Carlos Sainz desembarca en el karting nacional con CS55 Racing, su recién estrenada marca que proveerá a la Karting Academy, la categoría de iniciación convocada por la Real Federación Española de Automovilismo.
El piloto de Ferrari llevaba tiempo detrás de un proyecto que le hacía especial ilusión y que le permitirá seguir de cerca a los más jóvenes talentos del volante. CS55 Racing llega de la mano de OTK, la marca italiana con la que el madrileño estuvo vinculado durante su etapa de formación.
Fruto de esta colaboración técnica y del interés de Carlos por apoyar decididamente el karting español, CS55 Racing será la marca que utilizarán los pilotos de entre 6 y 8 años en la categoría Karting Academy, en el marco del Campeonato de España de Karting (CEK Finetwork).
19 de abril en Campillos
Sainz, que aún practica el karting como preparación para el Mundial de F1, ha reiterado en numerosas ocasiones que esta actividad va más allá del simple entrenamiento, para convertirse en una verdadera pasión.
De este modo, la CS55 Racing Karting Academy supondrá una fantástica iniciación a las carreras, con el objetivo de dar a los más pequeños una oportunidad a un coste muy asumible.
El Campeonato de España de Karting (CEK Finetwork) arrancará el 19 y 21 de abril en la localidad malacitana de Campillos, donde los pilotos de la CS55 Racing Karting Academy estrenarán sus materiales y colores.
Las diferencias entre Fernando Alonso y Lance Stroll se concretaron en Jeddah de un modo sutil, pero también evidente. Fueron un par de centímetros los que separaron a los pilotos de Aston Martin. Un distancia, casi inapreciable, entre el toque del canadiense contra el muro de la curva 22 y el "pequeño beso" del bicampeón a las protecciones de la curva 9. El error que desencadenó el abandono de Stroll en la quinta vuelta frente a la apuradísima (y afortunada) rectificación de Alonso cuando restaban 12 giros para la bandera a cuadros.
"Todo está bien", tranquilizó Alonso a sus ingenieros a través de la radio. El roce conra el muro no había causado daños al AMR24, así que podría aguantar el ritmo hasta la bandera a cuadros. Sostener ese ligero margen sobre George Russell, que no daba tregua con su Mercedes. No era precisamente una situación para disfrutar, pero Alonso supo sostenerla del mejor modo. "Quería mantener a George a más de un segundo y fueron vueltas de mucha exigencia mental. No quería que cogiera el DRS, porque entraría en ese juego de no hacer vueltas óptimas. Ahí tienes que utilizar varias veces la batería para que no te adelante y se pierde mucho tiempo".
Nada más bajar del coche, como de costumbre, todo se había ordenado ya en su cabeza. "Ha sido una carrera exigente y estresante, tanto física como mentalmente", adelantó, antes de un análisis más pormenorizado. Según el propio Alonso, su puesto más plausible en meta habría sido el noveno. Sin embargo, se alinearon varias circunstancias favorables. En primer lugar, la baja de Carlos Sainz, recién operado de apendicitis. Después, la decisión de Lewis Hamilton y Lando Norris de no parar tras el safety car, dividiendo la estrategia de Mercedes y Ferrari. "Nos aprovechamos bien de ello", se felicitó Fernando. No fue un sábado de euforia, pero sí había razones para cierto optimismo.
«Volvemos al sitio que merecemos»
La visita vespertina de José Mourinho al garaje verde concitó las primeras sonrisas. Hubo algún codazo en el paddock en torno al ex entrenador de la Roma, aunque no tantos como junto a Anthony Joshua, que apenas unas horas antes había llevado al delirio al Kingdom Arena con un KO en el segundo asalto. La carrera se presentaba cuesta arriba, pero se cerró con 10 suculentos puntos para la tropa de Mike Krack.
