No hay nadie por arriba. No puede haberlo

No hay nadie por arriba. No puede haberlo

Es el tiempo y lo que comporta. Es el tiempo y lo que nos hace. Como Nadal no podía retirar al tiempo, el tiempo ha retirado a Nadal. Se ha resistido Rafa, siempre con entereza, con sacrificio y, últimamente, con tozudez y un punto de ceguera que hemos sido incapaces de censurar porque era más atribuible al entusiasmo que a la inconsciencia. Llegamos a comprenderla, incluso a apoyarla, a través de la gratitud, la empatía y el contagio. Y el egoís

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¿Por qué queremos tanto a Rafa Nadal?

¿Por qué queremos tanto a Rafa Nadal?

La España que duele, la España de Unamuno, continúa vigente. No hay más que mirar estos días al Congreso, donde la selección más representativa de los españoles se dice de todo, en lo que más que un debate parece un acto de autodestrucción. A España le dolía el pie de Rafa Nadal, cuyos problemas anticiparon su retirada, porque era como perder el punto de apoyo que sostenía a la España de la utopía, del consenso y el orgullo. El tenista ha sido la

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Hoteles, restaurantes, academias, ladrillo... El imperio Nadal fuera del tenis

Hoteles, restaurantes, academias, ladrillo… El imperio Nadal fuera del tenis

Sea como sea la vida de Rafael Nadal a partir del próximo 24 de noviembre, si algo parece claro es que no le faltarán fuentes de ingresos. No sólo por el dinero generado con su actividad como tenista, que hasta 2023 le había reportado ganancias directas por valor de 135 millones de dólares, según la revista Forbes, sólo por detrás de Novak Djokovic. Sino también por el poder de su marca personal, por su músculo inversor y por la diversificación de sus negocios privados fuera de la pista.

Para saber más

Nadal tiene intereses en el sector hotelero y en el dorado refugio inmobiliario de su isla natal y de las grandes ciudades españolas, así como en sectores punteros como la industria farmacéutica o la de la alimentación.

Desde su cuartel general de Manacor, el deportista mallorquín lleva más de una década proyectándose como empresario y preparándose económicamente para el siempre temible día después de la retirada.

Para ello, se ha guiado por la misma determinación con la que se conduce en el tenis y por el consejo de su propio entorno familiar, una saga local que no es para nada ajena al mundo de los negocios. También se ha rodeado de un grupo de asesores de alto nivel, casi todos paisanos suyos. Entre esa hermética camarilla se cuentan antiguos hombres de la banca mallorquina -personas de perfil discreto, esquivos a la exposición- y exitosos empresarios de las Islas con una fuerte proyección internacional, como los ibicencos Matutes o la poderosa familia Escarrer (dueños de Meliá Hotels).

Con un patrimonio neto estimado de 310 millones de euros, el tenista de Manacor ocupó el pasado año el puesto 198 en el ranking anual de las personas más ricas de España que elabora este diario. El séptimo más acaudalado en su comunidad autónoma, tierra donde los primeros puestos los ocupan los grandes hoteleros y la familia March.

Además de sus patrocinadores habituales y sus numerosas campañas publicitarias globales (Banco Santander, Telefónica, Nike, Kia, Amstel 0.0, Babolat o Richard Mille) su inversión más visible tiene que ver con su propia marca deportiva, erigida en torno a la Rafa Nadal Academy, su complejo deportivo y residencial de Manacor, la instalación más puntera de la zona que forma a jugadores de todo el mundo, con 26 pistas de tenis, museo y salas de conferencias.

El deportista se alió en 2023 con el fondo de inversión español GPF y con su amigo y ex tenista Carlos Costa con el objetivo de expandir internacionalmente su negocio de academias de tenis, empezando por EEUU, gran mercado de este deporte.

