Cinco alpinistas rusos murieron en Nepal cuando escalaban el Dhaulagiri, cuyo pico, la séptima cima más alta del mundo se eleva 8.167 metros sobre el nivel de mar, informó este martes una representante de la comunidad de alpinistas de Rusia, según Efe.
“Han encontrado a los chicos. Todos murieron al caer la cordada”, escribió en su página de Facebook la alpinista Anna Piunova, que precisó que el grupo inicialmente estaba integrado por seis escaladores.
El equipo de montañistas “se descolgó” cuando se encontraba a una altura de 7.700 metros, indicó a Afp Rakesh Gurung, del departamento de Turismo nepalí.
Explicó que uno de ellos, al que identificó como Valeri Shamalo, se sintió mal durante la ascensión y regresó al campamento, situado a 6.100 metros, desde donde fue evacuado a un hospital en helicóptero. Fue rescatado y hospitalizado en Katmandú, precisó Gurung.
Según la agencia oficial TASS, la embajada de Rusia en Nepal confirmó que fue informada de la muerte de los alpinistas, que trataban de coronar esta cima, con los que se perdió comunicación el domingo pasado, el mismo día que comenzaron la ascensión.
Los accidentes mortales en el Himalaya son frecuentes en Nepal, donde los ocho “ochomiles” atraen a visitantes del mundo entero. En 2023 murieron 18 personas, un récord.
Las Ligas se ganan por tierra, mar y aire. Así de constante hay que ser para levantar el título. Y el Real Madrid consiguió este domingo mantener su ventaja de siete puntos con el Girona y de ocho con el Barça a base de saltos y vuelos. Especialmente los de Rüdiger, que provocó el primero, anotado por Vinicius tras la parada de Guaita al cabezazo del alemán, y el segundo, que se metió en propia el portero tras otro remate del central. El tercero, de Carlos Domínguez en propia, y el cuarto, del joven Güler, sentenciaron a un Celta con muchos problemas.
Después de cuajar uno de los peores partidos de la temporada en el agónico empate contra el Leipzig, Carlo Ancelotti metió aire fresco en su once inicial ante un Celta necesitado. El italiano sentó a Carvajal, Kroos y Tchouaméni, además de asumir la ausencia por sanción de Bellingham, e introdujo a Lucas, Modric, Brahim y Rodrygo, suplentes todos en Champions.
Las sensaciones fueron muy diferentes, aunque el rival también lo era. Los gallegos aterrizaron en el Bernabéu con el aliento del Cádiz y de los puestos de descenso sobre su espalda, a dos puntos, y mucho tendrán que mejorar para no pasar apuros en lo que queda de curso. En la primera parte, el Madrid quiso responder a los pitos continentales de su afición. Al descanso, 70% de posesión, 12 remates, 8 a puerta, 9 córners... Y un tanto, el de Vinicius, que se quedó corto para lo visto sobre el césped.
Los blancos se encontraron un partido conocido en Chamartín. Un rival con cinco atrás en defensa, que intentaba achicar todos los espacios y que quería correr a la contra. Ante eso, la entrada de Brahim y Modric, hábiles en el uno contra uno e inteligentes al espacio, alivió los problemas que el Madrid se podría encontrar contra una clásica defensa de balonmano. Ancelotti cargó más el ataque hacia la zona derecha, con Lucas, Valverde y Rodrygo apoyando al croata y al andaluz, y encontró ocasiones y resultados.
Tras varias arrancadas del lateral gallego y de Rodrygo, saldadas con despejes de la defensa, el primer tanto llegó en el minuto 21, en un córner, consecuencia de los ataques por esa banda. Modric colgó el balón, Rüdiger cabeceó a placer, Guaita rechazó la pelota y Vinicius, después de un primer remate que sacó el portero, anotó el 1-0.
El Madrid se adelantó merecidamente ante un Celta incapaz de aguantar el balón en sus pies y peligroso sólo cuando Aspas conseguía conectar con Larsen. En el medio, Camavinga fue el mejor de la primera parte, incombustible en la presión tras pérdida y atrevido en ataque. El francés decía en la previa de Champions que tenía que mejorar en la faceta goleadora y ser más valiente en los disparos. Y contra el Celta lo fue. Lideró la tabla de remates a puerta al descanso (5, 3 de ellos a puerta) y sólo Guaita evitó su gol.
Tras el descanso, el Madrid bajó unas cuantas marchas, cómodo en sensaciones a pesar de lo corto del resultado. Entregó algo más de balón al Celta, aunque sin permitir acercamientos peligrosos. El duelo entró en un terreno aburrido, de siesta, como esperando minutos más determinantes. Y llegaron.
El paso del tiempo dio oxígeno a un Celta que se siguió viendo en el partido quizás más de lo que esperaba en la previa. La conexión entre Valverde y Lucas en la derecha, menos constante que en la primera parte pero efectiva para su equipo, levantó el ánimo del Madrid con balón hacia el tramo final. Rodrygo pudo sentenciar después de una combinación con el uruguayo, pero sigue con la pólvora mojada.
