero Minjae nunca supo cómo perfilarse para sujetar a Vinicius a campo abierto. Esa debilidad en los dominios de Neuer frustró cualquier amago de épica para Tuchel. «El Madrid ya lo ha hecho antes: marcar dos goles en dos ocasiones. No somos el primer equipo que lo sufre. Deberíamos haber anotado el 3-1, pero luego les regalamos un penalti», admitió el ex técnico del PSG.
Desde aquella liguilla de 2016 con el Dortmund, hasta la inolvidable eliminatoria de 2022 al frente del Chelsea, Tuchel siempre había sabido poner al Madrid ante el desfiladero. Por eso, una situación tan desesperada como la actual convertía a su equipo en un rival aún más peligroso. La elección inicial por Thomas Müller, en detrimento de Serge Gnabry, supuso una apuesta algo nostálgica, con la que el capitán pudo celebrar su 150º partido de Champions. Un hito de la competición, igualando el registro de Iker Casillas en el Madrid. El récord absoluto de partidos en un mismo club aún lo ostenta Xavi Hernández (151).
La influencia de Müller, relegado en los últimos tiempos a un papel casi residual, sólo pudo interpretarse desde lo emotivo. Porque Tuchel se reservaba la baza de Raphael Guerreiro, uno de los futbolistas más infravalorados de la Champions. La mera presencia del portugués ordenó la ofensiva del Bayern, que pudo orientar a Jamal Musiala y Leroy Sané hacia el gol. La diferencia entre jugar a pie natural o pie cambiado giró radicalmente el partido.
Había que remontarse a octubre, ante el Darmstadt 98 en la novena jornada de la Bundesliga, para asistir al último gol de Sané. Pero como de talento anda sobrado, el canterano del City aprovechó la escasa implicación de Rodrygo para silenciar a los críticos. Desde el otro perfil, Musiala andaba ya abusando de Lucas Vázquez. Con apenas 21 años ya se siente capaz de dominar una semifinal de Champions.
La designación de Clement Turpin, con quien el Madrid había ganado sus seis partidos, levantó cierto malestar en Alemania. Sin embargo, nada pudo objetarse al francés, que señaló sin dudar los 11 metros tras el derribo de Lucas a Musiala y el de Minjae sobre Rodrygo. «Para la vuelta tenemos que ser más clínicos. Será un partido abierto. Hay que mejorar en las defensas individuales y ser más fuertes», finalizó Tuchel.
Pasaban unos minutos de las 14.00 en Lisboa, cuando el Atlético de Madrid llegaba en su autobús al hotel Corinthian para su enfrentamiento del miércoles por la noche ante el Benfica. El vuelo apenas había rebasado la hora, pero las caras de la expedición eran serias, como de cansancio. Sólo algún aficionado arrancaba alguna sonrisa ocasional al capitán cuando le gritaba: "Koke, máquina".
La resaca del derbi seguía latente y la clase política, a 600 kilómetros, seguía aprovechando la oportunidad para lanzar mensajes contundentes. Uno de los últimos, el de la ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes, Pilar Alegría: "Va a haber una respuesta absolutamente contundente una vez se conozcan los detalles que nos den las fuerzas y cuerpos de seguridad", expresó poco después del Consejo de Ministros.
El Atlético de Madrid, por su parte, decidió que fuera Conor Gallagher, un recién llegado, el primer jugador que tuviera que responder tras lo ocurrido en Madrid. Y el inglés claro, esquivó la pregunta como si quemara la respuesta: "Fue un encuentro muy difícil, el Real Madrid es un equipo top, jugamos un buen partido, pero podemos ser mejores, al final un punto está bien", soltó sin mencionar el incidente de los mecheros.
"Muchos aprovecharon para divertirse"
Sin embargo, Diego Simeone sí sabía lo que le esperaba y no sólo no le importaron las críticas a sus impresiones iniciales sobre lo ocurrido en el Metropolitano, sino que reiteró su opinión con la misma vehemencia: "Soy una persona muy clara, frontal y me gusta decir lo que siento. Del otro dia no voy a cambiar absolutamente nada de lo que manifesté", comentaba el técnico.
Ya con las pulsaciones bajas, no a 200, como se refirió el Cholo a las tiene cuando termina los partidos, el técnico no consideró erróneo el momento de reivindicar la responsabilidad de los protagonistas del campo pese a lo que sucedió. "Sólo opiné de lo que pasa de acá para adelante en el fútbol, pero lo que dije quedará como un recuerdo y muchos aprovecharon para divertirse entre lunes y martes", aseguraba Simeone y deslizaba que se tergiversó su opinión para llevarla "a donde siempre conviene".
"No están preguntando a una nevera, tengo sentimientos y mi opinión a veces me la callo pero el otro dia no", añadía el tñécnico argentino y tampoco veía colisión con la opinión de un club que, a su juicio, hizo "un comunicado perfecto". Porque el Cholo reiteró su rechazo a la violencia y a los agresores.
"Van a venir muy calmados"
Por lo pronto, aunque se veían pocas camisetas atléticas por la Plaza del Comercio o el barrio Alto, se espera que al partido asistan en tornos a 2.200 aficionados colchoneros, 70 de ellos, según ha podido saber EL MUNDO, del Frente Atlético, que ya tenían la entrada desde antes de los incidentes del Metropolitano.
El dispositivo de seguridad para el partido, diseñado por la Policía portuguesa en colaboración con el coordinador de Seguridad del Atlético de Madrid "no será especial" pese a lo ocurrido en el derbi madrileño. "Van a venir muy calmados después de la que organizaron en el derbi", expresa un representante policial sobre los aficionados radicales del Atlético.
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad aseguran que el control sobre los aficionados radicales se mantendrá durante todo el día de partido y que llegarán, como se hace en cualquier desplazamiento, 'embolsados' tanto para entrar, como para abandonar el estadio.
Resulta raro encontrar aficiones con las que los radicales colchoneros no hayan tenido algún roce pero, en este caso, el inicio de las hostilidades fue por parte de los ultras portugueses cuando lanzaron bengalas a la afición del Atlético en el partido de Champions en septiembre de 2015 que les enfrentó en el Calderón. "Nos vemos en Lisboa", respondió el Frente. Afortunadamente, en el partido de vuelta, la policía portuguesa impidió que ambas aficiones se encontraran durante la visita rojiblanca.