Roglic, en un alarde de experiencia y coraje, derrota a Ayuso con un ataque a larga distancia en la clausura de la Volta

Roglic, en un alarde de experiencia y coraje, derrota a Ayuso con un ataque a larga distancia en la clausura de la Volta

Retándose como dos lobos al mando de la manada. El impulsivo cachorro contra el viejo y experimentado jefe que se resiste a ceder su trono. El nuevo orden frente a la tradición, eso es lo que escenificaron este domingo Juan Ayuso (22 años) y Primoz Roglic (35) en el cierre de la Volta a Catalunya, resuelto a favor del esloveno tras un dinámico intercambio de golpes. Etapa y clasificación general para el veterano corredor del Bora tras consumar un espléndido ataque a falta de 20 kilómetros para la meta.

Los desafiantes, tras la reducción del kilometraje de la etapa del sábado, afrontaron la salida de la jornada de clausura con sólo un segundo de diferencia a favor del chaval del UAE y, como era previsible, la ronda se definió en las subidas Montjuïc tras una entretenida pelea por las bonificaciones en los sprints intermedios. Ayuso y Roglic se marcaron durante un recorrido de 88 kilómetros, con salida y llegada en Barcelona, que incluyó cinco seis ascensiones a la montaña olímpica.

Arrancó el esloveno con decisión y en el paso bonificado de Viladecans arrañó dos segundos a Ayuso. El español, enrabietado, respondió en el sprint de Barcelona y recuperó el liderato virtual antes de acometer las subidas a Montjuïc.

Con el pelotón agrupado y con pequeñas escaramuzas se llegó al momento clave de la prueba. A falta de 20 kilómetros para la llegada, en la cuarta subida del circuito, Roglic sorprendió con un ataque que sólo fue respondido durante 200 metros por Egan Bernal y Laurens de Plus, con Ayuso a la expectativa. El esloveno insistió y descolgó a todos en un vertiginoso descenso en lo que sumó 10 segundos de ventaja.

Los perseguidores se rearmaron, pero sin premio. Ayuso esperó a sus compañeros Marc Soler y Adam Yates, pero ninguno de los tres estaba en su mejor momento. La colaboración de Lennert van Eetvelt, Enric Mas y Nairo Quintana tampoco surtió efecto positivo para los intereses de Ayuso. Roglic no cedió en su objetivo y estiró la ventaja hasta la veintena de segundos, una margen que supo mantener hasta la meta, en Barcelona, donde se presentó con 14 segundos de renta sobre De Plus y Van Eetvelt. El grupo llegó cinco segundos después, con Ayuso, derrotado por la valiente ofensiva de Roglic.

La general de la Volta y las dos victorias de etapas han servido para impulsar la preparación de Roglic, cuyo objetivo más ambicioso es conquistar el Giro de Italia, prueba en la que volverá a medirse con Juan Ayuso. Este año sólo había participado en la Volta a Algarve, donde tuvo una actuación muy discreta, su mejor resultado fue una novena plaza en la segunda jornada. El esloveno ya se adjudicó la Volta en la edición de 2023, en la que también sumó dos triunfos parciales

Esta ronda también ha ratificado el notable estado de forma de Juan Ayuso, que acumula cinco victorias en este inicio de temporada, sólo le supera el velocista belga Tim Merlier, con seis. El español, que se anotó la tercera jornada de la Volta y que este año se ha adjudicado la Tirreno-Adriático (más una etapa), el Trofeo Laigueglia y la Drôme Classic, iguala al sprinter Jonathan Milan y supera a Tadej Pogacar (cuatro) y a Mathieu van der Poel (tres). Seguro que esta derrota ayudará al joven escalador del UAE para seguir creciendo. La revancha, en el Giro de Italia

Ayuso y Roglic, tras una etapa caótica y alterada por el viento, se juegan la Volta con una diferencia de sólo un segundo

Ayuso y Roglic, tras una etapa caótica y alterada por el viento, se juegan la Volta con una diferencia de sólo un segundo

Empecemos por el final, como siempre en las pruebas ciclistas, aunque la gracia-desgracia de la carrera estuvo en el planteamiento y en el nudo, no en el desenlace. Ganó Quinn Simmons, el estadounidense del Lidl-Trek, en la penúltima jornada de la Volta a Catalunya. Aguantó por los pelos lo que le vino por detrás. Tuvo su mérito, pero no fue lo sustancial de la carrera.

