Nico Almagro: "En la pista era volcánico, a veces hacía cosas que molestaban a Nadal"

Nico Almagro: “En la pista era volcánico, a veces hacía cosas que molestaban a Nadal”

Aún no ha cumplido los 40 años y Nicolás Almagro, que llegó a estar entre los 10 primeros del ranking ATP, ya recuerda su vida de tenista como algo lejano. Su rodilla izquierda, siempre delicada, le obligó a retirarse en 2019 y le hizo estar «un tiempo» sin ver ni un solo partido. «Pero luego volvió el gusanillo y...», cuenta en conversación con EL MUNDO y lo que sigue es su conversión en comentarista, ya fijo en Eurosport y Max, que retransmitirá al completo el Open de Australia que empezó este domingo. «Me gusta mucho comentar, es divertido. Cuando jugaba ya pensaba que podía ser mi futuro porque siempre he comunicado de manera muy directa», asegura.

¿Fueron difíciles los meses posteriores a la retirada?
No mucho. Necesité una desintoxicación para alejarme un poquito, pero mi cuerpo ya pedía auxilio. Podría haber intentado seguir, pero tenía que volverme a operar de rodilla, la rehabilitación iba a ser complicada, y quería dejarlo en la pista. Me ayudó que acababa de ser padre, quizá por eso no fue traumático.
En su último torneo, el Open de Murcia de 2019, ganó un partido un niño llamado Carlos Alcaraz, que apenas tenía 15 años.
A esa edad ya se veía que marcaría una época. Fue una sorpresa que creciera tan rápido, pero ya se le veía un talento increíble. Su entrenador de entonces, Kiko [Navarro] fue compañero mío de generación, un buen amigo, y siempre me decía que había un chaval que hacía cosas distintas. También le ayudaba que se pasaba muchas horas en el club, jugando con la raqueta, desarrollando esa creatividad suya. De niño Carlitos ya tenía esa aura, esa estrella.
¿Es favorito en Australia?
Su primera semana será clave por los cambios que ha hecho en pretemporada, pero si consigue pasarla con buenas sensaciones, será muy difícil ganarle. Por su juego y su físico, hay que estar muy fino para ganarle a en cinco sets. Sólo veo a dos tenistas capaces de hacerlo.
¿Sinner y Zverev?
No, Sinner y Djokovic. A Zverev no lo pongo a ese nivel porque todavía no ha ganado un Grand Slam. Está un escalón por debajo. Sinner es el vigente campeón y Djokovic volverá a estar ahí. El año pasado se quedó vacío después del oro en los Juegos Olímpicos, pero ahora estoy seguro que tiene un objetivo. Aunque no sé cuál puede ser. Quizá sumar otro Grand Slam o llegar a los 100 torneos ATP ganados.
¿Ha cambiado el tenis?
Cada vez es más físico y menos técnico. En mi tiempo ya había grandes sacadores, Isner o Karlovic, pero en general no llegábamos a las velocidades actuales. Ahora parece que todo importa menos. Pienso en Giovanni Mpetschi-Perricard, que mete los segundos saques a 215 km/h.
¿Le convenció el adiós de Rafa Nadal?
Me esperaba más del acto, pero se retiró haciendo lo que quería, que era competir. Salió a dar el 100% y no pudo sacar el partido adelante. Fue el mejor deportista español de la historia, un tenista que cambió el juego, el mejor en tierra batida que jamás veremos. Que se retirara de la manera en la que se retiró, pues, bueno, qué le vamos a hacer.
Al final no ganará Roland Garros hasta los 65 años.
(Risas) Pero estuvo cerca. Aquello lo solté en un momento de agobio en París y quedó grabado, pero lo podía haber dicho cualquiera. En Roland Garros, Rafa te desesperaba, no sabías qué hacer para ganar un par de juegos. No volveremos a ver a un tenista ganar 14 veces allí.
En el Godó de 2014 le derrotó en cuartos y él se marchó cabreado.
Quizá por mi carácter, más volcánico, a veces hacía cosas que podían molestarle un poco, pero no pasaban de ahí. Teníamos y tenemos una relación muy sana. Éramos compañeros en la Copa Davis y compartimos aficiones, el Real Madrid o el golf.
En el Open de Australia llegó una vez a cuartos, en 2013, y allí se topó con David Ferrer. Menuda generación española le tocó.
La verdad es que sí. Contra David tuve muchas oportunidades para ganar y sólo lo conseguí una vez. Recuerdo aquel partido en Melbourne, estuve dos sets arriba y saqué tres veces para meterme en semis, pero no pudo ser. David era mucho más sólido y siempre le daba la vuelta a los partidos.
Lorenzo Aguado, el 'viejo' canterano que se miraba en Nadal: "Se cocinó a fuego lento"