Porque no conviene olvidar que Aston Martin, al igual que en la última cita de 2023, sigue siendo el quinto equipo de la parrilla. Y de poco sirven, de momento, sus alentadoras tandas de clasificación de los entrenamientos. "A una vuelta conseguimos calentar los neumáticos y tenerlos listos para clasificación, pero luego volvemos al sitio que merecemos. Un poco por detrás de McLaren y Mercedes. Quizás Ferrari y Red Bull sí están un paso por delante y eso será lo que más nos cueste alcanzar", ratificó el doble ganador de las 24 Horas de Le Mans.
"Haremos todo lo contrario"
Según los cálculos de Alonso, el AMR24 necesita "tres o cuatro décimas" por vuelta para poder codearse con los de arriba. No ya para cuestionar la jerarquía de Max Verstappen, pero sí para luchar por los podios frente a Sergio Pérez, Charles Leclerc y Sainz. Esos ajustes aerodinámicos, más desarrollados que los traídos al Corniche Circuit, con los que abordar el salto cualitativo. Dentro de dos semanas se esperan más evoluciones en Melbourne.
Y un poco más adelante, Suzuka puede marcar una tendencia definitiva. El exigente trazado japonés jamás perdona a los indecisos. «En 2023 no pusimos una pieza nueva hasta el GP de Canadá. Ahora haremos todo lo contrario. El coche es bueno, pero representa solamente una base, así que lo cambiaremos a lo largo de todo el Mundial", finalizó Alonso.
Fue una tarde turbulenta en el paddock y una noche tranquila en la pista. Un sábado más en la oficina para Red Bull, cuya desquiciada trastienda está regalando a la F1 la emoción que falta sobre el asfalto. La reunión entre Oliver Mintzlaff, alto ejecutivo, y Helmut Marko, reputado asesor, acabó en fumata blanca. Hubo tregua, al menos de cara a la galería, antes de festejar el doblete de Max Verstappen y Sergio Pérez en el Corniche Circuit. Los logros de Charles Leclerc, en el tercer escalón del podio a 18 segundos de la cabeza y con una postrera vuelta rápida (1.31.632), también pueden darse por buenos en Ferrari.
Cualquier podio se antoja un tesoro ante Verstappen. Son nueve triunfos consecutivos ya para él, 19 en las 20 últimas carreras. Son nueve temporadas seguidas con victoria. Son 100 podios para un campeón a bordo de este RB20 inabordable. La enésima genialidad aerodinámica de Adrian Newey ha convertido el Mundial 2024 en un mero trámite.
En este arranque de Mundial, no hay mucho margen para Fernando Alonso, quinto en la meta tras un desaforado esfuerzo. A 10 giros para el final, el asturiano advirtió a sus ingenieros por radio: "Dadme la cuenta atrás de las vueltas, porque estoy en modo de qualy". Tenía que mantenerse entre George Russell y Oscar Piastri, al volante de un McLaren con más prestaciones. Así lo hizo, con la suficiencia de siempre, como mucho antes había navegado durante tantos minutos para mantener la séptima plaza. El AMR24 sigue mostrando mucho más rendimiento a una vuelta que durante la carrera. Un quinto puesto con el quinto coche de la parrilla en las tandas largas supone un mérito incuestionable.
De inicio, el asturiano quiso defender su territorio ante los McLaren, hasta que Piastri dejó patente su velocidad con un fantástico adelantamiento. Verstappen hizo lo propio desde la pole, alejando de su radar a Leclerc en un par de vueltas. Desmoralizado, el monegasco ni opuso resistencia ante Pérez. El doblete de Red Bull era un hecho.
La pifia de Stroll
Tampoco debía dudar nadie del safety car, omnipresente aquí en las tres ediciones previas. Fue Lance Stroll quien lo convocó, con un absurdo error contra el muro interior de la curva 22, cuando rodaba solo. Otra vez la misma historia para el canadiense, que ya había cometido uno muy similar el jueves. Los favoritos, salvo Lando Norris y Lewis Hamilton, aprovecharon para efectuar una parada gratis.