El viento es el mayor enemigo de los toreros y de los ciclistas. A los toreros les impide dominar el capote. A los ciclistas, la bicicleta. La Volta a Catalunya está, claro, llena de ciclistas y, aunque más de uno puede ser comparado, por su valor, su ardor, su arte o sus desplantes, con un torero o un novillero sobre dos ruedas, la Volta es una carrera ciclista. Y en la sexta etapa, la considerada reina, el dios Eolo era un enemigo más fuerte que la monarquía y demasiado peligroso, más que un morlaco, para los corredores en los puertos de montaña.

En consecuencia, la organización suprimió el pico de la Batallola, de tercera, la collada de Sant Isidre, de primera, y el alto de Queralt, también de primera, en cuya cima se situaba la llegada. Y decidió que la carrera circulara por un circuito, allá abajo, entre bosques y valles abrigados, saliendo de Berga y llegando al mismo sitio. Un circuito.

Recorrido neutralizado en su mayor parte. Tras 50 kilómetros, los corredores negociaron con los jefes. Y, a 23 kms. de Berga, salida oficial. Entre la necesidad de desperezar los músculos y la obligación de cumplir los horarios, los corredores partieron como Miuras de los corrales. Volaron. La general se aplicaría a 5 kms. de la meta y en ésta no habría bonificaciones. De la sucesión de pequeños repechos emergió Simmons para ganar.

La conclusión de la Volta queda pendiente de una etapa, la última y tradicional de Montjuïc. Hay un segundo como un soplo, como un latido, como un parpadeo, entre Juan Ayuso y Primoz Roglic, enfrascados desde un principio en una lucha anunciada y admitida por ambos por las bonificaciones en los sprints intermedios y en los duelos que sostuvieron mano a mano en un par de etapas con resultados alternativos.

Bonificaciones de segundos... Habituales peleas de secundarios por migajas cronométricas en mitad de un asfalto intrascendente. Casi una indignidad entre campeones, que suelen resolver sus victorias de otro modo. Quien venza esta vez, sea quien sea, deberá su éxito, al menos hasta ahora, a esos mínimos segundos de máxima importancia.

Pero hay que alabar sin cortapisas a Juan y a Primoz. Únicos, tal para cual, capaces de llevarse la Volta, se desentendieron de todo que no fueran ellos. Y, tanto monta, esa igualdad los condujo desde el mismo estudio inicial de la táctica, a jugarse el triunfo en los términos minimalistas de unos segundos rabiosos. Rotundos en la intensidad de su brevedad decisiva. Salvo imprevisto, todo se resolverá este domingo con las bonificaciones de 10, seis y cuatro segundos en la meta.

En esos segundos -ahora sólo uno- ha radicado el espectáculo que nos han ofrecido el joven español y el veterano esloveno. La etapa final gozará de una emoción suplementaria, sustentada en el filo de un papel de fumar. La voz del ganador será un grito. Pero habrá empezado en un suspiro.

Pogacar, insaciable, vence en su tercer día de competición y ya intimida a sus enemigos

Pogacar, insaciable, vence en su tercer día de competición y ya intimida a sus enemigos

En el rosado macizo de Jabel Jais, el fenómeno inauguró su casillero sólo tres días después del estreno de su temporada. Tadej Pogacar, en su primera ascensión del curso, volvió a imponer su eléctrica velocidad en subida, sumó su victoria 89 en su palmarés y envió un mensaje intimidador a sus enemigos.

Fiesta en Emiratos Árabes con la nueva exhibición de su estrella. El esloveno, a medio gas y dosificando esfuerzos, venció en la pétrea montaña de Omán, con 20 kilómetros de longitud y un 5% de pendiente media, surcada por una carretera de cuatro carriles con un asfalto perfecto. Una ascensión prolongada, sin paredes, en la que el UAE impuso un ritmo de desgaste. Pogacar sólo cedió los primeros puestos del pelotón a falta de cuatros kilómetros. No atacó de lejos, como en otras ocasiones, sólo le bastó con un sprint a falta de 200 metros. Segundo fue el británico Oscar Onley (Picnic PostNL). Iván Romeo (espléndido) fue séptimo y Pablo Castrillo, octavo. Pogacar, que es el nuevo líder de la carrera, invirtió en la subida un tiempo de 41 minutos y 36 segundos, pero el récord de ascensión fue para el colombiano Einer Rubio, con 41.07, que sufrió un percance mecánico al comienzo del puerto y que tuvo que escalar prácticamente en solitario, sin apenas ayuda de sus compañeros del Movistar, para reengancharse al grupo de los mejores.

