Ding Liren gasta otra vida pero llega entero a los ‘penaltis’

Ding Liren gasta otra vida pero llega entero a los 'penaltis'

El ajedrez puede ser el juego más aburrido del mundo y el más salvaje. Una chispa basta para incendiar el tablero. Los jugadores pueden elegir el papel de bombero o el de pirómano, pero ninguno garantiza nada, sobre todo si aparecen los nervios. Eso ocurrió en la última partida del Mundial de Ajedrez, en la que Ding Liren atacó antes de tiempo, reculó después asustado y se relajó de forma precipitada.

Se salvó de milagro, porque a Ian Nepomniachtchi también se le nubló el entendimiento cuando se vio con la corona en la cabeza y porque el chino encontró jugadas salvadoras de mérito. Al final, se firmaron tablas después de más de seis horas y media de lucha, 90 jugadas y visibles señales de agotamiento. Mañana se decidirá el título en cuatro partidas rápidas de desempate, puede que alguna más, si es necesario.

El gran maestro chino acudió a su cita con la historia dispuesto a entrar en ella por la puerta grande, pero le pudo la ansiedad. Si su rival hubiera mantenido la sangre fría, ya sería el sucesor de Magnus Carlsen. Y si Ding fuera un gato, apenas le quedarían vidas.

Ahora se verá quién está hecho de mejor pasta, en las cuatro partidas rápidas de desempate. En el caso de que no basten para deshacer la igualdad, se acelerará aún más el ritmo, primero en tandas de cuatro y luego de dos, hasta que uno gane y el otro no, en una especie de penaltis trasladados al tablero. No a todos les gusta esta solución, que acerca el ajedrez (no tanto) a los juegos de azar.

“Los sabios de Twitter”

Para los aficionados, la suerte es que no se verán privados de una nueva jornada de emociones, aunque los expertos, Carlsen incluido, han sido duros ante los errores cometidos. El gran maestro español Miguel Illescas los llama “los sabios de Twitter”. Gente que se lleva las manos a la cabeza ante la menor imprecisión solo porque su ordenador les sopla el fallo al instante. La verdadera sabiduría es sentarse y disfrutar el espectáculo que nos han brindado dos grandes maestros incapaces de contener las emociones ante la mayor ocasión de su vida.

Hemos vivido un campeonato espectacular, con tres victorias por bando y alguna oportunidad más no materializada. Ding, además, se ha lanzado a la yugular en cuanto veía una ocasión, no solo cuando iba por detrás en el marcador. Como dice Levon Aronian, “hay que ser un hombre de acero” para remontar tantas veces, sobre todo después de alguna derrota especialmente penosa.

En su chasis ligero, Ding esconde una calculadora. Un artista bohemio, el húngaro Richard Rapport, le ha sumado la inspiración artística que le faltaba. Antes de este Mundial el chino parecía contentarse con no perder nunca. Solo así pudo encadenar cien partidas sin derrota. El nuevo Ding “no quiere una partida perfecta”, explica Fabiano Caruana, ex aspirante al título: “Busca el caos, quiere sangre. Como dijo Tal -ex campeón y capitán del bando de los pirómanos-, tienes que llevar a tu rival a un bosque oscuro”.

Pero en ajedrez tampoco hay verdades absolutas. Otro ex campeón, Tigran Petrosian, explicó en su día las desventajas de atacar a toda costa: “Yo podría jugar partidas más bonitas… y también podría perder”, dejó dicho. Hoy vimos una buena muestra.

El candidato ruso, por su parte, soporta sobre sus hombros la ‘obligación’ de recuperar el título y se ha visto perjudicado por el fuego amigo. Andrey Filatov, presidente de su federación, afirmó que Nepo, “en sus días malos, es un mono con una granada”. Caruana, no mucho más benévolo, cree que le habría venido bien alguien que le explicara que está jugando un campeonato del mundo.

Pero hoy la granada voló de mano en mano y quien más cerca estuvo de saltar por los aires fue Ding Liren. Creyó que podía abortar su plan de ataque y hacer tablas sin sufrir, pero se fue desmoronando poco a poco, con jugadas cada vez más artificiales. En un momento dado, solo las máquinas le daban opciones de aguantar. Ahí es donde Nepo devolvió los favores, tan nervioso como su rival. No considera que su actitud haya sido la más seria.

Ataques de Carlsen

En este punto es interesante conocer qué dice el todavía campeón vigente. Entre partidas de póker, retransmisiones en directo y ajedrez festivo, Carlsen se ha mostrado algo celoso de los aplausos recibidos por dos colegas que considera inferiores, con tanta razón como inmodestia. “El Mundial es un duelo emocionante entre dos ajedrecistas muy fuertes, que no son necesariamente los dos mejores del mundo”, declaró.

Magnus aplaude la originalidad y el riesgo que se ha visto en Kazajistán, pero justifica que sus Mundiales eran más aburridos por el miedo que infunde: “Contra mí, elegían las líneas más sólidas, lo que probablemente es la mejor estrategia”, dice ufano. También insiste en que el ajedrez clásico es cosa del pasado, pese al ‘revival’ de felicidad vivido en Astaná.

Tampoco tiene muchas ganas de volver y asegura que, de momento, el título quedará “en manos de otros”. Más duro aún es el ruso Daniil Dubov: “Es maravilloso para los espectadores y como comentarista oficial no puedo decir que me disguste este Mundial, pero para los profesionales es un poco absurdo”.

El debate quedará pendiente, porque ahora solo cabe centrarse en la resolución del Mundial. Otro ex campeón, el ruso Vladimir Kramnik, asegura que llegados a este punto lo de menos es quién juega mejor: “La fuerza objetiva en ajedrez rápido no es tan importante. En este formato, con solo cuatro partidas, depende más de lo bien que has dormido, la suerte que tengas…”. Estamos a tiempo de que alguien rescate el tópico de la lotería de los penaltis.

kpd