Lorenzo Aguado, el ‘viejo’ canterano que se miraba en Nadal: “Se cocinó a fuego lento”

Premio para el canterano con la trayectoria más extensa en la Fábrica. Lorenzo Aguado (Madrid, 2002), que debutó en la festividad de Reyes Magos con el Real Madrid, ha sido convocado por Carlo Ancelotti para la Supercopa de Yeda, un reconocimiento para un chico que atesora el récord de permanencia en las categorías inferiores: 14 años. Se incorporó al club con siete y desde el Benjamín B ha escalado todos los peldaños. Siempre de blanco, excepto en el curso 2021-22, con una cesión en el Navalcarnero.

«Es una alegría inmensa y el sueño de mi vida», exclamó el lateral diestro al término del partido con la Deportiva Minera. Nadie como él conoce los rincones de la Ciudad Deportiva. Es un fijo en el Castilla de Raúl González y ahora Carlo Ancelotti le ha abierto las puertas del primer equipo. El italiano destaca la seriedad y la polivalencia del chaval criado en Illescas (Toledo).

Lorenzo es un lateral con largo recorrido y olfato goleador. Ante la Deportiva Minera disputó 63 minutos, con un 100% de acierto en el pase y un par de remates a portería. También estuvieron firmes Diego Aguado, un central de sólo 17 años que viaja a Arabia Saudí, y Chema, un mediocentro (19 años) con gran envergadura (1,90 metros), parecido a Aurelien Tchouaméni.

«Parece lento, pero no lo es»

El otro canterano citado en la convocatoria para la Supercopa es el delantero Daniel Yáñez (17 años). Ellos, junto a Raúl Asencio, son los estandartes de una quinta que pretende quitarse complejos con sus coetáneos de La Masia. «Les he dicho que demostrasen su calidad. Son jóvenes y esta es una buena experiencia. Contamos con ellos», apuntó Ancelotti tras el 0-5 en Cargagonova.

En el Madrid señalan que Lorenzo atesora unas características similares a las de Miguel Gutiérrez (Girona), por su facilidad para jugar por el exterior y por dentro: «Tiene buena técnica, es un lateral moderno, al estilo Philipp Lahm o Joshua Kimmich. Parece lento, pero no lo es; cuando arranca nadie es capaz de superarle».

Toda la familia de Lorenzo Aguado vive en Illescas y es seguidora del equipo blanco. Su padre es empresario inmobiliario y de seguros. Su madre, educadora social, trabaja en un centro ocupacional. Su hermana mayor es enfermera y la pequeña es estudiante. Aguado se graduó en Ciencias de Deporte. Le apasiona el esquí y de chaval destacó en el tenis. «Era muy bueno, quería ser como Rafa Nadal, pero luego se decantó por el fútbol, porque le atraía más el ambiente de grupo; en el tenis es todo más individualista», dicen en el entorno cercano del lateral, que siempre se mira en el espejo de Dani Carvajal.

«Romper el techo de cristal»

El pasado verano renovó contrato hasta 2026 y mantiene la ilusión de abrirse paso en el primer equipo. En la pretemporada que hizo con el grupo de Ancelotti en Estados Unidos le aseguraron que contaban con él, que sería el tercer lateral derecho. «Este año ha aparecido Asencio, pero ya hace mucho que ningún canterano se asienta con autoridad en el primer equipo. Lorenzo tiene la esperanza de romper ese techo de cristal», inciden. «Se ha cocinado a fuego lento en un fútbol en el que ahora parece que si no debutas con 17 años no tienes nada que hacer. Atesora la capacidad defensiva de Carvajal y la facilidad para construir de Miguel Gutiérrez. Es muy fuerte, cuando se planta es muy difícil de desbordar».

Esta temporada se ha afianzado como una pieza básica en el Castilla. Juega como lateral y se desenvuelve bien como central. Es muy fiable. En la anterior sólo estuvo de baja en tres ocasiones, por una apendicitis, una lesión en una pierna y otra en las costillas. «Es muy joven y cuida mucho la alimentación. En su casa prosigue la preparación habitual del Castilla con la utilización de aparatos de recuperación y de regeneración celular». El canterano más experto que ahora ha iniciado su gran salto.

