La Fundación ha recibido 24.242 euros de parte del equipo participante en la Titan Desert. Esa cantidad se corresponde con la suma de los kilómetros recorridos por lo integrantes del Kosner – Saltoki Home durante la carrera.
Indurain y Juan Carlos Unzué, en la sede de Saltoki Home.EM
El equipo Kosner – Saltoki Home ha entregado este miércoles a Juan Carlos Unzué y la Fundación Luzón un cheque-donación de para ayudar en la lucha contra la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Gracias a los más de 24.000 kilómetros recorridos por los 43 ‘titanes’ durante las seis etapas de la pasada edición de la Škoda Titan Desert Morocco, se ha logrado una recaudación de 24.242,85 euros, que se destinarán a seguir avanzando en la investigación para hacer frente a esta enfermedad.
Al acto, celebrado en la sede de Saltoki Home en Pamplona, ha acudido Juan Carlos Unzué, que desde 2019 lucha contra la ELA. El exfutbolista y exentrenador profesional ha querido agradecer la iniciativa solidaria llevada a cabo por el equipo Kosner – Saltoki Home: “Quiero agradecer a las personas de Grupo Saltoki por llevar a cabo esta iniciativa deportiva y solidaria, y especialmente quiero dar las gracias a los integrantes del equipo Kosner – Saltoki Home, porque sin su esfuerzo, no hubiese sido posible. No sé si en un momento dado os ha podido ayudar el saber que estabais corriendo por nuestra causa, pero sí os puedo asegurar que esta donación va a ayudar mucho a esa causa tan necesitada de recursos económicos”. El pasado mes de marzo, Unzué ya envió un mensaje a los integrantes del equipo para motivarlos de cara a la prueba, lo que sin duda ha potenciado aún más su rendimiento.
También ha participado en el acto Miguel Induráin, ganador de cinco Tour de Francia, y que disputó la prueba ciclista en el desierto marroquí. El exciclista ha señalado la dificultad que tiene una carrera como la Titan Desert: “Después de esta primera experiencia en la Titan Desert Morocco, me ha quedado claro que en una prueba de este tipo, hay que ir entrenado. Es un evento duro, es exigente y las condiciones son duras. Es muy importante haber podido correrla con un equipo tan bien compenetrado como el Kosner – Saltoki Home“.
El equipo Kosner – Saltoki Home, con Miguel Indurain.Jesús DigesEFE
Óscar Zandueta, director de Saltoki Home, ha explicado el porqué de esta donación: “Queríamos que este proyecto deportivo y humano también tuviera un componente solidario, algo que redondeara esta aventura y que, en última instancia, diera sentido a tanto esfuerzo y dedicación”. Zandueta ha incidido en el trabajo en equipo de todos los ciclistas para alcanzar el objetivo: “Nunca un equipo había conseguido completar la prueba con tantos corredores. Nunca un equipo había sumado tantos kilómetros en sus piernas. Y, probablemente, nunca un equipo estuvo tan unido y fue tan generoso en el esfuerzo y en la ayuda a los demás compañeros para alcanzar la meta“.
Además, Sonia Sánchez de Bernardo, Directora General de la Fundación Luzón, ha destacado la importancia de esta acción solidaria:“No tengo palabras para agradecer a todo el equipo. Os hemos estado siguiendo en todo el esfuerzo que habéis realizado. Creo que cada gota de sudor, cada pedalada, cada kilómetro completado, para la ELA es sumar a la esperanza. La suma de todos hace mucho”.
La participación del equipo Kosner – Saltoki Home en la última edición de la Titan Desert, además de tener un clarocariz solidario a través de esta iniciativa, también significó un hito histórico por el hecho de ser el equipo con más ‘finishers’ en la historia de la prueba en el desierto marroquí, con 38 ‘titanes’ cruzando la última línea de meta. Además, el equipo se hizo con los triunfos en la clasificación general femenina, con Tessa Kortekaas como ganadora, y en la categoría Dúo Mixto, con la victoria de Iosu Torres y Ainara Elbusto.
El mejor fisio del mundo moldeó sus manos lavando vasos en el restaurante de su padre. «Yo ayudaba a mi familia en lo que podía. Pasé muchas horas entre platos y mesas». Más de 40 años después, el asador donde creció Marcelino Torrrontegui (Albandi, 1964) sigue ofreciendo fabulosos chuletones txogitxu, cordero a la estaca y entrecot de vaca vieja. Una clientela fiel que acude allí tras disfrutar de las playas del concejo asturiano de Carreño en las que Torron también trabajó de socorrista. «Antes de ser auxiliar de ciclismo me buscaba la vida mientras hacía un módulo de Deportes», afirma el masajista más experto del próximo Tour de Francia, que arranca el sábado en Lille. Será la undécima edición de la Grande Boucle que afronta el asturiano, ahora en el Movistar. También es colaborador del Comité Olímpico Español (COE), la Federación de Fútbol (RFEF) y profesor en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Málaga (UMA).
