Roland Garros
Si su cuerpo le da tregua, el ganador de 22 títulos del Grand Slam intentará volver a competir por todo en 2024
Hace ya algunos años que Rafael Nadal, al igual que Novak Djokovic y Roger Federer, competía casi exclusivamente por aquello a lo que había sido llamado. El Big Three, que ahora se desvanece, fue acotando su calendario según le caían los trienios, estableciendo su linde en los torneos del Grand Slam, donde la lucha, ya sin Federer, aún continúa.
Todos los selectivos esfuerzos iban encaminados a ampliar su incomparable cuenta de resultados en los majors, en una apasionante carrera frente al tiempo. Si bien para encontrar el último grande de Federer hay que retroceder hasta Wimbledon 2017, basta mirar al curso pasado para encontrar al español como campeón en el Abierto de Australia y en Roland Garros antes de que una nueva lesión, en aquel caso de carácter abdominal, le impidiese disputar las semifinales de Wimbledon ante Nick Kyrgios. El campeón fue Djokovic, al igual que en su regreso a Melbourne, a principios de este año.
Es ahí, en los grandes, donde cabe esperar a Nadal en su regreso. Tal y como él mismo precisó, y de acuerdo con su trayectoria, no pretende volver como un «comparsa». El tenis viaja muy deprisa, a la velocidad que imprime Carlos Alcaraz y, en un vagón aún lejano, jugadores como Holger Rune, que el miércoles pasó por encima de Djokovic en Roma, o Jannik Sinner, el mayor de los tres, con 21 años.
Tratándose de Nadal, y con su acreditado ejercicio de resiliencia y competitividad desde el comienzo de su carrera, en modo alguno pueden establecerse juicios categóricos que nieguen las posibilidades de éxito en su vuelta, a la que no quiso poner fecha.
La gira de tierra
Está claro que no se tratará de un desfile de corte meramente sentimental por los torneos que elija, entre los que también estarán, además de los majors, aquellos con un significado especial para él, léase la Copa Davis y los Juegos Olímpicos, como anunció, además de Barcelona y Madrid, dentro de esa gira de tierra en la que tratará de ponerse a punto para un postrero asalto a la copa en Roland Garros, ya en la frontera de los 38 años. Si en algún lugar merece la máxima confianza es en París, con todo el riesgo que supone manejar hipótesis para la primavera de 2024.
Nadal da un paso al costado cuando soplan profundos vientos de cambio liderados por Alcaraz, máximo favorito para tomar su relevo en este Roland Garros. Resulta difícil concebir el torneo sin su presencia. Desde que lo disputó por primera vez, hace 18 años, sólo dos jugadores, Djokovic, en dos ocasiones, y Robin Soderling han conseguido derrotarle. 112 victorias. Tres derrostas. 14 títulos. Exhausto física y mentalmente, tras los vanos esfuerzos por llegar puntual a su cita, el zurdo decide parar. Ya en la pasada edición, entonces bajo el azote del síndrome de Müller Weiss, ganó el torneo después de disputar todos los partidos infiltrado, lo cual no le impidió presentarse a Wimbledon con el vuelo reseñado.
Frente a los sudores fríos que recorrieron las redacciones de todo el país ante la eventualidad de que anunciase su retirada definitiva, Nadal no dice adiós sino hasta pronto. La decisión de no jugar Roland Garros entraba dentro de la lógica, tras las sucesivas bajas a lo largo de toda la gira de tierra. Con el calendario que viene por delante, no se vislumbraba Wimbledon como la mejor alternativa para reaparecer, en el caso de que su cuerpo se lo hubiera consentido. Este jueves volvió a dejar caer su ilusión por disputar de nuevo la Copa Davis, cuyas Finales tendrán su primera fase en Valencia del 12 al 17 de septiembre. Quién sabe, quizás entonces volvamos a verle de corto, en una competición donde también ha señalado una época.