La madre de Sergio Scariolo, actual seleccionador español masculino de baloncesto, ha fallecido, según ha desvelado el técnico italiano en un mensaje de despedida que ha publicado este sábado.
“Sin retórica, como hubieras querido. Manteniendo todos los hermosos recuerdos. Gracias, de verdad, por todo lo que me has dado y enseñado. Te extrañaré mucho“, redactó Scariolo al respecto en su idioma natal, acompañando la publicación de una fotografía de su madre fallecida.
“En nombre de todo el baloncesto español queremos trasladar nuestro más sentido pésame a Sergio Scariolo y toda su familia. Tienes todo el cariño y el apoyo de #LaFamilia, coach”, publicó la Federación Española (FEB).
Igualmente, también mostró sus condolencias el Unicaja de Málaga, club al que dirigió entre el 2003 y el 2008: “Fuerte abrazo, Sergio. Todo nuestro cariño y apoyo en estos momentos. Descanse en paz”.
Las apacibles vistas de la bahía de Alcudia contrastan con la tensión que se respira estos días en el Alcanada Golf Club, un imponente balcón verde sobre el Mediterráneo. Este enclave único cautivó hace años a Hans Peter Porsche, una de las figuras más influyentes de la mítica marca automovilística y actual propietario del campo. El nieto del fundador de Porsche celebra esta semana su 85 cumpleaños rodeado de los protagonistas del Hotel Planner Tour, la segunda división del golf europeo, considerado el circuito más exigente del mundo. Mallorca acoge la gran final de la temporada: solo 45 jugadores luchan por 20 plazas que dan acceso al DP World Tour 2026, la élite continental.
"Tenemos la suerte de que la propiedad ha estado muy involucrada desde que se construyó este campo. La exigencia por la calidad y el servicio es enorme. Llevamos 22 ediciones del torneo y seguimos peleando cada día por mejorar", explica Kristoff Both, director del club, que supervisa hasta el último detalle de un recorrido preparado con mimo para la ocasión.
El faro de Alcanada, emblema del club, vigila a los 45 clasificados, entre ellos cinco españoles. Tres de ellos —Sebastián García, Rocco Repetto y Quim Vidal— llegan con los deberes hechos y la tarjeta prácticamente asegurada. Adri Arnaus y Víctor Pastor, en cambio, necesitan una gran actuación para lograr el ascenso. Nunca antes más de tres españoles habían conseguido la promoción, por lo que se intuye otro posible hito para el golf nacional.
Tras 29 torneos en 19 países —desde Sudáfrica hasta China o India—, el HotelPlanner Tour se confirma como una prueba de resistencia extrema. El malagueño Víctor Pastor logró entrar en la final en el último momento, tras un sexto puesto en China. Su posición 45 en el ranking le ha reportado unos 66.000 euros en ganancias, una cifra que, descontando gastos de viajes, entrenador y caddie, apenas deja beneficios. Para asegurar su salto al DP World Tour necesita, como mínimo, un cuarto puesto esta semana.
"Estoy jugando bien, le pego sólido a la bola. No voy a agobiarme, solo quiero jugar lo mejor posible. Tendré que ser un poco más agresivo", reconoce el malagueño.
Pastor, que afronta su cuarta temporada en el circuito, subraya el nivel creciente de la competición: "En los dos últimos años ha habido una subida de nivel enorme. Solo pasar el corte ya es un logro. El ganador de la final del año pasado está ahora en el top 5 del DP World Tour. Además, tienes que jugar muchas semanas seguidas para no perder torneos".
A la dificultad deportiva se suma la escasa repercusión del ranking mundial en el circuito. El líder actual, el sudafricano JC Ritchie, apenas ocupa el puesto 160 del mundo, mientras que su homólogo en el circuito satélite del PGA Tour ronda el top 50.
Adri Arnaus sabe bien lo que está en juego. Hace tres años estaba entre los 50 mejores del mundo, ganó en Europa y jugó grandes, pero un bajón de rendimiento lo hundió más allá del puesto 600. Ahora pelea por regresar a la cima. "No hay misterio: hay que jugar muy bien aquí para poder ascender", dice con la vista puesta en un top 6 que le devolvería a la primera división.
