En el vaivén de este Atlético, que todavía no sabe quién es y tampoco tiene muy claro quién quiere ser, como mínimo puede recordar quién fue. A Giuliano Simeone le ha costado dos años ganarse un puesto en la plantilla, pero ahora ya asentado, titular e incluso imprescindible, es el que pone la lucha, el arrojo, el carácter. El cholismo está en él como en pocos: lo lleva en la sangre. Por mucho que el equipo busque otro juego, que abrace otro estilo, que trate al balón de otra manera, en la esencia del Atlético se mantiene la pelea y por eso la irrupción del hijo pequeño del entrenador, Diego Simeone, es una bendición: este es el camino, aunque se pueda recorrer de muchas formas.
En una semana crucial en el calendario colchonero, Giuliano Simeone resolvió el encuentro ante Las Palmas (2-0) y dejó al Atlético en tercera posición de la Liga a sólo un punto del Real Madrid -con el partido aplazado ante el Valencia-. El próximo miércoles ante el PSG habrá dudas en el once titular, con múltiples opciones en la delantera, pero una cosa está clara: por la derecha batallará el joven Simeone.
En su segundo encuentro jugando desde el inicio llegó su primer gol: la media es excelente. En el minuto 37 de la primera parte, Simeone amagó con ir hacia atrás para recibir el balón del lateral, Nahuel Miranda, arrancó a correr en dirección a la portería contraria y el excelente pase por alto del mismo Miranda le dejó en un mano a mano. En su posición, en ocasiones Simeone parece un jugador nervioso, no siempre toma la mejor decisión, pierde más balones de lo recomendable, pero cerca del área raramente falla. Ante Jasper Cillessen, el portero de Las Palmas, no perdonó. El ex del Barça se quedó en el primer palo y Simeone la envió al segundo para desatar una celebración cholísima. Puños cerrados, gritos, golpes al aire. Sería raro, muy raro, que el Metropolitano no le adore al acabar la temporada.
El mismo Giuliano Simeone habló de eso al acabar el encuentro: “Para ser un ídolo del Metropolitano hay que hacer muchas cosas, como lo hicieron los grandes jugadores que pasaron por acá. Es un sueño cada día que me despierto y voy a entrenar o a jugar con el Atlético”. Más allá del gol, el interior generó peligro constante por su banda, como hizo Javi Galán por la izquierda, e incluso pudo marcar un segundo gol en la segunda parte. Entonces, ya muy cómodo, el joven incluso se atrevió a arengar a los espectadores como hace su padre desde hace más de un década.
Su aparición fue, de hecho, lo más interesante de un partido que empezó entretenido y se fue apagando y apagando y apagando. En la primera parte, Las Palmas buscó el juego directo hacia su delantero, Fabio Silva, y llegó a inquietar a Oblak, pero en la segunda parte prácticamente no hubo duelo. De hecho en ese periodo el conjunto visitante no creó ni una sola ocasión de gol.
En una jugada entre el discutido Rodrigo de Paul y Nahuel, el segundo golpeó a Cillessen en la cabeza y el partido estuvo detenido durante nueve minutos. El portero, que se sentía indispuesto, tuvo que ser retirado finalmente en camilla y en su lugar entró el croata Dinko Horkas. Con la mente ya puesta en la Champions y en la necesidad de sumar más puntos en Europa, el Atlético tampoco hizo gran cosa hasta que en el minuto 83, aprovechando la calma canaria, otro pase de De Paul dejó a Sorloth sólo ante Horkas y éste sentenció el encuentro.