Paloma del Río: "Mujer y lesbiana en periodismo deportivo... Tengo un impermeable para los ataques"

Paloma del Río: “Mujer y lesbiana en periodismo deportivo… Tengo un impermeable para los ataques”

El mes pasado, Paloma del Río (Madrid, 1960) recogió cuatro premios. En junio sólo recibirá tres, quizás por la llegada de las vacaciones o tal vez porque se empiezan a acabar los que no tiene. Es su día a día desde que se jubiló, en 2023, como una de las periodistas más prestigiosas de España pese a no haberse dedicado nunca a un deporte de masas. Estrella a base de narrar gimnasia artística, rítmica y patinaje, no entraña ningún riesgo decir que ni ha habido ni habrá un caso igual.

"Es muy agradable que te llamen de los sitios más variopintos para darte un premio, no te voy a mentir. Me lo he pasado muy bien con mi carrera, la gente se lo ha pasado también bien conmigo y ahora estoy recogiendo la recompensa", explica.

¿Sentiste este reconocimiento cuando estabas en activo?
Sí, hubo un antes y un después de los Juegos de Atlanta del 96. Llevaba desde el 86 en TVE y en el 87 empecé a hacer las transmisiones. Heredé de Olga Viza la gimnasia artística y de María Escario, la gimnasia rítmica. Siempre he sido la heredera en TVE: luego heredé también el patinaje artístico, la hípica y una parte del voleibol. Enseguida me di cuenta de que, si hablábamos muy técnico, a la gente no le llegaba. Se lo dije muchas veces a Juan de Dios Román con el balonmano: "Me encantan tus explicaciones, pero no las pillo". Hay que bajar los deportes a tierra para la gente que está en su casa o en el bar, aún más con los deportes tan técnicos que he tenido yo. O los explicas con un lenguaje que la gente entienda o no vamos a ganar clientela.
¿Eso es lo que produjo el cambio en Atlanta?
Empecé a hablar como se lo contaría a la persona que tengo al lado. Eso me lo dijo una vez Lorenzo Milá: "Me da la sensación de que estamos en el salón de casa y me lo estás contando a mí". Esa era la idea, con la espontaneidad de que se note si me enfado, si me alegro, si me emociono o si lloro. No reprimo mis emociones cuando retransmito para que la gente pueda tener las mismas o más y se lo pase bien.

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En los deportes que no tienen muchísimos aficionados pero sí muy fieles, eso a veces molesta.
Me pasó en la gimnasia artística y la rítmica. Los puristas me criticaban que no dijera el nombre de los elementos, aunque sí lo decía de vez en cuando. Rafael Recio me dijo una vez: "Paloma, me estás hablando de un markelov y yo no sé lo que es eso, puede ser un dulce búlgaro". Tenía razón. Son términos para el 0,01% de personas que se saben el código de la gimnasia, pero los 48 millones de personas restantes no me entenderían. Así que los puristas se enfadaban y me criticaban por no saberlo. Pues sí lo sé, pero no te estoy hablando a ti, sino a la mayoría.
¿Hasta Paloma del Río tiene haters?
Sí, sí, alguno hay que se ha alegrado de que me haya jubilado. Espero que no muchos.
Esa es una ventaja de dedicarse a deportes minoritarios.
Pero a cambio dificulta mucho lograr que se te reconozca. Para el gran público, la gimnasia y el patinaje son deportes que aparecen cada cuatro años y luego nos meten a los comentaristas en el congelador hasta los siguientes Juegos, como si no hubiera competiciones todos los años. Pero en Teledeporte no cabe todo, las teles privadas no los cubren y prensa y radio tampoco salvo que salga una Almudena Cid o un Javier Fernández. Pero mira lo que ha pasado este año, TVE no ha comprado los derechos del Europeo de gimnasia artística ni el de rítmica por un problema presupuestario, hemos ganado tres medallas y no se ha visto.
¿Te preocupa que, ya sin tu fuerza dentro, TVE olvide tus deportes?.
En realidad fue una de las cosas por las que me jubilé anticipadamente porque, en 2021, terminó el contrato para emitir patinaje artístico y no lo renovaron. Me quedé con menos contenido, vi cómo estaban evolucionando las cosas y preferí no vivir el declive. La Ley de financiación de 2010 fue un desastre para TVE porque eliminó la publicidad y el recorte presupuestario ha sido brutal desde entonces. Me jubilé en septiembre de 2023 y en esos 13 años sólo hice nueve transmisiones fuera del locutorio, ni una por año. Evidentemente todo se vuelca en el fútbol, ellos viajan y fenomenal, pero ahí hay una serie de periodistas que fuimos encerrados en un locutorio y eso termina por minarte.
Y decidiste irte.
Sí, sin rencor. Ya había hecho nueve Juegos de verano, siete de invierno, Mundiales de gimnasia, de rítmica, de patinaje, he sido desde becaria hasta directiva... El recorrido es brutal. Estoy satisfechísima de mi trayectoria profesional. ¿Qué incentivo era esperar a que llegase el campeonato de Europa de gimnasia para sonorizarlo? Nada, que venga el relevo. Yo ya tengo los años cotizados, el físico me aguanta bien y ahora puedo tener una vida tranquila y feliz. Lo que pasa es que es una deriva preocupante porque TVE ha sido absolutamente vital para la supervivencia de muchos deportes en España, deportes que luego dan medallas. Sin visibilidad en la tele no hay inversión de patrocinadores y eso repercute en los medios y en los resultados.
Eres periodista por inercia. De hecho, tu primer trabajo fue de auxiliar de clínica.
Así es. Terminé BUP y no tenía ganas de estudiar, no me veía con fuerzas. Entonces hice un curso de auxiliar de clínica, unos cursos de inglés y cuando terminé entré en la Ruber, primero en prácticas y luego en el turno de noche de la UVI, de 22:00 a 8:00, días alternos. Ahí, con más fuerzas y con la calma que me daba la tranquilidad económica decidí retomar mis estudios. Hice COU en una academia y tras la Selectividad no sabía exactamente qué quería hacer: Periodismo, Psicología o Ciencias Políticas. Decidí ya en el rectorado para pedir plaza, pero siempre me ha gustado. Me mata la curiosidad. Con ocho o nueve años siempre dormía con una radio debajo de la almohada pendiente de lo que pasaba. No sabía que quería ser periodista, pero estaba ahí dentro.