El ascenso de Repetto
La revelación del año es Rocco Repetto. "Llevo toda mi vida aquí y me siento más español que nadie", afirma con acento andaluz pese a su nombre. Nacido en Málaga, de padre italiano y madre irlandesa, Repetto ha protagonizado una ascensión meteórica: ganó en el Alps Tour (tercera división) y, pocas semanas después, en el HotelPlanner Tour. Formado en la escuela de Miguel Ángel Jiménez, ha subido dos categorías en una sola temporada.
"El trabajo ya está hecho; ahora toca disfrutar. Bajo presión suelo rendir bien: me enfoco en lo que puedo ganar, no en lo que puedo perder", asegura con una sonrisa.
Algo similar vive Quim Vidal, ganador a principios de temporada. "Ha sido un año cómodo, llego tranquilo, a rascar lo que pueda. Tendría que pasar una catástrofe para perder la tarjeta", confiesa. Ya piensa en su debut en el DP World Tour: "Seré un novato más; al principio me las voy a comer todas...".
Entre las muchas historias que se cruzan esta semana, la de Sebas García es quizá la más conmovedora. Hace apenas dos semanas ganó en China, asegurándose la tarjeta para 2026. "La última vez que estuve aquí llegué con el agua al cuello. Este año me centro más en el proceso, y voy a seguir haciéndolo", afirma.
Sebas creció en una familia humilde y trabajó en una fábrica de tornillos para costear sus primeros torneos. Después perdió la tarjeta, sufrió una lesión de muñeca que casi lo retiró, y afrontó las pérdidas de sus padres en un corto periodo. Su resurgir es una historia de resiliencia, esfuerzo y fe en sí mismo. "Sigo siendo el mismo fuera del campo, pero dentro lo veo todo distinto. Ahora solo quiero centrarme en el proceso", dice el madrileño, mientras afina su swing en la sesión de prácticas.
Desde hoy y hasta el domingo, estas y otras 44 historias se entrelazarán bajo la belleza del Club de Golf Alcanada, en la semana más intensa, dramática y emocionante del golf europeo.
Carlos Sainz nunca se deja arrastrar por la euforia, pero a última hora del domingo, tras su podio en Sakhir, se le notaba distinto. Durante la rueda de prensa de la FIA y delante de las cámaras de Sky Italia, justo a la puerta del hospitality de Ferrari, el madrileño destilaba una honda felicidad. Aún arrastraba la adrenalina de la carrera, donde se había divertido como nunca, completando dos soberbios adelantamientos ante Charles Leclerc. Sin embargo, a su alrededor, no se percibía tanto entusiasmo.
El ambiente en el seno del equipo de Frédéric Vasseur siempre fluctúa en función de lo que suceda con Leclerc, que el domingo, poco antes de que Sainz apareciese por el cuartel general, aún rumiaba su decepción por el cuarto puesto. El monegasco iba y venía con un helado en la boca, en busca de respuestas. Un problema con los frenos había arruinado su carrera. El SF24, incontrolable, le obligó a bloquear siete u ocho veces. Esa avería, por supuesto, también la sufrió Sainz. "Teníamos muchas vibraciones y el pedal, en un momento dado, empezó a irse largo", explicó Carlos. Lejos de dejarse dominar por la frustración, el español empezó a mover el coche en la recta para enfriar el lado que se calentaba más y los frenos volvieron a rendir.
Tantos pormenores técnicos vienen al caso para explicar la verdadera naturaleza de Sainz al volante. Carlos, según la definición del ex campeón mundial Damon Hill, no es un simple driver, sino un genuino racer. Es decir, un piloto cuyas virtudes van más allá de la velocidad a la que impulsa su monoplaza. Un piloto que sabe leer cada situación y se anticipa a los contratiempos. Un piloto que no se limita a pisar a fondo, sino que piensa, analiza y mantiene la compostura. Por si fuera poco, ahora cuenta con un coche que también le permite atacar.