La segunda gran pata de las inversiones de Nadal es la hotelera. El de Manacor tiene intereses en dos resorts en la isla caribeña de Cozumel, en Mexico. Son el Secrets Aura (con suite a su nombre) y el Sunscape Sabor. Además, abandera un proyecto en el que invierte junto al grupo Meliá, una joint venture con la que explotan una nueva cadena hotelera bautizada como Zel. Este verano abrieron en la Costa Brava su segundo hotel (el primero fue en Palmanova, en Mallorca) y aspiran a tener 20 establecimientos en 2030.

Nadal, que estrenó el año pasado villa en primera línea de mar en Porto Cristo y quiere seguir viviendo en Mallorca, apuesta por el seguro valor del ladrillo. Ha ido invirtiendo al menos en 18 inmuebles valorados en 26 millones de euros, en zonas muy valiosas de Madrid, Barcelona y de su isla natal, donde el suelo es refugio del capital. Igualmente, se ha publicado que participa en un proyecto junto a otros socios para edificar villas y apartamentos de lujo en Marbella por 200 millones de euros.

Pequeños proyectos

El deportista balear ha apostado además por proyectos de energías renovables (eólica y fotovotaica) junto a la familia Mascaró. Y en otoño de 2023, en una de sus últimas incursiones inversoras conocidas, lanzó la marca NDL Pro-Health, una línea de complementos alimenticios en alianza con Cantabria Labs, la empresa farmacéutica de la familia Matji.

La vertiente más glamurosa de sus inversiones se ha vehiculado a través de Mabel Capital, en la firma Tatel, aventura en la que invirtió con el hotelero Abel Matutes (Palladium Group) y que ha explotado restaurantes en lujosos destinos turísticos e inversiones inmobiliarias. En esa faceta, también ha invertido en la producción de contenidos audiovisuales a través de la productora Komodo, que está detrás del festival Mad Cool o de la exitosa serie de Netflix Soy Georgina, documental en primera persona sobre la vida de la mujer de Cristiano Ronaldo.

Nadal es la pasión del tenis

Nadal es la pasión del tenis

Actualizado Jueves, 10 octubre 2024 - 23:12

Despertarse con una noticia como la de Rafael Nadal es una pesadilla para todos los que amamos el tenis, pero sólo era cuestión de tiempo. Entiendo su decisión, pero es un día triste para el tenis. Federer trajo el estilo, Djokovic es único, pero para mí nadie ha aportado tanto en la parte más importante del tenis: la pasión.

Creo que a Rafa le tenemos que agradecer ese elemento que ahora vemos en Alcaraz o Sinner. Les escanta luchar, y eso es po

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La montaña rusa de sufrimiento y gloria de Rafael Nadal: 20 lesiones, dolores crónicos, cuatro años de baja y un cuerpo al límite

La montaña rusa de sufrimiento y gloria de Rafael Nadal: 20 lesiones, dolores crónicos, cuatro años de baja y un cuerpo al límite

El éxito infinito comenzó en 2005 en París, pero el dolor se instaló en sus venas unos meses antes. Empujándole también a la gloria, creando una mentalidad permanentemente en guerra, de pura supervivencia y de convivencia constante con el sufrimiento. Porque la carrera de Rafael Nadal, el mejor deportista español de todos los tiempos y uno de los más grandes de la historia del tenis, no se entiende sin su gran compañero de viaje: el dolor.

Para saber más

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Son una veintena de lesiones, algunas más graves que otras, algunas repetidas, algunas en momentos clave de la temporada, algunas durante un duelo por un Grand Slam, algunas después de ganar o perder, algunas antes de saltar a la pista... Las consecuencias, en números, provocan un "y si" en mayúsculas: Djokovic se ha perdido tres Grand Slam por lesión, Federer ocho... Nadal, por su parte, 16. Se retira con 22 Grandes, dos menos que el serbio y dos más que el suizo, y lo hace con toda la gloria posible. Pero también con la ilusión de lo que podría haber pasado sin tanta molestia física.