Con tanto tráfico en el pit-lane, lo normal es que se reprodujeran escenas de peligro. Alonso casi se estrella con Pérez, a quien liberaron en mal momento, por lo que recibió cinco segundos de sanción. Leclerc también se vio ralentizado por el exceso de tráfico y Norris se dio el gusto del liderato, al menos un par de giros. Cuando Verstappen asomó por primera vez la nariz, el británico no opuso la menor resistencia. A partir de entonces, Mad Max encadenó vueltas rápidas con una frecuencia aterradora.
Desde el garaje de Ferrari, el renqueante Carlos Sainz seguía con atención la carrera de Oliver Bearman, elegido piloto del día con el 48% de los votos. Desde el inicio, con los neumáticos blandos, el novato cumplió con su cometido, hasta cruzar séptimo la bandera. Hubiese sido injusto pedir más a un novato de 18 años, sobrado de actitud para completar un bonito adelantamiento a Yuki Tsunoda y otro, más sencillo, a Nico Hulkenberg. Muchas más responsabilidades recaían sobre Leclerc, que dejó frito al lastimero Hamilton, sin velocidad en el W15.
"¿Alguna opción de Plan B?"
Tenía punta el Ferrari en las rectas y el monegasco podía rodar con regularidad en 1:33 bajos. Se confirmaba como la segunda fuerza de la parrilla, con varios pasos por delante de McLaren y Mercedes. Y muchos más respecto a Aston Martin, como sostenía el propio Alonso. "¿Alguna opción de Plan B? Porque ellos están en otra liga", preguntó el asturiano, incrustado en la séptima plaza, entre Piastri y Russell, durante la mayor parte de la noche. Pisar esa tierra de nadie es el sino del asturiano.
Una semana después del triste espectáculo en Sakhir, los gerifaltes de la F1 pudieron presumir ante sus patrocinadores de una carrera, si no emocionante, sí al menos entretenida. Un mal menor, entre tanta tierra quemada. No faltó la la doble sanción de 10 segundos a Kevin Magnussen, primero por causar una colisión con Alex Albon y poco después por ganar ventaja fuera de pista para adelantar a Tsunoda. Tampoco hubo que reprochar nada a Hamilton, cuyo último relevo con los blandos fue defendido con demasiados bandazos de Norris en la recta de meta.
La mala fortuna se ha cebado con Carlos Sainz, baja para el resto del GP de Arabia Saudí por culpa de una apendicitis. El piloto madrileño, que ya corrió mermado las dos sesiones clasificatorias del jueves, deberá ser operado en las próximas horas, por lo que su asiento en Ferrari lo ocupará el británico Oliver Bearman.
Sainz, podio hace sólo seis días en Sakhir, no pudo superar las pruebas médicas a las que fue sometido por Ferrari. Una pésima noticia para el equipo de Frédéric Vasseur, que en Bahrein se había mostrado como el segundo más rápido de la parrilla, sólo por detrás de Red Bull. Ahora, el objetivo inmediato para la gente de Maranello pasa por recuperar a su piloto de cara al GP de Australia, que se celebra entre el 22 y el 24 de marzo en Melbourne.
La segunda cita del Mundial empezó a complicarse desde muy pronto para Sainz, que el miércoles ya tuvo que cancelar su presencia ante los periodistas y regresar al hotel. Entonces, sus síntomas se reducían a los de un virus gastrointestinal, con una debilidad que dificultó su rendimiento durante los entrenamientos del jueves. Pese a todo, el último ganador del GP de Singapur pudo completar el programa diseñado por Ferrari. No obstante, su empeoramiento de la última noche hizo pertinentes nuevos exámenes de los doctores, que finalmente diagnosticaron la apendicitis.
