Una victoria azulgrana milagrosa. Estuvo amaestrado por el Oporto durante más de 60 minutos, pero el Dragao nunca echó fuego. Sólo provocó dos penaltis, que el amigo Anthony Taylor inutilizó. Algún día día habrá que mirar a la UEFA.
El gol del Barcelo
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Llegaba el Inter en octavos de Champions, último finalista de la competición, sin perder desde septiembre, salvo un duelo en Coppa ante el Bolonia. Con una riqueza táctica y técnica que impresionaba en Europa. El partido de San Siro para el Atlético de Madrid fue como una visita al dentista salvada por Oblak, como anestesista, y por una gran falta de acierto italiano. Entonces, el éxtasis en la vuelta en el Metropolitano, de nuevo con el esloveno como héroe.
El Atlético de Madrid volvía a hacerlo. Como ante el Chelsea en 2014, el Bayernde Múnich en 2016 y el Liverpool en el 2020, el equipo rojiblanco se sobreponía a una presunta inferioridad sobre el papel para salir victorioso, aunque fuera en la agonía de la tanda de penaltis. "Gran parte de los logros del Atlético son mentales, ante los grandes se motivan", explica a EL MUNDO el ex guardameta rojiblanco, Abel Resino.
Una de las primeras gestas futbolísticas fue la remontada ante el Chelsea de Mourinho en Stamford Bridge en 2014. Era el acceso a la primera final de la Champions del Cholo y la segunda en la historia del club. Los pupilos del argentino tuvieron que sobreponerse no sólo al empate a cero del Calderón en la ida, sino a que 'su Niño', Fernando Torres, adelantara a los blues en la primera media hora del encuentro.
"Sentíamos que podíamos con cualquiera. Habíamos ganado todo y nos faltaba la Champions. Fuimos muy superiores, a pesar de que ellos se adelantaran", cuenta Mario Suárez, uno de los mediocentros titulares del conjunto rojiblanco. Adrián y Diego Costa de penalti darían la vuelta al marcador, Arda Turán remataría al Chelsea y encargaría el ticket para la final de Lisboa, que se terminaría perdiendo con el Madrid.
Adrián tras marcar al Chelsea.
El viaje a la segunda final del Cholo conllevaría otra semifinal que asombraría al mundo y daría cuenta de la capacidad de resiliencia del conjunto rojiblanco. Sería, además, frente al Bayern de Guardiola en 2016. Saúl hizo en la ida en el Calderón uno de los goles más bonitos de la historia de la Champions y, probablemente, el más importante de su carrera. Con esa exigua ventaja llegaba el Atlético a Múnich a sufrir uno de los mayores asedios de la historia de la competición.
"Fue un ejercicio de fe", apunta Suárez, "saber que para ganar y conseguir el objetivo hay que sufrir", añade. El Bayern tuvo un 73% de posesión y realizó 33 remates, pero sólo consiguió vencer por dos goles a uno con Griezmann y Oblak como héroes de la noche y se hizo bueno el valor doble de los goles fuera de casa. "El equipo ante los grandes tiene que saber en todo momento lo que tiene que hacer. No puede salir a tumba abierta. Hay que realizar un juego defensivo sin fisuras", apunta Resino.
Saúl tras su gol al Bayern.MARCA
De nuevo, la alegría que lleva a la decepción de perder la segunda final consecutiva ante el Real Madrid. En un club en el que, tras otro palo, entraron las dudas desde la cúpula hasta el banquillo pero, como dice Abel Resino, solo había que tener un poco de memoria. "El cambio que produce la llegada de Simeone es como el día y la noche. La gente que dice que ya ha pasado no se acuerdan de cómo era el club antes de él. No se entraba en Europa, se quedaba décimotercero...", apunta.
Y es cierto que desde la llegada del argentino hay más Chelseas, Bayerns y otras gestas; como la del Liverpool en el año de la pandemia, con esa remontada épica en Anfield por dos goles a tres con aquel doblete de Llorente in extremis y el gol de la victoria de Morata; que decepciones. "A nivel emocional estos partidos de Champions te sacan lo mejor", comenta el ex futbolista rojiblanco Filipe Luis, presente en Stamford Bridge, pero apunta también el bajón mental que se produce tras estas grandes exigencias.
