El Barcelona se atasca en la trinchera de Getafe

El Barcelona se atasca en la trinchera de Getafe

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Empata ante el Coliseum en un duelo con pocas ocasiones claras marcado por la expulsión de Raphinha y las de Mata y Xavi Hernández.

Raphinha ante Gastón en una jugada de la primera parte del duelo en Getafe.EFE

El Barça no se desenvuelve bien en el caos. Su talento primaveral no está aún maduro para sobreponerse a un rival controlador, asfixiante y capaz de detectar, y desactivar, todas sus armas. El Getafe lo logró sin ni siquiera tener que armar una estrategia novedosa, sino con su fórmula habitual: orden y picardía. Si eso da para un punto, bienvenido si ni siquiera se sufre en exceso para retenerlo. Hasta la intervención del VAR soportaron sin inquietarse los azulones al ver convertido un posible penalti de Duarte a Araujo en mano previa de Gavi. [Narración y estadísticas]

Al Barça se le torcieron el gesto desde antes del saltar al Coliseum. Más de 300 minutos sin marcar en y la losa psicológica que supone el recuerdo de que de las batallas con el Getafe suele salir herido. Así se nubló el fútbol con el que el equipo de Xavi quería arrancar la temporada.

La pelota se espesó conforme el equipo de Bordalás, el de siempre, imponía su sello y alzaba un laberinto amurallado en el que siempre es difícil encontrar la salida. Y cuando aparece el faro que ilumina el camino, encuentra la fórmula de cegarlo. Esta vez fue desquiciar a Raphinha hasta que cometió el grave error al filo de descanso de tumbar a Gastón y dejar a su equipo en inferioridad. La primera expulsión en 130 partidos por caer en la trampa azulona.

Al brasileño se había encomendado el equipo para estirarse buscando profundidad y desequilibrio. Tiró desmarques, bailó en un palmo con Mitrovic e hizo lucirse a Soria primero con una falta y después salvando un disparo cuyo rechazo acabó también escupido por el palo. Si había sorpresa tenía que llegar por esa orilla, porque ni Gündogan ni Pedri parecían capaces de sortear a fuerza de pases la trinchera que cavó el Getafe. Si alguna vez estuvieron cerca, cayeron arrollados por la veteranía de Damián, Duarte o Mitrovic, que acabó lesionado.

Si el Barça solo parecía encontrar un plan, Latasa le mostró a Koundé que el suyo era buscarle la espalda para plantarse ante Ter Stegen o dejar en ventaja a compañeros como Juan Iglesias para que probara al alemán desde la frontal. Los latigazos del Getafe hacían que el conjunto catalán no tuviera como única preocupación encontrar la fórmula para llevar la pelota al área. Y era tan imposible hallar la solución que hasta Oriol Romeu, convertido en el nuevo ancla de este proyecto, se atrevió a buscar disparo desde la medialuna. Había que probarlo todo cuando el cuadrado que debía ser mágico era un agujero donde el balón desaparecía entre las piernas con calzas azules.

Abde y los chavales

El partido aún se empinó más con la roja de Raphinha y, aunque el Getafe no la rentabilizó de inmediato con el cabezazo de Carles Aleñá antes de pasar por el vestuario, a Xavi le urgía ya retocar la estrategia. El cuerpo a cuerpo no funcionaba, Pedri no rozaba pelota, Gündogan maldecía no encontrar espacios y Lewandowski vivía perdido en el área. El plan pasaba por echar mano de más balas en las bandas. Renunció a Christensen, asumió el riesgo reconvertir a De Jong en compañero de Koundé para poder así buscar el descaro de Abde en la izquierda y confiar al pulmón de Araujo todo el carril derecho. El Barça quería desatascar el partido «abriendo profundo» todo el campo. Pero fue el Getafe quien provocó el giro de guión que se lo facilitaba. Mata vio la segunda amarilla e igualaba de nuevo los efectivos en la pelea.

Querían soltarse los culés conforme aparecía más el talento del canario y las carreras de Abde aceleraban el encuentro, pero aún quedaba otro vuelco en la densa trama escenificada en el Coliseum. Un carga de Djené al marroquí al borde del área que protestó enérgicamente el banquillo culé le costó a Xavi la expulsión. Y en el revuelo el Barça no tuvo más remedio que lanzarse a por el partido, con más corazón que idea de juego. A arreones, como trataba de hacerlo el Getafe buscando un premio mayor en el riesgo culé.

Bordalás ya había recompuesto su once con la artillería de Borja Mayoral y el Choco Lozano, aunque el sostén del punto que tenían casi amarrado seguía siendo la disciplina y David Soria, que privó a Gündogan de su mejor ocasión antes de salir del campo. Nada ocurría mientras caían los pesados minutos del primer partido bajo el calor de agosto.

Sin más remedio que tratar de enloquecer el duelo, al campo entró el futuro. Gavi, Ansu Fati y, antes que ellos, Lamine Yamal, el jovencísimo futbolista que enamora. En la crisis económica que mantiene maniatado al club de palanca en palanca, al mercado se acude en busca de presente, como el que aportó Lewandowski con un cabezazo salvado bajo palos, pero, al contrario que otros muchos equipos, el Barça está convencido de buscar el futuro en La Masía. ¿Será suficiente para volver a ser campeón? En el Coliseum le enseñaron que todavía no.

kpd