Pogacar, que esta temporada, quiere alcanzar los 100 triunfos, es el gran favorito para conquistar la ronda del país que patrocina su equipo y que finaliza el próximo domingo, con otra subida en alto: Jebel Hafeet.

Pogi asusta mientras sus rivales comienzan a desperezarse. Este miércoles, Jonas Vingegaard y Primoz Roglic levantaban el telón en la Vuelta al Algarve en una primera etapa ganada por Filippo Ganna. El italiano se aprovechó de un error de la cabeza del pelotón, que tomó una trazada equivocada poco antes de la meta en Lagos.

La jornada se completó con el arranque de la Vuelta a Andalucía, con una etapa de cinco puertos, ganada por el belga Maxim Van Gils (Red Bull-Bora-Hansgrohe). Enric Mas (Movistar) y Tom Pidcock (Q36.5) son los principales reclamos de una prueba que celebra su centenario.

Pogacar, con nueva máquina, arranca un curso en el que sus asustados enemigos le evitan y busca la mágica victoria 100

Pogacar, con nueva máquina, arranca un curso en el que sus asustados enemigos le evitan y busca la mágica victoria 100

Tadej Pogacar levanta el telón y sus enemigos le evitan. El ciclista sin límites abrió ayer una temporada de largo recorrido en la que defenderá su reinado y peleará por adornar su espléndido palmarés con un número simbólico: 100 victorias. El esloveno ya cuenta con 88 triunfos y en el nuevo curso tiene previsto participar en una docena de pruebas, el doble que sus principales rivales. Esa cifra redonda está al alcance de un corredor que emula a los antiguos, con un calendario de principio a fin de temporada: desde febrero a octubre sin descanso. En la temporada pasada sumó 25 victorias, con menos de la mitad sería centenario.

El líder de la escuadra de Emiratos Árabes se estrenó ayer en el Tour de UAE, una prueba de segundo nivel a la que debe acudir como contraprestación por haber rubricado el contrato más elevado del pelotón: ocho millones de euros anuales hasta 2030. En la ronda del desierto ha estrenado una bicicleta de última generación, una Colnago aerodinámica como ninguna. Los medios más selectos para el corredor más versátil. Con su nueva máquina pretende imponerse en la contrarreloj de hoy del Tour de UAE de 12,2 kilómetros y en las dos etapas de montaña de mañana, con final en Jebel Jais, y del domingo, en Jebl Hafeet, y en alguna de las clásicas de primavera.

Y es que este año, Pogacar apostará, como nunca, por las pruebas de un día: Strade Bianche, Milán San Remo, E3 Saxo Classic, Gent-Wevelgem, Tour de Flandes, Amstel Gold Race, Flecha Valona, Lieja-Bastoña-Lieja, Mundial de ruta de Kigali (Ruanda) y Giro de Lombardía. Marcada en rojo está la fecha de la Milán-San Remo (22 de marzo), un Monumento que se le resiste y con el que empieza a obsesionarse, en cuatro participaciones ha sido decimosegundo, quinto, cuarto y tercero. El bebut en la París-Roubaix queda aplazado por mejor ocasión

Antes de afrontar la conquista de su cuarto Tour de Francia sólo participará en una ronda de una semana: Critérium Dauphiné (8-15 de junio). Esta prueba será la única en la que coincidirá con Jonas Vingegaard antes de la salida del Tour. El danés ha preferido esquivar al esloveno y completar una hoja de ruta con carreras de una semana: Vuelta al Algarve (comienza mañana), París-Niza y Volta a Catalunya. Su intención es acudir a la Vuelta a España, cita aún no confirmada por Pogacar. Esta es la única de tres grandes rondas que Pogi no ha ganado y eso le motiva, pero todo dependerá de los resultados y el desgaste del Tour.

Primoz Roglic también se estrenará en el Algarve y luego irá a la Volta, al Giro de Italia y al Tour. No coincidirá con Pogacar hasta la Grande Boucle. Si es seleccionado para el Mundial en ruta (perfil montañoso) debería colaborar con Pogacar para reeditar el título del curso pasado.