Las decepciones
Filipe se refiere a los partidos ligueros entre eliminatorias europeas, pero esa relajación quizás también afecte al equipo ante retos más sencillos en Europa. De hecho, todos los equipos querían el pasado 15 de marzo que le tocase la bola del Borussia de Dortmund en el sorteo de los cuartos en Nyon. Era, a priori, el rival más asequible. Le cayó al Atlético y, a juzgar por la primera media hora en el partido de ida, parecía que iba a ser un paseo. Entonces, se relajó la tensión y, lo que iba a ser un partido de 3-0 terminó dos a uno, y gracias.
"No fue relajación, a lo mejor ese día con ese equipo no juegas bien. Tan fácil como que no metes las que tienes", explica Mario Suárez. Una explicación y una relajación que se extiende a otras sombras europeas como aquella fase de grupos en 2017 en la que el equipo rojiblanco no consiguió ganarle un partido al desconocido Qarabag y quedó tercero de grupo. Aunque luego se alzara ese mismo año con la Europa League ante el Olympique de Marsella.
Tampoco podemos olvidar la derrota ante el Leipzig en aquella Champions de la pandemia cuya fase final se jugó a partido único en Portugal. Y, por último, la mayor decepción europea del Cholo hasta la fecha cuando el equipo, el año pasado, no consiguió pasar de la primera fase de la máxima competición en un grupo en el que coincidió con el Brujas, el Oporto y el Leverkusen. "No es que el entrenador no consiga mentalizar, es que el propio técnico cree que ante ese tipo de partidos no hace falta hacerlo. No es lo mismo un partido ante un City que ante un Almería o Villarreal", apunta Resino.
Esta noche en Alemania el equipo deberá elegir qué cara poner, si la de las grandes noches europeas o la de las grandes decepciones. "El Atlético de Madrid tiene plantilla como para ganar la Champions y a eso se suma que los jugadores se lo llegan a creer", apunta Abel. Como dice el eslogan rojiblanco: "Nunca dejes de creer".
Oporto 0 - Barcelona 1
AMADEU GARCÍA
@amd_garcia
Actualizado Miércoles,
4
octubre
2023
-
23:19Ver 2 comentariosUn solitario tanto de Ferran Torres les...
"Ojalá encontremos algo para decir que fue penal. Porque primero dijo el árbitro que fue mano y luego que hubo algo de Koke". Esas eran las palabras de Diego Simeone tras la conclusión del encuentro en el que su equipo cayó derrotado ante el Lille en el Metropolitano por 1-3. Pero, 12 horas después, nadie la ha encontrado.
Así, el club rojibanco ha decidido presentar una queja formal a la UEFA por la resolución de una jugada que marcó el devenir del partido en el feudo colchonero. El tercer gol francés ya llegó en el último minuto de partido con los de Simeone volcados en el área de Chevalier.
Al volver al minuto 74, nadie del mundo del fútbol encuentra una explicación no sólo a lo que sucedió, tampoco a lo que se interpretó. En la salida de un córner, un balón llovido cae entre Koke y los jugadores franceses, Alexsandro y André. El esférico golpea en la mano de André y queda muerto entra las piernas de los tres hasta que el capitán rojiblanco consigue sacarlo con la puntera tras varias patadas al aire.
Un momento después, Marco Guida, señala el punto de penalti y se desata la locura dentro y fuera del campo. En un inicio el italiano parece indicar que fue un toque con la mano el que le inclina a pitar penalti, algo inverosímil ya que el responsable es un jugador francés. Entonces, y tras unos minutos de deliberación con la sala VAR y sin acudir a la pantalla del videoarbitraje, el colegiado reitera su decisión.
"No sé, él ha dicho que la mano, pero al final no sé qué ha pitado. Nadie entiende, espero lo entienda él", afirmó Jan Oblak a los medios depués del encuentro. Y Julián Álvarez añadía el factor de la mano en ataque como un elemento que excluye todo lo que ocurre posteriormente. "Fue decisiva en el partido", afirmó el argentino. Y Simeone sentenciaba poco después: "No fue nada, muchacho".
En el club rojiblanco están indignados con una jugada que no tiene explicación. Consideran que es una acción sin zonas grises ni interpretaciones limítrofes. A su juicio es claro que "nadie ve nada punible" y reiteran, como afirmaba Julián, que esa mano previa anularía cualquier circunstancia posterior.
Desde la entidad colchonera no comprenden por qué la tecnología no sirvió en la señalización de este penalti, que les deja fuera de los puestos de clasificación de la Champions League. Una competición en la que no deberían ocurrir situaciones como esta.