En el aeropuerto de Málaga explica Alan Bailey, un «empresario de las finanzas» de California, que en cuanto supo que Rafa Nadal jugaría su último partido se compró un pack completo para las Finales de la Copa Davis que incluye entradas para toda la semana y comidas en el hospitality. Pagó «unos 40.000 dólares» a una agencia y como él, los otros 50 estadounidenses que le acompañan, en un grupo que mayoritariamente ronda los 60 años y que ha hecho escala en Barcelona. «Es un momento único en el deporte mundial, no me lo podía perder», asegura y se marcha tan contento al hotel no sin antes preguntar si Nadal jugará individuales o dobles y de extender una invitación para ir visitarle durante el Masters 1000 de Indian Wells.
La Nadalmanía en Málaga es total. Enfrente del pabellón Martín Carpena sobresale el letrero de «Gracias, Rafa» que decora la fachada del estadio de atletismo y en todos los carteles de la ciudad se anuncia su adiós, pero el momento va más allá. Grupos y grupos de extranjeros aparecen en los hoteles y copan las terrazas esperando a que el ganador de 22 Grand Slam salte a la pista. Son quienes antes incluso del anuncio oficial de Nadal se lanzaron a la compra de entrada y de paquetes VIP para estar presentes en el evento.
«Hubo dos momentos de boom de venta de entradas. El primero fue cuando David Ferrer [el capitán del equipo español] anunció que Nadal formará parte del equipo. Luego la locura máxima llegó un par de semanas después, con el comunicado de su retirada. Nuestra web se colapsó, sobra decir que está todo más que vendido», cuenta a EL MUNDO el director de las Finales, Feliciano López, que sabe que comanda «uno de los eventos más importantes de este año en el deporte mundial». El precio original de las entradas era de entre 40 y 200 euros por sesión, pero ahora las cantidades se han disparado hasta lo ilógico. Por las calles cercanas al pabellón no se ven revendedores, seguramente por culpa del amplísimo despliegue de la Policía en la zona, pero en las webs especializadas se pueden encontrar tickets por 30.000, por 40.000, por 50.000 y hasta por 70.000 entradas.
Djokovic y Murray, confirmados
«He recibido muchas llamadas de amigos y no me pedían invitaciones, simplemente me pedían ayuda para poder comprar. Ha sido un poco loco, pero no me esperaba nada diferente, aquí se va a vivir un hecho histórico», añade López que premia al periodista a tomar lugar pronto en la sala de prensa porque se ha quedado pequeña. Aunque el pabellón Martín Carpena ha acogido partidos de Euroliga, de la NBA, algunas exhibiciones del propio Nadal y hasta unos premios Goya, nunca se ha visto en una igual. «Podríamos haber llenado tres salas de prensa como la de aquí. Hemos tenido que rechazar muchas peticiones de acreditación», señala el ex tenista que también apunta dos detalles curiosos: habían contratado una carpa para VIPs y tuvieron que pedir una el doble de grande y habrá varias leyendas en el palco.
Manu FernandezAP
«Sé que Novak Djokovic y Andy Murray vendrán. De Roger Federer no sé nada, la verdad», finaliza López, al que se le nota la emoción: «Se dan muchas coincidencias que son increíbles. A veces no te imaginas lo que la vida te tiene planeado. Me acuerdo perfectamente cuando Rafa debutó conmigo en la Davis en la República Checa, lo joven que era, la impresión que me dio. ¿Quién me iba a decir que se retiraría en la Davis con 22 Grand Slam y que yo sería el director del torneo?»
Entre las preocupaciones de López sólo está que Nadal disfrute de sus últimos partidos y, por supuesto, que la infraestructura del torneo aguante su peso. Porque la organización le ha preparado un homenaje «a la altura» y ha tenido que reacondicionar muchas cosas. Por ejemplo, el equipo español se ha alojado en el Hotel Higuerón de Fuengirola, un complejo cerrado de cinco estrellas, alejado del tumulto de la ciudad. Allí Nadal descansa con Carlos Alcaraz, Roberto Bautista y compañía a la espera de disputar sus últimos partidos entre la «locura máxima» desatada estos días en Málaga.
"¡Buen saque, Rafa!", exclama Alcaraz y Nadal se ríe: "Hay que apretar, ¿no?". Apenas 24 horas antes de que España debute en las finales de la Copa Davis ante Países Bajos (este martes, a partir de las 17.00 horas, Movistar), los dos mejores tenistas de la historia del país se citan en el pabellón Martín Carpena de Málaga para un entrenamiento conjunto y un set de práctica. ¿El marcador? 4-4. Pero eso no es lo importante.