En la nómina de los Big Three oponentes de Pogacar, Remco Evenepoel es el que menos le evitará, dado que coincidirá con el esloveno en Amstel Gold Race, Flecha Valona, Lieja-Bastoña-Lieja y Critérium Dauphiné. El Mundial volverá a ser uno de los principales objetivos de fenómeno belga, que ha comenzado la campaña lastrado por las fracturas de clavícula, costilla, omóplato y mano derecha producidas en un entrenamiento en diciembre.

Wout Van Aert, que ayer acaparó protagonismo en la Clásica de Jaén, hará doblete con Giro y Tour y se peleará con Mathieu van der Poel en el Tour de Flandes, París-Roubaix, Mundial y la conquista de etapas en la Grande Boucle.

Entre los españoles, el que más veces coincidirá con Pogacar será Enric Mas, que se ha propuesto participar en Vuelta a Andalucía, la clásica Faun Drôme, la Volta a Catalunya, País Vasco, Amstel Gold Race, Flecha Valona, Lieja, Critérium Dauphiné, Tour de Francia, Vuelta y Lombardía. Carlos Rodríguez, que ayer debutó en el Tour de UAE, se ha decantado por la Volta, País Vasco, Tour y Vuelta a España. Juan Ayuso tiene un calendario opuesto a su compañero Pogacar, con participaciones en las clásicas Faun Ardèche y Faun Drôme y las rondas de Tirreno-Adriático, Volta y Giro de Italia. En principio, será el líder del UAE en la corsa rosa, donde competirá con Roglic, ganador de la edición de 2023.

Bajo el paraguas de Mas: el futuro incierto de Movistar tras el tercer puesto del español en la Vuelta

Bajo el paraguas de Mas: el futuro incierto de Movistar tras el tercer puesto del español en la Vuelta

El tercer puesto de Enric Mas en la Vuelta salvó la cara fotográfica del Movistar. Con un patrocinador único. Con una sola palabra y una reconocible eme gigante de color azul marino resaltando sobre el fondo azul claro, casi blanco del maillot, el equipo ha recibido mucha publicidad visual.

En el jersey rojo de Primoz Roglic se acumulaban las marcas: Bora-Red Bull-Carrefour (patrocinador del maillot del líder). En el de azules degradados, poco contrastables, del segundo clasificado, Ben O'Connor, se amontonaban 22 letras y un número: Decathlon-Ag2R-La Mondiale.

En su papel de líder, Enric en el podio, aunque fuera en el tercer escalón, evitó un drama en Movistar. Con la etapa empezando en la nueva sede de Telefónica y acabando en la antigua, la ausencia de una imagen fija o hubiera supuesto un desastre publicitario para el único conjunto español de categoría UCI World Team.

El éxito real del Movistar no oculta su relativismo e insuficiencia. Enric Mas, la punta de lanza del grupo, es un corredor excelente, pero no una gran estrella. El Movistar, heredero desde 2011 de los patrocinios de Reynolds, Banesto, Illes Balears y Caisse dÉpargne, es una institución decana en el ciclismo mundial. Y no está a la altura de su pasado ni se le presenta un futuro halagüeño en este nuevo ciclismo de campeones precoces e inversiones caudalosas.

Necesita una gran figura, a ser posible nacional con la que identificarnos más estrechamente, para mantener el pabellón ciclista español en un lugar acorde con su historia. Mientras aguantó un Alejandro Valverde cuarentón, todavía asombroso ganador en algunas carreras de segundo orden, pero ya imposibilitado para pensar en hazañas, gozó de un espejismo de resplandor que no se correspondía con la realidad ni auguraba un futuro brillante.

No podía pensar en los años 80 y 90 de la época de Reynolds y Banesto con Miguel Indurain y Pedro Delgado. O en la época dorada de Valverde y Nairo Quintana. Pero se iba difuminando. Movistar ha sido el número uno en la clasificación mundial de escuadras de la Unión Ciclista Internacional (UCI) en 1992, 1993, 2008, 2013, 2014, 2015 y 2016. Y cuando no era el uno, se le acercaba casi siempre. En 2016 igualó, con 14 corredores diferentes, el récord de victorias, 36, del Banesto de 1998.