El adiós a deshora de Rafael Nadal, que se fue de madrugada tras caer ante Van de Zandschulp, 80º del mundo, en la Copa Davis

El adiós a deshora de Rafael Nadal, que se fue de madrugada tras caer ante Van de Zandschulp, 80º del mundo, en la Copa Davis

El 7 de julio de 2021 Hubert Hurkacz venció a Roger Federer por 6-3, 7-6 (4) y 6-0 en los cuartos de final de Wimbledon. Fue el último partido oficial del suizo, ocho veces campeón del torneo y poseedor de 20 títulos del Grand Slam. Golpeado por recurrentes lesiones de rodilla, peleó en vano por regresar a las pistas, hasta que anunció su retirada el 16 de septiembre de 2022, a los 41 años. «He trabajado duro para volver a la mejor forma competitiva, pero también conozco las capacidades de mi cuerpo y mis límites, y es el mensaje que mi cuerpo me ha dado», escribió para anunciar su despedida, días antes de ser homenajeado en la Laver Cup.

El 19 de noviembre de 2024, el neerlandés Botic van de Zandschulp, 80º del mundo, derrotó a Rafael Nadal por 6-4 y 6-4 en el primer individual de los cuartos de las Finales de la Copa Davis entre España y Países Bajos, disputado en Málaga. Al consumarse horas después la derrota de la pareja formada por Carlos Alcaraz y Marcel Granollers frente a Wesley Koolhof y el propio Van de Zandschulp, aquel partido, aún tan próximo en la memoria, quedó como el último del zurdo manacorense, poseedor de 22 títulos del Grand Slam, quien ya había anticipado que tocaría puerto en la Copa Davis. Se retiró a los 38 años.

Nadie sabe cómo será el adiós de Novak Djokovic, el único superviviente de los tres hombres que han dominado el tenis durante más de tres lustros, aún en danza y dispuesto a intentar elevar el registro de 24 grandes, ahora con Andy Murray en su rincón. Nadie, ni siquiera competidores de semejante magnitud, puede terminar de escribir el guion de su despedida. El deporte, con su componente de azar, puede reservar desenlaces inesperados, tan amargos como los padecidos por dos de las mejores raquetas de siempre.

Ni Federer ni Nadal tuvieron un final acorde a su brillante desempeño profesional, a su significado incluso más allá de la línea de fondo. El 14 veces campeón de Roland Garros dejó caer el telón ya en la madrugada del pasado 20 de noviembre, pocas horas después de su derrota, con bastantes sillas vacías en el Martín Carpena al tratarse de la madrugada de un miércoles laborable. «Los finales de película son para Hollywood, aquí debemos centrarnos en competir y hacer cada uno lo mejor para el equipo», dejó dicho el ex número 1 del mundo el día anterior a la eliminatoria, reflexión convertida en un augurio.

El guion frustrado

El colofón estuvo lejos de sus anhelos y de los de los aficionados que agotaron las localidades poco después de conocerse que su retirada se produciría en Málaga. El cariño y el reconocimiento que recibió a través de los testimonios grabados de grandes deportistas, su discurso frente a los seguidores y las muestras de admiración y gratitud expresadas por los muchos que permanecieron en el recinto para asistir a su adiós, todo el protocolo que hubo de apresurar la Federación Internacional de Tenis, todo, se quedó pequeño.

Nadal, fuera de forma, sin competir desde su derrota en dobles junto a Carlos Alcaraz en los Juegos Olímpicos de París, el 31 de julio, había perdido ante el número 80 del mundo. España, hexacampeona de la Copa Davis, estaba fuera del torneo.

Lógicamente, la pretensión era otra. En las hipótesis más optimistas se vislumbraba una final el domingo con la poderosa Italia de Jannik Sinner, a la que podría asistir Toni Nadal, ausencia mayúscula. Pero no hacía falta ir tan lejos: incluso una semifinal frente a Alemania, el viernes, hubiera sido suficiente para contar con la presencia en el Martín Carpena de asistentes de lujo, entre los que se presumía Federer, quien escribió una cariñosa carta a través de las redes sociales a quien fue su némesis en las pistas horas antes de que se produjese el deslucido adiós.

Después de dos años en una frustrada batalla contra el dictamen del tiempo, Nadal eligió la Copa Davis, una competición donde sólo había perdido uno de sus 29 partidos individuales, para dar el irremediable paso al costado. La Caja Mágica ya le había dispensado su tributo en primavera. Roland Garros le aplaudió y le quiso como nunca después de caer en primera ronda ante Alexander Zverev, y renovó su postrero afecto en los Juegos.

Queda una trayectoria colosal: 92 títulos, 1.080 victorias frente a 228 derrotas, dos oros olímpicos y cinco Copas Davis, 209 semanas como número 1 del mundo, entre los cuantiosos méritos. La impronta de un deportista a quien siempre se le aplaudió su actitud ejemplar. Quedan más de 20 años de carrera en los que demostró ser un competidor como pocos, capaz de reinventarse y de enfrentar con coraje indesmayable la adversidad.