Lo importante es que los dos preparan sus partidos individuales o, como mínimo, eso parece. Mientras Marcel Granollers se ejercita junto a Pedro Martínez y la pareja de Estados Unidos para el dobles, Nadal practica en solitario contra Alcaraz con el objetivo de medirse a Botic van deZandschulp en el encuentro que debe abrir la eliminatoria. La decisión está en manos del capitán español, David Ferrer, que ya advertido que apurará al máximo para anunciarlo -debe ser una hora antes del inicio-, pero el entrenamiento sería ilógico si finalmente Nadal juega el dobles.
Su probable rival, Van de Zandschulp, verdugo de Alcaraz en el último US Open, es un tenista inconsistente muy lejos de su mejor ranking -hoy es el 80 de la lista- y, además, el español llega en buena forma. Después de dos días de sesiones más livianas, este lunes se ejercitó al máximo y exhibió de lo que todavía es capaz. Con su familia casi al completo en las gradas -no estaba su mujer Mery, pero sí su hijo con los abuelos-, sobrepasó a Alcaraz con su saque y mandó con su derecha, a pesar de los pesares. Sus problemas llegan en el resto y en los desplazamientos laterales, pero con lo visto ya es capaz de vencer.
Jorge ZapataEFE
Si Nadal se enfrenta a Van de Zandschulp, Alcaraz se enfrentará después a Tallon Griekspoor, un rival al que siempre ha dominado -cuatro victorias sin ceder un sólo set- y si hace falta, quedará el dobles. Granollers y posiblemente Martínez se medirán a Wesley Koolhof y Van de Zandschulp en un duelo siempre incierto por la clasificación. A España, por supuesto, le conviene solventar antes en los dos partidos individuales y encarar dos días de descanso antes de unas semifinales que también serán propicias.
Allí estarían Alemania o Canadá, dos selecciones de peso, pero carentes de sus mejores tenistas. Ni Alexander Zverev ni Félix Auger-Aliassime están en Málaga así que Alcaraz y Nadal no se enfrentarán a un Top 10 hasta una hipotética final, donde sí debería estar Italia con Jannik Sinner, Estados Unidos con Taylor Fritz o Australia con Álex de Miñaur. En su contra, únicamente, la superficie rapidísima instalada en el Martín Carpena que este lunes acaparó sus quejas.
El equipo español de la Copa Davis ha comparecido en el Hotel Higuerón de Fuengirola (Málaga) en la rueda de prensa previa al inicio de la Copa Davis, el último torneo que jugará Rafa Nadal como profesional.
Todos los focos estaban puestos en el mallorquín que se ha mostrado muy confiado en poder ayudar al equipo español a obtener su séptima Copa Davis, la sexta para el jugador nacido en Manacor. "No estoy aquí para retirarme. Estoy aquí para ayudar al equipo a ganar. Es mi última semana en una competición de equipo y lo más importante es ayudar al equipo", ha comentado el tenista.
Precisamente, esta es una de sus competiciones preferidas, como ha explicado durante su larga carrera, y por eso ha decidido que sea aquí, en Málaga, su último torneo. "El sentimiento de jugar con tu país es algo increíble. El 90% de mi carrera he estado con Ferrer, Moyá, ahora Carlos Alcaraz... Son 20 años compitiendo en esta Copa Davis con diferentes relaciones. Al final tienes una familia", ha declarado.
Será Países Bajos el primer escollo del equipo español en este torneo, que se desarrollará durante esta semana. Rafa Nadal no tiene claro si jugará pese a que ha asegurado que lleva entrenando "lo más duro posible" el último mes y medio para llegar a punto a la cita, pero mantiene la posibilidad de dar un paso a un lado si no está preparado. "Si yo no puedo competir sin ser competitivo...", deja dicho el mallorquín.
La otra gran estrella será Carlos Alcaraz, con la que compartió el dobles en los Juegos Olímpicos de París el pasado verano, aunque no pudieran obtener metal. En esta ocasión, aunque jugarán para el mismo equipo, no se espera que compartan pista.
El murciano aterrizó hace un par de días en Málaga tras disputar las ATP Finals en Turín donde perdió dos partidos y ganó uno pese a estar enfermo la mayor parte del torneo. "Sigo un poco resfriado. En los últimos días he podido entrenar aquí prácticamente normal y muy bien. Casi que me he olvidado de la enfermedad y estoy casi al 100%", ha apuntado.
Todos con Nadal
En la rueda de prensa han estado todos los integrantes del equipo español de la Copa Davis así como el capitán, David Ferrer, quien habla de lo "especial" que es contar con Nadal en los elegidos y lo "afortunado" que se siente por estar en su despedida.
En el mismo sentido se han expresado el resto de integrantes. Marcel Granollers recordaba su época de juveniles juntos y lo "bonito" que es estar en Málaga mientras que Roberto Bautista hablaba de que es "un ejemplo" y mantenía que les da "mucha energía y positividad".
