“Ruuuuune, Ruuuuune”. Mediado el segundo set, el público de la pista central de Wimbledon empezó a repetir el mismo cántico. Novak Djokovic, siete veces campeón aquí, se enfrentaba a Holger Rune y ante el claro dominio del serbio muchos aficionados se volcaron con el joven.
“Ruuuuune, Ruuuuune”. Los vítores nacían para animar, simplemente repetían el apellido de Rune, pero tenían un añadido: la ‘u’ también servía para abuchear a Djokovic. En algunos puntos fue evidente el doble uso pues el cántico aparecía justo después de una celebración del número dos del mundo.
“Ruuuuune, Ruuuuune”. Al final Djokovic se mosqueó. Acostumbrado a levantar amores y odios por todo el mundo, el serbio entendió el desagravio y se lanzó a responder como sólo él sabe hacer. Al ganar el segundo set ya colocó los labios como al pronunciar la ‘u’ y al final del partido explotó.
“Para los aficionados que han sido respetuosos conmigo, buenas noches, y para los que no lo han sido, bueenas noches. Sé que estaban apoyando a Rune, pero eso era una excusa para abuchearme”, dijo el humor y la ira. “Bueeeenas” en inglés es “Goooood”, que suena ‘u’ como en el polémico “Ruuuuune, Ruuuuune”. “He estado en el circuito más de 20 años y me centro en la gente que me respeta y que paga la entrada para verme. He jugado en ambientes peores que este y no me afecta”.
Luego, en la rueda de prensa, el serbio fue preguntado sobre qué debería hacer el Grand Slam londinense en esta situación y él aceptó que la solución es muy complicada: “El torneo no puede hacer nada, no van a echar a parte de la grada o al estadio entero porque me están faltando al respeto”.
Un Djokovic perfecto
En realidad, pese al lío, incluso gracias a él, Djokovic completó un partido casi perfecto, con victoria por 6-3, 6-4 y 6-2 y este martes se enfrentará en cuartos de final a Álex de Miñaur. En lo que va de torneo ha cedido un par de sets, pero siempre se le ha visto con los partidos bajo control e incluso a su mejor nivel esta temporada.
Pese a la lesión de rodilla que sufrió en Roland Garros y la protección que luce, sus movimientos sobre la hierba del All England Club son ligeros como siempre lo fueron y sus opciones al título están intactas. De hecho, tras la derrota de Alexander Zverev, su camino hasta la final es a priori el más sencillo de todos los favoritos pues, en caso de ganar a De Miñaur, se enfrentaría con el vencedor del duelo entre Lorenzo Musetti y Taylor Fritz.
Hace unos meses Adidas presentó unas zapatillas nuevas en Madrid de una manera nunca vista. Las Adizero Adios Pro Evo 1, con un precio elevadísimo -500 euros- y una edición limitadísima -521 pares- aparecieron en unas urnas y los periodistas sólo podían tocarlas si antes se ponían unos guantes. Marketing en estado puro, claro, pero un mensaje claro: ese modelo era el summum de la innovación. Con esas Adidas la etíope Tigist Assefa batió el récord del mundo femenino de maratón el año pasado en Berlín y esas Adidas marcaban el disparo de salida de una nueva carrera tecnológica. Ya no sirve que las zapatillas de correr ofrezcan mucho rebote, como hacen desde años gracias a las placas de fibra de carbono, ahora también deben ser ligeras, superligeras, ultraligeras.
Mientras las Nike Alphafly de Eliud Kipchoge que cambiaron para siempre el atletismo pesaban 230 gramos, las Adizero Adios Pro Evo 1 flotan con sólo 138 gramos de peso. «Para conseguirlo analizamos cada elemento de las zapatillas, sopesando qué podíamos eliminar o cambiar para reducir su peso», explica Patrick Nava, vicepresidente mundial de producto de la marca alemana que en los últimos tiempos ha hecho enloquecer a la competencia. Preparados, listos... ¡ya!
Las novedades desde China
Como pasó con la fibra de carbono, desde la aparición de las Adizero Adios Pro Evo 1, todas las empresas de zapatillas de correr buscan ahora su modelo superultramegaligero y próximamente habrá novedades al respecto. Nike, New Balance, Saucony o Brooks podrían presentar pares que bajen de los 200 gramos, algo impensable hace nada, pero en los años posteriores la guerra irá más allá. Varias empresas chinas llevan tiempo buscando su oportunidad para asaltar el mercado mundial y es ésta. La semana pasada, en una feria en su país, Li-Ning, que llegó a patrocinar a la España de baloncesto, presentó un prototipo que sólo pesa 89,5 kilos, XTep fabrica un modelo de 94 gramos, 361 Degrees ya lanzó el año pasado uno de sólo 98 gramos...