La despedida pudo ser otra. La hoja de servicios admite escaso parangón.

Rafa Nadal: "Durante 30 años transmití una imagen que no siempre era la que sentía por dentro"

Rafa Nadal: “Durante 30 años transmití una imagen que no siempre era la que sentía por dentro”

Actualizado Miércoles, 18 diciembre 2024 - 17:04

Rafal Nadal, retirado del tenis el mes pasado, ha admitido que "durante 30 años" transmitió al mundo una imagen que "no siempre" reflejaba lo que sentía en su interior.

"Sinceramente, estaba nervioso antes de cada partido, eso nunca te abandona. Todas las noches antes de un partido, me acostaba sintiendo que podía perder (¡también al despertarme por la mañana!). En el tenis, las diferencias entre jugadores son muy ajustadas y entre rivales aún más. Cuando sales a la pista, puede pasar cualquier cosa, por tanto, todos tus sentidos deben estar bien alerta. Esa sensación de fuego interior, los nervios, la adrenalina de salir y ver una pista llena, es una sensación muy difícil de describir", ha añadido.

"Es una sensación que solo unos pocos pueden entender", expresa el jugador español en una carta abierta titulada 'El regalo', publicada en 'The Players' Tribune', un medio que proporciona a los deportistas una comunicación directa con sus aficionados.

"Todavía habrá esos momentos Jugando exhibiciones y quizás en otros deportes. Siempre competiré y trataré de dar lo mejor que pueda, pero no será la misma sensación que caminar delante de los aficionados en cualquier pista".

Nadal confiesa que durante la mayor parte de su carrera supo "controlar las emociones, con una excepción".

"El dolor físico era algo a lo que estaba muy acostumbrado, pero hubo momentos en la pista en que tenía problemas para controlar la respiración y no podía jugar a mi mejor nivel. No tengo problema en admitirlo ahora", señala.

"Después de todo, somos seres humanos, no superhéroes. El jugador que ves en el centro de la pista con un trofeo es una persona; agotada, aliviada, feliz, agradecida, pero sólo una persona. Afortunadamente, no llegué al punto de no poder controlar cosas como la ansiedad, pero todos los jugadores pasan por momentos de dificultad para controlar la mente y cuando eso sucede, es difícil tener el control total de tu juego", continúa.

"La mayoría de las veces no ganas el torneo en el que participas. No importa quién seas, al final de muchas semanas, has perdido. La vida real es lo mismo. Aprendes a vivir con los momentos de alegría y los momentos de dolor, y tratas de tratarlos de la misma manera. En los momentos buenos nunca pensé que era Superman, y en los momentos malos, nunca pensé que fuera un fracaso".

Tras repasar los consejos que recibió de su familia, en particular de su padre, el ganador de 22 Grand Slams destaca que nunca le impulsó "el odio" hacia sus rivales, "sino un profundo respeto y admiración".

"Simplemente intentaba despertarme cada mañana y mejorar un poco para poder seguirles el ritmo. ¡No siempre funcionaba! Pero lo intentaba... Siempre lo intentaba. Durante más de 30 años he dado todo lo que he podido a este deporte. A cambio, recibí alegría y felicidad. Alegría y felicidad, amor y amistad, y mucho más", dice el jugador.

La poderosa Italia de Sinner liquida a Australia y defenderá el título frente a Países Bajos

La poderosa Italia de Sinner liquida a Australia y defenderá el título frente a Países Bajos

La poderosa Italia, ya campeona de la Billie Jean King Cup, defenderá su título de la Copa Davis este domingo frente a Países Bajos. Como se presumía, el equipo que capitanea Filippo Volandri, dejó atrás a Australia con sendas victorias en los encuentros individuales. Matteo Berrettini superó a Thanasi Kokkinakis por 6-7 (5), 6-3 y 7-5. Jannik Sinner derrotó a Alex de Miñaur por 6-3 y 6-4. No se disputó el partido de dobles.

Nadie cuenta con los recursos del equipo transalpino, dispuesto a señalar una época si los jugadores mantienen su compromiso. El leve sobresalto de la primera jornada, cuando Lorenzo Musetti, un joven y talentoso jugador que no acaba de encontrar el punto a esta competición, cayó ante el argentino Francisco Cerúndolo, quedó pronto solventado con la aplastante victoria de Sinner frente a Sebastián Báez en el segundo single de la serie y su improvisado concurso junto a Berrettini para el decisivo encuentro de dobles. Volandri cambió la formación inicial para ir con todo en busca de las semifinales.

