Tour de Francia
Jornada de descanso
El español, que defiende su tercera plaza ante Adam Yates y Jai Hindley, habló de su carácter “ofensivo” antes de la semana decisiva del Tour
La mañana del lunes del equipo Ineos, instalado en Sallanches, fue de trabajo pese a ‘disfrutar’ del segundo día de descanso del Tour. Carlos Rodríguez centra todas las atenciones de la escuadra británica, mientras se especula sobre su futuro, sobre ese precontrato con el Movistar, en si se romperá o no. Antes, seis etapas por delante y un podio que defender a sus 22 años.
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Son 19 segundos de colchón con el amenazante Adam Yates, infatigable pese a su labor para Tadej Pogacar en el UAE. Y 1:17 sobre el australiano Jai Hindley, que parece más de capa caída después de su exhibición en los Pirineos. No se antojan muchos más oponentes de aquí a París. “Nunca sabes quién puede ser tu rival. Hasta ahora parecía Hindley, que era el que tenía la tercera plaza y que era inalcanzable, y ahora está quinto y mañana puedo ser yo el que esté décimo en la general. Nunca se sabe. Pero voy a tratar de dar la mejor versión de mí mismo y pelear con el que esté al lado mío”, desafío el granadino en la comparencia ante los medios.
Rodríguez habló de lo que está por venir y no se mostró para nada conservador, consciente de que Vingegaard y Pogacar están “varios escalones” por encima. “Ahora mismo, con dos corredores tan fuertes y con dos equipos tan fuertes alrededor, es difícil hacer daño sin pegarse un tiro en el pie”, razonó, aunque si tiene que atacar… “Si tengo buenas piernas claro que atacaré. A mí siempre me gusta ser ofensivo”, zanjó.
Las dudas sobre Carlos se centran este martes en la contrarreloj, la única de todo este Tour 2023, de 22,4 kilómetros entre Passy y Combloux, en los Alpes, con varias trampas en forma de rampas por encima del 10%. No hay muchos precedentes en su trayectoria contra el reloj. En 2018, uno de sus primeros éxitos, se proclamó campeón de España en categoría júnior. El año pasado en la Vuelta, con final en Alicante, fue cuarto y aventajó en 20 segundos al otro Yates, Simon. Pero el resultado de su última crono es el que despierta alguna duda.
Fue hace unas semanas, en el criterium Dauphiné. En aquellos 31,1 kilómetros sólo pudo firmar el 25º mejor tiempo, a dos minutos del ganador (Mikkel Bjerg), a 1:48 de Vingegaard, a 1:03 de Adam Yates y a 52 segundos de Hindley, entre otros. No parece el de Almuñécar preocupado por aquello. “No es una referencia. La crono de este martes es distinta a la de Dauphiné. También llegaba con una forma distinta. Fue una experiencia más que me puede servir para saber cómo regular y demás. Es completamente distinto. Las piernas serán las que digan si puedo ir más rápido o más despacio”, aseguró rotundo, que ya reconoció la etapa precisamente tras aquella Dauphiné en la que acabó noveno de la general.
Donde sí parece estar centradas todas sus ambiciones en la impresionante etapa del miércoles, aún en los Alpes, más de 5.000 metros de desnivel acumulado con el premio final del Col de la Loze (casi 30 kilómetros al 6% de media). “Es la etapa que mejor me va. Es una subida bastante larga, muy dura y creo que puede ser uno de los momentos importantes de este Tour”, concluyó.