El director de Red Bull Racing, Christian Horner, seguirá en su cargo en la marca austríaca después de que la investigación independiente realizada hacia el ejecutivo británico por un supuesto comportamiento inapropiado fuera completada y las acusaciones hayan sido “desestimadas”.
El jefe de equipo de la marca austríaca estaba siendo investigado por la escudería austriaca tras ser acusado por un miembro de la estructura de supuesto comportamiento inapropiado, pero Red Bull confirmó en la tarde de este miércoles que la investigación fue “justa, rigurosa e imparcial”.
“El informe es confidencial y contiene información privada de las partes y terceros que ayudaron en la investigación y, por lo tanto, no se harán más comentarios por respeto a todos los involucrados”, indicó la empresa austríaca en un comunicado.
En el texto, Red Bull aseguró que “continúa esforzándose para alcanzar los más altos estándares en los puestos de trabajo”, después de que, de manera independiente a la propia compañía, un abogado especialista externo realizara una investigación a Horner, el jefe de equipo de la marca austríaca desde 2005.
El neerlandés Max Verstappen (Red Bull) prefirió no hablar respecto a este tema durante la mañana de este miércoles en la rueda de prensa previa al Gran Premio de Baréin y aseguró que quería que este tema se solucionara “lo más rápido posible”.
No hubo historia en el arranque del Mundial, porque Max Verstappen también impide a los rivales construir su relato. No da opción a la emboscada, ni al cuerpo a cuerpo en la trinchera, ni a la resistencia partisana. El dominio con el que Red Bull ha echado a rodar en 2024 resulta tan exagerado que la competencia ya husmea entre las migajas. Mad Max ganó con 22,4 segundos sobre Sergio Pérez, su compañero en Red Bull, el margen más amplio tras dos décadas en Bahrein. Y rubricó eso que en la F1 se llama Grand Chelem, el galardón que agrupa victoria, pole, vuelta rápida (1:32.608) y un liderato desde la salida hasta la meta. Entre el polvo del desierto, sólo una flor creció bajo las dunas. Una de color rojo, enarbolada por Carlos Sainz sobre tierra baldía.
El madrileño fue elegido por los aficionados como piloto del día con el 31% de los votos. En la meta, por supuesto, se le notaba exultante. Durante algún tramo de la carrera había soñado incluso con alcanzar a Pérez, pero la tercera plaza colmaba, sin duda, sus expectativas. Porque no se trataba simplemente del 19º podio de su vida, sino de un aldabonazo en el garaje de Ferrari.
Fernando Alonso, para qué negarlo, no tuvo ni la más mínima opción de hacer algo grande en Sakhir. Acabó noveno porque su coche no va mucho más allá, lo que debería poner en alerta a todo Aston Martin. Había partido desde la zona sucia y pronto descubrió que ni siquiera podría sujetar a los McLaren. En la tercera vuelta cedió paso a Lando Norris y un par de giros más tarde a Oscar Piastri. Con el morro de Lewis Hamilton tras su aletín, se sentía a merced, no sólo de un heptacampeón, sino casi de cualquiera.
"Más ritmo que los de delante"
Sainz, por contra, había enviado bien pronto un aviso para evitar malentendidos: "Tengo más ritmo que los de delante". Obviamente, hacía alusión a un Leclerc con los nervios destrozados, a quien no dudó en llevar al límite. En la corta distancia, tras una espectacular frenada en la curva 1, Sainz se apuntó el primer combate de lo que se antoja un Mundial agitadísimo en el box rojo.
No exageraba Carlos con sus predicciones, porque fue el único capaz de sostener por un rato el infernal ritmo de Verstappen. Pero quiso Ferrari que tras su primer pit-stop, en la vuelta 15, regresara al asfalto otra vez a la estela de Leclerc. Mientras el monegasco se quejaba de los frenos, su compañero era un disparo. A su vuelta rápida (1:35.507), de inmediato pulida por Verstappen, añadió una maravillosa maniobra frente a George Russell.
Para comprender la superioridad del campeón, el único que rodaba con regularidad en 1:35, quede también el dato de que sólo se demoró 20 minutos en doblar a Logan Sargeant. Superada la mitad de la prueba, su hueco ante Pérez se había ampliado a 15 segundos. Es decir, un promedio de cinco décimas por vuelta ante un rival con su mismo coche.
Bandera a cuadros para Sainz en Sakhir.AFP
Si había interés en comprobar cómo afectaría el frío a la degradación, las conclusiones resultaron bastante alentadoras para Ferrari. A Leclerc le avisaron de que sus Pirelli alargarían su vida más allá de lo esperado. Y Sainz, sobre un asfalto a tan sólo 22ºC, rodaba con constancia en 1:37. Además, Ferrari cumplió con creces con un segundo pit-stop, a 20 vueltas para la meta, en 2,2 segundos.