Eso en cuanto al periodismo, ¿y al deporte cómo llegaste?
Eso me gustó siempre. Íbamos juntos a clase en la universidad Vicente Vallés, Fran Llorente, Fran Sevilla, Miguel Ángel Nieto y Teresa Viejo y en primero ya sabíamos todos lo que queríamos hacer. Fran y Vicente, información; Teresa, cultura; Nieto y Sevilla, internacional y yo quería estar en deportes. Cuando llegué a TVE, el tutor de los becarios nos preguntó qué queríamos hacer y yo le dije que deportes. Se sorprendió muchísimo. Hay que ponerse en 1986, cuando las mujeres era rarísimo que quisiéramos hacer esto. Estaba Julián García Candau de director de Deportes y Fernando Ors, de subdirector y les pedí el turno de tarde porque me permitía compatibilizarlo con la noche en la clínica y dormir por las mañanas. Aceptaron y aquí estamos.
En los años previos, habían entrado en TVE Mercedes Milá, Olga Viza y María Escario. Sois las periodistas que rompéis ese techo de cristal del deporte en la tele.
Sí. Es curioso porque somos amigas, lo hemos hablado muchas veces y tenemos ideas distintas de lo que pasó. Mari Carmen Izquierdo fue la pionera y María Antonia Martínez hacía baloncesto. Luego, en Barcelona entraron Olga y Mercedes y en Madrid, Elena Sánchez, María y yo, que llegué la última de esa generación. Yo siempre tuve la sensación de que teníamos algunos jefes, por ejemplo Fernando Ors o Rafael Marichalar, que no estaban acostumbrados a que hubiera allí mujeres y no les gustaba, pero María, por ejemplo, dice que ella no lo vivió así. Yo sí sentí que nos miraban como diciendo: "¿Qué hacen estas aquí? Esto es de hombres, como el Soberano".
¿Cómo lo llevabas?
Me daba igual, no me iban a espantar. El periodismo deportivo en aquella época era hecho y consumido por hombres y era raro que una mujer vocacionalmente quisiera estar allí, pero yo quería. Siempre pensé que por qué no iba a poder estar yo allí. Luego, los prejuicios se difuminaron en el momento en el vieron que teníamos un conocimiento, nos encargaban cosas y las hacíamos perfectamente. Vas funcionando, vas resolviendo y se acabó esa sensación, pero costó mucho trabajo porque estábamos entrando en un terreno en el que a ellos no les gustaba que entráramos, el periodismo deportivo era su terrenito y su parcelita. Pero entramos, peleamos, funcionamos y, gracias a aquello, ahora está completamente normalizado.
Nada normalizaba algo en los 80 como verlo en la tele.
Exacto. La televisión era la que te daba la visibilidad, porque en radio y en prensa escrita había mujeres haciendo deportes y prácticamente pasaban inadvertidas. Sin embargo, el hecho de que apareciéramos todas nosotras en pantalla supuso un impulso. De hecho, a partir de ahí muchas mujeres entraron en las universidades queriendo ser periodistas deportivas. Nos vieron como un espejo. Ese grupo de mujeres que estuvimos en los años 80, antes de que llegaran las privadas y las autonómicas, nos convertimos en referentes y es un orgullo enorme.
Olga Viza considera que aquel periodismo no era tan machista como se cree, que incluso observa una involución.
Había de todo, como lo sigue habiendo. Yo tuve claro desde el primer día que cualquier embestida de tipo machista la iba a parar. Por ejemplo, cuando no llevaba mucho, uno de mis jefes pasó por mi lado y me tocó el pecho con total naturalidad. Eso pasaba en esa época, pero desde luego yo no tenía ninguna intención de que volviera a repetirse, me enfrenté a él, le dije que estaba fuera de lugar completamente, que las mujeres no tenemos que estar soportando esas cosas y le dejé claro que no me iba a arrugar. Le dije allí en medio que yo iba a ser periodista deportivo igual que ellos, que era vocacional y que no me iban a asustar. A partir de ahí me dejaron en paz. No entendía esa reticencia que no existía en Nacional o en Sociedad. En realidad yo sabía más de deportes que muchos de ellos, lo que pasa es que en España el conocimiento deportivo es el que es.
Se habla de periodismo deportivo y es periodismo futbolístico en la mayoría de casos.
Claro. Todavía hoy, cuando voy a universidades, veo que todos se enfocan en un conocimiento amplísimo del fútbol, pero les preguntas quién es el presidente de la Federación de Atletismo, quién preside el COE o cuántos españoles hay en el COI y no saben de qué les hablas. Nos bombardean con el fútbol, pero si quieres saber de deportes tienes que saber de otras muchas más especialidades, hay 66 federaciones en España. Luego exigimos resultados, pero yo estaba en posiciones de comentarista de Juegos Olímpicos, venían periodistas de otros medios españoles a cubrir una medalla y te pedían que les explicaras las reglas. Les echas un cable, claro, pero es un problema de falta de cultura deportiva.
Un especialista en un deporte del que no se habla frecuentemente es caro. TVE ha sido su refugio.
Sí, y cada vez menos. Los recortes desde la ley de financiación de 2010 han sido salvajes y TVE ha sobrevivido peleando mucho, pero las grandes películas, los grandes deportes y las grandes series, como ‘El Ministerio del Tiempo’ o ‘Águila Roja’, han desaparecido. Antes en la sobremesa poníamos una película de Hollywood y ahora cualquiera sueca o alemana. En deportes teníamos los cuatro grandes de tenis, las tres grandes de ciclismo, la Premier League, el Seis Naciones, las motos… Hemos tenido que dejar de lado tanta cantidad de derechos que cada vez se necesitan menos especialistas.
Paloma del Río, en su casa de Madrid.