Este fisio de sonrisa permanente trabajó en el Málaga CF durante 21 temporadas, acudió a ocho Juegos Olímpicos (cinco con la Federación de Ciclismo y tres con el COE), 26 Mundiales de ciclismo, cuatro Juegos del Mediterráneo, 13 Vueltas, 10 Tour y cinco Giros de Italia. Por sus manos han pasado futbolistas, atletas, nadadores, ciclistas, balonmanistas, karatecas, piragüistas, golfistas, esquiadores. La relación de ilustres es extensa: Craviotto, Llaneras, Hierro, Chema Olazábal, Van Nistelrooy, Valverde, Contador, Rominger, Freire, Delgado, Olano, Isco, Joaquín, Frankie Fredericks, Chema Martínez, Cubarsí, Francescoli, Juan Ayuso, Viran Morros, Aguinagalde, Darío Silva, Zulle, Virenque, Rafa Lozano, Garralda, Barrufet, Entrerríos, Hugo González, Jessica Vals, Carmen Weiler...
Tras disfrutar de varios días de descanso, este martes hará las maletas para marcharse a Lille con el Movistar para preparar la salida del Tour.
Torrontegui comenzó en el ciclismo en la Vuelta a España de 1988, en el Clas de José Manuel Fuente. «Recuerdo que la salida fue en Tenerife y que saltamos a Las Palmas. Me incorporé al equipo de El Tarangu gracias a la ayuda de Carlos Muñiz, ciclista y amigo mío de Candás. Aquella Vuelta la ganó Sean Kelly y el primer neoprofesional clasificado fue, precisamente, Muñiz. Yo tenía 23 años y ya me apasionaba el deporte. Esa pasión proviene de mi entorno de juventud, en Candás. Esta localidad está declarada por el COE Villa de Olímpicos, porque es el pueblo de España con más olímpicos por habitante. Allí nacieron, entre otros, Herminio Menéndez, Julio Alberto, López Carril, Enrique Rodríguez Cal o Carlos Prendes», dice mientras pasea por Candás, antes de la sesión de fotos en las instalaciones de Mareo del Sporting de Gijón que ilustra este reportaje.
Torron debutó en el Tour de Francia en 1991, el primero ganado por Miguel Indurain. Desde entonces, el carismático fisioterapeuta y el campeón navarro mantienen una relación cercana. «Somos de la quinta del 64 y hemos coincidido muchas veces, aunque nunca compartimos equipo. Él estaba en el Banesto y yo en el Clas, con Tony Rominger. En la selección español estuvimos juntos, pero nunca le traté. Él tenía su propio masajista, Vicente Iza. Sí traté a Perico Delgado, Óscar Freire o Alberto Contador, pero nunca a Miguel. Estuve con Indurain en los Juegos de Atlanta, cuando ganó el oro en la contrarreloj, y Abraham Olano, la plata. Mi primer Mundial fue el de Stuttgart de 1991, cuando Indurain fue bronce. También estuve en el histórico Mundial de Duitama de 1995, donde logró el oro en la contrarreloj y la plata en la ruta, con Olano primero. En la actualidad, cuando Miguel pasa por Asturias nos vemos. Últimamente bromeamos sobre que ya va siendo hora de que toque sus músculos», explica el técnico, de 61 años.
Federer y Nadal
Torron fue el hombre de confianza del suizo Rominger, conquistador de tres Vueltas y adversario de Indurain en la carretera y en la pugna por el récord de la hora. «Tony y Miguel fueron rivales y ahora son amigos. Son como Federer y Nadal. Se respetan, tienen una buena relación».
Las manos mágicas del asturiano cuidaron a grandes corredores del Clas, como Olano, Escartín, Mauleón, Ruiz Cabestany, Rominger, Suárez Cueva..., con los que mantiene amistad. «Ellos tienen la costumbre de juntarse todos los años para cenar durante una etapa de la Vuelta. Desde 1988 organizamos partidos de fútbol-playa a los que viene gente como Luis Enrique. Lucho es un gran entrenador y una persona majísima, pata negra, un friki del ciclismo».
