La potencia sin género de España en fútbol playa: “Si nos pudiéramos dedicar a ello, el 90% lo haríamos”

La potencia sin género de España en fútbol playa: "Si nos pudiéramos dedicar a ello, el 90% lo haríamos"

Quizás este verano, paseando por la playa de Samil (Pontevedra) haya una mujer haciendo sprints por la arena con una pelota pegada al pie. Practicando controles y alguna que otra chilena. Probablemente no la reconozcan, pero esa mujer ya ha sido campeona del Mundo, de Europa y capitana de una de las mejores selecciones femeninas de la historia de España.

“El fútbol playa es un deporte muy solitario durante el año. Entrenas sola”, cuenta a EL MUNDO Andrea Mirón, la pontevedresa que tuvo que emigrar a Portugal para jugar en el FC Famalicao de fútbol 11. “No puedo dejar el fútbol porque es mi sustento”, revela mientras explica cómo debe incluir cláusulas en sus contratos para que le permitan practicar el deporte que le gusta por encima de todos. “Si nos pudiéramos dedicar al fútbol playa, el 90% de la selección femenina lo haríamos”, afirma.

Y es que el fútbol playa gana cada vez más seguidores. Una disciplina que está en auge y que este domingo celebra la final del Mundial que se ha estado disputando en Dubai. España, que ha hecho un papel discreto, no pasó de la primera fase, ha llamado la atención porque presentaba a un seleccionador que se ocupa al mismo tiempo del área masculina y femenina. Christian Méndez es un caso atípico. Este febrero ha sido elegido mejor seleccionador del mundo.

La gran mayoría de las jugadoras del equipo nacional de fútbol playa, número 1 del ránking mundial con el doble de puntos que la segunda clasificada, Inglaterra, son futbolistas de Primera o Segunda división de fútbol o de fútbol sala. La diferencia de cuando llegó este deporte a España, época en la que podíamos ver a Quique Setién mostrando su calidad en la arena, es que muchos de los jugadores actuales ya no están de vuelta de sus carreras deportivas.

Andrea Mirón, junto a varios galardones.EM

“Lo que me llevó al fútbol playa fueron mis tíos, tendría 13 años”, cuenta José Oliver, futbolista del Levante, que hoy cuenta con 20 años. Es el más joven de la selección absoluta masculina, que se encontraba jugando el Mundial de Fútbol Playa en Dubai. Los chicos esperaban obtener un gran resultado, como segundo equipo en el ránking mundial sólo por detrás de Brasil, país en el que se oficializó este deporte a finales del siglo XX. Pero dos derrotas inesperadas en sus dos primeros partidos les terminaron por echar a las primeras de cambio.

Es una de las primeras decepciones para Christian Méndez, un seleccionador atípico, puesto que se ocupa tanto de las selecciones absolutas tanto masculina como femenina de fútbol playa. A la masculina llegó en 2019 después de la salida de Joaquín Alonso, uno de los pioneros de este deporte en España. De hecho, fue suyo el primer gol de la historia de la selección española de fútbol playa allá por 1996. A la femenina lo hizo un año antes.

“Es el doble de trabajo, el doble de concentraciones, aspectos tácticos y técnicos diferentes”, cuenta el propio Méndez a EL MUNDO. Apunta también que los chicos, al haber comenzado antes, son en su mayoría profesionales del fútbol playa y las chicas, en cambio, proceden del fútbol 11. La diferencia principal radica en la estructura del fútbol playa masculino, mucho más amplia y continua, mientras que la de las chicas es más esporádica. Lo que sí es común es el entrenamiento, similar entre ambos géneros, pero “lógicamente con un físico diferente”, recuerda el seleccionador.

El físico se nota en la espectacularidad de las acciones. Si en el masculino abundan los remates acrobáticos y los disparos de larga distancia, en el femenino “jugamos más por abajo”, destaca Andrea Mirón. No obstante, la superficie irregular del deporte obliga a los jugadores a ser más técnicos a la hora de controlar el balón y golpearlo.

Luego, hay algo en este deporte que hace que los que lo practiquen se enamoren de él. “He jugado al fútbol desde los 3 o 4 años, pero con el fútbol playa siempre en la cabeza”, explica José Oliver quien, pese a estar en la plantilla juvenil del Cartagena, en división de honor, “disfruta mucho más jugando el fútbol playa”.

Lo mismo le pasó al actual seleccionador cuando lo probó. Él estuvo de 2011 a 2018 jugando en el equipo nacional y lo pasó “mal” al dejarlo, pero una vez lo asumió, aunque sigue jugando pachangas con los amigos a fútbol 7 y a 11, a veces, no ha vuelto a jugar un partido de fútbol playa. No le ha ido mal sólo entrenando, este año obtuvo el premio al mejor entrenador junto a Laura Gallego como mejor portera.

Laura Gallego y Christian Méndez posan con sus premios.EFE

A la que se le escapó, por tercer año consecutivo, es a Andrea Mirón. La brasileña, Adriele Rocha, se volvió a llevar el premio por delante de Mirón y de la también española Adriana Manau. “Fue duro y más tras este año de éxitos colectivos e individuales”, apunta Mirón.

Como el de las chicas de la selección femenina de fútbol cuyo triunfo en el Mundial de Australia el verano pasado no ayuda, precisamente, al fútbol playa. “Es imposible ser nativo del fútbol playa, la referencia es el fútbol femenino y todo el mundo quiere llegar allí. Es complicado que una niña de 16 años se meta sólo a eso”, lamenta Mirón. Si encima hablamos de las posibilidades de que esas niñas tengan un futuro tras el deporte, Andrea cuenta que ella, de momento, necesita plan B, C, D y E para cuando se retire.

kpd