Lukalaker junto a LeBron, en semana del aniversario de la pérdida de Kobe Bryant. En L.A., desde que la familia Buss es propietaria, se trabaja en clave de gloria deportiva y comercial. El epítome norteamericano de la ambición deportiva. Prohibido ganar con jugadores menos mediáticos. Ganar en la cancha y ganar en la cuenta de resultados. Sonrisas depredadoras.
Para saber más
El traspaso manda a Anthony Davis, escudero defensivo y reboteador de LeBron James, a Dallas junto a Kyrie Irving. Jugadores al principio de su treintena pero con muchas temporadas NBA en sus articulaciones y conocidas inconsistencias competitivas en grandes partidos. Muchos dan a Mavs como los perdedores de este traspaso. Las conjeturas sobre si Doncic renovase contrato o sobre informes médicos alimentan análisis, pero quedarán obsoletas frente a la única realidad: junio y el anillo.
Doncic un rato antes de saber del traspaso a California salía vestido con el traje regional de cowboy llegando (aún lesionado) al partido de su equipo. A trastear en el armario de verano bañadores y camisas estampadas de manga corta. James, mientras, buscará respuestas sobre defensa y rebote. Si el baloncesto se jugara a media cancha o con cambios sin parar, juego defensa-ataque como en balonmano, los Lakers subirían en las apuestas para ganar los próximos cinco campeonatos NBA, siempre que LeBron siga motivado. Doncic y él son los jugadores sin posición, cuerpos de 4 con mentes de 1. Y en el caso de “El Elegido” siempre mutando a lo que el equipo necesitaba, todas las posiciones, quizás menos el 5. Resulta burlesco hablar de números ante dos de las estrellas que se llevaron por delante el encasillamiento de posiciones cuadriculadas. Se esperan más movimientos en Lakers, sumar estatura y peso.
Doncic es sonrisa carismática y arrebato arbitral, parte de un todo que es un jugador extraordinario, con cualidades increíbles en anotación y pases definitivos. Compartir vestuario con el mejor jugador de la historia cuidando su cuerpo será el mejor ejemplo para seguir. Igual que aprendió competitivamente de sus mayores en la selección eslovena y con Real Madrid. Chico listo de 25 años, aún joven y ávido de reputación y títulos. Este es el momento pivotante de su carrera deportiva NBA.
Aficionados madridistas de Celtics, fans culés de Lakers, todos hoy sorprendidos, impactados igual que la mayoría del mundo del baloncesto. La liga americana es tan grande que lo que más agradece es que los que nunca ven partidos se atrevan a analizar este traspaso y a los que se colocan la etiqueta preventiva de “a mi no me gusta la NBA”, también.
El baloncesto de los Lakers cambia radicalmente. Ambos se tendrán que adaptar y que las estadísticas avanzadas o retrasadas estén a su servicio y no al revés. Doncic usará algo menos el bote, LeBron irá algo más a la pintura. Y viceversa. Si quieren llegar lo más lejos. Ambos son marcas globales, sociedades anónimas deportivas dentro de otra S.A.D. mayor que son Los Angeles Lakers. Sería triste que no consiguieran algún anillo juntos. No se lo pondrán fácil.