Con su paisano Samuel Sánchez comparte complicidades. Las abuelas de ambos eran primas. «A Samu le conozco desde chaval, cuando venía a veranear a Albandi. Yo le vaticiné que sería campeón olímpico. En 2007, un año antes de la carrera en ruta de los Juegos de Pekín, fuimos a ver el recorrido y le dije que el trazado le venía a huevo para ganar. Aquel equipo, con Sastre, Freire, Valverde, Contador y Samu fue fabuloso», recuerda.
JORGE PETEIRO
Las manos prodigiosas de Marcelino han cuidado a miles de deportistas. El que más le impactó, por su elasticidad y fortaleza, fue el canadiense Mark McKoy, campeón olímpico de 110 vallas en Barcelona'92. Entre los ciclistas destaca el motor de clasicómanos como Bortolami, Baffi o Museeuw. Los músculos de Freire también le sorprendieron, como las piernas de los futbolistas Salomón Rondón y Julio Baptista. Dice que quien mejor supo sacar provecho a su físico fue Fernando Escartín.
Asegura que el ciclismo actual atraviesa por un momento espléndido y que Tadej Pogacar es un fenómeno: «Le vi el pasado año en el Tour y me sorprendió. El ciclismo de ahora no da tregua. Las etapas son más cortas y todos van a toda hostia, no frena nadie. Los técnicos y auxiliares no tenemos tiempo para tomar un bocadillo. La tecnología ha mejorado mucho el rendimiento de los corredores».
Pocos en el deporte español empatizan tanto como este extrovertido asturiano. «Me dicen que soy el mejor masajista del mundo, pero yo respondo que tengo la suerte de trabajar con gente muy buena. Yo, por mi manera de ser, siempre genero buen rollo y caigo bien a la gente, y eso influye».
La depción del Málaga
Durante sus 37 años en el alto nivel han abundado los éxitos. Las decepciones fueron mínimas, pero dolorosas. Las heridas provocadas por el despido del Málaga ya cicatrizaron, aunque quedaron marcas: «En el Málaga me dejé media vida, medio corazón. Me tuve que marchar por unas diferencias económicas mínimas. Me di cuenta de que no me querían en un sitio donde trabajé más de 20 años. Salí noqueado. Estuve muerto, pero reviví. Después de irme se me abrieron muchas puertas».
En plena pandemia, Torron dice que se reinventó. Estudió podología, se doctoró en Fisioterapia y se incorporó a la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Málaga: «Llegué para cubrir una baja, y ahí sigo, impartiendo clases. La docencia es una carrera de fondo. Me gusta, pero al principio me costó, porque yo hablaba con las manos, luego me he ido soltando. Ahora, hasta doy ponencias en el Master de Fisioterapia de la Escuela Universitaria UAX Rafa Nadal o el Máster de Fisioterapia del Real Madrid. Soy como una hormiguita. Cumplo mis sueños. Trabajo con chavales, eso me mantiene joven».
«Tengo la suerte de que la UMA apuesta por la transferencia del conocimiento de sus profesionales, lo que posibilita que pueda colaborar de forma activa con Movistar, con el que tengo un contrato Otri, y al mismo tiempo cumplir con mis obligaciones docentes e investigadoras en la Facultad de Ciencias de la Salud», añade.
JORGE PETEIRO
A sus 61 años, Torron quiere ser agradecido: «Cuando te vas haciendo mayor te acuerdas de la gente que te ayudó. Yo estoy muy complacido con Eusebio Unzúe. Un día necesité salir de casa y él estaba allí. Siempre tuve la fortuna de contar con la comprensión del Málaga, que me permitía ir a los Mundiales y a los Juegos Olímpicos. También estoy muy agradecido a Alejandro Blanco por la oportunidad de trabajar en el COE. Él me rescató de la crisis que tenía, lo pasé mal. Yo sé bien lo que supone estar en primera línea y de ponto el teléfono deje de sonar».
Hijo futbolista e hija nadadora
La genética y el entorno profesional indicaron, inevitablemente, el camino a seguir. La actividad deportiva domina el entorno familiar de Torrontegui. Los hijos del fisio asturiano se han criado entre balones, raquetas y bicis, por eso no extraña que Samuel y Carlota se hayan decantado por el deporte. Los tres, siempre mimados por Susana, la filóloga inglesa, la madre, la compañera, la que sostiene todo el edificio.