Si España consigue vencer a Países Bajos, eliminatoria que se disputa este martes, se enfrentaría al ganador del Alemania - Canadá en semifinales el viernes 22. En la final, que se disputa el domingo 24, podrían encontrarse o con la temible Italia de Sinner o con Estados Unidos, si ambos superan a Argentina y Australia, respectivamente.
El hobby de Roberto Bautista son los caballos. Monta desde que era un niño, llegó a tener seis ejemplares en su casa y ahora cuenta en Castellón con su propia yeguada, con la que compite en concursos de pura raza española. Ama los caballos como pocos, pero hace justo un año esa pasión casi le cuesta la retirada. «Fue un accidente con mala suerte. Estaba montando y en una caída se me quedó el pie debajo y me fracturé el peroné», recuerda quien ha tenido que penar, por culpa de ese infortunio, por previas y torneos menores a lo largo de 2024.
De estar en el Top 10 del mundo a caer hasta el puesto 122 y ahora, por fin, volver entre los mejores para presentarse en esta Copa Davis como el escudero de Carlos Alcaraz. Decidirá el capitán, David Ferrer, pero en principio Bautista. de 36 años, jugará los segundos partidos de individuales reservando a Rafa Nadal para el dobles. No en vano, fue él quien otorgó dos victorias cruciales durante la fase de grupos.
¿Y ha vuelto a montar?
Le he cogido distancia, pero no por el accidente. En Andorra, donde vivo, monto los caballos de una amiga, pero voy menos a Castellón de lo que me gustaría. Lo sigo haciendo, aunque con cuidado. Es difícil recuperarse de una mala caída. Igualmente sigo siendo mi hobby y el proyecto de la yeguada me apasiona. Llevo ocho años, va despacio, pero es muy interesante.
A su edad, lo de caer del Top 100 y volver a jugar las previas...
Ha sido complicado, sí, sí. Llevaba 10 años en puestos de privilegio y normalmente cuando llegaba a los torneos ya ni había jugadores de la previa. Este año he dicho: 'Madre mía, qué diferencia'. He tenido que jugar muchos más partidos, me ha costado más sumar partidos... Pero estoy orgulloso. Ha sido un año en el que he mostrado mucho carácter, mucha disciplina, y he podido volver a disfrutar del tenis. El título en Amberes [un ATP 250, el pasado octubre] será siempre uno de los más especiales de mi carrera. Para mí, lesionarme de gravedad y poder regresar ha sido un premio a haberme cuidado siempre.
Fernando Galindo
Para premio, la Copa Davis. La pregunta del millón: ¿Jugará usted los individuales o jugará Rafa Nadal?
No he hablado con el capitán. Se pueden dar muchas situaciones, hay que ver cómo llega Carlos [Alcaraz], cómo se encuentra Rafa... Conociéndole imagino que hará lo posible por jugar, querrá competir al máximo. A mí la Copa Davis me motiva en especial. Es una competición que me ha dado mucho, que ha subido mi nivel, que me ha hecho jugar mejor. Si tengo la oportunidad de jugar, lo voy a disfrutar muchísimo.
Son de la misma generación, han compartido muchas veces equipo... ¿Cómo es su relación con Nadal?
Para mí siempre ha sido un ejemplo, me ha servido de inspiración. Él se metió en el circuito mucho antes que yo y empezó muy pronto a ganar todo lo que ha ganado. Al principio no teníamos mucho trato, pero cuando empezamos a coincidir en la Davis pasamos años muy buenos. Ahora nos llevamos muy bien, hemos estado los últimos días entrenando juntos en su academia de Mallorca. Espero que tenga la mejor despedida posible.
Fue muchos años el segundo español por detrás de Nadal y ahora ha aparecido Alcaraz. ¿Le molesta no estar bajo los focos?
No, nunca me ha molestado. Si me he fijado en otros tenistas, siempre ha sido en su juego. A nivel mediático nunca he mirado de puertas afuera, no me ha preocupado mucho la atención que recibía. Siempre he intentado ganar mis cosas, hacer mi camino, tener mi propia carrera.
Hablaba de los años buenos con Nadal. Es imposible olvidar la victoria de España en la Copa Davis de 2019. Sus lágrimas por la victoria tras el fallecimiento de su padre.
Para mí también fue un momento muy especial, uno de los mejores momentos de mi carrera. No lo pienso mucho en mi día a día, pero es inevitable acordarse cuando vengo a jugar la Davis. Siempre me viene a la cabeza. Viví muchas emociones, pero guardo muchos recuerdos de aquel día, de toda la semana.
Fernando Galindo
España jugará este martes contra Países Bajos. Si gana, semifinales el viernes y el domingo, la final. Toda la Copa Davis en una semana y en un mismo sitio, Málaga. ¿Le gusta el nuevo formato?
Me gusta, sí, pero jugamos siempre en España. Como siempre ha sido así, en Madrid o en Málaga, he disfrutado mucho con este nuevo formato. Pero entiendo lo que dicen otros jugadores. Soy consciente de que si estas Finales se jugarán en otro país tendría una opinión diferente.
