La Eurocopa ha enganchado a una Generación Z que parecía desengañada con el fútbol. Las audiencias reflejan que, en todo el continente, el público joven se está pegando a la televisión durante el torneo. Las cifras globales indican que ha habido un incremento de un 10% en la cuota de pantalla de los partidos con respecto a la edición de 2020 entre los jóvenes de 18 a 24 años. En el caso de España, la emisión en abierto y, sobre todo, la irrupción de jugadores como Lamine Yamal y Nico Williams, con los que esta generación se identifica plenamente, han sido claves.
Si hace dos años un estudio de la European Club Associations (ECA) arrojaba que dos de cada cinco jóvenes entre 16 y 24 años no tenían interés por ver un partido de fútbol en televisión, el pasado viernes, los cuartos entre España y Alemania batieron récords. Ante la pantalla de La1, con la narración de Juan Carlos Rivero, se congregaron 11,7 millones de espectadores, con una audiencia media del 67,9%, que se disparó durante la prórroga hasta el 71,8%. Se trata de la mayor cuota de toda la década. Fue lo más visto en todas las comunidades autónomas, con especial seguimiento en Murcia (78), Castilla y León (78), Madrid (77,1) y Baleares (74).
De estos espectadores, ocho de cada 10 (82,3%) se encuadraban en la franja de edad entre los 13 y los 24 años. España ha sentado ante el televisor a quienes no tenían especial interés por el fútbol. La magnitud de estas cifras se puede comparar con un evento de gran interés para las generaciones más jóvenes, como es Eurovisión. La edición de 2024, también emitida en La1, fue vista por 4,8 millones de espectadores y una cuota media de pantalla del 41,8%, que se elevó hasta el 52,1% en las votaciones. Pero en la franja de edad entre los 13 y los 24 años fue del 66,3%, muy lejos de los datos registrados por la selección.
«Hablan su lenguaje»
Aunque no hay datos de seguimiento auditados por las empresas de medición de audiencias, la King’s League es otro de los fenómenos que, a través de redes sociales, tuvo un pico de seguimiento de dos millones de espectadores, cifras superadas en la Eurocopa.
¿Por qué este giro en las preferencias de consumo audiovisual durante este campeonato? Al fútbol le faltaba atractivo para las generaciones más jóvenes, acostumbradas a mayores impactos. En un campeonato de Liga, hay pocas sorpresas y apenas un puñado de aspirantes a los títulos. Eso, en el lenguaje juvenil, se traduce en poca emoción, más allá de cuál sea el formato de la competición y si la emisión es en abierto o en cerrado.
Sin embargo, en un torneo como la Eurocopa hay emoción y aparecen otras variantes, que en España tienen nombre y apellido: Nico Williams y Lamine Yamal. «Que los más jóvenes puedan seguirles e interactuar con ellos es un factor de proximidad e identificación fundamental. Hablan su lenguaje», advierte Àlvar Peris, profesor de Comunicación Audiovisual en la Universitat de València.
«Repunte de la identificación»
Sólo hay un futbolista en España ajeno a todas las redes sociales, Rodri, pero es una rara avis en un mundo donde exhiben su trabajo -y sus patrocinadores- y en muchos casos sus vidas. En el caso de Williams y Yamal, lo hacen con una naturalidad que atrapa a su generación. La complicidad que han desarrollado, sus juegos infantiles en el campo, sus bailes en TikTok y hasta la forma que se expresan -del bro al padreo– atraen a sus iguales, que se sientan ante la tele a verles jugar con descaro, pero también con la expectativa de las reacciones que tendrán, que rápidamente se viralizan. «Sin duda podremos analizar con mayor precisión las razones de este atractivo en los próximos meses», apunta el experto.
Peris menciona otro factor: «Hay un repunte de la identificación de los más jóvenes con España y la identidad española que puede reflejarse también en el seguimiento de los partidos de la selección», asegura. El «Yo soy español» hace que se pongan ante la pantalla quienes habitualmente ya no se han criado en la fan culture, porque los clubes de LaLiga llevan años olvidándose de crear afición entre los más jóvenes, convirtiendo a los aficionados sólo en clientes.
A la selección ese fenómeno aún no ha llegado y la fidelización, al menos en los grandes campeonatos, aparece de manera espontánea, aunque luego se diluya. Así viene ocurriendo históricamente. La etapa entre 2008 y 2012, con el triunfo en dos Eurocopas y el Mundial de Sudáfrica, provocó una exhibición de la bandera nacional hasta ese momento sin precedentes. Los chicos de De la Fuente pueden volver a conseguirlo sumando a la generación que parecía perdida para el fútbol.