Escasa resistencia

Australia presentó poca oposición en un Martín Carpena aún huérfano de la presencia de Rafael Nadal, tras la temprana eliminación de España ante Países Bajos el pasado martes. Sólo aguantó hasta el desempate del primer parcial. Berrettini, un ex top ten que llegó a disputar la final de Wimbledon y cuya carrera se ha visto alterada por las lesiones, cuenta con un inesperado protagonismo en el equipo. La Copa Davis tiene estas cosas: puede comprometer a jugadores con buenos resultados en el circuito y rescatar a otros que pelean por buscan volver a sus mejores días.

Sinner ni se inmuta. Ganador del Abierto de Australia y del US Open, reciente campeón en las ATP Finals e indiscutible número 1 del mundo, tiene todos los visos de cerrar hoy el curso a lo grande, del mismo modo que lo empezó, cuando se llevó su primer major en Melbourne. De igual forma a cómo clausuró 2023, devolviendo a Italia al centro del escenario tenístico masculino 47 años después.

Djokovic contrata a Murray como entrenador y preparará junto a él el Abierto de Australia

Djokovic contrata a Murray como entrenador y preparará junto a él el Abierto de Australia

Actualizado Sábado, 23 noviembre 2024 - 18:08

Novak Djokovic anunció este sábado la contratación del exjugador Andy Murray como nuevo técnico. "Estoy encantado de contar con uno de mis mayores rivales en el mismo lado de la red que yo, esta vez como entrenador. Tengo muchas ganas de comenzar la temporada con Andy y de tenerlo a mi lado en Melbourne, donde hemos compartido momentos excepcionales a lo largo de nuestras carreras", declaró el serbio en un comunicado.

Djokovic, que se ha quedado solo como integrante del Big 3 tras la retirada de Rafael Nadal, prescindió a finales de mayo de Goran Ivanisevic, el hombre con el que había trabajado las últimas temporadas. Ausente de las ATP Finals tras una temporada decepcionante, en la que no logró agregar ganar ningún grande, encara la que podría ser la última temporada de su carrera.

La colaboración entre Djokovic y Murray, ambos de 37 años, se centrará en su primera fase en la preparación para el Abierto de Australia, donde Nole tratará de imponerse por undécima ocasión. Ello le permitiría elevar a 25 su récord de títulos de Grand Slam.

"Tengo muchas ganas de estar por una vez del mismo lado de la red" que Djokovic, djjo Murray, que perdió cuatro finales en Melbourne ante su nuevo pupilo. El escocés, cuyos últimos años de carrera se vieron lastrados por las lesiones, no logró recuperar su mejor nivel, el que le había llevado al primer puesto del mundo y a conquistar el oro olímpico (2012, 2016), además de los títulos del US Open 2012 y Wimbledon 2013 y 2016.

El homenaje que no fue a Nadal, un bajón para la Davis: invitados que ya no viajan, cancelaciones en los hoteles...

El homenaje que no fue a Nadal, un bajón para la Davis: invitados que ya no viajan, cancelaciones en los hoteles…

El martes había colas por toda Málaga, para salir del metro, para entrar al pabellón Martín Carpena, para sentarse en las gradas, para mear en el baño, para pedir una hamburguesa o para pedir un taxi de vuelta, y en los últimos días ya no hay ni una. La misma Copa Davis, pero otra Copa Davis. La eliminación de España ante los Países Bajos fue un duro golpe para la competición, que había previsto una semana de un lleno absoluto y ahora debe trabajar para llamar el interés.

Si la retirada de Rafa Nadal fue capaz de atraer las miradas de todo el mundo y disparar las audiencias televisivas en España pese a que fuera en la televisión de pago -214,000 espectadores lo vieron en Movistar Plus+-, en su desenlace el atractivo será mucho menor. De hecho el resto de eliminatorias de cuartos de final no llegaron a los 20.000 espectadores, el mínimo para aparecer en el cómputo de audiencia.

THOMAS COEXAFP

Los aficionados, especialmente extranjeros, que pagaron miles de euros en la reventa para ver despedirse al ganador de 22 Grand Slam finalmente asistieron este viernes a una semifinal entre Países Bajos y Alemania con protagonistas fuera del Top 50 de la ATP como Botic van de Zandschulp o Daniel Altmaier. En el pabellón andaluz estaba prevista la presencia de leyendas del deporte como Roger Federer, Pau Gasol o Tiger Woods e incluso de personalidades como Bill Gates, pero finalmente ninguno apareció. Con esas bajas, en la gran carpa alquilada por la organización para hospitality sobraba espacio.