Se retira Nadal, usted tiene 36 años, hay seis españoles en el Top 100. ¿Le preocupa el futuro de nuestro tenis?
Antes igual España tenía 12 o 14 jugadores en el Top 100 del ranking y ahora hay menos, el listón ha bajado, pero es una cuestión generacional. Tenemos a Carlos, que es el número tres del mundo, que ha ganado dos Grand Slam seguidos, no podemos hablar mal del futuro. Además hay gente joven apretando. Está Martín Landaluce a punto de meterse entre los mejores, Rafa Jódar, Andrés Santamarta, que nos ayuda estos días como sparring... Y estoy seguro que saldrán caras nuevas.
¿Se plantea un objetivo final o un lugar para la retirada?
La verdad es que no. El tenis es un deporte especial porque siempre te plantea nuevos retos, siempre hay algo en lo que superarse. A estas alturas yo siempre me pregunto: ¿Por qué no? Si gano un torneo pienso que por qué no puedo ganar otro. O por qué no puedo aguantar otro año en la élite. No me cuesta levantarme para entrenar, siempre mantengo la motivación, así que no sé decidir cuándo y cómo lo dejaré.
Guió a su sobrino desde la infancia hasta 2017 y forjó el tenis y el carácter del extraordinario jugador que disputará en la Copa Davis, la semana próxima, el último torneo de su vida. Toni resta méritos a su influencia y continúa fiel a un ideario próximo al estoicismo.
El Estadio Ciudad de Málaga luce desde este martes una lona gigante de 2.600 metros cuadrados de superficie con una figura de Rafa Nadal de espaldas de 15 metros de altura, con la que el Ayuntamiento y la Diputación de Málaga agradecen al tenista mallorquín que haya elegido la ciudad para coronar su carrera.
"Gracias" se lee en esta lona, ubicada en el frontal del estadio y visible desde la autovía, que se sitúa frente a los accesos al Palacio de los Deportes Martín Carpena, donde Rafa Nadal disputará su último torneo como tenista profesional del 19 al 24 de noviembre, en la final de la Copa Davis.
Hace unas semanas, medios de todo el mundo se hicieron eco en sus portadas de la retirada del tenista en Málaga, con el consiguiente impacto internacional y retorno a efectos de imagen y promoción turística, que se amplificará durante este adiós a la competición.
Con esta acción, el Ayuntamiento y la Diputación malagueños pretenden reforzar la proyección de las marcas Málaga y la Costa del Sol, aprovechando que "la atención global" estará en esta provincia durante la Davis y que Nadal es uno de los deportistas más laureados y admirados de la historia, con cientos de millones de seguidores en todo el mundo.
Considerado el mejor deportista español y uno de los mejores tenistas de la historia, Nadal ha logrado a lo largo de su carrera 22 títulos del Gran Slam, de los que 14 fueron en la tierra batida de Roland Garros, así como cinco títulos de campeón de la Copa Davis con la selección española, dos oros olímpicos y otros 36 trofeos ATP Masters 1000.
#GraciasRafa
Además de la lona publicitaria, una de las más grandes que se hayan colocado en España, según sus promotores, la campaña también se desplegará en la estación de metro del Palacio de los Deportes, espacios de este recinto deportivo, así como en mupis (publicidad en mobiliario urbano), pantallas, transporte público y redes sociales, con la etiqueta #GraciasRafa.
El homenaje refleja el agradecimiento de Málaga y de toda la Costa del Sol por el privilegio de contar con Nadal en sus últimos grandes momentos deportivos.
Desde que el pasado 10 de octubre Nadal (Manacor, 1986) anunció que la final de la Copa Davis sería su último torneo como profesional, el tenista ha acaparado la atención de los medios de comunicación y elogios tanto de los principales deportistas de todo el mundo y autoridades del país.
En 2008, Rafa Nadal recibió el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes tanto por su trayectoria deportiva "ejemplarizante" como por su categoría humana y espíritu solidario.
Disfrutará a partir del 18 de noviembre del último torneo de Rafael Nadal, a quien dirigirá por primera vez como capitán de Copa Davis. La cita de Málaga, con todas las entradas vendidas, se ha convertido en un acontecimiento por la despedida del mallorquín.
El 8 de septiembre de 1989 abría sus puertas el remodelado estadio de Montjuïc, construido con motivo de la Exposición Universal de 1929, para acoger la Copa del Mundo de atletismo, un torneo test para la instalación que debía ser el epicentro de los Juegos Olímpicos de Barcelona, tres años más tarde. El 23 de octubre se publicaba el primer número de EL MUNDO. El paralelismo no es baladí, porque la vida de nuestro periódico, nacido ya con la Transición política consumada, es la de la gran Transición del deporte español y su eclosión, con los Juegos de Barcelona'92 como punto de inflexión.
