La ciudad sufre un temblor de 4,5 grados, el segundo más fuerte en los últimos 40 años
Aficionados del Nápòles en el último partido de laSerie A.CIRO FUSCOEFE
Un terremoto de magnitud 4 ha hecho temblar la ciudad de Nápoles a las 22:08 de este lunes. Se trata del segundo más fuerte de los últimos 40 años, registrado por la noche en el área de Campi Flegrei, una zona donde hay varios volcanes activos. El sismo ha tenido su epicentro en el municipio de Pozzuoli, a las afueras de Nápoles, y se ha sentido en toda la región durante cuatro segundos. Todo a 24 horas del encuentro de la Champions League entre el Nápoles y el Real Madrid, que se disputará este martes en el estadio Diego Armando Maradona.
El temblor, que se ha notado de manera intensa cerca del antiguo San Paolo, también se ha sentido en el Grand Hotel Vesubio, donde descansa la expedición Del Real Madrid para el encuentro. Hace unos días, la ciudad sufría también un temblor de 4,2, el más fuerte en las últimas cuatro décadas.
Algunos daños causados por el terremoto de la pasada semana.CIRO FUSCOEFE
En la tarde del lunes, sobre las seis de la tarde, la zona de Agnano, a las afueras, también sintió un temblor, aunque en este caso más pequeño, de apenas 1,8. En la región existe cierta preocupación por el aumento de la actividad sísmica. Esta semana, el presidente del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia, Carlo Dogliono, avisaba en el Congreso: “En el último mes la actividad no ha hecho más que aumentar. No se ve el final”.
El himno sonó atronador, pero la escena fue un guirigay al que el Rey asistió impasible, como siempre, desde el palco. Recién llegado del funeral de Papa Francisco en Roma, estuvo acompañado por la vicepresidenta María Jesús Montero, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno y la ministra de Deporte, Pilar Alegría. Junto a ellos, en la primera línea, el presidente de la Federación, Rafael Louzán, en su primer gran acto institucional.
La megafonía no pudo evitar que la final arrancase con una sonora pitada desde la mitad del estadio poblada por los seguidores azulgrana. Además, en el minuto 17 y 14 segundos, desde el fondo sur de La Cartuja llegó el grito "In, Inde, Independencia". Otro episodio que alteraba la normalidad en el palco, con Felipe VI y Louzán como protagonistas.
Desde la elección de Louzán, el pasado diciembre, la Copa ha deparado cambios. El principal es que ambos clubes sabían que el campeón se llevaría el trofeo a casa para siempre, no sólo por una temporada. Hasta ahora había que ganar tres ediciones para poder lucir la Copa original en las vitrinas. «Es lo lógico que el ganador se la lleve. En el fútbol la evolución es necesaria», reconocía Louzán en los minutos previos al inicio de una final que puede que sea la última en La Cartuja.
Han sido seis ediciones consecutivas con Sevilla como sede, pero ahora la RFEF va a abrir la subasta para que otras ciudades puedan pujar por ser sede. «Vamos a dar la oportunidad a todos los que tengan interés y se presenten, pero tanto la Junta como el Ayuntamiento de Sevilla y la Diputación, que forman el patronato de La Cartuja, ya me han manifestado su interés en que la Copa continúe aquí», reconoció el presidente de la RFEF. Durante seis años han abonado un canon de 1,2 millones de euros y ahora han eliminado la pista de atletismo y ampliado la capacidad hasta los 70.000 espectadores para ser el tercer estadio de España en aforo.
La competencia del Metropolitano
Como contrincante tendrá a Madrid, que quiere que al menos la próxima edición de la final de esta competición se celebre en el estadio Metropolitano. La capital no es sede de una final desde 2018, si bien la había acogido durante tres temporadas consecutivas.
Todos quieren ser sede de la fiesta del fútbol español porque supone llenar de color los estadios y la ciudad durante todo un fin de semana. Y es que, en esta edición, antes de retarse en la acicalada Cartuja, más futbolera que nunca y presidida por dos grandes pancartas que rezaban «¡Hala Madrid!... y nada más» y «125 anys d'història», las dos aficiones lo hicieron en las calles de Sevilla, con terrazas llenas animadas por la temperatura veraniega, pero también algún incidente.
Los 2.000 efectivos policiales que velaron por la seguridad en la capital hispalense tuvieron que hacerse muy presentes durante la mañana en el centro de Sevilla. Intervinieron para dispersar a un grupo de radicales del Barça con material pirotécnico y bengalas y en varias peleas en otros puntos de la zona monumental que se saldaron con cinco detenidos, tres de ellos identificados como seguidores culés y uno madridista. Otro aficionado blanco acabó herido con la nariz rota.
La Copa del Rey llega, de manos de un SkySurfer en La Cartuja.AFP
La fiesta blanca, además de en la fan zone junto al estadio, estuvo en la Alameda de Hércules, punto de concentración del madridismo que fue llegando a la ciudad a cuentagotas para teñir de blanco el fondo norte de La Cartuja rivalizando con el azulgrana que pobló la grada sur. Sonaron los himnos de los dos equipos, coreados por unos y silbados por los rivales.