Paloma del Río, en su casa de Madrid.Ángel Navarrete

Te lo sabes bien, se nota que fuiste directora de Programación deportiva muchos años. ¿Disfrutaste de la faceta de ejecutiva?
Hay de todo. Se disfruta a la hora de intentar conseguir los mejores deportes y hacerlos populares a través de Televisión Española, pero cuando estás negociando y desde la dirección económica te dicen que no hay dinero o cuando tienes que decirle a compañeros que no se va a comprar su deporte o que no podemos viajar y va a retransmitir desde un locutorio, no es agradable. Espero que durante los años que estuve como directiva entendieran que la Paloma del Río redactora les entendía, pero no podía hacer otra cosa sin dinero. Está bien hacerlo una temporada porque te das cuenta de cómo se ve la vida desde dentro del despacho y de lo ingrato que es a veces, pero como periodista he sido mucho más feliz.
Hemos hablado del machismo, pero has roto otra barrera en el periodismo deportivo: la homosexualidad.
Sí. Fíjate que a nivel interno todo el mundo sabía que yo soy lesbiana. Siempre lo traté con naturalidad e igual que mis compañeros hablaban de su vida, de su fin de semana o de su pareja, yo hablaba de la mía. Pero eso era a la cara, luego estaba el cinismo y la hipocresía de muchos de mis compañeros cuando yo no estaba delante. Como en la vida todo te vuelve, me llegaban las obscenidades y las tonterías que decían de mí los mismos que me preguntaban luego qué tal mi vida.
¿Qué decían?
Burradas y vulgaridades. Buen rollete a la cara y a ponerme a parir al doblar la esquina. Durante años, cuando íbamos a Palma para cubrir la Copa del Rey de vela, el comité organizador nos cogía un hotel muy cerca para todo el operativo y, como eran habitaciones dobles, todos íbamos con alguien: tu novio, tu novia, tus hijos, tu hermano… Y a todo el mundo le parecía bien. Un año llevé a mi pareja, sólo uno, y me denunciaron al sindicato. Hasta ese año no le había molestado que lo hicieran los demás pero, claro, era una mujer. Esa era la realidad tras las buenas caras.
¿Cómo lo llevabas?
Me daba igual. A final, mujer y lesbiana en el periodismo deportivo… Tengo una especie de impermeable y me resbalan los ataques. Cuando estás 38 años con un micrófono y hablando para mucha gente ya sabes que lo que hagas y lo que digas no le va a caer bien a todo el mundo. Entonces tienes que hacer un proceso de filtrar todo y elegir las opiniones que importan, en lo profesional y en lo personal.
¿Cómo puede ser que no haya ningún gay reconocido en el fútbol masculino de élite?
Poco antes de jubilarme hice una serie que se llama "Ya no quiero esconderme". Son tres capítulos sobre el deporte y el colectivo LGTBI, uno dedicado al fútbol, otro al olimpismo y otro al deporte minoritario. Para los dos últimos teníamos tantos deportistas, hombres y mujeres, que tuvimos que descartar protagonistas, pero para el de fútbol sólo encontrábamos mujeres. Es increíble y estadísticamente no es posible. Los únicos chicos futbolistas que han salido lo han hecho cuando se han retirado o cuando no estaban en equipos de primera línea y cuando otros, como Borja Iglesias, muestran apoyo al colectivo, los machacan. Así que imagina si uno dice que es homosexual… Volveríamos a los tiempos de 70.000 gritando "Guti, maricón" o "Míchel, maricón". Y emocionalmente es muy difícil enfrentarte a eso y, probablemente, no te compense.
En el periodismo deportivo masculino, la ausencia es igual de llamativa.
Es otro reducto en el que algo tan normalizado en otros sectores de la sociedad como es la homosexualidad parece que sea mentar la bicha. Ese miedo es una cuestión de actitud personal y de ganas de tener una vida tranquila, pero es que yo la tengo absolutamente tranquila, sin ningún problema, y tener que ocultar quién eres realmente es un problema. Jugar un doble papel debe de ser cansadísimo. De hecho, he leído estudios que demuestran que en las empresas que muestran una sensibilidad especial hacia el colectivo LGTBI se trabaja mejor y se rinde más porque nadie tiene que estar pendiente de a ver qué digo, a ver si se me escapa, a ver qué van a decir. Crear un espacio seguro es bueno para todos.
El deporte femenino lo es mucho más.
Claro, porque en el mundo del deporte hay pocas referencias, pero quienes dieron la clave y derribaron barreras volvieron a ser las mujeres. Claramente, Billie Jean King y Martina Navratilova fueron las primeras en tener el valor de liderar este movimiento.
Ahora que llevas dos años jubilada, ¿cómo ves el periodismo deportivo desde la distancia?
Sigo viendo una alarmante ausencia de información polideportiva. Entiendo el negocio empresarial que supone hablar de fútbol, porque todo es fútbol, los patrocinadores se unen a los programas que tienen fútbol y las audiencias son mejores en todo aquello que lleva fútbol, pero hay programas que empiezan a las 14:00 y acaban a las 2:00 y no encuentran cinco minutos para la información polideportiva, ya ni te digo la femenina. Y a veces veo las transmisiones y…. Ahora consumo mucho deporte como espectadora y no sé por qué los comentaristas gritan tanto. ¿No saben que acompañan a una imagen?
Se narra en la tele como si fuera la radio.
Ese griterío tiene sentido cuando tienes que llamar la atención porque no tienes la imagen, pero en la televisión no hace falta. Si yo tuviera que estar haciendo las transmisiones a ese volumen, me dejaba la garganta en un pispás. Y, por último, veo con dolor que RTVE no puede competir por los derechos de los grandes eventos, excepto los Juegos Olímpicos porque van asociados a una partida extraordinaria del Presupuesto General del Estado.
¿Cómo puede ser que llevemos casi 50 años de democracia y no se haya logrado una RTVE libre de injerencia política?
Y mira que lo hemos intentado, pero nada. Cuando cambia el Gobierno, todos ahí dentro sabemos que va a haber cambios en las cúpulas directivas, pero los redactores, los curritos, los que estamos ahí dando la información, somos siempre los mismos. Para el periodista es un tanto desesperante porque lees y escuchas que ahora la televisión es muy liberal o muy conservadora y al 99% somos los mismos y hacemos lo mismo. Si te gustaba hace cuatro años mi trabajo, ¿por qué no te va a gustar ahora? TVE se ha convertido en el pim pam pum para que todo el mundo le atice, los de un lado y los de otro.
Pero hay líneas editoriales y apuestas por programas que sí tienen un sesgo ideológico.
Sí, pero las estrategias que tiene la televisión pública las tiene también la privada. "Pero es que lo pagan ellos", me dirán. Vale, es un argumento de peso que con su dinero hacen lo que quieren, pero deja por lo menos que la televisión pública lo intente, que intente hacer programas atractivos, subir la audiencia y llegar a públicos que otras cadenas no atienden porque no les son rentables. Tiene todo el derecho del mundo a competir para tener su audiencia y su nicho, aunque a veces no acierte. Es muy difícil aislarse de la política porque lo impregna todo. Se supone que la radiotelevisión pública tiene que estar en esa franja de objetividad y neutralidad, pero en este momento es dificilísimo porque no hay manera de poner de acuerdo a unos y otros sobre qué es lo objetivo.
¿Echas de menos el trabajo?
No, no, no. El año pasado vi los Juegos Olímpicos de París y fue la primera vez que disfruté de unos Juegos como espectadora desde Los Angeles 84. Pude decidir qué veía, qué no y cuándo me iba a la playa. Una gozada. Si hago balance profesional, pienso: ¿qué más podía hacer? Nada, estoy encantada de la vida, escribiendo un libro y dando conferencias, sobre mujer y deporte, el colectivo LGTBI y la igualdad. Voy a intentar ayudar en todo lo que pueda. Disfruto de mi vida actual con la sensación de que he hecho un trabajo bueno, intenso y lo he pasado bien.
En tu última retransmisión, te ovacionó el pabellón entero. No se me ocurre despedida mejor.
No la hay. Fue alucinante. Todo ese Mundial de rítmica, en Valencia, fue increíble porque cada día, cuando llegaba al puesto de comentarista con Almudena [Cid], tenía regalitos de aficionados: chucherías, cartas, detalles... Almudena lo llevaba fatal, porque hemos estado toda la vida juntas, primero comentando yo sus éxitos y luego como compañeras, pero fue el final perfecto.
Ya estamos. ¿Te ha quedado algo por decir?
Sí. Por favor, aunque este mundo no nos dé un respiro, no olvidemos a las mujeres afganas.
Olga Viza: "¿Machismo en el periodismo? Lo importante no es dónde trabajas sino con quién"

Olga Viza: “¿Machismo en el periodismo? Lo importante no es dónde trabajas sino con quién”

Olga Viza (1958) es una leyenda viva. Muy viva. También es amiga y residente en Barcelona, pero aún así me regatea durante meses antes de ceder a mi asedio para hacer esta entrevista, sospecho que porque asume que es mejor aguantarme una hora un día que una turra todas las semanas. Fue pionera referencial como mujer en el periodismo deportivo, presentadora estrella de informativos y hasta debates presidenciales y sigue trabajando en Y ahora, Sonsoles, Radio Nacional, Catalunya Radio y la SER. Si esta sección tenía cuatro o cinco nombres marcados en rojo, uno es el suyo.

¿Por qué te has resistido tanto?
Porque lo mío, teóricamente, es preguntar. Ser un personaje no me parece lo más indicado para un periodista. Es verdad que cuando acumulas en la mochila muchas experiencias está bien compartirlas de vez en cuando, pero no más que eso.
En los últimos doce meses no han parado de darte premios: el 8M de la Comunidad de Madrid, el Nacional de Comunicación de la Generalitat de Cataluña, el de la Asociación de la Prensa Deportiva de Madrid, el Nacional de Periodismo Pepe Oneto, el 5 Estrellas, el Charter 100… Algo habrás hecho.
Esto es consustancial con la edad y el punto de carrera en el que estás, ese es el principal motivo. Todos me parecen una fiesta y todos me han sorprendido. He tenido la sensación de que ya estoy en ese momento de mirar para atrás, que es algo que nunca he hecho. Te das cuenta de que hay camino recorrido y, narices, algo habré hecho bien. No soy nada nostálgica, pero hay vivencias y personas que llevo conmigo porque si he llegado hasta aquí ha sido gracias a ellas, por bien o por mal. De los deportistas aprendí que unas veces se gana y otras se aprende. Todos estos premios me han asombrado, esa es la verdad.