Samuel, que tiene 20 años, sobresale en las categorías inferiores del Sporting de Gijón, en el equipo C. El fútbol le atrapó desde niño. Comenzó en el Málaga y allí estuvo durante nueve temporadas, en las que coincidió con Dean Huijsen, el nuevo central de la selección española y del Real Madrid. «Estuvieron juntos en alevines, cadetes e infantiles. Son buenos amigos. Yo mantengo contacto con los padres de Huijsen, unos holandeses muy majos que abrieron negocio en Málaga», dice Marcelino, un padre encantado con los goles y el desempeño de su hijo: «Samuel juega de delantero, es bueno, pero a mí lo que gusta es su madurez. Entrena, juega, se cuida y estudia segundo de Ingeniería Mecánica. No es raro verle a las 12 de la noche con libros o estirando», recalca el fisio del Comité Olímpico Español.
El Almería quiso ficharle, pero él prefirió seguir en el Sporting. En su trayectoria ha mostrado sus excelentes dotes de goleador, con buen manejo de ambas piernas y juego de espalda. «Tiene futuro, pero es un poco pupas, siempre le pasa algo», dice el progenitor.
Carlota apostó por la natación, triunfando en los campeonatos autonómicos y nacionales. Se formó en el Club Natación Inacua de Málaga y en 2021 fichó por el CN Santa Olaya de Oviedo. En 2021, con 18 años, se proclamó campeona de España de 200 mariposa, lo que le sirvió para obtener plaza para el Europeo de Budapest, torneo en el que logró colarse en las semifinales, terminando en el puesto 14 del top-16.
Torrontegui destaca que Carlota, de 22 años y estudiante de Derecho, tiene mucha fuerza de voluntad: «Durante muchos años se levantaba a las cinco y media de la mañana para entrenar en el CETD de Málaga. Creo que venirnos a Asturias frenó su progresión. Uno de mis sueños era compartir unos Juegos Olímpicos con ella».
El gigante de los Alpes encumbró al favorito y puso a prueba la capacidad de resistencia y sufrimiento de un orgulloso defensor del título. Tadej Pogacar derrotó a Jonas Vingegaard en las paredes nevadas del coloso Galibier en el primer desafío de alta montaña. Liderato para el esloveno, con una renta de 45 segundos sobre Remco Evenepoel y 50 sobre el danés. Una jornada espléndida para Juan Ayuso, que tras ejercer como gregario de Pogacar, tuvo el coraje de terminar tercero. Carlos Rodríguez y Primoz Roglic también entraron en el grupo de los mejores.
En la formidable cima alpina se volvió a escribir otra página gloriosa con un ejercicio tremendo de potencia de Pogacar y un emocionante descenso hasta Valloire, en el que sacó de punto a Vingegaard. La preparación del Tour del danés, tras la caída en el País Vasco, parece que se ha quedado corta.
Y es que el Galibier nunca defrauda. Desde la prehistoria de las máquinas de hierro, aglutina los relatos más épicos del ciclismo. En 1933 acogió la primera gran hazaña de esos escaladores con cuerpo de jilguero. Vicente Trueba, que presumía de recorrer Torrelavega y Madrid del tirón, estableció el primer gran récord de subida en el Tour de Francia: dos horas y 10 minutos en coronar la terrorífica cima alpina, 23 minutos menos que el mejor registro que ostentaba el francés Eugène Christophe.
"Donde las águilas no llegan''
El cántabro (1,57 metros y poco más de 50 kilos), corría sin equipo, sin asistencia mecánica y coronaba los puertos en primer lugar y en solitario. En las fotos siempre aparecía subiendo solo, por delante del pelotón. Fue el primer ganador del Premio de la Montaña y el pionero en escalar agarrado a la parte baja del manillar. Creó estilo. Henri Desgrange, el fundador de la ronda francesa, le bautizó como La pulga de Torrelavega. Al director y al público les apasionaba la manera salvaje de escalar del español nacido en el valle de Sierrapando.
Trueba fue un precursor al que le privaron de ganar el Tour. En la 10ª etapa de la edición de 1933, entre Digne y Niza, el cántabro se metió en una fuga de seis corredores que dejó a todo el pelotón descalificado por fuera del control. Pero Desgrange ordenó a los jueces que ampliaran el margen del retraso permitido, pasando del 8% al 10%, de esa manera rescataron a todos. En la clasificación general final, Trueba quedó sexto, los cinco primeros fueron corredores repescados. Lógico y entendible que siempre reclamara ese Tour.
Trueba, un peso pluma, volaba en las subidas y se hundía en los descensos. Carecía de la habilidad de Pogacar, que este martes se lució en la emblemática ascensión que determinó la resolución de la etapa. El esloveno retó a Vingegaard en un descomunal ataque a falta de 800 metros para la cima del Galibier y coronó primero, con una renta de ocho segundos, esa cúspide donde los ''hombres supieron elevarse a una altura donde las águilas no llegan'', según proclamó Desgrange.