Sinner, la salvación

Desde el cambio de formato firmado por la Federación Internacional de Tenis (ITF) y la empresa de Gerard Piqué, Kosmos, la competición parece arrastrar un mal fario, que sólo disipó momentáneamente la victoria de España en Madrid en 2019 y las semifinales entre la Serbia de Novak Djokovic y la Italia de Jannik Sinner del año pasado. Ahora es precisamente el mismo protagonista, Sinner, quien está llamado a levantar los ánimos, la afluencia a las gradas y las audiencias televisivas; si él cae, el desastre. Su Italia se enfrenta este sábado en semifinales a Australia y se ven muchos seguidores suyos por Málaga, eufóricos desde la victoria de Italia el miércoles en la Billie Jean King Cup.

Manu FernandezAP

Un segundo triunfo consecutivo de Sinner vestiría la Copa Davis y elevaría su repercusión mundial, cualquier otro escenario sería menor. En la parte baja del cuadro, la suerte ha sido la presencia de Países Bajos y su capacidad para arrastrar afición. El millar de 'oranjes' que llenaron el Martín Carpena ante España y superaron en ruido al público local se multiplicó este viernes en las semifinales para regocijo de la economía local.

Fue un pequeño alivio para los hoteleros de Málaga, que el miércoles registraron numerosas cancelaciones, para los restaurantes del centro y especialmente para todos los servicios ofrecidos alrededor del Martín Carpena. Con el tirón de España y de Nadal, se habían montado numerosos stands -uno de ellos de la academia del propio Nadal-, y en los días posteriores el bajón había sido evidente.

El difícil momento del adiós: Nadal, Serena, Maradona, Bolt...

El difícil momento del adiós: Nadal, Serena, Maradona, Bolt…

Hubiéramos deseado una última, real y simbólica, victoria de Nadal en su apoteósica y merecida despedida sentimental. Pero ya era imposible, incluso frente a jugadores sepultados en las profundidades del ránking. Su adiós, postergado en exceso entre la tristeza, la comprensión y la gratitud de un país entero, suscita de nuevo una reflexión acerca de los deportistas que no se retiran «a tiempo».

El deportista muere dos veces. Y la primera ocurre cuando se retira (o le retiran). Se trata de una muerte biológicamente provisional, pero profesionalmente definitiva. Y el afectado no la acepta porque abre un abismo bajo sus pies. Así que, con frecuencia, y aunque, como en el caso de Nadal, haya proyectado un futuro confortable, experimenta una especie de horror vacui. No es raro. Después de todo, el deporte es la única actividad en la que la jubilación se produce en la juventud. El deportista tiene todavía por delante, en un territorio desconocido, amenazante por ignoto o incierto, incluso por extenso, la mayor parte de su existencia física. Le entra miedo, vértigo, inseguridad y trata de demorar el momento del adiós.

Autoengañándose acerca de sus, todavía, capacidades, o estirándolas con más o menos dignidad, permanece en activo, con frecuencia en un ámbito individual o, sobre todo, colectivo distinto e inferior del de sus mejores días. No lo hace por dinero, o sólo por eso, sino por mantener una ficción de permanencia.

Un tiempo innecesario

El caso de los futbolistas es paradigmático: Pelé, Cruyff, Beckenbauer, Maradona, Michel, Hugo Sánchez, Guardiola, Iniesta y un interminable etcétera alargaron impropia e innecesariamente sus carreras. Hoy siguen en activo Cristiano, Messi, Luis Suárez, Busquets, Alba y otro largo etcétera. Pero el fútbol sabe que este tiempo les sobra. No son Zidane, Kroos o como Rijkaard, que, en la celebración en el vestuario, después de ganar con el Ajax la Champions de 1995, anunció que ese había sido su último partido. O, cambiando de deporte, como Alberto Contador, que dio sus últimas y crepusculares pedaladas ganando en el Angliru.

No se retiraron a tiempo, entre nosotros, Alfredo Di Stéfano, Severiano Ballesteros e incluso un Alejandro Valverde en su longevidad digna... Ni, volviendo al tenis y al exterior, el mismo Federer. Y quizás Djokovic debe pensar en parar, ahora que está «a tiempo» de mantener su mejor recuerdo. Tampoco Serena Williams se fue cuando debía. Ni Usain Bolt. Existen «retirados en activo», valga la paradoja. Oficialmente aún en la brecha, pero en la práctica fuera de foco, Sergio Ramos o Mireia Belmonte siguen erróneamente la senda de Nadal.

Bolt, en los Juegos de Río 2016.

Bolt, en los Juegos de Río 2016.AP

Si un bel morir tutta una vita onora, un mal morir, metafóricamente hablando, no estropea un pasado merecedor de elogio y agradecimiento. Tampoco hace añicos una imagen que se reconoce irrompible. Pero sin borrarla en absoluto, la empañe un tanto por ser la última. Saber retirarse oportunamente, es, no sólo en el deporte, una virtud casi teologal, incompatible a menudo con la ciega y sorda naturaleza humana.