El pie, primera lesión grave

En 2004, un año antes de ganar su primer Roland Garros, se perdió la edición de esa temporada y de Wimbledon por una fractura en el pie izquierdo. Estuvo cuatro meses debaja y fue el inicio de una lesión crónica que terminó resultando en el síndrome de Müller-Weiss, una afección degenerativa en el hueso escafoides que le fue dando problemas durante su carrera y que le obligó a estudiar cómo hacerle frente: plantillas, rehabilitación constante, dolor crónico, avisos de los médicos...

El primer parón llegó a finales de 2005 y comienzos de 2006, cuando se perdió el Open de Australia. Sólo llevaba tres temporadas como profesional y las lesiones ya le habían impedido disputar tres grandes torneos.

La rodilla, constante

En 2008, después de hacer doblete en París y Wimbledon, empezaron los problemas de rodilla. Se retiró del Masters de París y se perdió la Copa de Maestros por una tendinitis rotuliana en la izquierda y volvió en Australia 2009, donde triunfaría por primera vez. Parecía capaz de aguantar cualquier dolor, pero se mostró humano en París. Las molestias en la rodilla eran constantes y perdió con Soderling en la cuarta ronda de Roland Garros, una de las grandes sorpresas de la historia reciente. No acudió a Wimbledon y estuvo tres meses de baja para aspirar a su primer US Open, donde cayó en semifinales. De nuevo, parecía coger ritmo, pero no. Otra vez las rodillas.

Estrenó 2010 retirándose en cuartos de Australia, donde defendía corona. La preocupación creció porque en Melbourne el problema fue la rodilla derecha. Más médicos, más rehabilitación y más preguntas: ¿Podría ganar? ¿Podría ser constante? La respuesta, un puño en la mesa del tenis: ganó en París, en Londres y en Nueva York. Tres grandes en una misma temporada. Toda una hazaña.

En 2012 dijo "basta"

El cuerpo le aguantó en 2011, donde revalidó victoria en París y perdió las finales de Wimbledon y US Open, pero dijo "basta" en 2012, año de Juegos Olímpicos. Después de disputar cinco finales de Grand Slam consecutivas, incluyendo la perdida en Australia y la ganada en París, su rodilla llegó al límite en la segunda ronda de Wimbledon. Cojo, cayó ante Rosol y sufrió la peor lesión de su carrera: rotura del tendón rotuliano izquierdo, ocho meses de baja. Adiós a Londres 2012, al US Open y al Open de Australia del año siguiente.

Recuperó su nivel triunfando en París y en Nueva York y encaró 2014 convencido de poder conquistar los cuatro en una temporada. Y de nuevo, el dolor.

Las muñecas

Perdió la final de Australia, ganó Roland Garros y su cuerpo gritó, exhausto, al sufrir una importante lesión de muñeca en su derrota ante Kyrgios en Wimbledon. Una desinserción de la vaina del cubital posterior de la muñeca derecha. El pie, las rodillas y la muñeca. El dolor como acompañamiento constante a sus 28 años.

El sufrimiento fue tal que 2015 fue su primera temporada sin levantar un Grand Slam, un mar de dudas en su cabeza, en su círculo cercano y en el aficionado. 2016 no fue mejor. Los dolores en las muñecas continuaron y se retiró en la tercera ronda de Roland Garros por molestias en la derecha. "Estoy jugando con anestesia. Si sigo, se romperá", avisó. A pesar de todo, la rehabilitación y su fuerza de voluntad le llevaron a los Juegos de Río, donde, dolorido, logró el bronce en individuales y el oro en dobles.

Nadal iba sumando lesiones graves en diferentes partes de su cuerpo mientras las que ya tenía se repetían o se agravaban. Un sufrimiento físico que traspasaba la pista de tenis y se hacía constante en su día a día.

No pudo enlazar temporadas largas de juego, por eso su nivel en los Masters disminuyó, pero sí consiguió apaciguar las molestias durante las dos semanas que duraban los Grand Slam. Recuperó la corona de Roland Garros y del US Open en 2017 tras dos cursos en blanco, recuperó el número uno y se enganchó de nuevo a la gloria. Pero lo pagó.