Stroll, desde el pozo
Red Bull tuvo que actuar de inmediato con Pérez, dado que su ventaja sobre Sainz no excedía de los dos segundos. El mexicano sabía que jugaba con ventaja y que contaba aún con una bola extra. Así quedó en evidencia durante su último relevo, cuando añadió otro segundo a su favor para alcanzar la meta con holgura.
Sin noticias de Russell, sin alardes de Norris, sin un solo coletazo de Leclerc, el espectáculo declinaba. Red Bull había sembrado la desolación y el resto bastante tenía con completar las 57 vueltas. Alonso, sin ir más lejos, tuvo que sujetarse a duras penas en el top-10. Nunca se sintió competitivo ante McLaren o Mercedes, por mencionar sólo a los adversarios más a su alcance. Y aún más preocupante fue cómo fue perdiendo terreno ante Lance Stroll, que se había desplomado al pozo tras un toque en la primera curva con Nico Hulkenberg. Por una vez, el canadiense no perdería la compostura, sino que fue adquiriendo, poco a poco, gran consistencia.
Fernando sólo había atraído la atención de las cámaras con un par de maniobras ante Guanyu Zhou. Pero su primer stint con los duros resultó muy preocupante. Y ni siquiera tuvo suerte en el casino, a la espera de un golpe de suerte en forma de safety car. Nada menos que 25 vueltas esperando nada. No obstante, nadamás renovar el calzado, su AMR24 ya parecía otro. Si Stroll pretendía cruzar la meta por delante, no sabía con quien iba a jugarse los cuartos. Alonso se quitó de encima a su compañero con una feroz maniobra. Su único desquite en un sábado, que como él mismo reconoció por la radio, se le hizo eterno.
La continuidad de Sergio Pérez como piloto de Red Bull ya es un hecho. El mexicano, que aterrizó en la escudería en el año 2011, procedente de Racing Point, ha firmado su renovación por dos temporadas más.
"Estoy muy contento de comprometer mi futuro con este gran equipo. Estoy encantado de quedarme aquí para continuar nuestro viaje juntos y contribuir a la gran historia de esta escudería durante dos años más", ha afirmado.
Además, el piloto de 34 años también ha agradecido la confianza depositada en él y ha afirmado que "tienen mucho trabajo por hacer. Nos quedan muchos campeonatos que ganar juntos".
"Tenemos un gran reto"
En este sentido, la ambición de poder estar peleando por el título es un aspecto que ha querido señalar a la hora de comunicar esta nueva extensión de su contrato: "Tenemos un gran reto este año y tengo plena confianza en que el futuro es brillante aquí y me entusiasma formar parte de él."
El jefe de la escudería, Christian Horner también ha mostrado su satisfacción por esta renovación ya que , según él, aporta "continuidad y estabilidad" para el próximo año. "Es un momento importante para confirmar la alineación de cara a 2025. Estamos muy contentos de poder seguir trabajando con Checo", ha apuntado.
Además, Horner también ha calificado como "exitosa y sólida" la pareja que Checo forma con Max Verstappern y ha evaluado la temporada del mexicano: "Ha tenido un buen comienzo en 2024, con segundos puestos en Baréin, Arabia Saudí y Japón, y su podio en China. Las últimas carreras han sido duras, pero confiamos en él y esperamos que vuelva a demostrar la forma y el rendimiento que vemos tan a menudo".
Finalmente y sobre la posibilidad de ganar títulos, el directivo asume que será "tendrán que trabajar duro" en lo que ha calificado como un "campeonato muy reñido" para este año.
A última hora del domingo en Bahrein, mientras sus operarios embalaban los bártulos rumbo a Jeddah, un par de escenas evidenciaron la atmósfera que se respira en Red Bull. Dentro del hospitality, Christian Horner, su team principal, improvisaba una reunión de alto voltaje con su plana mayor, encabezada por Pierre Waché, director técnico, Paul Monaghan, ingeniero jefe y Helmut Marko, asesor deportivo. Unos minutos antes, a la puerta del garaje, Marko, de 81 años, ya había tenido que soportar las quejas de Raymond Vermeulen, el representante de Max Verstappen, harto del pobre rendimiento del RB21.
