Valencia 2 Espanyol 2
El equipo de Baraja suma un punto después de remontar en el añadido un partido que empezó ganando
Vivir con el agua al cuello. Mascar angustia, desazón, rabia y hacer cuentas, muchas cuentas. Esas que echaron los valencianistas una y otra vez, las mismas que envían al Espanyol a Segunda División. La final en Mestalla no la ganó nadie. El Valencia sigue necesitando puntos, aunque sea por si acaso, y el Espanyol quiso morir matando pero acabó enterrado. El gol de Montes que igualaba el de Diego López y el de Braithwaite que abría la puerta a la esperanza acabaron sepultados por el tanto de Samu Lino en el añadido. No había salvación perica. Tampoco Mestalla puede respirar tranquila. [Narración y estadísticas]
Pareció que el Valencia lo tenía en su mano. Empujó al Espanyol a sobrevivir en su campo con los latigazos de Kluivert y el desparpajo de Diego López y Javi Guerra. Los dos canteranos son el único relato al que se agarra el valencianismo en un año funesto. Se sacudieron las polémicas, los tembleques y se centraron en lo único importante: ganar el partido. Probó el veloz asturiano, después del espigado centrocampista y hasta Kluivert forzó a Pacheco a salvar un cabezazo picado imposible tras un centro de Gayà. Se unió al asedio Diakhaby, a quien Montes le impidió un remate trastabillado que Javi Guerra no pudo empujar.
El Espanyol se sostenía en Darder, multiplicado, pero no conseguía armas una contra. Y Javi Guerra seguía a la suya, recotando a Sergi Gómez en el área dos veces y sirvieron un remate a bocajarro a Lato que envió a la grada antes de dar con sus costillas en el poste y tener que abandonar el partido. Triste final para el canterano, que deja el equipo el 30 de junio. Cuando el Valencia pareció despistarse del objetivo, apareció Diego López para rebañar un tiro de Almeida que había atajado sin fe Pacheco. La salvación se palpaba.
La efervescencia del equipo de Baraja no tardó en aparecer y, en uno de los contados ataques pericos, Montes cabeceó un centro para devolver el partido al empate y hacerlo comenzar de cero tras el descanso. Y ahí Luis García ya no se guardó nada. Braithwaite fue el mensaje de que todo a nada. El empate no les valía y lo deshicieron aprovechándose de un mal despeje de Mamardashvili del que se aprovechó el goleador danés. El botín había que resguardarlo y eso intentó el Espanyol con todas sus fuerzas. Hasta fue capaz de marcar un tercero que Gil Manzano y el VAR anularon por falta al meta valencianista.
Al Valencia aún le quedaban 40 minutos para reaccionar, pero lo hizo en el añadido con un disparo armado de fe de Samu Lino ante el que nada pudo hacer Pacheco. Eso sí, defendieron los blanquiazules que existía falta previa, como reivindicaron un penalti en la última jugada. Pero su condena ya no la podían evitar. Lucharon por llevar viva la temporada de nuevo a Cornellà y no pudieron huir de su destino.
Mestalla aún seguirá sufriendo. Sobrevivió con una grada amordaza con una sanción que tuvo que ser ejemplar. No pudo hacerle frente el Valencia a la fuerza gigantesca de una imagen que debía recorrer el mundo como lo hicieron los gestos de Vinicius y las palabras de Ancelotti. Justos por pecadores, purgaron sus culpas y siguieron adelante. El gol sur estuvo vacío, solo bufandas y dos grandes pancartas: la que exigía la Liga y RFEF, Juntos contra el racismo, y una más grande en inglés: “Respect for our fans. Amunt Valencia” (Respeto por nuestros aficionados). Ese gesto, un escudo gigante en el centro del campo, símbolo de pertenencia, y el de la dignidad que representa Diakhaby. El francés volvió a apartarse de una campaña que no le representa. Nadie sabe como él lo que es sufrir insultos racistas y ver cómo nadie le cree. Sí puede intuir como sufren sus aficionados que, mientras continúan los gritos de ‘Corrupción en la Federación’ y ‘Lim go home’, rezan por la salvación.