El psoas

Apareció entonces la lesión en el psoas ilíaco, que le hizo abandonar en octavos de Australia 2018. Consiguió recuperarse para ganar en París y competir hasta las semifinales de Wimbledon, hasta que la rodilla volvió a darle problemas en las semifinales del US Open. Otro parón. ¿Quién puede aguantar así?

Pues Nadal. Resulta que después de todos los dolores acumulados, el balear hizo en 2019 una de las mejores temporadas de su vida. Perdió la final de Australia, ganó en París y Nueva York y cayó en semifinales de Wimbledon. Parecía listo para un tramo final de carrera en el que dosificar esfuerzo y lidiar con el dolor. Pero no.

"Una semana sin bajar escaleras"

Después de la pandemia, todo fue a peor. Jugó Australia 2021, pero los dolores de espalda le lastraron la participación. Y tras caer en semis de Roland Garros ante Djokovic, se despidió de los Juegos de Tokio y de la temporada por lo insoportable del dolor en el pie izquierdo. "Después de París, estuve una semana sin poder bajar unas escaleras. Es una enfermedad degenerativa", admitió.

Su cuerpo agradeció la pausa y consiguió recuperarse para ganar Australia y Roland Garros en 2022, algo impensable porque mientras triunfaba en los Grandes (los últimos) con dolor, abandonaba los Masters por lesión. Las costillas, el pie, las rodillas el psoas... No parecía de este mundo, pero lo era.

Su padre le pidió parar

En Wimbledon, hasta su padre le pidió abandonar cuando sufrió la rotura abdominal en pleno partido. Una imagen que define sus últimos meses. Llegó entonces su primer amago de retirada, anunciando que necesitaba una pausa sin fecha de regreso, su vuelta para el Roland Garros de este año, los Juegos de París y el adiós definitivo.

Se va con 22 Grandes y con cuatro años y diez meses de baja por lesiones. Una estadística que mezcla la valentía y la locura del hombre y del deportista. No sabemos quién hubiera sido Nadal sin lesiones, pero con ellas es un extraterrestre.

¿Por qué Nadal se retira en la Copa Davis? De aquel partido ante Roddick a una oportunidad única 20 años después

¿Por qué Nadal se retira en la Copa Davis? De aquel partido ante Roddick a una oportunidad única 20 años después

Y de repente ese país de tenistas con las zapatillas siempre manchadas de tierra, de éxitos color marrón, de mucha alegría y ciertos complejos, se convirtió en la mayor potencia mundial, en el dominador absoluto del ranking ATP y de la Copa Davis. Hay una España antes de Rafa Nadal y otra España después de Rafa Nadal. Del milagro de Manolo Santana ganando en Wimbledon en 1966 a la naturalidad sobre la hierba de Carlos Alcaraz en los últimos dos años. Los éxitos de Nadal transformaron a todo el país, lo llevaron a otra dimensión y por eso tiene sentido el lugar de su adiós.

Para saber más

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Podía haberse retirado en Roland Garros, evidentemente, pero también es significativo que lo haga en la Copa Davis, una competición que ganó cinco veces cuando España, antes de su aparición, sólo lo había hecho una, aquella de 2000 en el Palau Sant Jordi de Barcelona.

"Con Nadal nos convertimos en otra cosa"

«Nadal llevó el tenis español a otro nivel, indudablemente. Antes habíamos tenido jugadores muy buenos que habían ganado uno, dos o tres Grand Slam, habíamos tenido a Arantxa Sánchez Vicario, que también fue muy importante, pero con Nadal nos convertimos en otra cosa», apunta Albert Costa, precisamente uno de los artífices de aquella Copa Davis primigenia, sin Nadal. O con él, de alguna forma, porque nadie olvida que con sólo 14 añitos ya fue el encargado de llevar la bandera del equipo en una suerte de presagio.

