El internacional español Eli John Ndiaye ha abandonado la concentración de la selección de baloncesto en Málaga por molestias en el hombro izquierdo, después de sufrir un traumatismo. El jugador, según informa la Federación Española (FEB), se someterá a pruebas para ver el alcance de la lesión y por precaución se ha decidido que abandone la concentración para centrarse en su recuperación.
Eli John Ndiaye Faye (Guédiawaye, 26 de junio de 2004) es un senegalés, nacionalizado español, formado en la cantera del Real Madrid y que actualmente pertenece a la plantilla de los Atlanta Hawks de la NBA. El ala-pívot tiene firmado un contrato que le permite jugar también con el filial de la G League, los College Park Skyhawks.
Ndiaye estaba concentrado con el equipo que dirige Sergio Scariolo en Málaga, donde el martes jugó el primer amistoso de preparación para el Eurobasket, que perdió contra Portugal (74-76). Este jueve se enfrentará a la República Checa, en el Palacio Martín Carpena de la ciudad andaluza (21.00 horas).
Al término de partido, Sergio Scariolo restó importancia a la derrota, ya que lo principal es hace pruebas para creara una buena base para afrontar el campeonato europeo. «Esto ha sido un partido de entrenamiento. No hay que hacer mucha valoración de peso. Tenemos mucha gente con muy poca experiencia de jugar momentos importantes en partidos internacionales. Alrededor del 70% del equipo. Portugal es un equipo muy físico, atlético, y ha jugado muy bien y ha tenido méritos para ganar. A ver si podemos quitarnos los nervios y la tensión en el siguiente partido», apuntó el técnico en la zona mixta del Martín Carpena, informa Efe.
«Tenemos claro el camino que tenemos que seguir, hay que dar pasos adelante en los próximos partidos, empezando por el de República Checa», añadió. «Si no puedes hacer alguna cosa porque nos falte capacidad para hacerla, no sería inteligente seguir intentándolo y habrá que buscar otros recursos. No tomo decisiones en función del mérito de los jugadores, sino en función de los quintetos que queremos ver», prosiguió el preparador nacional, que al término de Eurobasket dejará la selección y entrenará al Real Madrid.
Dos goles desde fuera del área acabaron con un Villarreal que creó indefinidamente peligro y quizás más ocasiones, pero no lo suficiente para evitar la victoria del Real Madrid, que se antoja medicinal, terapéutica.
Lo extraño, lo pecaminoso es que los mejores jugadores ofensivos del mundo, nada menos que Mbappé, Vinicius y Rodrygo, parecen capados por cómo juega el Madrid. No presiona en ataque, no tiene velocidad de balón y tampoco ejecuta una
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La Real Sociedad despertó a tiempo. Alargó demasiado el dolor de la eliminación de Champions, se vio golpeado por lesiones y deambuló por la Liga poniendo en peligro su vuelta a Europa, pero justo cuando debía dar un paso adelante, lo dio. Venció al Valencia aguantando un resultado corto cincelado en el minuto 3 ante un rival que sólo espabiló cuando se vio derrotado y con la última esperanza de llegar a Europa enterrada por el cabezazo de André Silva.[Narración y estadísticas]
Nunca es fácil ganar a la Real, pero para el Valencia la tarea se antojaba casi titánica. El equipo ha perdido chispa, frescura y, además, se plantó en el Reale sin dos de sus pilares. Las bajas de Hugo Duro y Pepelu, dueños del gol y del equilibrio, obligaron a Baraja a inventar un poco más en un partido en el que podían morir definitivamente todos sus sueños europeos. Era la Real, también remendada por las bajas, quien más cerca acariciaba el regreso a Europa en una carrera codo con codo con el Betis, que se dejó dos puntos en el Insular de Las Palmas. A los valencianistas el fuelle se les agotó hace semanas.
