La fortuna resultó propicia para España en el sorteo de la Nations League, donde iniciará su defensa del título ante Dinamarca, Suiza y Serbia. La selección de Luis de la Fuente evitó en París a rivales de mayor enjundia, como Portugal, Francia o Alemania.
En el Grupo 1, Croacia, actual subcampeona, se medirá a Portugal, Polonia y Escocia. En el Grupo 2, Italia jugará ante Bélgica, Francia e Israel, mientras en el Grupo 3, Países Bajos parte como favorita ante Hungría, Alemania y Bosnia Herzegovina.
La primera jornada de esta edición se disputará entre el 5 y 7 de septiembre, mientras que la sexta y última queda para el 17 y 19 de noviembre. A diferencia de lo sucedido hasta ahora, esta temporada los dos primeros clasificados de grupo disputarán una eliminatoria de cuartos (20-25 de marzo de 2025) y los cuatro vencedores jugarán la Final Four (4-8 de junio).
“No va a ser nada fácil”
Pese al benevolente resultado del sorteo, De la Fuente trasladó un mensaje de cautela. “No va a ser nada fácil”, presagió el técnico riojano. A su juicio, España tendrá que ofrecer “lo mejor de lo mejor” para poder tener “posibilidad de hacer algo importante”.
Preguntado sobre si en la próxima lista podría incluir a Brahim Díaz o Borja Mayoral, De la Fuente recordó su postura de que las convocatorias “no son regalos ni concesiones”. “Son opciones que se ganan los jugadores en el campo”, subrayó sobre las hipotéticas novedades.
Cuentan que el domingo, justo después de vencer en cinco sets a Lorenzo Musetti en tercera ronda de Roland Garros, Novak Djokovic salió de las instalaciones del bosque de Boulogne poco antes de las seis de la mañana y llegó a su hotel cuando ya había amanecido en París. El caos organizativo del Grand Slam parisino le había llevado a jugar de madrugada y, sin descanso, entre partidos de tanta exigencia, le había expuesto al riesgo. Este lunes, 'crac'.
En octavos de final ante el argentino Francisco Cerundolo, el serbio sólo aguantó sano un set, se rompió al empezar el segundo y tuvo que sobrevivir cojeando para vencer otra vez en cinco tiempos por 6-1, 5-7, 3-6, 7-5 y 6-3.
Durante más de tres horas, Djokovic ofreció muestras de dolor en la parte anterior de la rodilla derecha, pidió ayudó a los fisioterapeutas en repetidas ocasiones, renunció a devolver varias dejadas, pero finalmente venció. Con uñas y dientes salvó su trono como vigente campeón y, a la vez, el número uno del ranking ATP. Todavía sostiene ese honor ante el empuje de Jannik Sinner.
A veces, veloz; a veces, roto
Los gestos de Djokovic en la pista central, a ratos inmóvil, fueron la mayor denuncia hacia la dirección del torneo, aunque él se extendió en protestas hacia el juez de silla por motivos diversos. "Me habéis fastidiado la rodilla. La tierra no está bien. Estoy resbalando todo el rato. Te digo que tenéis que limpiar los fondos más a menudo", reclamó el serbio a la árbitra, Aurelie Tourte, que le replicó que la arcilla no se podía barrer más. Era el inicio del segundo set.
Hasta entonces Djokovic parecía lanzado hacia una victoria plácida, una jornada tranquila. A partir de entonces, fue un ejercicio de resistencia muy propio, tantas veces visto. Durante mucho rato, parecía una alma en pena. Al final del encuentro volaba por la pista. "Las luces están muy fuertes y todavía es de día", se quejaba también Djokovic a Tourte, que ya no sabía qué contestar.
A mediados del cuarto set, con un break en contra, Djokovic pasó su peor momento, dominado, derrotado. Cerúndolo llegó a las puertas de la mayor victoria de su carrera, de alcanzar por primera vez los cuartos de final de un Grand Slam, pero entonces dudó. Un par de fallos dieron vida a Djokovic y ya no hubo perdón. El serbio se volvió a convertir en un tenista salvaje, en el mito que es, y se llevó el encuentro sin dudarlo.
Cuando acabó el encuentro, en la habitual ronda de preguntas sobre la pista, Djokovic no quiso hablar de su dolencia, agradeció su ayuda al público de la Philippe Chatrier y se marchó con su enfado. Si los tenistas normalmente permiten tres o cuatro preguntas, él se fue tras la primera. No quería extenderse en su denuncia. Cojeando, con dolores, había sobrevivido a otra odisea de cinco sets y, esta vez sí, esta vez a una hora lógica, podía marcharse a descansar.