Juanjo MartínEFE

«Antes de él teníamos claro que lo nuestro era la tierra batida, porque era donde nos habíamos criado y donde teníamos más posibilidades de éxito. Esa concepción empezó a cambiar con Ferrero y Moyà, pero Nadal le dio un vuelco a lo bestia. En 2000 nosotros demostramos que España podía ganar la Davis, que era un país con un buen nivel tenístico, pero era en casa, evidentemente sobre tierra... Con Nadal vimos que podíamos mandar en cualquier superficie», añade Costa, que recuerda la aparición de Nadal como un torbellino justamente con la camiseta roja.

Aquella petición a Feliciano López

Porque antes incluso de su primer título en Roland Garros, en 2004, con sólo 18 años, se dio a conocer en La Cartuja de Sevilla para dar al equipo su segunda Ensaladera con una victoria crucial ante Andy Roddick, que entonces era el número dos del mundo.

«Aún recuerdo la primera eliminatoria de Davis a la que vino, ante República Checa, contra Novak, Berdych, Stepanek. Tenía 17 años y le dijo a Feliciano López: 'Tú gana tu punto que yo ganaré el mío'. Y lo hicieron. Feli ganó a Berdych y él, a Stepanek para remontar un 2-1 en contra. Eso te dice mucho de la bestia competitiva que era y que aún es», recuerda Jordi Arrese, capitán español en aquella época, que desvela la clave de la relación entre Nadal y la Davis: «Cuánta más presión había, mejor jugaba. Y en la Davis había y hay mucha presión. A la mayoría de tenistas les cuesta jugar una competición así, por países, con el público entregado, pero él siempre lo vivió como pez en el agua. Tiene mucho sentido que lo deje en la Davis, vistiendo la camiseta de España, y que nadie espere un homenaje. Será el animal competitivo de siempre».

Y es que con Nadal en el conjunto ahora capitaneado por David Ferrer y con Alcaraz como sucesor, España debe aspirar a su séptimo título. La despedida perfecta: el hombre que elevó al país, elevando un último trofeo. Será el mes que viene, del 19 al 24 de noviembre en el pabellón Martín Carpena de Málaga con una gran ventaja y un gran inconveniente. La ventaja, la ausencia de rivales de entidad más allá de Jannik Sinner con Italia o Taylor Fritz con Estados Unidos, por el otro lado del cuadro. Y el inconveniente, la superficie, la pista dura y sus exigencias.

¿Cómo ven a Nadal fuera de España? "Su legado es aún más importante como persona que como tenista"

¿Cómo ven a Nadal fuera de España? “Su legado es aún más importante como persona que como tenista”

22 Grand Slam, 92 títulos en la ATP, cinco Copa Davis, dos oros olímpicos, más de 1.000 victorias... Rafa Nadal se retira con la mochila llena, conquistadas todas las posibles conquistas, pero, ¿Qué deja para el futuro? En cada adiós de una leyenda del deporte mundial se observan miles de niños y de niñas imitando sus gestos y también ocurre con el español, aunque su sombra es extraña. A Nadal se le puede imitar en muchos sitios, se le debe imitar en muchos sitios, excepto sobre la pista.

Para saber más

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«Nadie va a volver a jugar como él porque no se debe jugar como él. En la primera parte de su carrera, la que construye a Nadal como mito, jugaba a cuatro o cinco metros de la línea de fondo. Lo podía hacer por su fuerza física, por su mentalidad y por la aceleración que imprimía a la bola, pero era extrañísimo, día que un caso único en la historia», analiza el periodista argentino Sebastián Fest, fundadora de la revista Clay y autor del libro Gracias: El legado de Rafael Nadal.

En sus palabras, la imposibilidad de encontrar un imitador. Mientras Roger Federer ya tiene discípulos-como Grigor Dimitrov- y Novak Djokovic triunfó con un estilo más reconocible, nadie en el circuito se parece a Nadal y posiblemente nadie lo haga. Por ser español y compartir ciertos rasgos con él, Alcaraz ha sido muchas veces comparado con él, pero su estilo de juego no tiene nada que ver.