Ayuso, Vingegaard y Pogacar, en la subida al Galibier.AP
La subida al Galibier (30 kilómetros de longitud) fue un ejercicio de desgaste. Después del paso por Lautaret, se abrieron las hostilidades. Tras neutralizar una fuga en la que se metieron Oier Lazkano, Van der Poel o García Pierna, Pogacar puso a trabajar a todos sus escuderos: Politt, Wellens, Soler, Sivakov y Almeida para estirar el pelotón y descolgar al líder Carapaz y a gente relevante como Bernal, Pidcock, Thomas, Enric Mas, Bardet o Simon Yates.
Carapaz, principal damnificado
A falta dos kilómetros ordenó a Juan Ayuso que asumiera el mando. El empuje del debutante español terminó por minar las energías de los enemigos de Pogacar. Cuando parecía que había quemado al equipo sin resultado, el esloveno saltó cerca de la pancarta de la Montaña y todos, excepto Vingegaard, se apartaron. En dos acelerones se desprendió del danés. A partir de ahí comenzó un nuevo festival, negociando con maestría las curvas en un descenso vertiginoso. Los ocho segundos en la cima se convirtieron en más de medio minuto en la meta.
El Galibier, una vez más, fue cuna de gestas y brutales desfallecimientos. El damnificado de hoy fue el líder Carapaz. Cedió cerca de cinco minutos y medio. Allí Vingegaard desnudó en 2022 a Pogacar con una sucesión de ataques coordinados del Visma; Contador firmó su ataque más desesperado en 2011, Pantani humilló a Ullrich en 1998. En su cima se lucieron Bartali, Coppi, Bahamontes, Charly Gaul, Merckx, Ocaña, Zoetemelk...Una subida sólo al alcance de los mejores.
Nueva vida para el que fuera mejor clasicómano español y último ganador de un Mundial en ruta. Alejandro Valverde medita aceptar la propuesta de José Vicioso, nuevo presidente de la Federación Española de Ciclismo (RFEC), para asumir el cargo de seleccionador nacional. El ex corredor murciano tiene contrato con Abarca Sport, sociedad dirigida por Eusebio Unzúe, que gestiona el equipo Movistar, en la que ejerce labores de representación, formación y técnica.
Alejandro Valverde, que se retiró hace dos años del ciclismo de élite y ahora compite en pruebas de gravel, no tiene experiencia en la dirección de equipos. Eso sí, cuenta con la certificación de director deportivo de nivel 3, que le permite trabajar nivel internacional en equipos semiprofesionales, nacionales y amateur.
Vicioso, en una entrevista con Marca, afirma que quiere dar un nuevo rumbo a la Federación y no esconde sus preferencias por Valverde. ''Siempre he tenido una admiración importante por la figura de Alejandro, ojalá le podamos tener en el equipo de trabajo de la RFEC. Por su puesto que tiene abiertas las puertas de esta casa'', ha dicho al periódico deportivo. Valverde aún está comprometido con Movistar, equipo de Telefónica, compañía patrocinadora de la Federación Española.
Valverde es la prioridad de nuevo presidente, que de momento no contempla la opción de Óscar Freire (triple campeón del mundo), que también se había postulado como seleccionador.
Vicioso, abogado, que toma el relevo de José Luis López Cerrón y que fue presidente de la Federación Madrileña, pretende seguir contando con la colaboración Pascual Momparler, que ha sido seleccionador nacional en los últimos cuatro cursos, pero desempeñando funciones distintas. Vicioso quiere que el técnico valenciano se integre en el equipo de gestión de la Federación, asumiendo el área de marketing, patrocinio y relaciones públicas. Momparler, que lleva 12 años en la Federación, es un experto en la organización de carreras. En los últimos años, su empresa (Momparler SL), especializada en la realización de eventos deportivos, se ha encargo de pruebas como la Clásica de Jaén o la Copa del Mundo de CX Benidorm.
Ayer, José Vicioso mantuvo un encuentro con Momparler en Madrid, en el que le expuso sus planes. Ambas partes se han comprometido a seguir dialogando para terminar de definir las atribuciones del nuevo cargo. El seleccionador siempre se han considerado ''un hombre de la Federación'' y valora positivamente que el presidente haya pensado en él como pieza importante del nuevo proyecto. El acuerdo podría cerrarse antes de la presentación de la Vuelta a España de 2025, que se realizará el próximo 19 de diciembre.