La Transición hacia una era de éxitos en la que España ha tenido un campeón olímpico de 1.500 metros, Fermín Cacho, y una campeona olímpica de salto de altura, Ruth Beitia. Un tiempo en el que la otrora selección de las frustraciones ha ganado tres Eurocopas y un Mundial de fútbol, hito repetido por la selección femenina como metáfora de las conquistas sociales de la mujer. España ha alcanzado esa misma cima en el baloncesto -con su gran referente, Pau Gasol, como campeón de la NBA-, el balonmano, el waterpolo o el tenis, al levantar en seis ocasiones la Copa Davis. Ha visto a uno de sus ciclistas, Miguel Indurain, ganar cinco Tours y, después de dominar con numerosos pilotos la montura de las dos ruedas, con Marc Márquez como último grande, ha llevado a otro, Fernando Alonso, hasta lo más alto de la Fórmula 1, deporte que ejemplifica la competencia del primer mundo: tecnología, dinero y poder. Ha visto al Barça conquistar su primera Champions, meses antes de los Juegos, y repetir cuatro veces, y al Real Madrid romper un maleficio de más de 30 años y mejorar, con nueve títulos, los seis de su era fundacional. Ninguna otra actividad como el deporte ha experimentado un despegue internacional semejante en estos 35 años, más de la mitad compartidos con uno de los personajes más valorados repetidamente por la sociedad española. Es Rafa Nadal. Es un deportista.
Rafa Nadal, en una eliminatoria de Copa Davis.
La primera portada y el récord de Powell
La inauguración del estadio de Montjuïc fue accidentada, debido a una lluvia torrencial. La salida de EL MUNDO, que en su primera portada incluía una fotografía del entonces entrenador del Real Madrid, John Benjamin Toshack, como prueba de su sensibilidad por el deporte, no fue ajena a los avatares de última hora en el parto de cualquier periódico, según recuerdan los fundadores. El encuentro de uno y otro, estadio y periódico, se produjo en los Juegos, con los que EL MUNDO se volcó, al incluir entre sus enviados especiales a algunas de sus firmas ajenas al deporte, como Manuel Hidalgo o Alfonso Rojo. La iniciativa se convertiría en un hecho diferencial, continuada después por columnistas como los desaparecidos David Gistau y Raúl Rivero, o el reportero Pedro Simón. La creatividad, seña de identidad del periódico desde su creación, era puesta al servicio de las coberturas del deporte, como ocurrió cuando Mike Powell batió el récord de salto de longitud, en 1991. Los 8,95 metros fueron representados, centímetro a centímetro, en la cabecera de todas las páginas hasta completar la distancia. Y con el periodismo de investigación como prioridad, tampoco EL MUNDO ha perdido la ocasión de dedicar sus medios a indagar los casos de corrupción de los que el deporte no ha podido escapar.
El día de la inauguración de los Juegos, el 25 de julio de 1992, no llovía. Lucía el sol. Felipe VI, entonces príncipe, fue el abanderado de una delegación que desató la euforia en Montjuïc y en todo el país, una euforia que no se detuvo hasta que Los Manolos despidieron los Juegos con aquel 'Amigos para siempre'. Al día siguiente de la apertura, llegaba el primer oro. Lo hacía en bicicleta, en el Velódromo de Horta, gracias a José Manuel Moreno. Los oros continuaron, hasta 13, y el resto de medallas, hasta 22. La cifra no ha podido superarse más de 30 años después, hecho que demuestra la magnitud de lo conseguido entonces en una España en la que se había instalado el estado de optimismo. El país conseguía erigirse en actor global principal durante más dos semanas para trasladar al mundo la imagen de una España moderna y plenamente democrática. La lucha contra el terrorismo de ETA, que habría respetado el periodo de los Juegos a cambio de algún tipo de pacto, era entonces el frente ante el que el Gobierno de Felipe González traspasó los límites, con EL MUNDO como principal denunciante de esos excesos.
El éxito de Barcelona no sólo constató la eficacia del Programa de Ayuda al Deporte Olímpico (ADO), en el que se implicó a las principales corporaciones del país, sino que cambió la mentalidad de los deportistas españoles. Es el punto de partida del canto «¡Yo soy español, español, español!». La carrera suicida de Fermín Cacho, un atleta de Soria, en la recta de Montjuïc hasta el oro es la metáfora de esa transformación. También el remate de Kiko a la red en la final del Camp Nou. Todos los que vinieron después, Pau Gasol, Nadal, Andrés Iniesta o Alonso, son herederos de esa nueva mentalidad.