"Su tenis no es el mejor ejemplo"

«En realidad el tenis de Nadal no es el mejor ejemplo para los jóvenes y por eso es muy difícil que aparezca alguien que juegue como él. Los entrenadores no quieren que sus pupilos le imiten porque para ello necesitarían su físico y su top spin. Pero en las academias de todo el mundo Nadal aparece como referente en cuanto a actitud. Esa capacidad de concentración, ese desempeño en cada punto sí es un ejemplo, el mejor ejemplo. De hecho Nadal nos enseñó que no tienes que ser un robot, que puedes estar nervioso y ser emocional, pero que igualmente en cada punto debes estar concentrado», apunta Simon Cambers, periodista británico que trabaja para The Guardian o Reuters y autor del libro The Roger Federer Effect, que añade: «Por raro que parezca por sus números, es más importante el legado del Nadal persona que el legado del Nadal tenista».

Kin CheungAP

Pese a la aura de sofisticación y cortesía que envuelve al tenis, la amabilidad que mantuvo Nadal en su reinado junto a Roger Federer y Novak Djokovic no ha sido siempre la norma, ni mucho menos. Nadal deja una manera de jugar única, pero también una manera de ser perfectamente imitable: sólo hay que ser educado. Si en la época de Jimmy Connors, John McEnroe, Bjorn Borg o Ivan Lendl se llevaban a matar y en la era posterior dominada por André Agassi y Pete Sampras la rivalidad también se desparramó, Nadal y sus coetáneos demostraron que las leyendas no deben alimentarse de odio.

Su relación cordial con Djokovic y, sobre todo, su amistad con Federer quedan como un paradigma sobre el que construir el futuro del tenis. Hoy, quizá por un cierto efecto rebote, se exageran las tensiones entre los tenistas, pero crece una cercanía entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner al abrigo de lo que construyeron los anteriores. Los dos mejores del mundo en la actualidad, capaces de compartir un viaje en avión privado, se miran sin ninguna duda en la unión entre Nadal y Federer.

La foto en la Laver Cup

«Si hablas con los tenistas más jóvenes sobre Nadal la mayoría te dicen que era buenísimo, pero no te dicen que quieren jugar como él, te dicen que quieren ser como él. Su humildad, su grandeza, su respeto al oponente... Ese es su mayor legado y en ese apartado entra, claro está, su relación con Federer. Demostraron que podías competir por los títulos más importante manteniendo el respeto en la pista, en la victoria y en la victoria», observa Howard Fendrich, especialista de tenis de la agencia estadounidense Associated Press y actual copresidente junto a Cambers de la Asociación Internacional de Periodistas de Tenis (ITWA).

«Con su palmarés puede parecer extraño y de hecho es extraño, pero para mí una de las fotos más importantes de su carrera es la que le hicieron en la Laver Cup, llorando en la retirada de Roger Federer, dándole su apoyo, por todo lo que significa», añade Fendrich que como el resto de consultados asume que no habrá otro Nadal en la pista, pero que desea que fuera de ella tenga muchos discípulos.

Cuando le dije: "¡Pero esto qué es!"

Cuando le dije: “¡Pero esto qué es!”

Actualizado Jueves, 10 octubre 2024 - 18:52

Recuerdo una conversación muy particular con Rafa en las instalaciones de Roland Garros. En 2017, al año siguiente de ganar yo allí el título, llegué al torneo taquicárdica, no podía comer, no dormía, sentía mucho la presión de ser la vigente campeona. Y antes de mi debut me lo encontré en el gimnasio. Le dije: "¡Pero esto qué es, cómo has soportado esta presión tantos años!" Y en lugar de responderme que a él no le afectaba, me contestó que me e

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Nadal, estupor mundial

Nadal, estupor mundial

Actualizado Jueves, 10 octubre 2024 - 18:11

El jueves tuvo lugar un hecho singular: se concedieron dos Premios Nobel, uno más importante que el otro. El primero lo fue de Literatura, que sospecho --puede que no-- engrosará prontamente la nómina de los Nobel desconocidos. Uno repasa hoy la lista de ganadores desde que el Premio se creó en 1895 y se encuentra, junto a maestros consagrados, algunos escritores olvidados que reclaman una rápida consulta a la Wikipedia. El Nobel más trascendental

