La mentira sobrevuela a la alpinista Grase Tseng y sus récords en varios ochomiles: “También me asombró conseguirlos”

La mentira sobrevuela a la alpinista Grase Tseng y sus récords en varios ochomiles: "También me asombró conseguirlos"

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Las dudas sobre los ascensos al Manaslu y al Kangchenjunga de la taiwanesa reabren el debate sobre cómo demostrar las gestas en los techos del planeta. “Los récords son cosa de la prensa extranjera”, se defiende

Tseng (izda.) y uno de sus sherpas, en la supuesta cima del Manaslu.DOLMA OUTDOOR

Hasta el pasado 4 de octubre, Ko-Erh Tseng, conocida como Grace Tseng, era considerada una turista de alta montaña. Procedente de Taiwan, un país sin tradición, y sin experiencia previa como alpinista, había batido algunos récords -la primera mujer en subir el Kangchenjunga en otoño, la mujer más joven en la cumbre del Annapurna sin oxígeno…-, pero en las alturas nadie le prestaba mucha atención. Demasiados sherpas le acompañaban, demasiado fáciles eran sus rutas. A sus 28 años incluso su intención de superar a Edurne Pasaban y convertirse en la mujer más joven en escalar los 14 ochomiles pasaba desapercibida ante el elevado número de aspirantes al hito -una de ellas, la inglesa Adriana Brownlee, tiene 22 años-. Hasta el 4 de octubre.

«Grace ha alcanzado la cima del Manaslu en 13 horas y sin oxígeno artificial. Ha establecido un nuevo récord de velocidad femenino en esta montaña», publicó aquel día la compañía de sherpas que le ayuda, la nepalí Dolma Outdoor, y la sorpresa retumbó en los techos del planeta. ¡¿Cómo?!

En un Manaslu delicado, pocos días después de una avalancha mortal, Tseng no sólo había hollado la cumbre, lo había hecho sin ayuda y en el mismo tiempo que François Cazzanelli, estrella del himalayismo, especialista en ascensos veloces. Una gesta. Un logro. Una increíble hazaña. Que, al parecer, no era tal. La magnitud de lo conseguido hizo que medios especializados como Mozgasvilag o Kris Annapurna investigaran a Tseng, que buscaran en sus fotos, sus vídeos y sus archivos GPS, que cuestionaran su relato y al final la mayor autoridad del alpinismo, 8000ers.com, fue tajante: «No alcanzó la cumbre». Según los estudios, como mínimo se quedó a 130 metros de la cima. Aunque la escaladora aún defiende la veracidad de su récord, éste nunca será aceptado.

¿Qué ocurrió?
Los récords son cosas de la prensa extranjera. Nosotros no lo perseguíamos. Y por supuesto también nos asombró conseguirlo. Gracias a Dios, tuvimos el ritmo adecuado, el tiempo adecuado y el equipo adecuado.

«Mi inspiración son las propias montañas. Todavía recuerdo la primera vez que hice el trekking del campo base del Everest en 2019, me quedé paralizada por la belleza de la naturaleza. Ahí cambió mi perspectiva de la vida. Antes no había hecho ochomiles, pero sí muchos trekkings en montañas pequeñas. Espero completar los 14 ochomiles, aunque dependerá de la financiación y los límites de mi físico», explica en conversación con EL MUNDO vía email mientras mantiene su actividad, especialmente en redes, como si nada hubiera pasado. En realidad, después de la decepción del Manaslu, también se consideró que no había llegado a la cima del Kangchenjunga, su historial quedó en duda y el alpinismo volvió a un debate recurrente: ¿Cómo certificar los récords?

La concepción clásica del himalayismo supone que nadie miente sobre sus expediciones, pero esa visión no puede ser más inocente. Hay demasiado dinero de sponsors y demasiada atención de los medios en juego. La sombra de la duda planea incluso sobre referentes históricos de los cielos, como el suizo Ueli Steck, y los métodos de comprobación siguen siendo artesanales, escasos.

Para que un récord se homologue, el montañero sólo debe asegurar que lo ha conseguido y pasar la posterior entrevista con el notario de turno. Es éste, antes la histórica Miss Hawley y ahora el alemán Eberhard Jurgalski, editor de 8000ers, quien debe certificar la solidez del relato y, si tiene dudas, sólo si tiene dudas, indagar más en las pruebas aportados y, sobre todo, en las narraciones de los alpinistas que estuvieron en la misma montaña en la misma temporada.

En la mayoría de ocasiones, las sospechas no llegan a despejarse y la incógnita queda en el aire para siempre. En la mayoría de ocasiones, acaba siendo cuestión de creer o no creer al alpinista en entredicho. La tecnología, como el popular Garmin InReach, un dispositivo satélite, debería haber finiquitado estas polémicas, pero a tanta altitud puede dar problemas -es lo que argumenta Tseng- y hay quien considera que su utilización le resta romanticismo a tan épicas aventuras.

kpd