Según un estudio de la Universidad de Colorado, en Estados Unidos, rebajar 100 gramos en las zapatillas reduce el consumo de oxígeno un 1%, por lo que la ganancia es obvia: en un maratón de dos horas se puede ganar más de un minuto al reloj gracias a ese nuevo calzado. Pero también tiene ciertas desventajas.
"Es una guerra peligrosa"
«Esa guerra por romper la barrera de los 100 gramos es peligrosa porque exige una inversión brutal en desarrollo y no tiene un mercado claro. Esas zapatillas tan ligeras son muy caras y muy efímeras, apenas se pueden utilizar dos o tres días, por lo que sólo se las pueden permitir los atletas patrocinados, aquellos que no compran nada. Es como el gasto en Fórmula 1 o MotoGP, es difícil cuantificar el beneficio para las marcas», analiza Juan González, probador de material para varias marcas y responsable del podcast El laboratorio de Juan.
Tan ligeras zapatillas, en efecto, carecen de estructura y, con el paso de unos pocos kilómetros, se desfiguran y se desvanecen. Al contrario de lo que pasó con las placas de fibra de carbono, estos modelos no están pensados para el aficionado medio ni tan siquiera para ese pelotón de expertos que buscan, por ejemplo, bajar de las tres horas en maratón. La carrera por el peso es una carrera por seguir en la vanguardia, por no perder el tren, por mantenerse a la cabeza del desarrollo, aunque sus beneficios es posible que nunca lleguen a los corredores del montón.
La sede: el Romanos Resort de Costa Navarino, en el Peloponeso griego, un hotel de tantísimo lujo que no sólo cuenta con un campo de golf, cuenta con dos, y hasta 14 restaurantes.
Los candidatos: siete en total, con un español Juan Antonio Samaranch Salisachs, un favorito, Sebastian Coe, y una única mujer, Kristy Coventry.
Los votantes: únicamente 111 miembros, desde aristócratas como la princesa Ana del Reino Unido o príncipe Alberto de Mónaco a ex deportistas como Paul Tergat, Pau Gasol o Federica Pellegrini pasando por dirigentes de múltiples federaciones internacionales y hasta una actriz, Michelle Yeoh, ganadora de un premio Oscar en 2023.
Las elecciones a la presidencia del Comité Olímpico Internacional (COI) se deciden este jueves (a partir de las 15.00 horas) con el deporte mundial en vilo y a través «del sistema más sigiloso y opaco que existe», según definía estos días la agencia AP.
Las restricciones del proceso
Después de la sorpresa por la renuncia de Thomas Bach a seguir al frente cuatro años más, el movimiento olímpico vivirá una tensión desconocida desde 2013 y lo hará con el secretismo de un cónclave papal. La reunión no será retransmitida y responderá a las restricciones impuestas por el COI durante todo el proceso electoral. Los candidatos no pudieron publicar videos de campaña, ni viajar para reunirse con los votantes, ni tan siquiera participar en debates entre ellos y apenas tuvieron oportunidades para presentar sus programas.
El actual presidente, Thomas Bach.FABRICE COFFRINIAFP
«Me he reunido por Zoom con todos los candidatos y he podido hablar con ellos, pero oficialmente sólo hubo un acto pre-electoral, en la sede del COI y a puerta cerrada», desvela a EL MUNDO uno de los pocos votantes castellano-hablantes, que reclama anonimato por miedo a infringir alguna regla.
El pasado 30 de enero, los siete aspirantes realizaron un discurso de 15 minutos en la sede del COI de Lausana, donde no se permitió la emisión en vivo de los mismos y tan siquiera que los asistentes entraran con teléfonos móviles. Además, no hubo preguntas de los miembros a Samaranch, Coe y compañía. «Si yo fuera el presidente, creo que sería un poco más flexible», comentó uno de los candidatos, el príncipe Feisal al Hussein de Jordania, quien también exigió más oportunidades de hablar: «El mundo tiene derecho a saber quiénes nos postulamos y qué representamos».
«Hay que tener en cuenta que todas las votaciones en el COI son personales y secretas. Votamos electrónicamente y nunca se sabe a quién ha votado a cada uno. Además va por rondas: empiezas los siete y se elimina el menos votado, siguen seis, luego cinco y así. Sólo se acaba si un candidato logra el 51% de los votos. La tensión va creciendo durante todo el proceso. Porque, además, somos muy pocos. Hay 111 miembros, pero los candidatos no pueden votar, ni tampoco los que procedan de su mismo país. Por poner un ejemplo, hasta que no eliminen a Samaranch, Pau Gasol no podrá votar», comenta un votante a este periódico de los que no tendrá permitido el voto al principio. En primera ronda, con todos los aspirantes en liza, sólo podrán escoger 95 miembros lo que establece la mayoría en apenas 48. ¿Qué decidirá? No se sabe.