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Rafael Nadal, el hombre que trascendió al deporte

Rafael Nadal, el hombre que trascendió al deporte

A la hora de glosar la carrera de Rafel Nadal, que este jueves anunció su retirada del tenis el mes próximo en las Finales de Copa Davis, me resulta inevitable evocar nuestra primera conversación. Fue el 15 de agosto de 2004, tras dejar sobre la tierra de Sopot la huella prístina de una carrera difícilmente homologable, que registró, con el decimocuarto Roland Garros, el último de sus 92 títulos 18 años más tarde. En aquella charla, a través del teléfono, surgía la voz tenue de un muchacho que, como explicó en el vídeo testamentario de su adiós, estaba lejos de imaginar el viaje que iba a trazar en la historia del deporte.

No por esperada, desde que su cuerpo se negó a obedecer su apetito de insaciable competidor, deja de estremecer una noticia capaz de imponerse en las cabeceras de todos los diarios e informativos, de arrinconar por unas horas el impacto del fragor de las guerras y la tormenta política de su país. Se marcha uno de los más grandes deportistas de siempre, cuyos logros, entre los que se encuentran nada menos que 22 títulos de Grand Slam, cinco Copas Davis, 209 semanas como número 1, un oro olímpico individual y otro en dobles, trascienden el puro valor del éxito y estarán siempre unidos a la forma de lograrlos.

Para saber más

Porque la figura de Nadal está asociada a un espíritu incombustible, a ese never say die que le acompañó también en la vocación de un cierto espíritu nietzschiano por su afán de reescribir un eteno retorno. Fueron muchas las ocasiones con motivos suficientes para firmar la rendición, y desde muy pronto, con la temprana aparición, a los 19 años, de los problemas endémicos en el escafoides del pie izquierdo que amenazaron con cortar el seco el majestuoso vuelo de su raqueta.

Pero el jugador al que ya hace tiempo echamos de menos, resignados al azote contumaz de los percances físicos que sólo le han permitido disputar 19 partidos esta temporada y únicamente tres el pasado año, se reveló capaz de abrirse paso una y otra vez, de reivindicar su nombre frente al empuje de las nuevas generaciones y de mantenerlo vivo en esa pugna irrepetible con Roger Federer, que le precedió a la hora de dejar caer la hoja roja, hace ya dos cursos, y con Novak Djokovic, aún en danza, agotando las últimas reservas de su combustible.

Nunca el tenis disfrutó de tres protagonistas tan ilustres conviviendo en un mismo y largo período, prolongado durante casi cuatro lustros, algo que proyecta aún más lejos su legado. Nadal fue el primero en cuestionar la rapsodia de Federer, de discutir con sus propias armas su reinado. Lo hizo ya derrotándole por sorpresa en el Masters 1000 de Miami, en 2003, y llevándole al límite en la final de ese mismo torneo un año después, y proclamó en voz muy alta, meses más tarde, superándole en las semifinales de Roland Garros, en la antesala de la primera de sus copas de los mosqueteros, que este juego entraba en una nueva era.

Lin Cheon, una foto del Big Three, Djokovic, Federer y Nadal.

Lin Cheon, una foto del Big Three, Djokovic, Federer y Nadal.Lin CheongAP

Nadal y Federer caminaron de la mano, separados por la red pero juntos a la hora de enviar un mensaje de profundo calado en su exclusiva narrativa, que incorporaba, al lado del hermoso contraste de personalidades y estilos, los principios de una sana disputa puramente deportiva que alcanzó los 40 partidos. En ella se detuvieron escritores como David Foster Wallace, autor de El tenis como experiencia religiosa (Ramdom House), donde, sin disimular su fascinación por Federer, a quien dedicó el libro, recoge la capacidad de retroalimentación que siempre hubo entre ambos.

