Dos zarpazos del Sevilla desquician a un Valencia que se condena

Dos zarpazos del Sevilla desquician a un Valencia que se condena

Valencia 0 Sevilla 2

Actualizado

Los goles de Badé y Suso dan la victoria y casi la salvación a los hispalenses. Mestalla ve a un equipo en el esqueleto, sin claridad en el área y sin calidad golpeado por la polémica arbitral

Suso celebra el segundo gol del Sevilla ante la desolación valencianista.M. BRUQUEEFE

Forjarán mi destino/Las piedras del camino/Lo que nos es querido/ Siempre queda atrás‘. Mestalla cantó ‘Un beso y una flor’ como homenaje a Nino Bravo con un nudo en la garganta. Sonaba a despedida, cruel, amarga y cada vez menos evitable. El Valencia, en el esqueleto por la voluntad de Peter Lim, se va condenando jornada a jornada. El Sevilla, en dos zarpazos, desquició a un equipo que ya no sabe cómo huir del abismo. [Narración y estadísticas]

No es que el Valencia no quiera, es que no puede. Dispara con balas de fogueo y, aunque capaz de inquietar al rival, no sabe cómo rematarlo. Si fuera circunstancial sería perdonable, pero es endémico. No consigue salvarlo de esa penosa realidad Baraja por más que lo intenta buscando combinaciones constantes de jugadores a los que les falta claridad y, sobre todo, calidad. Hizo dudar a este Sevilla, temeroso aún de sus propios demonios, y demostró que la actitud no lo es todo. Era lo que reclamaba el entrenador, el mínimo que exige Mestalla entregado a que en su centenario no haya una despedida de Primera, pero a esta plantilla la dejaron a su merced en enero sin un solo refuerzo. Como un enfermo que se niega a ver la grave enfermedad hasta que está desahuciado.

Quisieron los valencianistas agarrarse a la esperanza desde el arranque, con Castillejo cazando a la carrera un pase del adelantado Gayà para un remate cruzado y con Foulquier atreviéndose a pisar área e inventar un centro-chut que tuvo que tocar Dimitrovic. Costaba llegar al área menos de lo esperado porque Almeida, escudado por Ilaix, encontraba los huecos entre Jordán y Fernando. Lo imposible era hallar remate. Cuatro goles en los últimos nueve partidos. Cavani, como una sombra del goleador que fue, seco desde el 31 de diciembre. El milagro de la permanencia exige justo lo que el Valencia no tiene.

Sin lograr sacudirse el dominio estéril, el Sevilla tenía un plan mucho más claro: perseguir las dudas de Cenk y Diakhaby. La pareja de centrales del Valencia es uno de los talones de Aquiles y En-Nesyri y O Campos lo tenían grabado a fuego. La tuvo el argentino en un centro de Navas que obligó a Mamardashvili a lanzarse sobre su remate como el héroe de guerra sobre una mina antipersona. Poco más hicieron los hispalenses, que ni siquiera tenían la escusa de la resaca por la borrachera en Manchester porque Mendilibar mutó su once. Aunque solo fuera para esperar el error valencianista, que llegó.

Todo lo que el duelo no se revolucionó en la primera parte, se aceleró al regreso el vestuario. Badé apareció para tumbar a Yunus en un saque de esquina y cazar un rechazo inverosímil de Ilaix que ponía al Sevilla en ventaja y acercaba al Valencia un pasito más al abismo. A ese mazazo siguió otro cuando Del Cerro Grande no vio penalti por manos de Fernando en el área. Pese a la revisión en el VAR, se empeñó en seguir enturbiando una norma que ya nadie entiende. El tercer golpe llegó cuando Suso, en la medialuna del área, soltó un disparo que batió a Mamardashvili. No había más vida.

No tenía más remedio el Valencia echar la moneda a aire y esperar que, por una vez, saliera cara. Ni eso. Del Cerro no vio penalti en la mano de Fernando en el área y el VAR le rectificó la decisión en el derribo a Marcos André. Mestalla se heló consciente de que Baraja no obra milagros y que se lanzó en masa a la calle contra el propietario. Como en la canción, las penas pesan en el corazón.

kpd