En el 79, Rüdiger impuso de nuevo su ley aérea y cabeceó, imperial, para que Guaita se metiera su remate en la portería tras tocar el larguero. 2-0 y tranquilidad en el Bernabéu, que sigue viendo a sus rivales muy lejos. En el 88, Carlos Domínguez anotó en propia el 3-0 de los blancos y en el descuento bGüler marcó su primer gol con la camiseta del Madrid. 4-0 y a pensar en cotas mayores.
De las finales de Champions que ha disputado el Madrid contemporáneo, a la que más podría parecerse la de Wembley es a la que jugó frente al Bayer Leverkusen, en 2002. Un rival alemán de clase media, inferior desde cualquier ángulo a los blancos, que desde 1988 han ganado dos veces a la Juventus, dos al Liverpool, dos al Atlético, una al Valencia y otra al citado Leverkusen: ocho de las 14. Sin embargo, la Novena, resuelta con la volea de Zidane en el minuto 45, fue la que supuso un mayor padecimiento para el Madrid, junto con la disputada en París, con un desenlace heroico para Casillas. La radiografía de los finalistas en el trayecto hacia Wembley no augura, inicialmente, algo similar, ya que de todas las superioridades que pueden apreciarse en el Madrid frente a su rival, ninguna es tan evidente como su producción goleadora en los 10 últimos minutos de los partidos o su alargue. Las estadísticas de este curso dicen que en ese tramo es imbatible, y no precisamente por su portero. Si es capaz de llegar sin sorpresas, nadie como el equipo de Carlo Ancelotti juega mejor la final de los 10 minutos.
Entre el gol que marcó Vinicius al Bayern Múnich en el minuto 83, en la ida de las semifinales, y el de Bellingham al Unión Berlín, en el minuto 93, en el primer encuentro de la fase de grupos, el Madrid ha conseguido cinco más (ver gráfico). Es decir, siete a partir del minuto 80 de los 26 marcados en total en la competición, un 26,9%. El porcentaje de su producción goleadora ya es mayor en el segundo tiempo (61,5%), aunque con una gran concentración en esa franja final. En el mismo segmento, el Dortmund sólo ha marcado dos tantos, el que anotó en el Metropolitano por medio de Haller (minuto 81), en cuartos, y el logrado frente al PSV Eindhoven, en la ida de los cuartos, a cargo de Reus (minuto 94). Un 11,7% de su bagaje goleador en esta Champions.
Al contrario, los alemanes han conseguido dos tantos en los primeros 10 minutos por ninguno de los blancos, que lograron el primero por parte de Rodrygo frente al Nápoles en el Bernabéu, a los 11 minutos. Sugiere el dato que el Dortmund parte más activado en los partidos frente a un Madrid que ha tenido arranques perezosos, algo de lo que los propios protagonistas han hecho autocrítica repetidamente. Los anticuerpos que son necesarios para evitarlo es de suponer que son más fáciles de activar en una finalísima.
UN RIVAL MEJOR EN EL ECUADOR
Los goles alemanes se reparten prácticamente a partes iguales entre los dos tiempos, tan sólo uno más tras el descanso. Sorprende que, pese a la diferencia en la producción (17 frente a 26), el Dortmund ha marcado más en el ecuador de los encuentros, entre los minutos 30 y 50 (cinco frente a dos). Las dos salidas al terreno de juego y el final del primer periodo son, según el recorrido anterior de los equipos, fases en las que el Madrid ha de estar especialmente vigilante.
Con muchos menos goles, en el equipo de Edin Terzic, en cambio, han marcado más futbolistas que en el de Ancelotti (12 por 10). Vinicius, Rodrygo y Joselu han anotado cinco cada uno, por cuatro de Bellingham. Ningún jugador del rival en Wembley ha conseguido tantos. Füllkrug suma tres por dos de Brandt, Reus y Adeyemi. Se trata de un equipo muy coral tanto en lo defensivo como en lo ofensivo, donde el despliegue de Adeyemi, Jadon Sancho y Brandt multiplica las opciones. El balón parado le da, asimismo, buenos frutos, como demostró Hummels en París. Füllkrug es un 'delantero-tanque' poderoso físicamente.
"NUESTRA AUTOESTIMA CRECIÓ"
El Madrid ha marcado en todos los partidos mientras que el Dortmund no lo hizo en los dos primeros, ante PSG y Milan. Curiosamente, no pudo ganar a los de Luis Enrique en ninguno de los dos encuentros de la fase de grupos, pero les derrotó en ambos en semifinales. Ello dice mucho de un equipo que ha crecido en los momentos de presión, como era la vuelta de cuartos después de perder en el Metropolitano. «A partir de la tercera jornada, cuando jugamos contra el Newcastle y ganamos, notamos cómo empezábamos a creer que podíamos conseguir algo. Nuestra autoestima comenzó a crecer», dice Terzic. La realidad es ya no dejó de hacerlo. La final es su premio. «Si jugáramos 10 veces contra el Madrid, sería difícil ganar en el balance general, pero a 90 minutos o 120 más los penaltis, podemos vencer a cualquiera».