Resulta difícil contar la historia de Nadal sin la figura del estilista suizo, como fue inevitable acudir a su némesis a la hora de enfrentarse al también delicado ejercicio de despedir al ocho veces campeón de Wimbledon. También allí, precisamente allí, aconteció uno de los episodios medulares en la historia del zurdo, que es simultáneamente parte de la mejor historia del tenis. En una final, la de 2008, con la impronta de Alfred Hitchcock, sacudida por los azares de la climatología británica, interrumpida y dilatada hasta que la noche insinuó seriamente su aplazamiento, Nadal puso fin a la autocracia de Federer en su territorio sagrado y se convirtió en el primer español capaz de ganar el torneo en el cuadro masculino desde que lo hiciera Manolo Santana. Aquel partido fue considerado entonces como el mejor de siempre. Y diría que tal catalogación mantiene aún toda su vigencia.

Si Santana, a quien tampoco nunca terminaremos de decir adiós, puso al tenis español en el mapa, Nadal trascendió todas las categorías fronterizas. El chico que se inició bajo la estoica tutela de su tío Toni, cuyo nombre aparece en lustrosas versales en la construcción de todos sus logros, como un aparente especialista sobre tierra batida, devino en un profesional capaz de reinventarse para imponer su discurso en todas las superficies.

No sólo ganaría en dos ocasiones sobre el pasto del All England Club, sino que su constante deseo de aprendizaje y superación le llevarían también a tomar el poder en cuatro ocasiones en el Abierto de Estados Unidos y otras dos en el Abierto de Australia, la última de ellas, en 2022, en una plasmación catedralicia de su ardor y resiliencia, levantando un partido imposible a Daniil Medvedev cuando acababa de regresar de otro de sus largos períodos recluido en el arcén. Forma, junto a Donald Budge, Roy Emerson, Fred Perry, Rod Laver, Andre Agassi, Roger Federer y Novak Djokovic, la ilustre nómina de quienes han logrado inscribir su nombre como campeones de los cuatro grandes.

Amor por la Davis

Ese permanente viaje de ida y vuelta sólo ha sido posible gracias al amor y la pasión por aquello que aún seguirá haciendo hasta que ponga el definitivo cierre en Málaga, precisamente en la Copa Davis, en la competición que le alumbró como un entonces insospechado líder. Hace dos décadas, en Sevilla, frente al Estados Unidos liderado por Andy Roddick, con la valentía y complicidad del equipo de capitanes formado por José Perlas, Jordi Arrese y Juan Avendaño, Nadal transgredió el guion para llevar a España a la conquista de su segunda Ensaladera, aunando voluntades junto a Carlos Moyà, el hombre que tomó el relevo de Toni en su rincón.

Su carácter inspirador tuvo un efecto inmediato en nuestro tenis, al frente de jugadores tan importantes como David Ferrer, que será su último capitán, Feliciano López, Roberto Bautista, Fernando Verdasco o Pablo Carreño, todos ellos nutridos por cualidades de las que no sólo adolecía el tenis sino el deporte español en su globalidad. Sin Nadal sería difícil entender un fenómeno como el de Carlos Alcaraz, tan distinto en su manera de desenvolverse en la pista, tan parecido a la hora de interpretar la esencia del juego. Pronto vio en él a alguien armado para tomar su relevo, incluso antes de someterle en su primer enfrentamiento, en Madrid, el día que el murciano ingresó en la mayoría de edad.

Nadal tocó de lleno el corazón de los aficionados de todo el mundo como ahora, con su propia singularidad, lo hace Carlos Alcaraz. Pudimos disfrutarles juntos en los Juegos de París, después de que el mallorquín recibiese el emocionante homenaje de la ciudad y el recinto donde luce su efigie como uno de los portadores de la antorcha olímpica. Aún nos queda un postrero disfrute a partir del 19 de noviembre, con su hasta ahora negada alianza en la Copa Davis, escenario elegido por Nadal para su último baile, quien sabe si para clausurar el formidable relato con un desenlace tan brillante como aquel que le dio comienzo.