Mestalla no se olvidó de Vinicius ni el brasileño de la grada del estadio valencanista. Esta vez no se saltaron las líneas rojas, pero vivieron los 90 minutos en un duelo permanente. Hubo gritos de «tonto, tonto» y gestos de provocación evitables de un jugador sobre quien, gracias a sus dos goles, se sostuvo la remontada del Real Madrid. Alzó el puño recordando el Black Power en el primero; menos disciplinado fue en el segundo, cuando se llevó las manos tras las orejas reclamando a la tribuna que le pitara más.
El valencianismo ha aprendido del daño reputacional que ha soportado y quería pasar página, pero aún se le escaparon en algunos momentos del partido un «Vinicius, qué tonto eres» que supondrá una multa para el club y que no pasó a más. La grada se centró en silbarle de manera ensordecedora. Descentrar al rival sí está dentro de los cánones del fútbol, es casi un deber de los aficionados, que lo cumplieron desde que la megafonía anunció las alineaciones.
Si no fue una bronca constante se debió a que el brasileño, como el resto del Real Madrid, apenas apareció hasta el instante final de la primera parte, cuando cazó al segundo palo un centro de Carvajal, ligeramente desviado por Guerra para despistar a Mamardashvili. Buscó la pelota en fondo de la red bajo las protestas de la grada de animación, a la que miró de reojo pero decidió ignorar. Eso sí, cuando corría al centro del campo se giró y alzó el puño. Un gesto que quiere representar.
Apareció para mantener al Real Madrid en el partido, pero antes había dado más bien poco bien perseguido por Foulquier y Fran Pérez. Esa falta de ocasiones provocó que, tras una caída en el lateral del área, buscara a Gayà para recriminarle. Ambos evitaron la tensión, pero el veloz atacante siguió sin entrar en partido. Tan impotente como sus compañeros, incapaces de frenar a un Valencia cada minuto más intenso y más cerca de Lunin hasta que lo batió. Y en esa jugada que remató Hugo Duro colaboró Vinicius. Javi Guerra lanzó a Foulquier, que piso línea de fondo perseguido por el brasileño al tratrán que no impidió que sacara el centro.
Fruto del desconcierto, antes del fogonazo de su gol atropelló a Pepelu en el centro del campo que desató la ira de todo el estadio. Otra vez el cántico, que volvió a sonar cuando, en la segunda parte, vio la tarjeta amarilla. No le pesó, porque poco después, apareció para lograr el empate y desatar sus demonios pese a los esfuerzos de Bellingham.
La tensión con Vinicius esta vez no arrancó fuera del estadio, El valencianismo se centró en volver a levantarse contra Peter Lim. Cerca de 20.000 personas marcharon hasta Mestalla organizados por el colectivo Libertad VCF y dejando al brasileño en el olvido. Eso quisieron reflejar en el clásico cartel amarillo con el lema ‘Lim go home’, al que añadiero dos siluetas del jugador del Real Madrid con una larga nariz y un mensaje: Pinochius, I don’t care (no me importas)».
Ni un solo grito entre las miles de personas que se congregaron para recibir a los equipos. Una pancarta casera iba destinada a Vinicius y a su documental: «Netflix presenta: Vini y los 40 ladrones. Basado en hechos reales». El brasileño no la vio porque el dispositivo de seguridad desvió el autobús del Real Madrid por un lateral del estadio. Evitar la ocasión es evitar el peligro.