Quiso asustar el Valencia con un primer disparo de Yaremchuk que sorprendió a Remiro, confiado en que el ucraniano había arrancado en fuera de juego, pero el golpe lo dieron los donostiarras. Se escapó Barrenetxea por la orilla izquierda, divisó a Kubo avanzando por el lateral del área contrario y se sirvió un balón que el japonés convirtió en una asistencia para el cabezazo de André Silva a bocajarro. Ese gol en el minuto tres de partido desintegró al Valencia.
Le arrebató el balón, se ordenó, cogió el mando Turrientes con total comodidad, y comenzó a lanzar a Kubo y Barrenetxea a encontrar la grieta en los costados. Sólo dejaban respirar a los valencianistas para tratar de sentenciarlos en una contra. Mientras, Remiro era un espectador viendo que el rival vivía encerrado en su propio campo. Ni una sola ocasión tuvo el Valencia en la primera parte mientras que fue Turrientes quien cazó un mal despeje de Cenk para armar la pierna desde la frontal tratando de sorprender a Mamardashvili. No había prisa porque la sensación era que el Valencia, desquiciado, volvería a caer de maduro.
No ocurrió porque el paso por el vestuario les alimentó. El Valencia volvió al campo con ímpetu y, comandado por un descarado Peter Federico, se plantó en el área donostiarra y buscó recordarle a su rival que aún no estaba muerto. Lo entendió Imanol Alguacil y buscó la artillería de Brais Méndez y de Sheraldo Becker. La reacción de Baraja tampoco tardó. Sacó del campo a Javi Guerra para retrasar a Almeida y acomodar en el campo a dos jugadores con capacidad de sorprender: Sergi Canós y Gayà, el capitán que volvía tras demasiadas semanas de lesión.
Se estiraban los dos equipos, los txuri-urdin para recuperar el mando y mantener la ventaja que los apuntala en Europa y los valencianistas buscando un empate que no se veía tan lejano como en la primera parte. De hecho, en el minuto 70 lo tuvo en sus botas Alberto Marí. Cabalgó Diego López por la banda izquierda, encontró a Canós en el área pero el zurdazo del castellonense lo salvó Remiro dejando una pelota muerta que el canterano encañonó al cuerpo agigantado del guardameta.
Rozaba el empate el Valencia que, si bien de poco le servía, sí complicaba la vida en exceso a los donostiarras. Por eso Imanol volvió a mirar al banquillo para rescatar a Traoré y Oyarzabal. Había que rematar el partido o dejarlo que se adormeciera lo más cerca posible del área del Valencia. Aunque los jugadores de Baraja mordieron para evitarlo, fue de nuevo Mamardashvili quien, a mano cambiada, evitó la sentencia de Sheraldo Becker ya en el añadido. La Real se jugará la sexta plaza el domingo en un mano a mano con el Betis mientras los valencianistas se tienen que conformar con cerrar una temporada que, en algún momento, fue brillante, a media tabla.
Hoy se cumplen tres años de la guerra de Ucrania. Un conflicto en el que los muertos se cuentan por varios cientos de miles. Hasta el 24 de febrero de 2022, muchos se resistían siquiera a pensar en un conflicto a gran escala con Rusia, aunque las ascuas que prenderían ese fuego llevaran quemando prácticamente desde ocho años atrás. En esa fecha, con los primeros impactos de misiles en múltiples localizaciones del territorio ucraniano, la pesadilla empezó a hacerse realidad. En agosto de 2022, se reanudó la Liga bajo fuertes medidas de seguridad. Tiene que haber un búnker al lado de los estadios y a veces se suspenden momentáneamente los partidos por ataques en la zona, como sucedió recientemente en el partido Dinamo de Kiev-Oleksandriya. Los encuentros internacionales de clubes y selección se disputan fuera del país.
«Creo que los primeros días casi puedo rememorarlos hora por hora, porque son como un trauma emocional que se instala en tu mente de por vida. Fue un día terrible y profundamente aterrador y esa fecha será recordada para siempre por todos nosotros desde una perspectiva desgarradora», señala Mykola Matviyenko, capitán de un Shakhtar Donetsk cuya región, el Donbass, es tal vez la que ha encajado un castigo más severo durante este conflicto. Incluso, antes de que la guerra tomara la forma que muestra actualmente. «Es difícil describir estos sentimientos con palabras, solo los que han experimentado este horror por sí mismos pueden entenderlo de verdad», insiste el defensa central de 28 años.