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Puedes gritar: "¡Me lo merezco!, como Míchel en Italia 90.
Cuando me dieron el de la Generalitat, iba en el coche y me llamó la consellera. Me dijo que acababan de decidirlo y sólo me pedía que no se lo dijera a nadie hasta que lo anunciaran unas horas después. Le respondí: "De momento, si no le importa, me lo voy a decir muchas veces a mí misma". Jamás se me había pasado por la cabeza ganar tantos premios y hacen muchísima ilusión.
Has hablado antes del punto de carrera en el que estás. ¿Cuál es ese?
Empecé muy pronto, acababa de cumplir 21 años. Yo me he hecho mayor delante de la gente, en público y a la vista de todos. Ahora tengo 66, así que llevo en esto más de dos tercios de mi vida. Es una barbaridad. No tengo la sensación de que me quieran jubilar, así que estoy en un punto estupendo, pero ya con muchos kilómetros.
¿No aparcas nunca la humildad?
No es falsa, eh. Sólo soy una periodista.
Y una pionera.
Eso sí, es cierto que lo fui, es un dato y no presunción, pero nunca pierdo la perspectiva. Julia Otero es mi amiga y una vez, en la época del pelotazo de narices que fue ‘3x4’, fui a recogerla para irnos juntas a Madrid a grabar unas promociones para Navidad. La pobre no podía dar un paso por la calle, la esperaban a la salida del trabajo, la tenían agobiada la gente y los fotógrafos. Una cosa tremenda. Nos subimos al taxi y el taxista estaba fascinado viéndola y yo le decía: "Qué difícil tiene que ser esto, tía, pero tranquila que en cuanto entremos en la terminal del aeropuerto me toca a mí… de otra manera". Yo hacía ‘Estadio 2’, el programa que daba todo el deporte los sábados, y, efectivamente, nos pusimos en la cola y enseguida se empezaron a acercar señores: "¿Dais el tenis el sábado?", "¿A qué hora empiezan las motos?", "¿Aguantáis todas las carreras o cortáis para el ciclismo?"...
Información de servicio.
Exacto. La diferencia entre que les interese el contenido y la persona. Hablabas antes de ser un personaje, en aquel momento Julia sí que lo era, pero yo nunca he sufrido eso. Y eso que las audiencias en TVE eran inimaginables ahora, el día que Arantxa Sánchez Vicario ganó Roland Garros tuvimos 13 millones de espectadores en La 2. Y en los Juegos de Barcelona era obscena la cantidad de gente que nos veía, pero no era consciente porque no vivía pendiente de eso. Cuando realmente me di cuenta de que eso había trascendido fue al día siguiente de la ceremonia de inauguración de Barcelona 92. Aparqué el coche a dos manzanas de donde estaba el centro de prensa y empecé a escuchar: "Buenos días, Olga". Fui todo el camino saludando, diciendo buenos días por la calle como en el pueblo. Maravilloso. Eso no me había ocurrido nunca. No fue nada invasivo, pero ese día me di cuenta de la gente que te ve.
¿Ese verano del 92 fue el momento más feliz de tu carrera?
Sí, y seguramente de toda España. Barcelona no fue comparable a nada y creo que influyó mucho en esa sensación de orgullo y felicidad general que no existían redes sociales. Esos Juegos con redes sociales se habrían visto con menos orgullo por lo bien que salió todo porque enseguida habrían empezado los matices y las pegas.
¿Por eso eres una periodista sin redes sociales?
No ser usuaria es una decisión consciente y meditada. Primero, porque no lo necesito vitalmente y si tengo que dar una opinión, tengo lugares donde darla. Segundo, porque he aprendido a ejercer este oficio sin que nada me mediatice y no quiero cambiar ahora. Soy muy consciente de que seguramente me esté perdiendo cosas muy buenas, pero me compensa. Aunque confieso que me hice una cuenta en Twitter con otro nombre para seguir a gente que me interesaba sin tener que ser activa. Comparto lo que dijo Iñaki Gabilondo sobre esta sociedad sobreinformada: "En las grandes inundaciones, lo primero que escasea es el agua potable".
Vamos al principio, ¿querías ser periodista deportiva?
Para nada, no quería siquiera ser periodista. Yo quería ser médico. Hice ciencias en BUP, pero me peleé con algunas materias y, como desde niña me gustaba mucho leer, escribir, jugar con los cassettes e inventarme periódicos, en COU me pasé a letras y me apunté a Periodismo. Como no creo en las vocaciones únicas, pensé que no me importaría levantarme por la mañana para ir a estudiar eso o para realizar ese trabajo. En mi casa se leían muchísimos periódicos y siempre viví ese ambiente. Mi abuelo era un hombre de letras, tenía una pequeña editorial, y me alentaba a escribir. Luego, en la facultad, pertenezco a esa generación de mujeres que queríamos tener una vida distinta a la que habíamos visto en nuestras madres. Queríamos conocer mundo, aprender idiomas, correr aventuras, conocer historias y contarlas. Yo quería ser Manu Leguineche.
¿Y en qué momento cambió el plan?
Mi padre fue jugador de baloncesto en Primera y el deporte formaba parte de mi vida, pero nunca me lo planteé como destino profesional. Un compañero de clase que ya trabajaba en TVE me dijo que había un nuevo director en Deportes, Sergio Gil, que tenía 26 años y quería meter gente nueva. Me concertó una entrevista y no me presenté. Fui muy maleducada, la verdad, así que luego me sentí mal, fui al día siguiente a disculparme y ya me quedé. Me pareció que aquel era un lugar en el que me sentiría feliz.
¿Cómo fue la entrada?
En Madrid estaba en Deportes Mari Carmen Izquierdo , que era una institución, y en Barcelona entramos tres: Rosa María Garriga, que había llegado un poco antes, Teresa Aranda, que se fue pronto, y yo. Fue la entrada que te puedes imaginar. Sergio Gil era un tío con una cultura muy anglosajona que tenía nuevas cosas en la cabeza e hizo transversal una redacción que estaba plagada de popes. Atento: Juan José Castillo, Andrés Astruells, José Félix Pons, Miguel Ángel Valdivieso, los Fernández Abajo… Gente muy importante que, confieso, yo no conocía porque no consumía periodismo deportivo. Veía el baloncesto por mi padre y fuera. Cuando llegué me dijo que tranquila, que las primeras semanas iba a estar aprendiendo cómo se hace la televisión porque nunca había pisado el plató. Se me ha olvidado decirte una cosa.
¿Cuál?
Que había otra mujer antes. El sitio que yo ocupé fue el de Mercedes Milá, que era una enorme reportera de deportes y se fue a Madrid a hacer ‘Informe semanal’. El caso es que yo no estaba tan tranquila aprendiendo y a la tercera semana estaba en Control central cuando me dijeron si me atrevía a escribir y leer un tema. Obviamente dije que no [risas]. Pero entonces pensé que mejor cagarla cuando llevaba poco y acepté. Sólo cuando había dicho que sí me enteré de que no era una voz en off sino salir en pantalla. Ya no me dejaron recular y ese fue el primer día que me maquillé en mi vida. Era una noticia sobre el Barça de basket en Copa de Europa y recuerdo que llamé a mi padre para leérsela por si había escrito alguna tontería. Respiré una vez en el minuto que hablé. Un susto…
¿Era aquel periodismo deportivo tan machista como siempre se da por hecho?
He hablado muchas veces con Mercedes Milá de que lo importante no es dónde trabajas, sino con quién. A nosotras nos recibieron muy bien, sin ningún problema porque aquel grupo de Deportes de TVE tenía una mentalidad abierta. Yo no tenía el más mínimo interés en hacer fútbol, heredé los deportes de Mercedes y me enviaron sin anestesia el Mundial de Fórmula 1, el de Motos y a entrevistar a Juantorena. Fue un recibimiento muy natural, pero tampoco vamos a negar lo obvio: gilipollas siempre hay, pero fueron los menos. No tuve serios problemas y siempre he dicho que nada iguala más que, con un micrófono o un lápiz en la mano, hacer la pregunta correcta. Ahora bien, y hablando con compañeras más jóvenes en esta serie lo has visto, ha habido una involución.
¿De verdad?.
Sí. Es que yo creo que en aquel momento éramos novedad y había una especie de curiosidad sana. Tengo la sensación de que los deportistas, lejos de desagradarles, agradecieron nuevos matices y nuevas miradas sobre lo que ellos hacían. Y los periodistas también agradecieron que entrase aire fresco. El problema era y es el mismo: el crupier, el que reparte las cartas, sigue siendo un tío. En las plantas nobles, los despachos donde se decide quién sube y quién baja, quién sigue y quién sale, suelen estar ocupados por hombres y eso no ha cambiado en los medios de comunicación. Han pasado 40 años y sigue igual. Además, tras esta primera oleada de mujeres, las cinco o seis que empezamos, llegaron otras generaciones de mujeres periodistas deportivas, cada vez más y más preparadas y algunos señores se sintieron amenazados.
Olga Viza posa para la entrevista.