En el lado opuesto de quienes se resisten en vano a los odiosos imperativos de Cronos figuran quienes se retiran «a tiempo» por el procedimiento de hacerlo «antes de tiempo». A «destiempo», en suma. Son sobre todo nadadores, debido a la precocidad de su deporte con relación a otros. La australiana Shane Gould (Gold), que este 23 de noviembre cumplirá 68 años, tuvo en 1972 todos los récords en todas las distancias del estilo libre. Insólito. Apabullante. En los Juegos de Múnich se llevó tres oros, una plata y un bronce. Y le «faltó tiempo» para retirarse. Tenía 16 años. En los mismos Juegos, Mark Spitz conquistó siete oros estableciendo siete récords del mundo. Y se despidió de las piscinas a los 22 años. Le quitó «tiempo al tiempo».

El día después de Nadal: una agenda vacía tras el súbito adiós y el descafeinado homenaje

El día después de Nadal: una agenda vacía tras el súbito adiós y el descafeinado homenaje

Rafael Nadal se acostó a las tres y media de la madrugada de este miércoles en su habitación del Hotel Higuerón de Fuengirola, el que acogió al conjunto español y a otros de los participantes en la Copa Davis, tras una despedida que todo el mundo hubiera deseado diferente. Amaneció tarde y emprendió el regreso a su domicilio en Mallorca, donde pasará los próximos días.

El desencanto era indisimulable en el precipitado homenaje, cuyo rango se había elevado exponencialmente en caso de victoria ante los Paises Bajos. No sólo fue el bajo rendimiento en su partido ante Botic van de Zandschulp sino que la derrota del doble formado por Carlos Alcaraz y Marcel Granollers le privó del tributo que constaba en el guion.

El escenario ideal del adiós era, como pronto, este viernes, cuando estaba prevista la aparición, entre otros, de Roger Federer y Pau Gasol, además de la llegada de muchos periodistas acreditados que contaban con que España estaría al menos en semifinales.

La ausencia de su tío Toni

Estuvo rodeado de toda su familia y de todo su equipo, al que se reincorporó para la ocasión Francis Roig y se sumó su dietista, Nuria Granados, además de Joan Forcades, quien esculpió su físico desde los inicios y ha preferido permanecer siempre en el anonimato, ambos poco habituales en los desplazamientos.

En su entorno mediático, donde se percibe un evidente malestar, prefieren no hablar de la clamorosa ausencia de su tío Toni, que tenía compromisos de trabajo en Roma y ya advirtió que sólo podría acudir si España llegaba a la final del próximo domingo.

No hay agenda inmediata para el ya ex jugador de tenis más allá de algunos actos con patrocinadores y con la Unversidad Alfonso X el Sabio. Nadal tenía previsto seguir en Málaga y sentarse a pensar con calma una vez que terminase su carrera, pero no esperaba que se precipitase de este modo el desenlace. La Federación Internacional de Tenis había planificado el homenaje para este viernes, ganase o perdiese España en semifinales. Tiene un acto en Madrid el día 4 de diciembre y una larga lista de peticiones de entrevistas en la agenda de su jefe de prensa, que se tomará su tiempo para atender.

El sueño roto de la final

Había entrenado en su academia de Manacor con Roberto Bautista el lunes y el martes de la pasada semana y lo hizo antes de la eliminatoria con Países Bajos con Alcaraz, percibiendo nuevas sensaciones. Todo resultaba alentador. La derrota entraba dentro de sus posibilidades, pero nadie lo esperaba, menos aún ante el 80º del mundo, un jugador al que había superado con comodidad en sus dos enfrentamientos previos, eso sí, en 2022, año en el que ganó el Abierto de Australia y su decimocuarto Roland Garros.

Se soñaba con una final el domingo ante la Italia de Jannik Sinner, la hipótesis idílica para una adiós a lo grande, con el lujo de un enfrentamiento entre el número 1 del mundo y Alcaraz, los dueños del futuro.

El legado de Nadal, bajo la lupa de los expertos: "Fue un gladiador que trituraba rivales con la mente"

El legado de Nadal, bajo la lupa de los expertos: “Fue un gladiador que trituraba rivales con la mente”

Dice Eric Bruna, que cubre el tenis para el rotativo Le Parisien desde hace 24 años, que la nostalgia empezó con el adiós de Roger Federer en la Laver Cup de 2022, se acentúa ahora con la marcha de Rafael Nadal y dejará aún más rengos emocionalmente a muchos periodistas y aficionados cuando se marche Novak Djokovic, que tiene 37 años y no tardará en hacerlo. «Como comentó Nadal cuando acudió al homenaje a RogerFederer en Londres, con la jubilación del suizo se iba un poco del propio Nadal. Diría que con la salida del español también se va un poco de Djokovic».