A la par que Pérez
A diferencia de 2023, donde se pasó la segunda mitad del Mundial mirando por los retrovisores y gestionando los neumáticos, Sainz sabe del potencial del SF24. Un monoplaza que el domingo mostró unas prestaciones que sólo palidecían ante Red Bull. Con el neumático blando, Sainz marcó un ritmo de carrera de 1:37.611, a 65 centésimas de Max Verstappen, pero tres milésimas más rápido que Sergio Pérez. Con la goma dura, Carlos rodó a un promedio de 1:36.231, a 68 centésimas del campeón y sólo 23 milésimas más lento que el mexicano. Para completar la comparativa, baste citar el ritmo medio de Lewis Hamilton, 87 centésimas más lento que Mad Max, o el de Fernando Alonso, 1.29 peor.
Estos datos, por tanto, suponen un buen punto de partida para la Scuderia. Tal y como recordó Vasseur, hace sólo 12 meses el primer coche rojo acabó en Sakhir a 48 segundos del ganador. Y el domingo, ese abismo se redujo exactamente a la mitad. Además, Ferrari ha liderado este fin de semana un apartado que le venía causando jaquecas desde tiempo atrás. Por una vez, sus mecánicos fueron los más rápidos en los pit-stops (2,3 segundos con Leclerc y 2,7 con Sainz).
'Undercut' encubierto
Pese a todo, los ánimos en el garaje andan revueltos. Después de tres años, Sainz conoce de sobra las complejidades de Maranello y el ecosistema favorable hacia quien allí dentro llaman Il Predestinato. Durante todo este tiempo apenas ha alzado la voz y su cortés disciplina aún es muy celebrada en el paddock. Pero ahora que se sabe obligado a entregar el asiento a Lewis Hamilton en 2025, no va a perder ni una oportunidad de demostrar su valía. O de reclamar lo que considere justo.
Porque las estrategias de Ferrari siguen siendo, cuanto menos, cuestionables. El ejemplo del domingo, cuando Leclerc paró en la undécima vuelta -tres antes que Sainz, pese a marchar claramente rezagado- levantó otra vez los recelos sobre un trato de favor. Así que, para sobreponerse a ese undercut encubierto, el madrileño tuvo que adelantar a Charles dos veces en pista. Dos maniobras solventadas por centímetros y sin un pestañeo. Sainz sabe, mejor que nadie, que desde la destitución de Mattia Binotto, un convencido defensor del trato igualitario en el box, Ferrari ya ni siquiera va a tomarse la molestia de guardar las formas.
A tres vueltas para la meta, Lando Norris se impacientó ante Oscar Piastri en la recta de meta de Montreal. Fue un error absurdo, calamitoso. Uno más para su leyenda negra, pero de tal gravedad que puede hacerle perder el título. Con los nervios rotos, el británico golpeó por detrás a su compañero en McLaren cuando ambos luchaban por la cuarta plaza. "Ha sido mi culpa, una estupidez por mi parte", admitió por radio, antes de bajar del coche y desfilar a pie hacia el garaje. Un instante decisivo para el Mundial 2025, el que para siempre se recordará en esta carrera apasionante, resuelta con triunfo de George Russell, acompañado en el podio de Max Verstappen y Andrea Kimi Antonelli.
Vio Russell la bandera a cuadros por detrás del safety car, ordenado para retirar las piezas del alerón delantero de Norris. Un deslucido desenlace para su irreprochable carrera. Tampoco fueron de recibo las investigaciones de la FIA a siete coches durante la citada ralentización. El GP de Canadá, con cuatro pilotos enredados por la victoria y el podio durante las últimas vueltas, no merecía eso. Al menos, Piastri pudo suspirar de alivio con los 10 puntos de su cuarto puesto, con los que fortalece su liderato en el Mundial.
Durante más de una hora, los McLaren parecieron fuera de combate, pero su último relevo con los duros puso todo patas arriba. Russell controlaba a Verstappen, pero Antonelli se antojaba presa fácil para Piastri y Norris. Cuando el podio parecía a la mano, Norris la pifió y el italiano, a los 18 años y 10 meses, pudo descorchar el champán para delirio de Toto Wolff, jefe de las Flechas de Plata.