Olga Viza posa para la entrevista.Ángel Navarrete

Ya no erais una anécdota folclórica.
Claro, de repente la mujer empieza a decir que sabe de fútbol y los que aún piensan en blanco y negro se oponen: "¿Esas tías dónde van? ¿Qué se creen? Si no han jugado al fútbol en la calle como yo y no saben". Esa es la involución, porque conozco compañeras que me han dejado maravillada con lo que saben de fútbol y eso asusta a muchos. Hay un punto de inflexión clarísimo que son los Juegos de Barcelona, tanto para el deporte femenino como para el periodismo deportivo, porque ahí hicimos todas un máster y nos convencimos de que aquel era también nuestro espacio. En el 92, Lidia Valentín jugaba al baloncesto, Gemma Mengual fue voluntaria en los Juegos, poco después echaron a Mireia Belmonte a la piscina porque tenía escoliosis... Eran aún muy niñas, pero descubrieron ahí sus ejemplos a seguir. Barcelona fue una factoría de referentes.
También en el periodismo. Allí estabais tú, María Escario, Paloma del Río…
Es normal que muchas chicas jóvenes se fijaran en nosotras porque cuando alguien hace algo demuestra que es posible. En los años siguientes iba a las universidades a dar charlas, preguntaba cuántos querían hacer periodismo deportivo y se levantaban mil manos. Luego pedía que sólo las levantaran las mujeres y seguía habiendo un montón. Y cada vez más. Eso era fantástico.
Y un orgullo.
No por mí, que un poquito también, sino por todas. Unas pocas mujeres nos peleamos con el monstruo, ganamos y abrimos la puerta del periodismo deportivo a muchas más. El mérito es compartido entre varias, pero yo estoy muy orgullosa de mi parte porque fue muy exigente. Tuve que estudiar mucho, tuve que dedicarle muchas horas y tuvimos que acabar con muchos prejuicios, pero gracias a eso viví cosas que pensaba que las tenían que vivir otras muchas después porque eran sensacionales. El periodismo deportivo, que ha sido tan denostado, pobrecito mío, para mí ha sido la mejor escuela porque tiene más pasión incluso que la política. Es material delicado, como la política, y a veces es también arte. Es una cosa fantástica. Si tienes la posibilidad de entrevistar a Ayrton Senna, ¿qué más quieres? [risas].
Has hecho muchísimas cosas fuera del periodismo deportivo.
Sí, pero nunca lo suelto. Nunca, nunca, nunca. Yo no creo ni en la imparcialidad ni en la objetividad, tengo mi opinión clarísima sobre las cosas y, como soy empática, a veces dudo, pero el deporte me enseñó, y eso lo admiro mucho de los buenos cronistas de fútbol, que tú puedes ser del Barça, del Madrid, del Atlético o del Sevilla, pero si a tu equipo lo han vapuleado, tienes que ajustarte a la verdad. Entre otras cosas, porque ese partido lo han visto millones de personas y eso significa que has de tener un plus de conocimiento sobre algo de lo que la gente sabe mucho. Esa exigencia del periodismo deportivo es enorme, porque en pocas cosas el público es tan experto en la materia.
¿Cómo ves el estado actual del oficio, con ese permanente conflicto entre información y espectáculo?
Somos muchos, porque nos hemos multiplicado como los gremlins, y cabe todo. Está clarísimo que cabe, otra cosa es lo que tú elijas y la demanda del espectador, del lector y del oyente. La gente a la que le gusta mucho el deporte quiere buena información por encima de todo, pero a veces esa buena información te la dan en medio de un programa más enfocado al espectáculo. No pasa nada, todo es periodismo deportivo, que cada cual haga el que considere y que la gente elija. Nos gusta demasiado pelearnos.
¿También cabe todo en la tele pública? Como histórica de TVE, ¿ves bien la llegada de un formato como ‘La familia de la tele’?
Sí, yo no soy una purista. ¿Qué es lo público? Todo, también el entretenimiento. Lo que pasa es que nosotros relacionamos el entretenimiento con el ‘Un, dos, tres", pero ‘Corazón, corazón’ nació hace mil años en TVE y no rechinó para nada. Vale que la prensa rosa ahora ya está muy deteriorada porque los personajes son otros con menos glamour, pero sigue siendo un entretenimiento muy digno. Además idealizamos las públicas extranjeras y recuerdo una vez que estaba en Oxford, pongo la BBC en la tele del hotel y había un programa de drag queens. Lo siento por los puristas y los indignados, pero no pasa nada. Nos gusta pegarnos con el cilicio mientras hablamos de la BBC y, mientras, la BBC está con un montón de gente desnuda en un reality. Qué poco sabemos… TVE es un servicio público de información y entretenimiento amable e ingenioso. Otra cosa es cómo rellenes ese espacio. Veremos.
¿Echas de menos presentar y editar informativos?
Es un trabajo duro, pero me encanta. Echar de menos… No sabría decirte. ¿Creo que puedo aportar? Sí, pero mis ideas igual no gustarían. No lo sé.
Era una pregunta un poco malvada porque tu pareja de baile clásica, Matías Prats, es ocho años mayor que tú y ahí sigue. A las mujeres os retiran de pantalla mucho antes.
No es una maldad, es un hecho. Cuando yo era joven no había una José María Carrascal y ahora sigue sin haber una Matías Prats. No la había en los 80 y no la hay en 2025. Es evidente que un hombre de 70 tiene mucho más fácil prolongar su carrera. Me acuerdo de que Matías, un día en el plató, me cogió la mano y me dijo: "Ay, Olguita, qué poco me queda para jubilarme". Me giré y le dije: "Mati, tú me entierras". Y en eso estamos [risas]. Matías, aparte de su enorme talento y de su forma de hacer, es el mejor equilibrista que he conocido en mi vida. Siempre le he mirado y me he preguntado: "Mírale, impecable. ¿Por qué yo me meto en todos los charcos y no sé caminar en línea recta como él?". Pero, bueno, es mi decisión y vivo bien con ella. Matías ha sido mi gran compañero, le quiero a rabiar, he compartido todo con él, pero sabe perfectamente lo que tiene que hacer en cada momento para protegerse. Aborda las cosas con mucho cerebro y mucho talento, yo soy mucho más pasional.
Os complementabais.
Totalmente. Nunca he encontrado alguien con el que me haya relacionado tan bien trabajando como con él. El secreto de nuestra pareja fue que empezamos muy jóvenes en deportes, pasamos luego juntos a los informativos y teníamos una relación de cariño y amistad sincera y franca. Los dos sabíamos a la perfección hasta dónde llega uno, hasta dónde no llega el otro y cómo enriquecernos uno a otro. Te pongo un ejemplo muy tonto, pero que lo explica. En los Juegos Olímpicos de Calgary 88, yo viajo cuando tengo que viajar, pero Matías no porque su hija nace prematura y no se podía mover. Llegó a Canadá horas antes de la ceremonia de inauguración y le había preparado un taco de documentación subrayada enorme. Se lo di ya casi en el puesto de comentarista, se apartó, se concentró, leyó unos minutos y cuando empezamos parecía que el que llevaba diez días allí era él, no yo. Se lo sabía todo, el tío. Tiene una capacidad asombrosa. Yo soy la de los datos y la información, te complemento y me fijo en el detalle, pero él lo envuelve todo en un marco perfecto. No competíamos, sumábamos.
Bueno, pues…
Espera, antes de acabar me gustaría hablarte de la persona de la que más he aprendido.
¿Quién es?
Michael Robinson.
Nunca trabajasteis juntos.
No, pero éramos amigos y vecinos cuando yo vivía en Madrid y tenía la costumbre de llamarme a las tres de la mañana, estuviera donde estuviera, para hablar: "Olguita, eso que has dicho hoy en la tele quiero discutirlo". Y podíamos estar una hora hablando de eso, de lo humano y de lo divino. Nos unió también Severiano Ballesteros, que era muy amigo de ambos, y jugábamos al golf juntos. Michael bien y yo mal. Durante mucho tiempo nos pasábamos los personajes porque a los dos nos encantaba la cara B del deporte, analizar otras cosas e historias menos evidentes. Compartimos mucho. Amigos, charlas y el mismo amor por el deporte. Era un ser maravilloso.
Iñaki Cano: "Que De la Morena y García quieran ahora pacificar el mundo es una vergüenza"

Iñaki Cano: “Que De la Morena y García quieran ahora pacificar el mundo es una vergüenza”

Iñaki Cano (Madrid, 1957) es periodista, marido de periodista (Toni Martínez, de ‘Herrera en COPE’) y padre de periodistas (Iñaki, en Movistar+, y Dani, en 'As'), pero no se suma a esa visión vocacional del oficio que tanto nos gusta vender para disimular sus miserias. "No, no, de vocación nada, yo llegué a esta profesión por amor. Por estar con mi mujer y que los buitres no se la llevaran", cuenta con su voz de trueno y remata con una carcajada que lo mueve todo excepto su bigote, esa imagen de marca que mantiene intacta desde sus tiempos en TVE. Allí se hizo famoso en los años 80 y 90 y siguió hasta 2006, cuando dio el salto a Onda Cero para conducir ‘Al primer toque’. La aventura, como explicará luego, acabó pronto y mal por motivos turbios y desde entonces ha sido un trotamundos laboral con El Chiringuito y Radio Marca como escaparates actuales.