Pero el momento estelar fue cuando el estadio se apagó para recibir el trofeo, que llegó al centro del campo desde el aire en una tabla voladora antes de que, un joven aficionado del Athletic, el último campeón, la depositó en el centro del campo. Un láser dibujó las alineaciones sobre el césped y, de nuevo, el joven athletizale escoltado por un chaval del Barça y una joven del Real Madrid, la condujo hasta la bocana del túnel del vestuarios para que presidera la salida de los dos equipos. Se desplegaron entonces las pancartas en los fondos. El Madrid con su lema «Hasta el final, vamos Real» y el Barça recordando que, con 31 títulos, es «el Rey de Copas».
Países Bajos apagó la revolución turca en Berlín. El conjunto otomano, revelación de la Eurocopa, se adelantó con un tanto de Akaydin a pase de la joya Güler y estuvo a unos minutos de dar la sorpresa y plantarse en las semifinales del torneo, pero entre De Vrij y Muldur, éste último en propia puerta, le dieron la vuelta a su sueño. [Narración y estadísticas (2-1)]
Cada partido de Turquía es una fiesta en Alemania, donde viven casi tres millones de inmigrantes otomanos que cada tarde en cada estadio hacen resonar ese «Ohhhhh Turkiye». Berlín volvió a ser suya, empujando a una selección intensa y divertida sobre el césped, con una sorprendente base de futbolistas del Fenerbahce y el Galatasaray y con Arda Güler y Calhanoglu como estrellas. Sus pies fletan balones que hacen volar a sus centrales, revolución de este torneo y detenidos en la orilla de las semifinales por una poderosa selección de Países Bajos, capaz, como los campeones, de levantarse cuando estaba hundida.
Los de Koeman saltaron al Olympiastadion con ganas de enfrentarse a Inglaterra en la previa de la final. En el primer minuto, Memphis Depay erró una clara ocasión dentro del área y el equipo dominó durante el tramo inicial. Schouten y Reijnders asumieron la posesión y los neerlandeses fueron mejores. Pero Turquía despertó.
Güler se acercó a Montella, hablaron y el conjunto otomano cambió. Dejó jugar a los centrales rivales y presionó cuando Gakpo, Simons o Reijnders tuvieron la pelota. Intensos y generosos en cada esfuerzo, así le dieron la vuelta a las sensaciones del partido.
Ritmo muy alto
Conscientes de que con combinaciones no podrían superar a Países Bajos, Turquía comenzó a buscar balones largos a la espalda de Aké y De Vrij con esos cohetes que tiene en las bandas: Muldur y Kadioglu, a los que Dumfries y Gakpo no seguían en las marcas. El duelo aceleró a un ritmo muy alto, diferente a lo visto en los encuentros de Francia e Inglaterra. Turquía mordió y encontró premio.
Después de un par de centros que murieron en el corazón del área pequeña sin que nadie los rematara, Güler por fin encontró destinatario a sus extraordinarios pases. En el 35, recogió el rechace de un córner y puso un balón magnífico con la derecha al segundo palo de Verbruggen, que dudó lo suficiente como para no llegar y que Akaydin, como hiciera Demiral en octavos, cabeceara a la red.
El shock de Países Bajos fue tan brutal como la locura turca en las gradas. El tanto fue merecido al empeño otomano en buscar el partido, en no tantear a su rival, en asfixiar la insulsa posesión neerlandesa. Baris se hizo grande en punta, forcejeando con el gigante Van Dijk y dando salida a los ataques de su equipo. La pregunta era cuánto tiene podría aguantar Turquía esa sexta marcha.
Gunok, ante Gakpo, tras la acción del 2-1.AFP
La respuesta, en la segunda parte. El conjunto de Montella se encerró en un 5-4-1 convertido en muro y Países Bajos pasó de jugar al fútbol al balonmano. Posesiones eternas de izquierda a derecha en las que se estrellaban una y otra vez con la defensa. Koeman introdujo a Weghorst para tener un referente y juntó a Depay con Gakpo por el carril izquierdo para generar superioridades, pero Turquía todavía tenía oxígeno para más.
Güler, en una falta provocada por él mismo tras una contra, estrelló un zurdazo extraordinario en el palo neerlandés. Podría haber sido otro milagro. Entre él y Baris Yilmaz volvieron locos a Aké y Van Dijk y rozaron el 0-2 en varias opciones, pero el fuelle, como decíamos, no iba a ser eterno.
Heroico Verbruggen
Mientras Turquía bajaba sus pulsaciones, Países Bajos las aumentaba. Toque, toque, toque y toque buscando el espacio y el error rival. Primero Weghorst no estuvo acertado al rematar un centro de Schouten, pero los de Koeman empatarían el partido tras un gran cabezazo de De Vrij a centro de Memphis. 1-1 y el partido cuesta abajo hacia Ámsterdam.