Qatar 2023 y Bélgica 2020
Este infortunio llega en muy mal momento para Sainz, pleno de confianza al volante del SF24 y con mejores sensaciones que su compañero Charles Leclerc. La consistencia de su pilotaje había quedado en evidencia el pasado sábado, con un ritmo de carrera en Sakhir casi calcado al de Sergio Pérez con el Red Bull.
Desde su debut con Toro Rosso en 2015, Carlos ha disputado 184 carreras en el Mundial, donde sólo se había perdido el GP de Qatar 2023 (por un problema con la gasolina de su SF23) y el GP de Bélgica 2020 (víctima de una avería en el McLaren).
A partir de ahora, su volante pasa momentáneamente a poder de Bearman, un novato de 18 años cuya única experiencia previa en la Fórmula 1 se limita a dos sesiones libres con Haas, equipo satélite de la Scuderia, durante el GP de México 2023 y el GP de Abu Dhabi 2023. Asimismo, el pasado octubre disputó un test privado con el SF21 de Ferrari en el circuito de Fiorano. Esta temporada había comenzado el Mundial de F2 en las filas de Prema, la escudería con la que el año pasado acabó sexto en el Mundial. Sus mejores actuaciones llegaron en el GP de Azarbaiyán y el GP de España, con sendas poles y victorias.
Carlos Sainz nunca se deja arrastrar por la euforia, pero a última hora del domingo, tras su podio en Sakhir, se le notaba distinto. Durante la rueda de prensa de la FIA y delante de las cámaras de Sky Italia, justo a la puerta del hospitality de Ferrari, el madrileño destilaba una honda felicidad. Aún arrastraba la adrenalina de la carrera, donde se había divertido como nunca, completando dos soberbios adelantamientos ante Charles Leclerc. Sin embargo, a su alrededor, no se percibía tanto entusiasmo.
El ambiente en el seno del equipo de Frédéric Vasseur siempre fluctúa en función de lo que suceda con Leclerc, que el domingo, poco antes de que Sainz apareciese por el cuartel general, aún rumiaba su decepción por el cuarto puesto. El monegasco iba y venía con un helado en la boca, en busca de respuestas. Un problema con los frenos había arruinado su carrera. El SF24, incontrolable, le obligó a bloquear siete u ocho veces. Esa avería, por supuesto, también la sufrió Sainz. "Teníamos muchas vibraciones y el pedal, en un momento dado, empezó a irse largo", explicó Carlos. Lejos de dejarse dominar por la frustración, el español empezó a mover el coche en la recta para enfriar el lado que se calentaba más y los frenos volvieron a rendir.
Tantos pormenores técnicos vienen al caso para explicar la verdadera naturaleza de Sainz al volante. Carlos, según la definición del ex campeón mundial Damon Hill, no es un simple driver, sino un genuino racer. Es decir, un piloto cuyas virtudes van más allá de la velocidad a la que impulsa su monoplaza. Un piloto que sabe leer cada situación y se anticipa a los contratiempos. Un piloto que no se limita a pisar a fondo, sino que piensa, analiza y mantiene la compostura. Por si fuera poco, ahora cuenta con un coche que también le permite atacar.
A la par que Pérez
A diferencia de 2023, donde se pasó la segunda mitad del Mundial mirando por los retrovisores y gestionando los neumáticos, Sainz sabe del potencial del SF24. Un monoplaza que el domingo mostró unas prestaciones que sólo palidecían ante Red Bull. Con el neumático blando, Sainz marcó un ritmo de carrera de 1:37.611, a 65 centésimas de Max Verstappen, pero tres milésimas más rápido que Sergio Pérez. Con la goma dura, Carlos rodó a un promedio de 1:36.231, a 68 centésimas del campeón y sólo 23 milésimas más lento que el mexicano. Para completar la comparativa, baste citar el ritmo medio de Lewis Hamilton, 87 centésimas más lento que Mad Max, o el de Fernando Alonso, 1.29 peor.