Tras todas las vicisitudes que has vivido en el periodismo, especialmente las últimas dos décadas, ¿no intentaste disuadir a tus hijos?
Sí, sobre todo a Iñaki, que es el mayor. Nosotros queríamos un médico o un abogado, pero en unos Reyes le regalamos un radiocasete con micrófono para cantar, porque se sabía todas las canciones de Los 40, y unos días después nos despertamos mi mujer y yo y nos encontramos al niño con un partido de fútbol en la tele y narrándolo con el cacharro ese. Dijimos: "A tomar por culo el médico". De todos modos, en mi casa, por salud, no hablamos de periodismo y Toni y yo somos muy críticos con ellos. Estamos muy orgullosos de lo que hacen, pero no regalamos el elogio y ellos, al parecer, están agradecidos.
¿Orgullosos pero preocupados?
La profesión ya no está tan bonita como estuvo. Doy clase en un máster y la primera pregunta que hago es quién quiere ser famoso o millonario. A los que levantan la mano, les digo que se dediquen a otra cosa. Los que quieren ser Paco González, Manolo Lama o, ahora, Rubén Martín van muy mal porque esos ya existen. Es una profesión cada día más vocacional, porque es difícil ganar dinero, pero sin embargo da una satisfacción enorme al ególatra que todos los periodismos llevamos dentro, como es que alguien te reconozca y te diga que lo que has hecho es bueno, pero ahí siempre recuerdo lo que me dijo Paco Vela, uno de mis primeros jefes: "El éxito solo figura delante del trabajo en el diccionario". Y aún así, en esta profesión currar mucho casi nunca garantiza el éxito.

Para saber más

Tú sí pillasteis una época en la que el periodismo deportivo era un chollo: trabajo, buenos sueldos, viajes, dietas…
Sí, y eso que llegué un poco tarde. En Radio España empecé con la música y los magazines y hasta mediados de los 80 no pasé a deportes, con Andrés de Sendra y J.J. Santos. Tuve la suerte de que rápidamente empezaron a confiar en mí y ya me empecé a tomar en serio lo de ser periodista.
¿Qué plan de vida tenías hasta entonces?
Era disc jockey en la Gran Vía y en unas cuantas salas más y, además, jugaba muy mal al fútbol, pero estaba en Tercera y ganaba mi dinerito. Te daban hasta 5.000 pelas por partido ganado, que entonces era un pastón. Y luego me iba a la discoteca y me pagaban 300 0 400 pesetas por noche y las copas gratis. Vivía como dios [risas]. Y me lo pasaba muy bien, porque era el Madrid de los 80 y he sido muy canalla.
Era la época en la que periodistas y futbolistas salíais juntos por la noche.
Mira, ahora que mi hijo Iñaki ha escrito un thriller (‘Si te digo mi nombre, tendré que matarte’), si yo le contara todo lo que he vivido tendría para hacer una saga, pero he valido siempre por lo que callo y no por lo que cuento. Nunca me ha interesado la vida personal de la gente, sólo la vida profesional, y eso lo he tenido muy, muy, muy, muy en cuenta a la hora de relacionarme con los futbolistas. Los de aquella época me apreciaban porque sabían que era un tío legal y de fiar.
¿Con quiénes tuviste más trato?
Lo increíble es que con casi todos los del Madrid y el Atleti. Tenías la gran ventaja de que al acabar el entrenamiento en la Ciudad Deportiva o en el Calderón, íbamos a tomar cañas o un café con ellos. Con Juanito, con Vicente del Bosque, con Camacho, con Adelardo, con Ufarte, con Luis Aragonés... Había dos bares, uno en la Castellana y otro en Pirámides, donde te reunías con ellos y hablabas de que los niños no dormían porque tenían fiebre o de dónde ir de vacaciones. Los entendías un poquito más y, aunque teníamos nuestras enganchadas, formabas una relación. Eso es lo que la gente echa ahora en falta del periodismo deportivo.
¿Nos lo hemos cargado entre todos?
No. Principalmente se lo han cargado los clubes. Es cierto que entonces éramos ocho periodistas y ahora son 800, pero los clubes se empeñaron en tener su Comunicación, que me parece muy lógico, y controlarlo todo ellos como si los medios no fueran necesarios. Ahí es donde se equivocan, creo, porque no todos los aficionados del Atlético de Madrid, del Real Madrid o del Barça ven la televisión de su club, entran en la web oficial o están en redes sociales. La mayoría está escuchando la radio, viendo la tele o leyendo un periódico. Creo que el futbolista no es tan gilipollas como parece, son como tú y como yo, con momentos mejores y peores, virtudes y defectos. Si tú te sientas con ellos a hablar, puedes sacar cosas bonitas que les hacen humanos, pero al encerrarlos en una burbuja todo eso se pierde. Lo peor es que no creo que tenga ya vuelta de hoja.
Ese alejamiento de los protagonistas ha derivado en que, en radio y tele, el periodismo deportivo sea en un 90% tertulias, más o menos encendidas.
En eso quiero defender a algunos porque hay tertulias y tertulias. Hay algunas en las que la bronca es constante, pero en las buenas se mezcla la bronca con mucha información. Lo que sucede es que esta es una profesión de ególatras y envidiosos que se cabrean cuando otro saca una noticia y no le dan importancia o, peor, se dedican a atacar al que lo ha hecho mejor.
¿Esto va por las críticas que recibe ‘El Chiringuito'?
Sí, pero no sólo. En las tertulias de la SER, la COPE o Radio Marca también se sacan muchas noticias. Lo peor que podemos hacer en esta profesión es sentarnos en un plató para hacer una tertulia sin tener información. Si haces eso, pensar que con opinar basta, la vas a cagar. Sé que con cualquier defensa que haga de ‘El Chiringuito’ más de uno va a decir: "Joder, ¿cómo no lo vas a defender si estás ahí currando?". Es verdad, pero podría callarme y fuera. Te digo una cosa con total sinceridad: me gustaría o me hubiera gustado tener el equipo que tiene Pedrerol, gente joven que lo ve, lo huele, está y tiene atrevimiento. Mira, ‘El Chiringuito’ es conocido en todo el mundo y no triunfas a ese nivel sólo por hacer ruido. Recomendaría a todo el que critica a Pedrerol que le viera en directo hacer un programa. Mira que he hecho tele en directo y me da envidia cómo maneja todo. No es casualidad que sea el programa al que todos han imitado luego y ahora todos esos que envidian, protestan y rajan siguen la corriente de las informaciones que da ‘El Chiringuito’.
Retrocedamos 60 años. Te aficionaste al fútbol… en Suiza
Sí. Yo soy emigrante, hijo de emigrantes y por eso me duele toda esta ola antiinmigración que vivimos. Tengo un respeto bestial por todos los que vienen a buscarse la vida porque sé lo mucho que se sufre intentando sacar las castañas del fuego. Soy de un barrio de aquí al lado, de Manoteras, y nos tuvimos que ir a Suiza cuando yo tenía tres años. Mi padre era un madridista acérrimo, vi la sexta Copa de Europa del Real Madrid, la de los yeyés, a través de una ventana, subido en un barril de cerveza fuera del Centro Español de Grenchen. Mi padre era un enfermo de aquel Madrid. Una de las cosas bonitas que me ha dado esta profesión fue que, muchos años después, ‘Marca’ celebró en el Ritz una fiesta homenaje a las primeras Copas de Europa y, junto con Juan Manuel Gozalo, hice una entrevista conjunta a Alfredo Di Stéfano, Paco Gento y Ferenc Puskas. Les comenté que me tenían hasta el gorro porque mi padre no paraba de hablar de ellos durante toda mi infancia. De ellos y de Amancio, que es el futbolista que más me ha enganchado. Amancio, luego Cruyff y Maradona.
Muy ecléctico el podio.
Sí, sí. Amancio era la hostia, ahora con los highlights sería trending topic cada fin de semana. De Cruyff me enamoré porque en Suiza veíamos mucho a Beckenbauer y a Johan porque eran las ligas que ponía la televisión alemana. Cuando he estado a su lado, me he vuelto loco. Y Maradona, es otra cosa, es el genio, el mito… Para mí es el mejor, aunque en estas cosas siempre es fundamental lo que tú hayas vivido y a qué edades. Veía a Maradona y… Joder, ¿cómo este tipo embarrado hasta el cuello y recibiendo patadas a la altura de los dientes es capaz de esto? Hacía cosas maravillosas.
Te escuché una vez que hay dos personajes capitales en el inicio de tu carrera periodística: Pepe Domingo Castaño y Joaquín Prat.
Pepe trabaja mucho tiempo con mi mujer, primero en la SER y luego en la COPE y es... Joder, sigo hablando de él en presente. Era un amigo excepcional que siempre te daba muy buenos consejos. Le adoro, le admiro y ojalá hubiera podido imitarle. Y Joaquín Prat es el que me ficha para la COPE desde Radio España y, luego, me voy con él a Radio Nacional. Eran dos personas maravillosas, como lo es José Ángel de la Casa, que sería el tercero en esa lista.
Puede ser la única persona en este mundillo de la que nadie habla mal.
Es que es muy difícil hablar mal del Tofo [De la Casa]. En esta vida he defendido a Pepe aunque la cague, a Joaquín aunque la cague, a Juanma Gozalo, que he llegado a estar sin hablarme con él y teníamos bronca diaria, aunque la cague... Pero a José Ángel ni siquiera he tenido la necesidad. Entre lo callado y lo buen tipo que siempre ha sido es muy difícil hablar mal de él. Creo sinceramente, y desde aquí lo pido, que merece y necesita un gran homenaje del periodismo español, pero que se den mucha prisa porque lo necesita ahora. Lo tiene que vivir y disfrutar mientras aún pueda. En este país todos somos muy buenos cuando hemos muerto, pero José Ángel ha sido la hostia y se merece ese homenaje en vida. Ahora ha cambiado la narración, con internet todo está ahí, pero cuando viajabas con 200 periódicos para intentar saber de qué jugaba Fulano, allí estaba el Tofo con su libreta y su calma tensa. No perdía nunca los papeles, salvo aquel día por culpa del Señor. Es un tipo sensacional.
En RTVE es donde te haces popular. ¿Cuánto contribuyó ese bigotazo?
Teresa Vega, que es la viuda de Pepe Domingo, siempre me decía que, hiciera lo que hiciera, cambiara lo que cambiara, para la gente Pepe siempre tenía su pelo largo, sus canas, sus gafas y su sonrisa, que esa es la imagen con la que siempre se le va a recordar. A mí me pasa lo mismo con el bigote, la perilla de mosquetero malo y el pelo tirando a largo.
Mantienes pelazo
Sí, si no me enfocan desde arriba [risas].
Eres parte de una generación de reporteros de tele y radio que vivistes en la banda las tensiones de la guerra García-De la Morena.
Con eso estoy muy quemado.
¿Por qué?
Porque me joden los pacificadores falsos. Te lo digo así de claro. Mira, perdono a José María García porque es mayor y ya no quiere líos, no porque trabaje con él en los Megacracks del Inter Movistar, que me lo paso de maravilla y me lo pagan muy bien. Tuvimos muchas broncas en su día, pero hemos hablado, nos hemos calmado bastante y ahora nos llevamos de maravilla. Sin embargo, que ahora él y José Ramón de la Morena quieran pacificar el mundo con la que liaron es una vergüenza. El daño que se hayan podido hacer entre ellos y a sus respectivas familias, que se lo perdonen ellos si quieren, pero el daño que han hecho a la profesión es imperdonable. Fue una época terrible, desagradable y nada edificante.
Iñaki Cano posa para la entrevista.