Era el minuto 70 y Turquía parecía K.O. Un par de jugadas más tarde, en el 75, una desconexión de los otomanos en el rechace de un córner terminó con Dumfries poniendo un balón raso al segundo palo que entre Gakpo y Muldur empujaron a la red de Günok.
En el tramo final, Turquía lo dejó todo. Pudo empatar en millones de ocasiones, todas salvadas por un enorme Verbruggen, héroe de su país y verdugo otomano con varias manos casi imposibles, una de ellas a Kilicsoy cuando la grada gritaba gol. Van de Ven, con un pie salvador, también evitó las tablas en los minutos finales. Llora Turquía y sonríe la infinita afición neerlandesa, feliz hacia una semifinal de máximo nivel contra Inglaterra.
Día histórico en el Santiago Bernabéu, que hoy, 16 de julio, vio por primera vez de blanco a Kylian Mbappé. El delantero fue presentado en el coliseo madridista ante 85.000 espectadores, acompañado de su familia, su padre Wilfried, su madre Fayza, niños de la Fundación que lleva su nombre, representantes del club como Pirri, Butragueño, Raúl, Solari y Arbeloa y uno de los hombres más importantes en su carrera y en su fichaje por el Real Madrid: Zinedine Zidane.
"Zizou, hace 12 años invitaste a un niño a visitar la ciudad deportiva del Real Madrid...", recordó Florentino Pérez, ovacionado también por la grada. "Hoy ese niño se presenta aquí. Damos la bienvenida a Kylian Mbappé", anunció el presidente, para éxtasis de la afición.
Una pasarela, imágenes en el videomarcador 360º, vídeos de diferentes épocas, unas imágenes inéditas de Mbappé, en diciembre de 2012, entrenando en Valdebebas a las órdenes de Zidane... Fue una presentación inigualable.
Florentino, que comenzó su discurso felicitando a la selección española de fútbol, "la mejor selección", se congratuló de "volver a la normalidad" cinco años después de la última presentación en el estadio, que fue la de Hazard en el verano de 2019.
"Seguiremos alimentando el mito de este club, y lo haremos en este renovado Bernabéu, imponente templo del fútbol mundial. Un Bernabéu que ha visto a los mejores y ahora está preparado para lo que será un antes y un después en la historia del Madrid", avisó el máximo mandatario madridista.
BallesterosEFE
Ese antes y después es también Mbappé, que entró andando desde el túnel de vestuarios, vestido al completo con la nueva equipación del Madrid, con botas de fútbol y una sonrisa de oreja a oreja. En las sillas del césped, su madre Fayza no podía evitar las lágrimas. "Felicidades por cumplir tu sueño. Tu amor por el Madrid te ha dado la fuerza necesaria para superar todas las barreras para llegar a este club. Has conseguido tu sueño porque no te has rendido nunca. Estás aquí porque tú lo has querido. Gracias por hacer un esfuerzo que muchos ni se imaginan", explicó Florentino, mientras Mbappé aguardaba de pie a su espalda. Se refería, obviamente, a las duras negociaciones y situaciones con el PSG en los últimos años.
Y le tocó a Mbappé.
"Buenos días a todos, voy a hablar en español", dijo, con acento perfecto, provocando la ovación de la grada. "Guau... es increíble estar aquí. He soñado muchos años con jugar en el Real Madrid y hoy se realiza mi sueño. Soy un chico feliz. Quiero dar las gracias al presidente Florentino Pérez que ha confiado en mí desde el primer día. Han pasado muchas cosas... pero gracias", resumió. De nuevo, protagonismo para los últimos años, con esa polémica renovación con el PSG en 2022.
Zidane, el padre de Mbappé, Mbappé, la madre del jugador, Florentino y Pirri.Javier BarbanchoMUNDO
"Desde que era niño sólo tenía un sueño y era estar aquí, significa mucho para mí. Gracias a los madridistas porque desde hace muchos años me dan su amor. Ahora tengo otro sueño, el de estar a la altura de la historia este club. Voy a dar la vida por este club y este escudo", declaró, mientras besaba el escudo. Otra ovación de un Bernabéu repleto de niños pequeños, a los que se dirigió: "Yo fui niño como vosotros. Con la pasión y el sueño podéis lograr lo que queráis".
"No sigo que voy a acabar llorando...", se emocionó, antes de homenajear a su gran ídolo. Como hiciera Cristiano Ronaldo en su presentación de 2009, Mbappé pidió al público que le acompañara en una frase: "Quiero hacer con vosotros esto... Todos juntos. ¡¡1,2,3 HALA MADRID!!".
Después, el francés realizó una vuelta de honor por el estadio regalando balones al público y terminó gritando el himno del conjunto blanco: "¡Hala Madrid!", se despidió hacia la sala de prensa. "El 1, 2, 3 era un guiño a Cristiano, siempre ha sido mi ídolo", admitió.