Estos datos, por tanto, suponen un buen punto de partida para la Scuderia. Tal y como recordó Vasseur, hace sólo 12 meses el primer coche rojo acabó en Sakhir a 48 segundos del ganador. Y el domingo, ese abismo se redujo exactamente a la mitad. Además, Ferrari ha liderado este fin de semana un apartado que le venía causando jaquecas desde tiempo atrás. Por una vez, sus mecánicos fueron los más rápidos en los pit-stops (2,3 segundos con Leclerc y 2,7 con Sainz).
'Undercut' encubierto
Pese a todo, los ánimos en el garaje andan revueltos. Después de tres años, Sainz conoce de sobra las complejidades de Maranello y el ecosistema favorable hacia quien allí dentro llaman Il Predestinato. Durante todo este tiempo apenas ha alzado la voz y su cortés disciplina aún es muy celebrada en el paddock. Pero ahora que se sabe obligado a entregar el asiento a Lewis Hamilton en 2025, no va a perder ni una oportunidad de demostrar su valía. O de reclamar lo que considere justo.
Porque las estrategias de Ferrari siguen siendo, cuanto menos, cuestionables. El ejemplo del domingo, cuando Leclerc paró en la undécima vuelta -tres antes que Sainz, pese a marchar claramente rezagado- levantó otra vez los recelos sobre un trato de favor. Así que, para sobreponerse a ese undercut encubierto, el madrileño tuvo que adelantar a Charles dos veces en pista. Dos maniobras solventadas por centímetros y sin un pestañeo. Sainz sabe, mejor que nadie, que desde la destitución de Mattia Binotto, un convencido defensor del trato igualitario en el box, Ferrari ya ni siquiera va a tomarse la molestia de guardar las formas.
Se le veía un brillo especial en los ojos cuando terminó la carrera. Había logrado, sin ninguna fisura, sin ningún error, el único objetivo que era materialmente alcanzable: ser el primero detrás de los Red Bull. Un podio, un bálsamo de Fierabrás que
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Una hora antes de la carrera, mientras los mecánicos apuraban sus pitillos y sorbían el último café, la atmósfera en el garaje de Aston Martin era muy distinta a la de hace un año en Sakhir. El team principal, Mike Krack, daba cuenta de un sandwich bajo los toldos del paddock y sus hombres seguían de reojo las declaraciones de Fernando Alonso en el drivers parade. Se mascaba la tensión y no aquella ilusión desbordante de 2023. Sólo tres horas más tarde, cuando el asturiano desfiló hacia los tornos de salida, la tropa verde ya preparaba sus bagajes con destino a Arabia Saudí, consciente de que este Mundial ha empezado torcido.
El reverencial respeto hacia Alonso entre la gente de Aston Martin se entiende mejor en momentos como este, cuando las simulaciones previas a la carrera ya les situaban como quinto coche de la parrilla. De ahí ese ambiente sombrío entre la fuerza de choque. Un severo revés tras meses de trabajo y una decepción, en particular, para el bicampeón mundial. "Tenemos cuatro equipos un poco por delante nuestro, como ya sucedía en Abu Dhabi", admitió Alonso, en referencia a la última cita del Mundial 2023.
Arrancar el nuevo curso como se terminó el anterior nunca es asumible para alguien tan exigente como Alonso, cuya sonrisa sólo asomó en plenitud durante una breve sesión fotográfica junto al Rey Juan Carlos. Por segunda jornada consecutiva, el Emérito se pasó ayer por Sakhir para saludar a los pilotos españoles. El monarca fue talismán para Carlos Sainz, pero no para Alonso, contrariado ante los micrófonos. "Estamos detrás de McLaren, Ferrari, Mercedes y Red Bull, así que toca mejorar. La vuelta de la qualy del viernes fue un poco excepcional y nos puso en una situación que no era real. Hoy sí hemos visto la realidad", sentenció en DAZN.
