Celta 0 Atlético 1
El gol del neerlandés en el minuto 89 le da la victoria ante un Celta muy descarado. Los rojiblancos se apoyaron en las paradas del meta esloveno tras la expulsión de Savid en el minuto 70
Memphis Depay tenía clara su misión: salir al rescate de un Atlético bloqueado que no encontraba la manera de sujetar y golpear a un Celta que le salió respondón. No halló forma de hacerlo en 70 minutos en igualdad, ni pese a las maniobras de Simeone para buscar mordiente y frescura después de apostar por un once que, si bien no desentonaba, no fue capaz de sacudirse el sopor en toda la primera parte. En la revolución, al neerlandés le tocó salir de los últimos, pero tampoco necesitó más. Apenas un par de balones para acabar recogiendo a la media vuelta el rechazo de un defensa a un chut de Carrasco convirtiéndolo en su primer gol rojiblanco, y el que daba una victoria a un equipo que también pudo perder. Lo evitó agarrándose a Oblak y confiando en una capacidad que aún no ha perdido, la de asestar golpes definitivos a sus rivales sin que sepan cómo les pudo pasar. Ahora respiraran, porque no hay descuido posible para asegurar la tercera plaza y hace tiempo que no hay finura en las filas de Diego Simeone. [Narración y estadísticas]
Al Atlético le cuesta cascar los partidos. Bordea y pisa el área, pero sus remates están lejos de ser contundentes. Morata no es fácil de encontrar en ventaja, pero si tiene a Griezmann exiliado a la banda, todo se le complica. El francés se escoró para dejar sitio a Barrios y fue capaz de armar un remate envenado que salvó Tapia y de cazar, con menos fortuna, los centros laterales de Molina en el segundo palo.
Pretendía el Cholo ahogar al Celta por dentro, pero no fue la tarde del canterano, ni tampoco De Paul, demasiado espeso y el Celta, sin ver ni un solo solo remate en su portería, ni se inmutaba mientras iba creciendo. Costó que apareciera Iago Aspas, pero se soltaron con disparos lejanos Carles Pérez y Luca de la Torre. A los gallegos les gusta electrocutar los partidos, volverlos locos, y eso los rojiblancos no les dejaron hacerlo durante muchos minutos.
El duelo cobró vida tras el paso por el vestuario. La entrada de Carrasco permitió a Griezmann, aunque con poca chispa ya, volver al centro para inquietar. Las bandas iban a quedar para las carreras del belga, que salió por Barrios, y de Llorente. Trenzó entonces jugada el Atlético para que Villar evitara el gol de Morata antes de que enfilara el banquillo. La respuesta fue un larguísimo balón cruzado de Javi Galán que rompió todas las líneas y cazó Aspas para, en un mano a mano, obligar a Oblak primero a restar velocidad y fuerza al tiro y después a rehacerse para evitar que atravesara por completo la línea de gol.
Si el partido se abría, al Atlético se tenía que estar preparado. Así que ni se lo pensó Simeone: al campo Memphis Depay por Morata, Correa por Llorente y Witsel por Griezmann. Cuida Simeone como puede al francés, su jugador de más talento ahorrándole esfuerzos inútiles. Si el guión iba marcando la necesidad de piernas y velocidad, mejor proteger al Principito.
Tercera expulsión de Savic
Retrucó Carvalhal sacando del campo al desaparecido Larsen para buscar la pegada de Seferovic. Fue el suizo quien zarandeó el partido en una sola acción. El agarrón de Savic que lo frenó al borde del área le costó al central la tercera roja en cinco partidos, una cruz que arrastró el Atlético y le puso el partido cuesta arriba. Esa falta la envió Iago Aspas al travesaño metiendo el miedo en el cuerpo al rival, que jugaba en inferioridad mientras Giménez tardaba una eternidad en prepararse para saltar. Tanto que ya no lo hizo y Witsel acabó de central.
Le tocó a Oblak sostener el empate ante el poco fútbol de su equipo y el tremendo esfuerzo que les esperaba para contener a un Celta aún más descarado. Aparecieron sus manoplas primero ante un violento y lejano disparo de Carles Pérez, después para atajar un centro de Luca de la Torre al que no pudo llegar Aidoo y, por último, evitando el gol celtiña tras un centro de Sefarovic que Reinildo tocó antes que Aspas para ponerle a prueba. Sufría demasiado el Atlético ante este descontrol mientras el Celta andaba cómodo alentado por todo Balaídos.
Justo en ese momento, el acierto que se le viene negando partido tras partidos, apareció. Mario Hermoso, impecable, vio la carrera de Carrasco y le entregó el balón al belga para que recortara a Mingueza y buscara portería. No fue capaz de ver a Memphis, pero el rechazo de su chut en Renato Tapia lo cazó el inspirado Depay, que ya iba gritando que merecía una titularidad que aún no ha probado.