Hay una generación de periodistas que han acumulado trienios siguiendo las andanzas del denominado Big Three y que difícilmente van a disfrutar del mismo modo de lo que venga, de lo que ya está aquí, léase Carlos Alcaraz y Jannik Sinner. «Tengo 52 años. Me he hecho mayor con ellos. Hay una relación de corazón con los tres. Seguro que Alcaraz y Sinner ganarán muchos títulos, pero dudo que veamos un período semejante a éste. Ha sido la época dorada del tenis».

Philippe Bouin, retirado desde hace tiempo, es un referente en el mundo del tenis y nos deleitó en L'Equipe con su visión incluso de años pretéritos a los protagonizados por estos tres jugadores que suman 66 títulos del Grand Slam. «Todo alrededor del juego de Rafa, de sus récords, de sus habilidades físicas y de su fortalezas, ha sido escrito millones de veces. Añadiré el que es para mí el mayor de sus logros: a pesar de su éxito y de la fama consiguiente, de la adoración que suscita en el mundo, ha sido capaz de permanecer como una persona normal a lo largo de toda su carrera. Uno de mis sobrinos pequeños es recogepelotas en Roland Garros y le adora por su amabilidad, tanto dentro como fuera de la pista. Es un complemento increíble a pesar de su fama mundial».

"Nos vamos poniendo viejos"

Benjamín Benzaquén, la voz de Radio ADN de Chile, con muchos torneos a sus espaldas, entre ellos 37 Roland Garros, se siente también personalmente concernido por la retirada de Nadal. «El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos, dice una canción que entonaba maravillosamente la gran Mercedes Sosa. Pasó, tan rápido pasó, que se nos hace una distancia muy grande con aquel junio de 2005, cuando lo vimos ganar su primer Roland Garros con aquellos pantalones pescadores, esa camiseta sin mangas, la vincha, el pelo largo, el ir y venir de una a otra punta de la cancha, sosteniendo los pelotazos que le ponía otro zurdo con más veteranía y experiencia que él llamado Mariano Puerta».

Hay una inclinación lógica a volver a la génesis de Nadal. Su final empuja la vista hacia un largo trávelin retrospectivo, a los momentos en los que sentó las bases de su carácter. «Fue un gladiador que trituraba rivales con la mente. Con su optimismo y capacidad competitiva desmoralizaba hasta al más optimista de todos. Más allá de su gran talento y su fuerza, lo que me maravilló de él fue que nunca se le pudiera dar por vencido hasta el último punto, por más abajo que estuviera en el score, él se encargaba de encender la luz de la esperanza. Humilló con su espíritu y con cada latigazo de drive acompañado por un grito intimidante. Ganar 14 veces en la tierra de París es una de la mayores hazañas de todos los tiempos en el deporte», agrega Sebastián Torok, especialista del diario argentino La Nación y de ESPN Latam.

Bruna también proclama su asombro ante tal registro en la arcilla del Bois de Boulogne, antes de elegir el mejor recuerdo de todo este tiempo concluido. «A lo largo de mi trayectoria profesional, no he visto nada que se pueda comparar con la final de Wimbledon 2008 frente a Federer. Reunió todos los ingredientes de un espectáculo sublime, incluido ese final en la noche, cuando apenas se veía la pelota, y cómo Nadal ascendió depués por la tribuna para saludar al Rey. Lo tuvo todo».

"Una forma de entender el juego"

«Era el jugador que necesitaba Federer para mejorar y subir un escalón más, porque al resto que intentaban jugar con su estilo los pasaba por arriba», apunta Benzaquén. «Nadal fue una barrera que impidió que el suizo siguiera arrollando a sus rivales de aquella época. Marcó un estilo y una forma de entender el juego, tanto en lo técnico como en lo competitivo, que no ha tenido parangón. Para nosotros, los argentinos, aunque uno viva en Chile, un zurdo nos trajo siempre remembranzas de un gran Vilas, pero también de un gran McEnroe. Nos daba la impronta de ese estilo único que tienen los zurdos».

Sugiere la imagen que acompaña este artículo conversar con Bruna sobre algunos trances de la renuente acogida que dispensó a Nadal el público galo. «Al principio a la gente le gustaba, porque lo ganaba todo, pero llegó un momento en el que empezó a ganar demasiado. De algún modo, en Francia mucha gente tiene debilidad por competidores como Poulidor, que suelen tener que conformarse con el segundo lugar. También influía la relación especial del público con Federer, a quien quería ver gana al menos un Roland Garros y veía cómo era Nadal quien se lo impedía un año tras otro».