DEPORTISTAS, LOS MEJOR VALORADOS
El impulso del 92 fue, pues, clave y el deporte español tomó una línea de crecimiento que no siempre fue en paralelo a las de la política o la economía. Los años siguientes a los Juegos fueron los del tardofelipismo, una de las peores crisis de reputación para esa España emergente, fuera por los GAL o por los casos de corrupción. La corrupción atraparía también a los gobiernos del PP, con Gürtel como epicentro, hasta convertirse en un mal sistémico de la política española con independencia del color. Ello explica que algunos de los personajes mejor valorados por la sociedad española hayan sido deportistas, como Vicente del Bosque, el seleccionador de fútbol del título mundial, o Nadal, muy por encima de los líderes de los partidos políticos o inquilinos de La Moncloa. El deporte ha sido la buena cara del país, el mascarón de proa de lo que se llamó Marca España.
El año 92 no fue mágico únicamente por los Juegos. Dos meses antes, el Barça conquistaba su primera Copa de Europa en Wembley, tras derrotar en la prórroga a la Sampdoria italiana con un gol de Ronald Koeman. Después de dos finales perdidas, fue un título clave no sólo por lo que históricamente representaba, al dejar atrás el club azulgrana muchos complejos y frustraciones, sino por lo que iba a significar para el futuro del Barcelona y del fútbol español. Wembley avaló la osada y contracultural apuesta de Johan Cruyff e hizo posible el 'Dream Team', ganador de cuatro Ligas consecutivas. Con un imberbe Josep Guardiola en sus filas, toda su obra posterior como entrenador es heredera de aquellas enseñanzas. Guardiola mejoró al 'Dream Team', construyó el mejor Barça de la historia, por los títulos y por su juego, y aportó la clave de bóveda, el triángulo Xavi-Iniesta-Busquets, a la España que lo ganaría todo tiempo después.
El primer día de competición de los Juegos, el 26 de julio, Miguel Indurain subía al podio, pero lejos de Barcelona, en los Campos Elíseos de París, como ganador de su segundo Tour consecutivo. Era el de su confirmación el mismo año en el que había ganado también el Giro. España tenía un corredor que no parecía español. No era el escalador que espera su oportunidad en los Alpes o los Pirineos. No. Era un corredor total, fuera en la montaña o en la contrarreloj. Tres Tours más, hasta sumar cinco de forma consecutiva, convertían al navarro en uno de los mejores de la historia del ciclismo, capaz de marcar una era en su deporte. La era Indurain fraguó durante los primeros años de El MUNDO, volcado en su seguimiento.
El navarro no era el primer español en conseguirlo, puesto que pioneros como Ángel Nieto o Severiano Ballesteros también marcaron su tiempo en el motociclismo y el golf, respectivamente. En el ámbito colectivo, lo había hecho también el Real Madrid de las seis Copas de Europa, las cinco primeras sin interrupción, como los Tours del navarro. Sin embargo, Indurain lo conseguía en el momento del despegue para el deporte español, el inicio de los años 90.
aRANTXA Y cONCHITA SE AVAZAN A SU TIEMPO
Meses antes del nacimiento de EL MUNDO, Arantxa Sánchez Vicario ganaba Roland Garros frente a Steffi Graf. Tenía 17 años y todo un porvenir que se hizo realidad en los años 90. Si bien no pudo ganar en el All England Club, sí lo hizo su contemporánea Conchita Martínez en 1994. La obra de Arantxa y Conchita, el carácter y la técnica, se produjo en un tiempo en el que deporte femenino no gozaba del impulso institucional actual, y en el que el altar de los grandes campeones parecía reservado exclusivamente a los hombres. Ambas habrían merecido más reconocimiento. Arantxa ganó en Roland Garros antes de que volviera a hacerlo ningún español en categoría masculina desde Andrés Gimeno, en 1972. Sergi Bruguera lo hizo cuatro años más tarde que la menor de la saga de los Sánchez Vicario para abrir un tiempo de dominio en la tierra de París que no se remite únicamente a los 14 títulos de Nadal. Bruguera, en dos ocasiones, Carlos Moyá, Albert Costa, Juan Carlos Ferrero y Carlos Alcaraz suman otros seis, 20 en total para España en 31 años.
La tierra era el reino de los españoles, hecho que permitió la conquista de la primera Copa Davis, en 2000, en un Palau Sant Jordi en el que entraron los camiones cargados de arena para tener una superficie ad hoc. España derrotó a Australia y curó una herida histórica, ya que los pioneros que comandaba Manolo Santana cayeron sobre su hierba en 1965 y 1967. Rafa Nadal, con 14 años, era el abanderado de España en aquella final. Cuatro años más tarde, en la Cartuja de Sevilla, formaba parte del equipo. Al segundo título, ante Estados Unidos, le han seguido cuatro más, con o sin Nadal, en el formato antiguo y en el formato Piqué.