El Dortmund será el cuarto rival alemán del Madrid en esta Champions, que la empezó ante el Unión Berlín, con una victoria pírrica en el Bernabéu, y en el mismo lugar tuvo su momento crítico del torneo ante el Leipzig. Padecer ante el Bayern estaba en el guion. Las finales tienen el suyo propio. Mejor para el Madrid sise decide en los 10 últimos minutos.
Valhalla evoca a historias épicas, a batallas mitológicas con vikingos y dioses. Esta semana, un campo de golf en el corazón de la América profunda que presume del mismo nombre acoge el segundo major del año: el PGA Championship. Los mejores del mundo, compitan donde compitan, vuelven a juntarse.
Hablamos del mejor plantel de jugadores: 156 golfistas, donde solo faltan tres top 100 del ránking mundial, incluidos 16 pertenecientes al LIV Golf. Del circuito saudí, de hecho, saldrán dos de los tres españoles, Jon Rahm y David Puig, a los que une Adrián Otaegui, brillantemente clasificado tras su victoria en China.
Rahm quiere dejar atrás polémicas, centrarse en competir y quitarse el mal sabor de boca de su defensa del Masters de Augusta, donde terminó en el puesto 45º. El año de su fichaje por el LIV Golf está siendo extraño: ni una sola victoria, aunque en el Top 10 de los siete eventos de la gira saudí. Ahora quiere romper el maleficio del golf español, que nunca en la historia ha ganado un PGA Championship, el único Grand Slam que el país no tiene en sus vitrinas.
"El PGA me ha dado muchísimo"
"Ojalá podamos cambiar esa dinámica, no hay un razón especial que explique porque los españoles no hemos jugado bien en este torneo", comenta el propio Rahmbo antes de la cita. Pese a su compromiso con el LIV Golf, quiso aclarar de una vez por todas su postura y su agradecimiento al PGA Tour. "Sigo siendo miembro del PGA Tour, independientemente de que esté suspendido o no. El PGA me ha dado muchísimo y la oportunidad de ser quien soy", enfatizó en al portal Ten Golf, donde dejó claras sus intenciones de mantener la membresía del DP World Tour.
Para ello tendrá que pagar las multas de cada torneo del LIV que coincida con uno del antiguo circuito europeo y comprometerse a jugar un mínimo de cuatro torneos en su gira. En su órbita siempre ha estado el Open de España, aunque el nacimiento de su tercer hijo, previsto para esas fechas podría hacerle cambiar de planes.
En la década de los años 80 un soñador multimillonario apasionado de la mitología contrató a Jack Nicklaus para construir un campo diferente y capaz de albergar grandes eventos. En total, siete grandes citas han visitado Valhalla a lo largo de estos años, destacando tres ediciones del PGA Championship (esta semana se disputará la cuarta), con ganadores tan emblemáticos como Tiger Woods en 2000 o Rory McIIroy en 2014. Además la Ryder Cup de 2008 que conquistó Estados Unidos también se disputó en esta sede.
Un dato contra Scheffler
En la nómina de favoritos precisamente destaca McIIroy, cuyo destino ofrece una curiosa cábala. El norirlandés ganó hace sólo unos días el Wells Fargo, un torneo del PGA Tour que supone haber logrado dos victorias consecutivas en la antelasa del PGA Championship. El último en lograrlo fue precisamente él en 2014, precisamente en Valhalla, cuando conquistó The Open y el Campeonato del Mundo Bridgestone Invitational antes de triunfar en el PGA. Aquél fue su cuarto y último major hasta la fecha, por lo que ahora espera romper esa sequía de 10 años.
El otro gran aspirante es Scottie Scheffler, que espera llegar al PGA con ese pan debajo del brazo que la sabiduría popular siempre atribuye al nacimiento de un hijo. Hace pocos días el indiscutible número uno del mundo fue padre por primera vez. Cuatro victorias este año, entre ellas The Players Championship y The Masters, acreditan que la versión actual de Scheffler es la más parecida a la del mejor Tiger Woods. En contra de él, un dato tan real como absurdo: todas la victorias de Scheffler se han producido entre febrero y abril. Jamás ha ganado un torneo más allá de mayo.
Woods ha desaparecido de la lista de favoritos para entrar en la lista de alicientes. Su llegada al torneo es otra gigantesca incógnita, pasar el corte ya sería un éxito, aunque el estadounidense, con 15 majors a sus espaldas, no se resigna y sigue pregonando aquello de que está en el PGA para ganar.