"Necesitamos más rendimiento"
La crudeza de Alonso fue edulcorada, como suele ser habitual, por Krack, con la mirada ya puesta en la carrera del próximo sábado. "Necesitamos un poco más de rendimiento para desafiar a los equipos de delante, pero esto es una carrera, una pista y trabajaremos duro para progresar en Jeddah", valoró el luxemburgués. Si había notado a Alonso, tal y como él mismo admitió ayer, algo enfurruñado durante la pretemporada, habrá que ver ahora al asturiano ante estas primeras adversidades.
Desde luego, Arabia Saudí no se presenta precisamente como el entorno idóneo para el AMR24. Aunque hace un año Alonso pudo cazar un podio a rebufo de los Red Bull, la vertiginosa cuerda de Jeddah debería privilegiar más a Ferrari o McLaren. Por no citar a los inabordables Red Bull. Tras devanarse los sesos durante el invierno para mejorar la velocidad punta, los ingenieros de Krack reclaman algo más de paciencia para evaluar el paso adelante. De momento, Lance Stroll fue sexto ayer en este apartado (326 km/h) y Alonso, décimo (324 km/h).
No hubo historia en el arranque del Mundial, porque Max Verstappen también impide a los rivales construir su relato. No da opción a la emboscada, ni al cuerpo a cuerpo en la trinchera, ni a la resistencia partisana. El dominio con el que Red Bull ha echado a rodar en 2024 resulta tan exagerado que la competencia ya husmea entre las migajas. Mad Max ganó con 22,4 segundos sobre Sergio Pérez, su compañero en Red Bull, el margen más amplio tras dos décadas en Bahrein. Y rubricó eso que en la F1 se llama Grand Chelem, el galardón que agrupa victoria, pole, vuelta rápida (1:32.608) y un liderato desde la salida hasta la meta. Entre el polvo del desierto, sólo una flor creció bajo las dunas. Una de color rojo, enarbolada por Carlos Sainz sobre tierra baldía.
El madrileño fue elegido por los aficionados como piloto del día con el 31% de los votos. En la meta, por supuesto, se le notaba exultante. Durante algún tramo de la carrera había soñado incluso con alcanzar a Pérez, pero la tercera plaza colmaba, sin duda, sus expectativas. Porque no se trataba simplemente del 19º podio de su vida, sino de un aldabonazo en el garaje de Ferrari.
Fernando Alonso, para qué negarlo, no tuvo ni la más mínima opción de hacer algo grande en Sakhir. Acabó noveno porque su coche no va mucho más allá, lo que debería poner en alerta a todo Aston Martin. Había partido desde la zona sucia y pronto descubrió que ni siquiera podría sujetar a los McLaren. En la tercera vuelta cedió paso a Lando Norris y un par de giros más tarde a Oscar Piastri. Con el morro de Lewis Hamilton tras su aletín, se sentía a merced, no sólo de un heptacampeón, sino casi de cualquiera.
"Más ritmo que los de delante"
Sainz, por contra, había enviado bien pronto un aviso para evitar malentendidos: "Tengo más ritmo que los de delante". Obviamente, hacía alusión a un Leclerc con los nervios destrozados, a quien no dudó en llevar al límite. En la corta distancia, tras una espectacular frenada en la curva 1, Sainz se apuntó el primer combate de lo que se antoja un Mundial agitadísimo en el box rojo.
No exageraba Carlos con sus predicciones, porque fue el único capaz de sostener por un rato el infernal ritmo de Verstappen. Pero quiso Ferrari que tras su primer pit-stop, en la vuelta 15, regresara al asfalto otra vez a la estela de Leclerc. Mientras el monegasco se quejaba de los frenos, su compañero era un disparo. A su vuelta rápida (1:35.507), de inmediato pulida por Verstappen, añadió una maravillosa maniobra frente a George Russell.
Para comprender la superioridad del campeón, el único que rodaba con regularidad en 1:35, quede también el dato de que sólo se demoró 20 minutos en doblar a Logan Sargeant. Superada la mitad de la prueba, su hueco ante Pérez se había ampliado a 15 segundos. Es decir, un promedio de cinco décimas por vuelta ante un rival con su mismo coche.