Esos seis títulos de Copa Davis en el siglo XXI, el equivalente al Mundial del tenis, demuestran que este deporte ha sido y es más que Nadal, aunque la descomunal obra del mallorquín, con 22 títulos de Grand Slam, haya fagocitado a sus contemporáneos. Ningún otro deportista y quizás ningún otro personaje de la vida pública española ha estado tanto tiempo en la cima como él. Nadal forma, junto a Alonso y los miembros de las grandes generaciones de las selecciones de fútbol y baloncesto, desde Pau Gasol y Navarro a Casillas e Iniesta, un conjunto de campeones españoles que alcanzaron la cumbre mundial en paralelo, hecho que da forma a la Edad de Oro de nuestro deporte. Alonso acabó con la era Schumacher, enlazó dos títulos, en 2005 y 2006, y pese a no volver a ganar el Mundial en sus pasos por McLaren o Ferrari, despertó la pasión por la Fórmula 1 en España. Su aportación es especialmente cualitativa.
España ya sabía lo que era alcanzar una plata olímpica en baloncesto, hace 40 años en Los Ángeles, pero la generación que nació en 1999 con el título del Mundial sub'19 marca un punto de partida distinto. Los júniors de oro no dejaron de ganar, con sus clubes o con la selección, sumaron más platas olímpicas y, sobre todo, alcanzaron la cima mundial con el título en Japón, en 2006. Cuatro Europeos y otro Mundial, ya con sus herederos, les siguieron mientras la NBA los reclamaba, y no para ser pajes de estrellas, como le ocurrió en los 80 a Fernando Martín. Pau Gasol lo demostraría con dos anillos de campeón con los Lakers.
eL caso rubiales
El mismo año que los 'júniors' de oro ganaban el Mundial sub'19 en Lisboa, la selección de fútbol se impuso en el Mundial sub'20 de Nigeria. Casillas y Xavi formaban parte de ese equipo, el eje Madrid-Barça que se trasladaría a la selección absoluta hasta el triunfo en el Mundial de Sudáfrica, en 2010, título que nuestro fútbol observaba como un Everest inalcanzable. El gol de Iniesta, «Iniesta de mi vida», es parte ya de la historia de España, un país que pudo sacar a las calles su bandera sin señalarse, sin complejos. Un país unido, por una vez, por obra y gracia del fútbol, que nos hizo creernos los mejores del mundo. Las mujeres lo consiguieron 13 años después, aunque la vergüenza por el beso no consentido de Luis Rubiales a Jenni Hermoso les arrebatara parte de los focos. El caso Rubiales supuso una de las peores crisis de reputación para nuestro país en los últimos años y abrió en canal a una Federación de fútbol incapaz de erradicar la corrupción, buena parte de los casos denunciados por este periódico.
El tiempo, sin embargo, disipa las sombras para dejar ver el avance del fútbol femenino en nuestro país, con el Barcelona como mejor equipo del planeta. La mujer ya había demostrado su avance en la arena olímpica, con una selección de waterpolo que lo ha ganado todo, el oro finalmente en los Juegos de París, y más medallas en categoría femenina que masculina en varias de las últimas citas bajos los aros. Una conquista que hacen todavía más global los atletas paralímpicos, como prueban sus últimos resultados en París. La mejor conquista de España en la vida de EL MUNDO.
Rafael Nadal volvió a darse un baño de realidad y sensaciones en Riad. El español, que venía de perder ante Alcaraz hace un par de días, se regaló un rato de tenis 'antiguo' para competirle a Novak Djokovic un segundo set glorioso. Perdió ante el serbio, pero recuperó chispa y ganas camino de la Copa Davis, el último torneo de su carrera. Nole, de más a menos, se llevó el tercer puesto del Six Kings Slam superando al de Manacor por 6-2 y 7-6.
Nadal arrancó con nervios, quizás más pendiente de no fallar que de intentar hacer daño a su rival. Perdió el servicio en el primer juego del partido y a partir de ahí le costó reengancharse al set. Nunca tuvo opción de break y volvió a perder su saque en el 5-2 que aceleró la primera manga para el serbio.
Tras el parón, un nuevo break de Djokovic parecía sentenciar el duelo, con un Nadal fuera de ritmo y de toque, errático en cualquier intento de derechos y débil al servicio.
Sin embargo, algo hizo 'clic' en el español al verse fuera del partido. Se relajó y comenzó a disfrutar. Rompió el saque de un Djokovic que pensaba ya en siguientes citas y se enganchó al set. Pudo volver a romper el servicio del serbio en el 3-3 y estuvo a punto de perder el suyo en el 3-4. Aguantó, y de nuevo hincó la rodilla al ponerse 5-4 abajo tras el break en blanco de 'Nole', pero resucitó.
El español se sacó de la manga tres puntos gloriosos para romper el saque del serbio, empatar a 5 y asegurar luego un tiebreak que provocó el delirio en Arabia.
