Defensa y rearme

Defensa y rearme

En Europa se habla mucho de rearme, y nos recuerda al fútbol. La narrativa futbolística, tan épica a veces como la descripción de una batalla, se nutre en buena medida de referencias bélicas. Para empezar, hay dos equipos como dos ejércitos, con sus “capitanes” respectivos, que “luchan” para “ganar”.

Hay “defensores” y “atacantes”, “disparos”, “misiles”, “obuses”, “cañonazos”, “banderas”, “himnos”, “uniformes”, “tácticas” y “estrategias”. Los delanteros desacertados tienen “la pólvora mojada” o “el punto de mira desviado”. Goleador es sinónimo de “artillero”. Los porteros son “bombardeados”. Los jugadores reservas serían comparables a los militares reservistas. Asencio era un infante de reemplazo, destinado en la retaguardia, en el Castilla, un reservista del Madrid. Su renovación y aumento de soldada semejan una prima de reenganche. Ha ascendido y luce galones. A los nuevos fichajes se les aplica la condición de “refuerzos”. Llegan refuerzos a la plantilla. Al frente. El vestuario simboliza el cuartel.

Algunos futbolistas han tenido apodos bélicos: Cañoncito pum (Puskas). Panzer (Stielike). Torpedo (Müller) … Las lesiones equivaldrían a heridas en combate. El “juego subterráneo” remite a la tarea de los zapadores. Un gol en propia puerta es “fuego amigo”. Quienes se “infiltran” entre los defensas actúan como los comandos, que hacen lo propio tras las líneas enemigas. Aunque la denominación se halla hoy en desuso, se ha conocido de antiguo al árbitro como “el juez de la contienda”; alguien que aplica un reglamento que vendría a ser la metáfora de la Convención de Ginebra. Es célebre una famosa sentencia, en el sentido de sesuda afirmación personal y no de solemne dictamen judicial, de Manuel Vázquez Montalbán considerando al Barça “el ejército desarmado de Cataluña”. Un ejército local con “mercenarios”. Combatientes extranjeros a sueldo, complementando las autóctonas filas azulgranas, surgidas del juvenil West Point de la Masía.

Se habla mucho, sí, en Europa de rearme, aunque a Sánchez, que una vez consideró prescindible el Ministerio de Defensa, no le gusta la ruda palabra. La sustituye por vaporosos eufemismos para marear la perdiz (maniobras de distracción) ante la UE y, al mismo tiempo, interceptar los drones verbales de sus socios de Gobierno, provistos de un arsenal de armas de rendición pasiva. Pacifistas de parvulario que claman “¡no a la guerra!” como si negándola, la eliminaran. Sustituyen el kit de Von der Leyen por el cabás de la Señorita Pepis.

España está muy bien armada futbolísticamente. Pero en política necesita un rearme moral. García-Page le ha pedido a Sánchez, cuyo Gobierno, como los presupuestos, está prorrogado por Puigdemont en un permanente tiempo de descuento, que rompa con el de Waterloo para “salvar de la ruina al PSOE”. Pero bastaría con que Don Emiliano, cuyo valor se le supone, diera un paso al frente y ordenara a sus huestes que se replegaran hasta los escaños éticos del Congreso y en ellos se atrincheraran. Cual VAR rectificador, sacaría de ese modo roja directa a Sánchez, doble amarilla a Puigdemont y regeneraría el PSOE.

Un hat trick.

kpd