Si había interés en comprobar cómo afectaría el frío a la degradación, las conclusiones resultaron bastante alentadoras para Ferrari. A Leclerc le avisaron de que sus Pirelli alargarían su vida más allá de lo esperado. Y Sainz, sobre un asfalto a tan sólo 22ºC, rodaba con constancia en 1:37. Además, Ferrari cumplió con creces con un segundo pit-stop, a 20 vueltas para la meta, en 2,2 segundos.
Stroll, desde el pozo
Red Bull tuvo que actuar de inmediato con Pérez, dado que su ventaja sobre Sainz no excedía de los dos segundos. El mexicano sabía que jugaba con ventaja y que contaba aún con una bola extra. Así quedó en evidencia durante su último relevo, cuando añadió otro segundo a su favor para alcanzar la meta con holgura.
Sin noticias de Russell, sin alardes de Norris, sin un solo coletazo de Leclerc, el espectáculo declinaba. Red Bull había sembrado la desolación y el resto bastante tenía con completar las 57 vueltas. Alonso, sin ir más lejos, tuvo que sujetarse a duras penas en el top-10. Nunca se sintió competitivo ante McLaren o Mercedes, por mencionar sólo a los adversarios más a su alcance. Y aún más preocupante fue cómo fue perdiendo terreno ante Lance Stroll, que se había desplomado al pozo tras un toque en la primera curva con Nico Hulkenberg. Por una vez, el canadiense no perdería la compostura, sino que fue adquiriendo, poco a poco, gran consistencia.
Fernando sólo había atraído la atención de las cámaras con un par de maniobras ante Guanyu Zhou. Pero su primer stint con los duros resultó muy preocupante. Y ni siquiera tuvo suerte en el casino, a la espera de un golpe de suerte en forma de safety car. Nada menos que 25 vueltas esperando nada. No obstante, nadamás renovar el calzado, su AMR24 ya parecía otro. Si Stroll pretendía cruzar la meta por delante, no sabía con quien iba a jugarse los cuartos. Alonso se quitó de encima a su compañero con una feroz maniobra. Su único desquite en un sábado, que como él mismo reconoció por la radio, se le hizo eterno.
La previa de la sesión clasificatoria del GP de Bahrein se vio animada el viernes por la visita del Rey Juan Carlos I, que quiso pisar de nuevo un paddock de la Fórmula 1. Fue la primera aparición del monarca en el Gran Circo desde el GP de México de 2021 y tuvo carácter privado. El Emérito, gran aficionado a las carreras, no perdió la oportunidad de saludar a viejos conocidos como Pedro de la Rosa o Marc Gené y siguió la evolución de la qualy en compañía de Carlos Sainz, cuádruple ganador del Rally Dakar.
La llegada del Rey a bordo de un carrito de golf provocó el habitual revuelo en el ya de por sí animado ambiente de la F1. Sin embargo, su presencia pilló con el paso cambiado a Fernando Alonso y Carlos Sainz Jr, que venían de cerrar con un doblete los últimos entrenamientos libres en Sakhir. Por motivos de seguridad, el monarca guarda con recelo cada una de sus visitas. Y por la obligada discreción, Aston Martin y Ferrari prohibieron a la prensa la distribución de material fotográfico.
En cualquier caso, la cercanía de ambas escuderías en el paddock facilitó las cosas a Don Juan Carlos, que apenas tuvo que caminar unos pasos para acceder a sus respectivas instalaciones. Poco antes de las seis de la tarde fue recibido en el hospitality de Ferrari por la familia Sainz. Y una media hora después salió acompañado del bicampeón mundial para sentarse en la terraza ante un televisor de grandes dimensiones.