Nervios de Piastri en la salida
Las citadas anotaciones de los comisarios pusieron en tela de juicio la décima plaza de Carlos Sainz, de menos a más en el circuito Gilles Villeneuve. No así la séptima de Fernando Alonso, capaz de sujetarse cerca de los Ferrari. Charles Leclerc, quinto en la meta, también acabó bajo la lupa de la FIA, así que mejor no hacerse muchas ilusiones en Maranello.
Inopinadamente, Verstappen se contuvo en la salida, sin entrar en el cuerpo a cuerpo ante Russell. Los nervios, en cambio, atenazaron a Piastri, que intentó un exterior por la curva 2 ante Mad Max que le hizo perder la posición frente a Andrea Kimi Antonelli. Por detrás, Nico Hulkenberg repitió lo visto en Barcelona, recuperando un par de posiciones al mismo ritmo que las perdía Alex Albon.
Esa excursión del británico por la hierba de la curva 9 suponía un buen augurio para Alonso, porque Williams suponía la mejor piedra de toque para evaluar el nivel de su Aston Martin. Como el resto de favoritos, salvo Norris y Leclerc, el asturiano había optado de inicio por un juego de medios usados. Las previsiones de Pirelli apuntaban a una estrategia de dos paradas, aunque antes habría que comprobar el nivel de degradación.
Bandera a cuadros para Russell y Verstappen en Montreal.EFE
En la vuelta 11, Alonso debió ceder su sitio ante Norris y dos giros más tarde Red Bull inició el turno de pit-stops, apostando por los duros para Verstappen. De inmediato replicó Mercedes con Russell, así que por delante parecía definido el plan a dos paradas. McLaren, obligada por las urgencias, ya había cantado a Piastri el plan B. Pretendía estirar al máximo su primer relevo, pero el líder del Mundial tuvo que reaccionar al intento de undercut de Lewis Hamilton.
El graining venía mermando el ritmo de Alonso, notoriamente más lento que Hulkenberg. Quiso refrescar antes el asturiano, pero sus ingenieros sólo se decidieron en la vuelta 17. El objetivo realista para Aston Martin se cifraba en un octavo puesto en la meta, por detrás de Norris y Leclerc. Apostaban ambos por la inversa, coqueteando con la estrategia de mayor riesgo, la de un solo paso por boxes.
"¿Por qué me habéis llamado? Os dije que los neumáticos estaban bien", lamentó Leclerc por radio, consciente de que tendía que cumplir un último relevo de 40 vueltas. Desde ese momento debería mimar las gomas para cumplir con los plazos. Quien no quiso saber nada de esas cautelas fue Alonso. "Estamos en carrera, no en unos test", dijo cuando le sugerían abordar con precaución las curvas 3 y 8.
Los dados de Red Bull
En el tren de cola, Sainz debía dejar a un lado su desencanto y aplicarse con la profesionalidad de siempre. Apelando al coraje se quitó de encima a Gabriel Bortoleto con una arriesgada maniobra en la curva 10. Antes ya se había librado de Oliver Bearman, pero la zona de puntos seguía muy lejos. Casi a la desesperada, Williams optó por un plan de parada única para Carlos.
Habría más vida para los neumáticos cuando los coches, con menos gasolina en el tanque, pesaran menos. A esa esperanza debían aferrarse Norris y Leclerc, mientras Russell comandaba la carrera con calculada tranquilidad, casi ajeno a la jugada de Red Bull. En la vuelta 38, Red Bull detuvo a su campeón, tirando los dados para la triple parada.
A 19 vueltas para la meta, con el octavo puesto en la mano, Alonso cumplió con el segundo pit-stop. Por entonces, Aston Martin debía asumir los 10 segundos de sanción a Lance Stroll por una maniobra ilegal ante Pierre Gasly. No había muchas más noticias por detrás, más allá de las banderas amarillas cuando Albon dejó aparcado su monoplaza en la escapatoria de la curva 10. Sainz, a la estela de Esteban Ocon, aún podía soñar con los puntos. Su anhelo pudo cumplirse, aunque habrá que esperar el veredicto final de la FIA.