«Hay compañeros de equipo que han perdido familiares cercanos y amigos, gente que murió defendiendo nuestra tierra», explica Matviyenko, que entiende muy bien que en una situación así el fútbol es una vía de escape para muchos compatriotas. «Muchos de nuestros seguidores están en el frente, defendiendo nuestro país, y han compartido repetidamente cómo ver fútbol y animarnos les da algo de distracción, aunque sea solo un poco», destaca.
Martin MeissnerMUNDO
«Hacemos lo que mejor sabemos hacer, y a través de nuestro trabajo y nuestro juego, tratamos de arrojar luz sobre lo que pasa en Ucrania y recordarle al mundo que la guerra sigue en curso y que hay gente perdiendo la vida cada día», reitera el capitán. «Nadie sabe cuánto va a durar todo esto, pero vivimos para el día en que llegue a su fin. Soñamos con ello, creemos en ello, y rezamos por ello, porque es verdaderamente espantosa», sentencia.
El regreso de Vinicius Tobias
En marzo de 2022, la FIFA permitió que los extranjeros que jugaban en Ucrania pudieran ir a otros países. Muchos lo hicieron. Entre ellos, el brasileño Vinicius Tobias, quien recaló en el Real Madrid Castilla en calidad de cedido y llegó incluso a jugar un partido de Copa del Rey con el primer conjunto blanco. El pasado verano, regresó al Shakhtar. «Tuve la oportunidad de jugar en el equipo más grande del mundo, conocí a mucha gente que nunca pensé que conocería, hice amigos y me convertí en mejor persona. Fue un alivio salir de Ucrania pero si no hubiera habido guerra no sé si habría tenido la oportunidad de jugar en el Real Madrid. En aquel momento estaba muy asustado por todo lo que estaba pasando, solo tenía 17 años, así que fue un alivio para mí, sin duda», recuerda el carrilero.
«Cuando fiché por el Shakhtar en enero de 2022 fue la mejor decisión que tomé. No había guerra y esperaba que no pasara nada, nunca pensé que me vería envuelto en una», asegura. El brasileño agradece, desde luego, el trato que recibió durante su etapa en el club madridista, donde aún conserva buenos amigos. Y entiende, también, que su situación actual pueda preocupar a su familia y entorno más cercano. «Por supuesto que mi familia está preocupada por la situación, pero ellos saben que es mi sueño y esperan que todo acabará pronto. Mi familia siempre me ha dejado perseguir mi sueño, sea cual sea la situación, siempre han estado a mi lado y siempre lo estarán», señala.
En el caso del boliviano Diego Arroyo, su llegada al Shakhtar Donetsk, este mismo mes de febrero, no se vio en absoluto condicionada por la guerra. «Fue una oportunidad increíble para mi carrera profesional, así que no tuve que pensarlo demasiado», explica a pesar de que la situación sea tan delicada. «Nunca me imaginé verme envuelto en una zona de guerra, pero debo decir que el club siempre nos ofrece seguridad y tranquilidad todos los días», asegura. Esa confianza que transmite, tal vez, es lo que hace que su familia esté en gran parte tranquila.
«Mi familia está muy feliz por la decisión que tomé y están todos muy emocionados por el hecho de que sea jugador de un equipo tan importante como el Shakhtar. El club siempre nos transmitió confianza y seguridad a mí y a toda mi familia para poder vivir aquí y dedicarme a lo que más me gusta, que es jugar al fútbol», recalca. Confía, además, en que el conflicto concluya en los próximas fechas. Algo que también espera su compañero Vinicius. «Creo que terminará pronto. Hemos esperado mucho y han pasado muchas cosas durante este tiempo, y todos estamos cansados de la guerra. Todo lo que queremos es vivir con la normalidad que solíamos tener antes», cierra.