La sexta plaza en Sakhir dejó muy con mal sabor de boca al vigente campeón, que había dominado a placer en 2023 y 2024 con sendas victorias desde la pole. El ritmo de su coche, nueve décimas más lento de promedio que McLaren y casi medio segundo peor que Ferrari y Mercedes, sólo pudo equipararse al de Alpine. De hecho, Verstappen tuvo que ceder ante el empuje de Esteban Ocon (Haas), Andrea Kimi Antonelli (Mercedes) y Lewis Hamilton (Ferrari), apurando hasta la última vuelta para superar a Pierre Gasly.
"Fue muy alarmante. Sabemos que no somos competitivos", lamentó Marko. Desde el viernes, Red Bull venía sufriendo diversos contratiempos con los frenos y con el equilibrio del RB21, que degradaba los neumáticos de un modo muy preocupante. "Esta carrera ha sacado a la luz algunos escollos que debemos solucionar rápidamente. Entendemos dónde están los problemas, pero introducir las soluciones llevará un poco más de tiempo", completó Horner.
El semáforo y una rueda atascada
Durante su primer encuentro con la prensa, en la zona mixta de Sakhir, Verstappen confesó que no tenía ganas de abordar estas cuestiones con sus superiores. El holandés parecía morderse la lengua al recordar algunos episodios de la carrera, como los pit-stops que frustraron cualquier intento de remontada. Una mancha en el expediente de Red Bull, célebre por la eficiencia de sus mecánicos.
Durante el primer paso por boxes, los mecánicos se retrasaron más de cuatro segundos al montar los neumáticos duros, mientras Mad Max esperaba, en vano, el cambio de la luz roja del semáforo. Unos minutos después, Yuki Tsunoda también sufrió en sus carnes una confusión similar, con la luz amarilla parpadeando junto a la roja. En la vuelta 26, Verstappen también tuvo que detenerse 6,2 segundos por culpa de la rueda derecha delantera, atascada en el momento más inoportuno. Marko calculó que estos errores costaron "dos posiciones" a su líder.
"Debemos recuperar lo antes posible el rendimiento. Si el coche no es el más rápido y tampoco funcionan las paradas en boxes... Es inaceptable", subrayó el asesor del equipo, con tono iracundo. "Todo lo que podía ir mal salió mal", ratificó Verstappen, fuera del top 5 por quinta vez en las 25 últimas carreras. Apenas siete días después de su triunfo en Suzuka, queda aún más evidencia que aquella gesta sólo debió atribuirse a una genialidad del tetracampeón. Y que el cambio de rumbo en Red Bull se antoja muy difícil a lo largo de 2025.
Los mecánicos de Red Bull, durante una de las paradas de Verstappen.AFP
Tampoco sobran los motivos de alegría para Tsunoda, pese a sumar sus primeros dos puntos como piloto de Red Bull. Desde el GP de Las Vegas 2024, sólo Verstappen había aumentado el casillero del equipo. A partir de ahora, los rumores sobre el futuro del tetracampeón se multiplicarán en el paddock. Pese a que su contrato expira en 2028, lo cierto es que durante las últimas semanas se viene especulando sobre un posible cambio de aires a partir de 2026, con Mercedes y Aston Martin como destinos más plausibles.
Tsunoda, Sainz y el error de la FIA
A la espera de unas previsibles actualizaciones aerodinámicas en Jeddah, Red Bull aún debe darse por satisfecha con su cierre de domingo en Sakhir, donde Tsunoda se libró la sanción tras un incidente con Carlos Sainz. "Fue una estupidez lo que me hizo", lamentó el madrileño por la radio, tras el fuerte impacto que seccionó uno de los pontones de su Williams. Luego, con algo más de calma, Sainz quiso repasar lo sucedido: "Si fuera Yuki y perdiera el coche en una batalla en pista, también entendería que no me castigaran. Hoy la moneda ha salido cruz, pero es lo que hay".
Mucho más cuestionable resultó lo sucedido con Sainz tras su sanción por sacar de la pista a Antonelli en la curva 10. Los comisarios le impusieron 10 segundos, que el piloto de Williams cumplió escrupulosamente durante su tercer pit-stop. Sin embargo, una hora después del final de la prueba, la FIA sorprendió con una notificación donde imponía a Carlos tres puestos de sanción en la próxima carrera, por no haber cumplido esos 10 segundos de castigo.
La confusión se prolongó durante casi tres cuartos de hora, hasta que el organismo regulador emitió un nuevo escrito, donde eximía a Sainz de cualquier penalización en Jeddah. Sólo cabe interpretar que los comisarios (Garry Connelly, Mathieu Remmerie, Vitantonio Liuzzi y Mazen Al Hilli) ni siquiera habían revisado las imágenes donde se veía al FW47 detenido en el pit-lane.