«Gracias», «gracias», «gracias», «gracias», «gracias», y así un agradecimiento para todos en el garaje de Aston Martin, su nueva casa, la que ya parece su casa de toda la vida. Al bajar del podio del circuito de Bahrein, Fernando Alonso entregaba la celebración de su tercer puesto en la primera carrera del Mundial a sus jefes, a sus mecánicos, a los ingenieros, hasta el último de los trabajadores del equipo. «Es difícil describir el ambiente que estamos viviendo de puertas adentro, el ambiente que hay en la fábrica. Hay una ilusión tremenda, todo el mundo lo está dando todo para hacer crecer el proyecto», declaraba Alonso y no eran palabras de cortesía. Antes, justo al ver la bandera de cuadros, festejaba a través de la radio y todo lo que le salían eran palabras para los suyos: «¿Qué habéis hecho, chicos?¿Qué habéis hecho?».
En un primer momento, éstos, los mecánicos, soltaron los aplausos, los gritos, pero la fiesta fue cortísima, muy contenida, en la línea que marca la dirección y el propio Alonso. Media hora después de la carrera, un empleado de Aston Martin corría a guardar el trofeo recibido en el podio en una de las cajas que viajarán a la siguiente carrera, dentro de 15 días, en Arabia Saudí.
«No esperábamos estar en el podio, eso está claro. Nuestro objetivo era liderar la zona media, acercarnos a los tres grandes [Red Bull, Ferrari y Mercedes]. De hecho todavía mantengo esa sensación de que todo esto es demasiado bueno para ser verdad. Pero igualmente es sólo el principio, nos queda mucho trabajo por hacer», declaraba el piloto español que, eso sí, liberaba la sonrisa y observaba las repeticiones de sus adelantamientos que se veían en las pantallas gigantes del paddock. «He disfrutado, he disfrutado mucho», reconocía.
Antes enemigos
Esos dos adelantamientos ya son parte de su repertorio de movimientos antológicos, los que quedarán cuando se retire, si alguna vez lo hace. Después de una salida problemática, en la que sufrió un toque de su compañero, Lance Stroll, y se descubrió por detrás de los Mercedes de Lewis Hamilton y George Russell, Alonso se entregó en la última media hora de carrera a una misión homérica. Estaba sexto, ¿cómo acabar en el podio? Requeriría mucha magia. Le ayudó la retirada de Charles Leclerc, con problemas eléctricos en su Ferrari, pero el resto fue cosa suya. El primer baile, junto a Hamilton, fue especial. En la vuelta 38 de las 57 totales, en la curva 10, la más difícil posible, «cuando nadie lo esperaba», como aceptó el propio Alonso, el español lanzó su monoplaza por dentro y se hizo con la plaza de su antiguo enemigo.
«Ha sido un gran adelantamiento, la verdad», aceptaba el propio Hamilton en zona mixta justo después de abrazar a Alonso. Tiempo atrás hubo antipatía, pero fue tiempo atrás, demasiado tiempo atrás. Ahora ambos mantienen una relación cordial, propia de dos veteranos que ya sólo ambicionan divertirse. Y eso hizo precisamente el líder de Aston Martin en su segundo adelantamiento.
Después de superar a Hamilton, en la vuelta 47 se encontró a Carlos Sainz, ya con la tercera posición en juego, y su táctica fue distinta. De la agresividad a la delicadeza. Los neumáticos del Ferrari de Sainz estaban destrozados, sus problemas eran evidentes, superarlo era cuestión de tiempo. Pero había que hacerlo y lo hizo nuevamente en un lugar insospechado, esta vez en la curva 11. Otra vez una ovación de las gradas, otra vez el público en pie.
El cabreo de los Red Bull
Como ya pasó el sábado en la clasificación, la victoria de Max Verstappen y el segundo de Checo Pérez quedaron escondidos detrás de la enorme atracción generada ante el regreso de Alonso. En la conferencia de prensa posterior al podio, 10 de las 13 preguntas fueron para el español y de las dos restantes, una fue «para Alonso y los otros pilotos». «Ah, ¡que ahora somos los otros pilotos!», exclamó Pérez bromista, también algo molesto.
Durante el acto, mientras Alonso respondía una y otra vez, él y Verstappen empezaron a hablar entre ellos, a comentar detalles de su nuevo polo, posiblemente para demostrar su aburrimiento. Eso sí, el vigente campeón volvió a deshacerse en elogios hacia Alonso con el que mantiene cierta amistad. «Ha hecho un gran trabajo y es una gran noticia que esté aquí. ¿El campeonato? No tengo claro que puedan luchar por el campeonato, habrá que verlo», comentaba con un futuro incierto.
Y es que, visto lo visto, ¿es Alonso un candidato al Mundial? En la carrera de ayer su monoplaza se confirmó más rápido que el Mercedes y más amable con los neumáticos que el Ferrari, pero… «Ha sido sólo la primera carrera. En Bahrein somos fuertes en cosas que quizá no encontremos en las próximas dos carreras, en Arabia y Australia. Si en esos circuitos somos rápidos, ya podremos celebrar. Pero creo que no estará claro quién realmente puede luchar el Mundial con los Red Bull hasta que lleguemos a Barcelona [en junio, la octava carrera del año]», analizaba Alonso.
El bicampeón mundial, visiblemente cansado tras la carrera -acabó sudadísimo, pese a que la temperatura nocturna en Bahrein no es tan exigente- transmitía con claridad su mensaje. Cautela ante lo que viene y agradecimiento a su equipo. Eso sí, cuando le preguntaron si la victoria número 33 de su vida estaba al caer, no pudo contenerse: «Sí, eso sí. Puede llegar ¿Por qué no? El año pasado luchaba por el podio cuando pasaban cosas delante, si sigue así este año puede llegar la victoria».