En el momento definitivo, Rafa se centró en mantener su saque y en encontrar alguna debilidad en Djokovic, y sobrevivió hasta que el minibreak del 5-4, momento clave del tiebreak. Con 6-5 para Nole y saque para Nadal, el español envió una pelota a la red, se lamentó y sonrió camino del saludo con Djokovic.
En el partido 60 entre ambos, el último, Nadal fue de menos a más y recuperó sensaciones. Las necesitaba él y las necesitaba el equipo español camino de la Copa Davis.
A un paso de la pista del The Venue de Riad todo el equipo de Rafa Nadal y toda su familia -sus padres, su mujer, su hijo, su suegra- compartían charlas y se despedían de una vida dando vueltas por el mundo viendo tenis, celebrando victorias y lamentando alguna derrota. En su penúltimo partido en el extranjero como jugador en activo, el ganador de 22 Grand Slam se dio el gustazo de volver a reunir a los suyos y de disfrutar un rato más, otro rato más, de lo que le hizo quien es. Quedará mañana, cuando se medirá a Novak Djokovic en otro duelo histórico (18.30 horas, DAZN), pero ayer tocaba gozar rodeado de sus personas queridas de cada minuto con la raqueta en la mano.
«Estamos disfrutando, es nuestro último viaje juntos e intentamos saborear todos los minutos», comentaba durante el encuentro su entrenador, Carlos Moyà, con mucha emoción, también algo de pena. Después de casi 20 años de éxitos, el final de la carrera de Nadal ya no le definirá ni tan siquiera si en su último torneo, la próxima Copa Davis, consigue formar parte de la séptima Ensaladera de España, por eso ya sólo queda el goce.
Porque dentro de un mes en Málaga ocurrirá lo que tenga que ocurrir y ya está. Las semifinales del opulentísimo Six Kings Slam, el torneo de exhibición organizado a su medida en Arabia Saudí -iba a celebrarse en febrero y se aplazó para que él participara-, apenas ayudaron a descifrar si Nadal podrá ayudar al equipo español; ni él mismo lo sabe. Ante Carlos Alcaraz, antes fan, luego aprendiz, finalmente amigo, Nadal sólo pudo constatar que el tiempo ha pasado y que la próxima temporada sería un suplicio para él.
Limitaciones físicas
El hoy número dos del ránking, a sus 21 años, se demostró muy por encima y ni tan siquiera el formato igualó las fuerzas. Pese a ser un partido amistoso, Alcaraz dominó sin exigirse en todos los puntos para acabar ganando por 6-3 y 6-3 en una hora y 20 minutos. Como le ocurrió ante Alexander Zverev en el último Roland Garros o ante Djokovic en los Juegos de París, Nadal constató sus limitaciones físicas y simplemente hizo lo que pudo. En ocasiones apareció su derecha, tan potente como siempre; en ocasiones apareció su coraje, discutiendo bolas indiscutibles, pero todo lo demás era imposible.
En las semifinales previas, Jannik Sinner y Djokovic ofrecieron un duelo generacional mucho más reñido, más espectacular, que acabó con victoria del italiano por 6-2, 6-7(0) y 6-4, pero esta vez no pudo ser. Nadal estaba lastrado y Alcaraz también quería disfrutar. Al fin y al cabo, después de toda una infancia aplaudiendo puntos maravillosos de la leyenda que tenía delante, él también quería mostrarle lo suyo, sus golpes, su tenis, su arte. Para Alcaraz era importante jugar bien ante un ídolo como Nadal y, además, necesitaba recuperar ciertas sensaciones de cara al final de temporada.
Tras su derrota prematura en el último Masters 1000 de Shanghai, le queda ahora por delante el Masters 1000 de París-Bercy y las ATP Finals antes de la final de la Copa Davis y de esos dos torneos dependerá en buena medida sus opciones a asaltar el trono de Sinner en el ranking ATP el próximo año. Al final del partido, Alcaraz aplaudía la figura de Nadal y pedía que se alargara la ovación hacía él del público saudí, entregado a la leyenda.
Nadal saluda a los aficionados tras su derrota en Riad.AFP
«Me siento muy querido por todo el mundo, no creo que pueda dar las gracias las veces suficientes», comentaba Nadal al acabar, antes de analizar su partido: «Ha sido un placer poder jugar. Lo he intentado, ha sido un buen partido, estoy contento con mi actuación, pero no ha sido suficiente para poner en aprietos a una bestia como es Carlos. Está en muy buena forma».
Después del encuentro, con mucha complicidad, ambos se reunían en el centro de la pista para regalar unas pelotas a los aficionados y comentar el encuentro y después seguían con sus placeres. Alcaraz, aún sudado, recibía la visita de Neymar Jr., que le regalaba unas botas de fútbol, y Nadal se lanzaba a reunirse nuevamente con todo su equipo y toda su familia para despedirse juntos de una vida dando vueltas por el mundo viendo tenis, celebrando victorias y lamentando alguna derrota.