Iñaki Cano posa para la entrevista.SERGIO ENRÍQUEZ-NISTAL

¿Os afectaba también a los que no trabajabais con ellos?
Yo estaba en terreno neutral, pero era imposible apartarse de aquello porque todo el rato había dos bandos y, aunque tú te limitases a hacer tu trabajo, era conmigo o contra mí. Cuando estaban en la guerra con Clemente, en la guerra con Florentino, en la guerra con Mendoza… Cualquier cosa te posicionaba en una batalla que no iba contigo. Ellos creen que han levantado la profesión, pero lo único que levantaron seguro fue sus cuentas corrientes. El fútbol y el deporte le habrían interesado lo mismo a la gente con ellos que sin ellos.
Siempre has tenido fama de ser bastante beligerante.
No he sido nunca un pacificador. En la banda, aunque Roberto Gómez me llame Poulidor porque dice que llegaba siempre el segundo, peleaba por mi empresa como el que más y cuando he tenido que reprocharle algo a otro periodista, no me he escondido, lo he cogido, me lo he llevado aparte y se lo he dicho a la cara. Pero este tipo de batallas sucias nunca me ha interesado. Estoy muy agradecido a esta profesión y a lo que he conseguido viniendo de donde vengo y a base de currar, pero a mí esto de las pacificaciones de cara a lavar tu imagen no me gusta un pelo.
Presentaste ‘Estudio Estadio’ con otro clásico, Juan Carlos Rivero. ¿Qué tal fue vuestra convivencia?
Rivero no me ha perjudicado, pero tampoco me ha beneficiado. Él va a lo suyo, es un corcho que siempre flota, pero no tengo ninguna queja sobre él. Ahí su conflicto es más con Paco Grande, que es un tipo con el que tuve grandes enfrentamientos y, sin embargo, ahora sé que tengo que estarle muy agradecido porque aprendí muchas cosas de él y, con el paso de los años, he visto que es uno de los mejores profesionales que tenemos en España. Poco valorado.
¿Por qué en TVE siempre hay bronca?
Televisión Española tiene un problema y es que se dirige políticamente. Gana Pepe las elecciones y el Gobierno decide que Juanito sea el nuevo director, Juanito a su vez coloca a su amigo Curro de jefe de Deportes y a partir de ahí hacen unas cosas que uno no llega a entender. Esto es tan viejo como la democracia, no es cosa de este Gobierno, por eso no he entendido ese lío con Broncano, que es un fenómeno, que hace un trabajo excelente con naturalidad y ha enganchado a mucha gente que ni soñaban que iban a encender la tele. ¿Que cobra un dinero? Coño, pues claro, como todos. Las cosas raras en TVE son otras. Por ejemplo, yo aún no sé porque me quitaron de ‘Estudio Estadio’.
¿Qué te dijeron?
Nada, no le gustaría al nuevo jefe de Deportes, que era Pedro Barthe. Por política no fue porque yo soy de izquierdas y me quitaron cuando llegó Zapatero. Que vienen los míos, cuerpo a tierra [risas]. Lo que sí sé es que ‘Estudio Estadio’ nunca ha vuelto a tener las audiencias que hacíamos nosotros ni los protagonistas que llevamos nosotros: Florentino Pérez, Ronaldo, Valdano… Al final me fui de RTVE porque Barthe me sentó en una esquina como una planta, no me ofreció hacer ninguna otra cosa.
Y también porque Onda Cero te ofrece presentar su programa nocturno, ‘Al primer toque’.
Sí, lo que pasa es que aquello, que parecía una aventura estupenda, acabó siendo una de las experiencias más duras y desagradables de mi carrera.
¿Por qué?
Me sacan del programa tras sólo un año porque me niego a entrar en una guerra contra José Ramón de la Morena. Me pedían que le diera de hostias cada noche y yo le dije a [Javier González] Ferrari, que era el presidente de la radio, que yo no estaba allí para eso, que a mí me habían fichado para hacer un programa de deportes nocturno con muy buenas audiencias. De hecho, cuando lo ficharon, De la Morena me parece que no superó nuestras cifras de audiencia. Las económicas, sí… por mucho. Yo tenía buen rollo con De la Morena, no éramos íntimos ni he pasado la Nochevieja en su casa como tantos poderosos, pero me niego a hacer eso porque no estoy en esta profesión para dar hostias a los compañeros, yo no utilizo el micrófono para hacer daño a la gente.
¿Qué te dijo Ferrari?
Que a ver cómo lo solucionábamos y le respondí que muy fácil, que me pagara lo que me tocaba y me iba a la puta calle sin ningún problema. Y me fui. En ese momento, y esto sí que quiero que conste en acta, de este maravilloso mundo que somos los periodistas sólo me llamaron para ver en qué podían ayudar Elías Israel, Paco García Caridad, Guillermo Salmerón y Josep Pedrerol, que fue el primero. Eso no lo puedo olvidar porque el palo que me llevé fue muy gordo, me quedé en el paro sin haber hecho nada nada mal. ¿Sabes quién no me llamó nunca?
¿Quién?
De la Morena. Ha sido muy cruel conmigo porque en todo este tiempo jamás me ha agradecido que me negase a ir a por él a costa de mi trabajo. Y ahora ya me da igual, pero entonces lo necesitaba y él era el tío más poderoso de la radio. Al mes o así, sí que le mete un palo muy grande a Onda Cero y a Ferrari explicando mi salida, pero a mí nunca me llamó para ver cómo estaba la situación o si me podía ayudar en algo, porque yo me quedé boquerón en ese momento. He seguido trabajando todos estos años porque soy bueno, pero ni nóminas fijas, ni estabilidad ni nada. Por eso, ahora que va reuniéndose con unos y con otros como si fuera Nobel de la Paz, me pregunto cómo puede ser así una persona. Será todo lo bueno que se pueda ser como periodista, pero como persona no merece la pena. De hecho, he coincidido varias veces con él desde entonces y, siendo yo el dañado, le aparto la mirada. Como no soy creyente, no voy a andar con disimulos para no ir al infierno.
¿Lo pasaste muy mal esos meses?
Fatal. Desaparecí tres meses de la vida porque tenía un bajón de cojones. No llegó a depresión, creo, pero no veía tele, no escuchaba radio, no quería saber nada de este mundo porque no entendía que había hecho yo mal para verme así. Por suerte, me quedaba toda una vida por delante y vuelvo a dar las gracias a estas cuatro personas que, pese a que a Pedrerol le dejé tirado al principio en Punto Radio, me llamaron y me dijeron: "Iñaki, tú no te preocupes, tú conmigo". Y aquí sigo, gracias a ellos, pero el que me tenía que haber sacado del hoyo no lo hizo.
Aquí sigues gracias a ellos y a los médicos.
Sí, hace ya ocho años tuve un infarto. Estuve muerto y me reanimaron con varias descargas del desfibrilador, pero ahora estoy perfectamente. Gordo, pero bien. Tengo tanto que agradecerle a mis hijos, que han comprendido mis ausencias, y a mi mujer, que siendo la mejor periodista de la familia me ha comprendido, me ha ayudado y ha sabido soportar mi ego... Así que estoy empezando a adelgazar para intentar gustarle otra vez, se lo debo [risas].
Paco Grande: "Llegué a TVE hablando de rigor y me dijeron: 'Aquí lo que importa es quién gobierne'"