Coe, el máximo favorito
Como siempre se han ido creando diferentes grupos de interés, por continentes, por intereses, por idiomas, pero es difícil apuntar diferencias entre los distintos presidenciables. Coe ha marcado la campaña con su propuesta de incluir premios en metálico para los medallistas, una idea que el resto han rechazado. Según las entrevistas concedidas a los medios por unos y otros, no hay programas realmente rompedores más allá del anunciado por Morinari Watanabe, un outsider, que busca que los Juegos Olímpicos se disputen en sedes divididas por los cinco continentes al mismo tiempo.
Juan Antonio Samaranch jr., este miércoles, en la Asamblea.Thanassis StavrakisAP
La candidatura de Samaranch, de hecho, se basa en la continuidad del mandato de Bach, del que es vicepresidente primero desde 2016. La conquista del público joven es su principal preocupación, con alguna novedad, como permitir a los deportistas que utilicen vídeos con derechos en sus redes sociales. Su máximo rival es Sebastian Coe, aunque con un censo tan limitado y tan heterogéneo todo es posible. Coe, presidente de la World Athletics y del comité organizador de los Juegos de Londres 2012 -un ejemplo dentro del olimpismo-, mito del atletismo, tiene el perfil perfecto para el cargo y sólo su favoritismo le puede jugar en contra. Especialmente porque se sabe favorito.
Bach ha apoyado internamente a Coventry para que el COI sea dirigido por una mujer por primera vez desde su fundación en 1894 y el resto de candidatos, como el francés David Lappartient o el sueco Johan Eliasch, supondrían una exagerada sorpresa. En todo caso, el Comité Olímpico Internacional escoge este jueves nuevo presidente con el silencio como protagonista.
Los siete candidatos
Juan Antonio Samaranch
Barcelona (España). 65 años. Miembro del COI desde 2001 y vicepresidente primero desde 2016. Ingeniero con un MBA, entró en el deporte a través de la Federación Internacional de Pentatlón Moderno, pero sobre todo vinculado a su padre, presidente del COI desde 1980 y 2001. Es el candidato continuista de la actual Directiva, aunque Thomas Bach no le ha prestado apoyo directo, más bien lo contrario.
Sebastian Coe
Londres (Reino Unido). 68 años. Miembro del COI desde 2020, cuando ya mostró su intención de presentarse a presidente. Leyenda del atletismo, desde 2015 preside su Federación Internacional, donde intenta una modernización, no sin polémica. Es el favorito por ese papel en el atletismo -el deporte más importante del olimpismo-, por su perfil público y por el poder anglosajón.
Kirsty Coventry
Harare (Zimbabue). 41 años. Miembro del COI desde 2013 y ex presidenta de su Comisión de Atletas. Campeona olímpica de natación, dueña de dos de los tres oros de la historia de su país, es su actual Ministra de Deportes. De ser escogida sería la primera mujer presidenta y la primera africana. Bach le ha dado apoyo interno y, por su juventud, podría cumplir los 12 años de mandato máximo.
David Lappartient
Pontivy (Francia). 51 años. Miembro del COI desde 2022, preside el Comité Olímpico de Francia y la Unión Ciclista Internacional. Político de Los Republicanos, el partido de Chirac y Sarkozy, hoy venido a menos, ha intentado atraer el voto africano prometiendo que allí se celebrarán unos Juegos Olímpicos. Su perfil, muy parecido al de Coe, le convierte en una posibilidad: si hay un ganador sorpresa, será él.
Feisal al Hussein
Ammán (Jordania). 61 años. Miembro del COI desde 2010 como presidente del Comité Olímpico de su país. Hermano pequeño del rey Abdullah II de Jordania, ingeniero y con un máster de administración de empresas como Samaranch, practicó la lucha libre y a partir de entonces se vinculó con el deporte. En las entrevistas ha subrayado que los presidentes anteriores fueron europeos o estadounidenses, reclamando "más puentes" entre oriente y occidente.
Morinari Watanabe
Kokura (Japón). 66 años. Miembro del COI desde 2018 y presidente de la Federación Internacional de Gimnasia desde 2016. Hijo de un sobreviviente de la bomba atómica en Hiroshima, fue dirigente de AEON, una cadena de supermercados japonesa, y entró en el deporte como patrocinador de la Copa del Mundo de gimnasia, el deporte que había practicado de joven. Su propuesta es la más rompedora y seguramente la más improbable.
Johan Eliasch
Djursholm (Suecia). 63 años. Miembro del COI desde 2024 como presidente de la Federación Internacional de Esquí (FIS) desde 2021. Banquero muy relacionado con el Partido Conservador británico, dueño de la marca Head, es el candidato que lleva menos tiempo recorriendo los despachos del olimpismo mundial. En las entrevistas él mismo ha admitido que le sorprende ser uno de los posibles sucesores de Bach.
JAVIER SÁNCHEZ
@javisanchez
Actualizado Miércoles,
11
octubre
2023
-
15:17Ver 8 comentariosDespués del Masters 1000 de Roma es el segundo torneo esta...