ATP Finals
Se impuso por 6-3 y 6-2, en una hora y 28 minutos. Buscará ante Sinner su séptimo título en el torneo. El español no pudo aprovechar ninguna de sus cuatro opciones de rotura.
Nada fue igual para Carlos Alcaraz desde que se le esfumó su servicio en el octavo juego tras un comienzo esperanzador. Poco consistente, con demasiados errores, se fue diluyendo mientras Novak Djokovic engrasaba su raqueta y empezaba a hacer de las suyas con el resto. Se desordenó el español, sometido por un adversario con un cuajo sin igual. Será Nole quien dispute este domingo ante Jannik Sinner (18. 00 h., Movistar) la final de las ATP Finals, la novena en este torneo, en busca de su séptimo título.
En el partido más esperado por todos, Djokovic se impuso por 6-3 y 6-2 en una hora y 28 minutos para lograr su victoria más concluyente en los cinco enfrentamientos con quien es hoy por hoy su mayor enemigo. Mucho más certero en la conversión de sus opciones, volvió a sentar sus reales en una gran competición. Alcaraz no fue capaz de rentabilizar las cuatro pelotas de rotura de las que dispuso, en particular dos que hubieran supuesto una vía de regreso. Sucedió en el sexto juego del segundo set, con Djokovic ya por delante con 3-2 y saque, cuando el murciano disfrutó de un goloso 15-40. Un saque ganador de Djokovic y un formidable passing shot cruzado tras un largo intercambio sofocaron el fuego que podía prenderse en un notable partido, cuyo marcador tal vez puede considerarse demasiado cruel para el derrotado.
Alcaraz cierra un curso brillante, del que sale con seis títulos y un segundo Grand Slam, en Wimbledon, logrado precisamente contra el hombre que ayer le detuvo en su pretensión de pujar por el título de maestro. En su primera participación, se ha plantado entre los cuatro mejores en un torneo que demanda las últimas reservas de los competidores. Fue él quien mejor entró al partido, no sólo por las dos opciones de rotura con las que contó en el primer juego, sino por los 14 primeros saques consecutivos que conectó y por cómo merodeó el break casi en cada ocasión en la que al serbio le tocaba servir. Decidido, abriendo bien la pista con su derecha cruzada, elevaba la exigencia sobre un rival al que le costó encontrar su punto de cocción.
Resistente
Acreditada a lo largo de tantos años su capacidad para resistir y encontrar su momento, Nole rentabilizó en el octavo juego las segunda de sus posibilidades quebrar, rédito suficiente para hacerse con el set inicial. Ninguno de los dos protagonistas llegaba en su mejor momento. Alcaraz había empezado con dudas. Después de perder en el primer partido, con Alexander Zverev, cayó en un discurso tan sincero como derrotista, transformado de manera radical a medida que le fue tomando la temperatura al torneo.
Su progresión, ratificada ante Andrey Rublev y Daniil Medvedev, estaba relacionada con el puro disfrute del juego, según su propio testimonio, con la jovialidad a la que hemos asociado cualquiera de sus presencias en una cancha de tenis, sea cual sea la trascendencia del partido. Ese punto de frescura le permitió discurrir con brío durante parte del encuentro. No sólo sostenerse, sino comprometer al ganador de 24 títulos del Grand Slam.
Djokovic entró en las semifinales de puntillas, gracias a la admirable victoria de Sinner ante Holger Rune en el último duelo del Grupio Verde, donde el italiano, con problemas físicos, pudo haberse reservado y dejar en el arcén al mázimo favorito para el título. Derrotado precisamente por Sinner en el segundo partido, obligado antes a consumir los tres sets frente a Rune, del mismo modo que tendría que hacer después frente a Hubert Hukacz, sustituto de Stefanos Tsitsipas, que se bajó del torneo por lesión, el hombre del año, el campeón del Abierto de Australia, Roland Garros y Wimbledon, el que concluirá por octavo año no consecutivo como número 1 del ránking, también notaba el peso de la temporada, por mucho que, a sus 36 años, afine como pocos su calendario.
En tan sólo cinco días, Nole ha sido puesto a prueba por la vanguardia de la nueva generación, ésta sí, a diferencia de la que parecía venir y lleva camino de quedarse a dos velas, con las armas, el compromiso y la determinación de tomar el relevo del Big Three, en cuya representación ahora mismo sólo figura el incombustible jugador balcánico. Rune, Sinner y Alcaraz, citados en orden cronológico, desfilaron con distinta fortuna frente a él.
Todos ellos saben ya lo que es derrotarle, pero ninguno lo ha hecho en las circunstancias en que lo hizo Alcaraz en Londres. Esta vez, como sucedió el pasado verano en Cincinnati, no le alcanzó para doblar el brazo del tenista de Belgrado. Entonces lo tuvo más cerca, hasta con un match point. Este sábado se quedó a cierta distancia del inconmensurable maestro.