Más que euforia, en la Fonteta lo que se percibía era alivio. No habían pasado ni cinco minutos de conquistar su sexto título en tres años y a Chus Mateo ya le estaban cuestionando sobre su futuro. Y el propio entrenador, emocionado, reconocía eso. “Más que alegría siento alivio”, dijo y añadió: “Yo sufro mucho”. Poco después Dzanan Musa admitía que había sido su último partido con el Real Madrid (destino Dubai) y Mario Hezonja, tan irrefrenable ante los micrófonos como en la pista, fue un poco más allá: “Este título no justifica la mierda de año que hemos hecho”.
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El “año de mierda”, con colofón en la segunda ACB consecutiva, tuvo de todo. Más episodios negativos que positivos, muchas “caídas en la lona”, pero un desenlace al fin esperanzador para un colectivo que vio en la propia final a dos de sus fichajes, Andrés Feliz y Bruno Fernando, brillar.
El espíritu navideño había salvado a Chus Mateo, enredado su equipo en un comienzo de temporada impropio. Seis derrotas y cuatro victorias en Euroliga, incapaces de ganar a nadie lejos del Palacio hasta que visitaron el Palau allá por finales de noviembre. Después de eso llegaron tres derrotas seguidas (en Villeurbanne y en casa contra Fenerbahçe y Zalgiris) que dejaron bien tocado al técnico, al que se le buscó sustituto, sobrevolando con fuerza la opción Sergio Scariolo.
Fue la primera vez que el Real Madrid ahora flamante campeón ACB se levantó de la lona. No la última en una temporada que ha terminado resultando una prueba de resistencia. El equipo, pese a los golpes, no se resquebrajó. “En el Madrid no es fácil. Cuando no ganas parece que no has hecho tu trabajo”, se reivindicaba en Valencia el técnico.
El siguiente palo, duro, llegó en febrero. Allí, en la Copa de Gran Canaria, el Unicaja, como ya hiciera en la final de la Supercopa, birló el título a los blancos. Que ya habían empezado a corregir en el mercado los desajustes de un verano fallido, origen del problema. En la temporada del adiós (irremplazables) de Rudy Fernández, Sergio Rodríguez, Fabien Causeur, Vincent Poirier y Yerschon Yabusele (este último sin mucho aviso, tras los Juegos en los que brilló con Francia, camino de la NBA), los refuerzos no estuvieron a la altura. De todos ellos, sólo el renacido Andrés Feliz, una de las mejores noticias de la temporada, paradigma del empeño y la fortaleza mental, y por supuesto Usman Garuba, han logrado demostrar que son jugadores a la altura del Madrid (no Rathan-Mayes ni Ibaka).
Fue tras la Copa cuando el equipo mostró, al fin, lo que de él se esperaba. La “paciencia” que tanto reclamó Mateo en un curso diferente empezaba a surtir efecto. Si bien el extraño fichaje de Dennis Smith Jr. fue un fracaso total, Bruno Fernando, con sus luces y sombras en su adaptación, resultó importante en la pintura. Campazzo (MVP de la final) recuperó su versión más fiera tras “dos meses raros” y también Tavares dio un paso al frente. En Liga enhebró 22 triunfos seguidos para acabar, sobrado, en lo más alto de la temporada regular.
Chus Mateo, durante el tercer partido.EFE
Y, sin embargo, le iba a llegar otro mazazo, fruto de los errores pasados, que le condenaron a un cruce mortal contra el Olympiacos en cuartos de la Euroliga tras superar el susto del play-in. Contra los griegos, quizá el equipo más sólido y peligroso del curso en Europa (hasta su accidente en la Final Four), el Madrid dio la cara, compitió, pero no le dio para viaja a Abu Dhabi.
Sobrevolaba entonces la amenaza de la temporada en blanco, algo casi olvidado en un club que viene de sus mejores años, algo que no sucedía desde 2011. Y, ahí el mérito de Chus Mateo y sus jugadores, todos esos golpes fueron utilizados para llegar como nunca a los playoffs ACB, donde han superado todos los obstáculos con su mejor versión de la temporada. Al peligroso Baskonia, al potente Unicaja (con el que perdieron el único partido) y, finalmente, ante un Valencia al que anularon defensivamente y apenas dieron algo de resquicio en el segundo envite.
“Esto no es suficiente cuando llevas la camiseta del Madrid. Hay que sentarse en la oficina y hablar del futuro de todos. Esto no se puede repetir”, desafío Hezonja, en plan capitán. De momento, el francés Theo Maledon es el primer refuerzo.