Del Jarama a la Fórmula E
Sainz, un convencido defensor de la figura del monarca, le informó de cada detalle de lo que sucedía sobre el asfalto. Ataviado con unos cascos, el Rey también dispuso de línea directa con el garaje de Frédéric Vasseur. A pesar de su movilidad reducida, el monarca mostró su habitual buen humor tanto con De la Rosa, embajador de Aston Martin, como con Gené, su homólogo en Ferrari. Por no mencionar el ambiente distendido que se percibía junto al gran dominador del Dakar en la última década.
La pasión de Juan Carlos I por la F1 se remonta a varias décadas atrás. De hecho, los aficionados más veteranos suelen recordar su papel de mediador en el conflicto entre Jean Marie Balestre, Bernie Ecclestone y los pilotos durante el controvertido GP de España de 1979, disputado en el Jarama. Aquella amistad con Ecclestone le permitió seguir acercándose de forma oficial al Gran Circo incluso después de 2014, año de su abdicación.
La última visita del Emérito que había causado gran expectación en el entorno de Liberty Media se remontaba al GP de Abu Dhabi 2018, el mismo domingo que Alonso cerró por primera vez la puerta con un "Hasta luego". En los últimos tiempos, su presencia en los circuitos se redujo al E-Prix Diriyah, una de las citas Mundial de Fórmula E, disputada en Riad a comienzos de 2023. En el caso de Bahrein, los fuertes lazos con la dinastía local, especialmente con el titular del trono, Hamad bin Isa bin Salman Al Jalifa, han facilitado aún más la llegada de Don Juan Carlos a un Gran Premio que este año celebra su 20ª edición.
Aún restaba un cuarto de hora para el final de la tercera sesión libre cuando un mensaje de Aston Martin dejó a más de uno boquiabierto en Sakhir. "Eres P1, una décima más rápido que Max Verstappen", informaron por radio a Fernando Alonso. "Sí, recibido. Otro paso más y mejor conectado con el coche. Se siente bien", respondió el bicampeón mundial. Un par de minutos más tarde, Carlos Sainz multiplicaría las esperanzas españolas con el mejor tiempo del viernes (1:30.824).
El piloto de Ferrari acababa de arañar a Verstappen una décima en el segundo sector y dos más en el último, sacando el máximo provecho a sus neumáticos de clasificación. La evidencia de que el SF24 puede, al menos, discutir también la hegemonía de Red Bull en las curvas lentas.
Por supuesto, el equipo de Christian Horner se mantiene como principal favorito para la pole. De hecho, Mad Max y Sergio Pérez fueron los únicos de la parrilla que se dieron el lujo de probar el neumático C1, el más duro de la gama, mientras el resto rodaba con el C3.
El top-10, en medio segundo
A última hora del jueves, Charles Leclerc había advertido que la gran pregunta era saber cuál es la ventaja real del RB20, porque daba por hecha una terrible igualdad entre Mercedes, Ferrari, Aston Martin y McLaren. Estas exiguas diferencias en cuanto prestaciones se plasmaron de nuevo, con el top10 agrupado en medio segundo.
Alonso, por su parte, cedió tan sólo 141 milésimas ante Sainz, después de que ambos completaran 18 vueltas, dos menos que Lewis Hamilton y Kevin Magnussen. El buen feeling del asturiano con el AMR24 El heptacampeón había sido el primero en salir a pista, por lo que debió hacer frente a unas condiciones del asfalto menos propicias. En cambio, George Russell sí pudo confirmar la inercia positiva de Mercedes y extrajo rendimiento inmediato de sus gomas (1:31.190).
Las condiciones del trazado mejoraban a cada minuto, pero ni Verstappen ni Pérez, que finalmente también apostaron por la goma blanda, pudieron desbancar ya a los líderes. Aunque si algún equipo puede lamentarse de sus prestaciones, ese es Alpine. En su peor actuación conjunta del fin de semana, Pierre Gasly y Esteban Ocon se deslizaron, respectivamente, hasta el último y antepenúltimo lugar de la tabla.