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En la España ochentera anterior a las privadas, esa en la que crecimos viéndolo todo en TVE, cada deporte se identifica con una voz que lo define casi tanto como sus estrellas. José Ángel de la Casa era el fútbol; Pedro Barthe, el baloncesto; Luis Miguel López, el balonmano; Pedro González, el ciclismo; Valentín Requena, las motos; Gregorio Parra, el atletismo, y Paco Grande... Paco Grande (Madrid, 1959), todos. Desde que entró en la pública (con a

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La ‘Generación Z’ se pega a la tele por España: de la emoción a la identificación con Nico y Lamine

Actualizado Lunes, 8 julio 2024 - 23:04

La Eurocopa ha enganchado a una Generación Z que parecía desengañada con el fútbol. Las audiencias reflejan que, en todo el continente, el público joven se está pegando a la televisión durante el torneo. Las cifras globales indican que ha habido un incremento de un 10% en la cuota de pantalla de los partidos con respecto a la edición de 2020 entre los jóvenes de 18 a 24 años. En el caso de España, la emisión en abierto y, sobre todo, la irrupción de jugadores como Lamine Yamal y Nico Williams, con los que esta generación se identifica plenamente, han sido claves.

Si hace dos años un estudio de la European Club Associations (ECA) arrojaba que dos de cada cinco jóvenes entre 16 y 24 años no tenían interés por ver un partido de fútbol en televisión, el pasado viernes, los cuartos entre España y Alemania batieron récords. Ante la pantalla de La1, con la narración de Juan Carlos Rivero, se congregaron 11,7 millones de espectadores, con una audiencia media del 67,9%, que se disparó durante la prórroga hasta el 71,8%. Se trata de la mayor cuota de toda la década. Fue lo más visto en todas las comunidades autónomas, con especial seguimiento en Murcia (78), Castilla y León (78), Madrid (77,1) y Baleares (74).

De estos espectadores, ocho de cada 10 (82,3%) se encuadraban en la franja de edad entre los 13 y los 24 años. España ha sentado ante el televisor a quienes no tenían especial interés por el fútbol. La magnitud de estas cifras se puede comparar con un evento de gran interés para las generaciones más jóvenes, como es Eurovisión. La edición de 2024, también emitida en La1, fue vista por 4,8 millones de espectadores y una cuota media de pantalla del 41,8%, que se elevó hasta el 52,1% en las votaciones. Pero en la franja de edad entre los 13 y los 24 años fue del 66,3%, muy lejos de los datos registrados por la selección.

«Hablan su lenguaje»

Aunque no hay datos de seguimiento auditados por las empresas de medición de audiencias, la King's League es otro de los fenómenos que, a través de redes sociales, tuvo un pico de seguimiento de dos millones de espectadores, cifras superadas en la Eurocopa.

¿Por qué este giro en las preferencias de consumo audiovisual durante este campeonato? Al fútbol le faltaba atractivo para las generaciones más jóvenes, acostumbradas a mayores impactos. En un campeonato de Liga, hay pocas sorpresas y apenas un puñado de aspirantes a los títulos. Eso, en el lenguaje juvenil, se traduce en poca emoción, más allá de cuál sea el formato de la competición y si la emisión es en abierto o en cerrado.

Sin embargo, en un torneo como la Eurocopa hay emoción y aparecen otras variantes, que en España tienen nombre y apellido: Nico Williams y Lamine Yamal. «Que los más jóvenes puedan seguirles e interactuar con ellos es un factor de proximidad e identificación fundamental. Hablan su lenguaje», advierte Àlvar Peris, profesor de Comunicación Audiovisual en la Universitat de València.

«Repunte de la identificación»

Sólo hay un futbolista en España ajeno a todas las redes sociales, Rodri, pero es una rara avis en un mundo donde exhiben su trabajo -y sus patrocinadores- y en muchos casos sus vidas. En el caso de Williams y Yamal, lo hacen con una naturalidad que atrapa a su generación. La complicidad que han desarrollado, sus juegos infantiles en el campo, sus bailes en TikTok y hasta la forma que se expresan -del bro al padreo- atraen a sus iguales, que se sientan ante la tele a verles jugar con descaro, pero también con la expectativa de las reacciones que tendrán, que rápidamente se viralizan. «Sin duda podremos analizar con mayor precisión las razones de este atractivo en los próximos meses», apunta el experto.

Lamine Yamal y Nico Williams festejan el pase a semifinales.

Lamine Yamal y Nico Williams festejan el pase a semifinales.EFE

Peris menciona otro factor: «Hay un repunte de la identificación de los más jóvenes con España y la identidad española que puede reflejarse también en el seguimiento de los partidos de la selección», asegura. El «Yo soy español» hace que se pongan ante la pantalla quienes habitualmente ya no se han criado en la fan culture, porque los clubes de LaLiga llevan años olvidándose de crear afición entre los más jóvenes, convirtiendo a los aficionados sólo en clientes.

A la selección ese fenómeno aún no ha llegado y la fidelización, al menos en los grandes campeonatos, aparece de manera espontánea, aunque luego se diluya. Así viene ocurriendo históricamente. La etapa entre 2008 y 2012, con el triunfo en dos Eurocopas y el Mundial de Sudáfrica, provocó una exhibición de la bandera nacional hasta ese momento sin precedentes. Los chicos de De la Fuente pueden volver a conseguirlo sumando a la generación que parecía perdida para el fútbol.

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