Los ecos de las bombas rusas llegan a ‘la pequeña Ucrania’ de Polonia: “Cada misil es una puñalada al corazón”

Los ecos de las bombas rusas llegan a 'la pequeña Ucrania' de Polonia: "Cada misil es una puñalada al corazón"

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A 20 kilómetros de Varsovia se encuentra el centro de refugiados ucranianos más grande de toda Europa. “Hay 2.000 personas viviendo aquí”, cuentan a EL MUNDO. “Shock” en el hotel del Shakhtar, rival del Madrid mañana en Champions, donde tienen familiares en el país.

Imagen del centro de refugiados ucranianos de Varsovia.humanitarianexpo.com

Por el suroeste de Varsovia nace ‘La Ruta de los Héroes‘, llamada así por ‘El Milagro en el Vístula‘ de 1920, es decir, la victoria del ejército polaco sobre el soviético. Es la carretera principal del país, modernizada con el nombre de ‘S8’, y conecta la capital con Wroclaw (Breslavia). No deja de ser significativo que tras 20 kilómetros en coche por ese asfalto que honra la memoria de aquellos héroes aparezca ahora a su derecha el centro de refugiados ucranianos más grande deEuropa, el PTAK Humanitarian Aid Center.

No ha sido un lunes cualquiera para ellos.

Los 83 misiles, según el ejército ucraniano, que Rusia ha lanzado sobre los centros de Kiev, Zaporiyia, Leópolis, Dnipro, Mikolayev, Zitomir, Ternopil, Jarkov, Jmelnitsky, Kropivnitski, Poltava, Sumi y Vinnitsa han resonado también en el hogar temporal de los ucranianos en Polonia. “Cada misil es una puñalada al corazón“, admitía, con pocas palabras, un par de gestos y la ayuda en la traducción de uno de los asistentes una madre de familia que pasaba la mañana con sus hijos en la entrada del centro.

“Aquí viven ahora mismo 2.000 personas“, explicaba a este periódico uno de los monitores. Lo llaman “La pequeña Ucrania“. El polígono industrial de 150.000 metros cuadrados, utilizado antes como un área de exposiciones, eventos y congresos, lleva dando cobijo a los refugiados desde finales de febrero. Puede acoger hasta 25.000 personas a la vez, siempre bajo la coordinación del Gobierno polaco, y estuvo lleno durante los primeros meses de la guerra. En total, se estima que hay más de siete millones de refugiados ucranianos en todo el mundo, un millón y medio de ellos en Polonia, según datos de Acnur. “Te puedes imaginar cómo ha sido la mañana…”, aseguran. Sus móviles, claves para mantener la comunicación con los familiares que se han quedado en territorio ucraniano, echaban humo durante todo el lunes para leer las últimas informaciones e intercambiar videollamadas con Ucrania.

Los niños, mientras, juegan sin saber demasiado bien qué es lo que está pasando. La gasolinera y el McDonald’s que están pegados a la pared del PTAK son el nuevo paso de tu casa. En el improvisado centro de refugiados se les da asilo, información y se les guía hacia otras ciudades o países de Europa. “Algunos están unos días pero hay familias que llevan semanas“. Al lado del polígono hay varias estaciones de autobuses que cada mañana usan decenas de familias, especialmente madres con sus hijos, maleta en mano, para volver a cruzar fronteras hacia su destino. “Alemania“, es el objetivo de una madre con cuatro niñas y dos maletas. Una vida entera.

“Vosotros queréis dormir en libertad, nosotros también”

De vuelta en Varsovia, el Regent Hotel de la capital, con más comodidades, sirve de ‘casa’ del Shakhtar Donetsk, rival este martes del Real Madrid en la Champions League. La expedición del equipo ucraniano, que ‘vive’ en Lviv pero no tiene hogar (“somos nómadas”, dijo Igor Jovicevic en una entrevista con EL MUNDO), también despertó esta mañana con la noticia de las bombas sobre territorio ucraniano, donde residen todavía las familias de los jugadores y del cuerpo técnico. “Estamos en shock“, respondía Jovicevic a este periódico. “¿Quién puede pensar en el fútbol en este momento?”, valoraban en el hotel.

Más tarde, en rueda de prensa, el técnico y el portero Anatoli Trubin ponían palabras a la frustración del pueblo ucraniano. Porque ellos, antes que futbolistas, son seres humanos. “Algunas veces no hay que decir muchas cosas, a veces con una palmadita estamos unidos. Estamos en esta desgracia todos juntos. Tienen su familia allí, les he visto cabizbajos en el desayuno. Tendremos que encontrar las fuerzas para combatir porque cuando empiece el partido, por desgracia, nadie se va a acordar de la gente. Eso es el fútbol”, resumía Jovicevic. “Tenemos que ser como los militares, dar luz a la gente y ayudar a los ucranianos a no pensar en la guerra”, aseguraba Trubin.

Ambos pedían ayuda: “Acabemos con esta guerra. Esto es muy cruel, no es sólo fútbol, estamos hablando de la vida. Vosotros queréis dormir en libertad y nosotros también. Ayudadnos”.

kpd