A partir de ese año fue descendiendo en el escalafón. Tocó suelo en 2020 y 2021 con una 18ª posición y la posibilidad de bajar de categoría. En 2022, año de la retirada de Valverde, subió, sin embargo, hasta la undécima. En 2023 perdió un puesto. Y por ahí anda. Por sus filas ha pasado en un momento u otro gran parte de lo más granado del elenco español. Pero, en los últimos tiempos, reclamados por equipos con presupuestos muy superiores y capaces de ofrecer salarios irresistibles, se le han escapado algunos de los mejores y de los más prometedores mimbres, como Juan Ayuso y Carlos Rodríguez. Consciente del problema, se movió rápido para hacerse con Oier Lazkano, Pelayo Sánchez, Carlos Canal, Iván Romeo o Javier Romo. Jóvenes, todos menores de 25 años y con hechuras. Pero no con las de Ayuso y Rodríguez, que están en su misma franja de edad. Por otra parte, Lazkano ya está haciendo las maletas camino del Bora de Roglic.

Con Rodríguez hubo un intento de traerlo a casa. Estaba prácticamente hecho. Pero Ineos contraatacó con la chequera, y Carlos no se movió. Hoy los chavales españoles más descollantes, como Pablo Torres y Markel Beloki, ambos sub-20, están ya fichados por los sponsors extranjeros (Emirates y Education First, respectivamente) y se están fogueando en sus equipos de desarrollo.

El dinero no lo es todo, o no todo es dinero. Pero casi. Movistar deberá replantearse qué hacer con el suyo respecto al ciclismo. A su ciclismo en particular. Y, de paso, al español en general.

Roglic firma el póker en La Vuelta ante un valiente O'Connor

Roglic firma el póker en La Vuelta ante un valiente O’Connor

Aunque dio igual, Primoz Roglic no pudo redondear de modo inmejorable la conquista de su cuarta Vuelta. Se inclinó por 31 segundos ante el suizo Stefan Küng en la contrarreloj final de Madrid, rompeolas de todas las España, también la ciclista. Puso todo el interés, pero Küng, un consumado especialista, se impuso de principio a fin y, curiosamente, a pesar de sus capacidades, tantas veces demostradas, obtuvo su primer triunfo contra el crono en una gran ronda.

Por si no le nimbaba una aureola de leyenda en la reina de nuestras carreras, que realmente hace tiempo que sólo ante el Tour baja la cabeza, pero no dobla la rodilla, Roglic (Bora-Red Bull) la aumentó. Aquí ha ganado 15 etapas, tres de ellas en esta edición. Con sus cuatro triunfos totales iguala a Roberto Heras, aunque sin la carga de polémica del salmantino. Suma también de ese modo su victoria número 88 muchas de ellas de máximo rango.

A los 34 años (cumplirá 35 el 29 de octubre), ha ganado sin los alardes juveniles de Tadej Pogacar, su compatriota, pero con una solvencia absoluta. Desde la toma del poder por parte de Ben O'Connor en la sexta etapa, arrebatándoselo precisamente a él, Roglic emprendió una constante, sistemática tarea de demolición que desembocó en la victoria, como, por otra parte, era lógico.

O'Connor, gloria también a él, que el próximo año correrá en el Jayco Alula con galones reforzados, aguantó más de previsto y, finalmente, en la pugna por el podio, mantuvo el segundo lugar, aumentando la ventaja que poseía sobre Enric Mas, que, por su lado, no sufrió ante Richard Carapaz, cuarto. Bailaron poco las plazas del Top-10. Pero Skjelmose, aparte de consolidar ante Lipowitz el jersey blanco de Mejor Joven, le arrebató el quinto lugar a Gaudu.

Mas ha fracasado en su intento de apuntarse la carrera. Él mismo, y eso le honra, ha hablado en esos desalentados términos. Muchos periodistas repudian la palabra fracaso y se apresuran a negarla cuando el deportista, como es obligado, pone todos los medios para que no le alcance. Pero esa palabra no hiere ni disminuye a nadie, simplemente constata la ausencia de éxito en la persecución de un objetivo. El diccionario, en su primera acepción, define fracaso como: "Malogro, resultado adverso de una empresa o negocio". Y eso es exactamente lo que ha ocurrido con el mallorquín.

Enric no es un ciclista del montón. Es de primera fila, pero a cuatro meses de cumplir los 30 años, no ha dado el auténtico paso cualitativo. Le cuesta demasiado ganar. Ésta ha sido su séptima Vuelta y no ha abandonado nunca. Ha sido tres veces segundo y una tercero, amén de lograr un quinto y un sexto puestos, que tampoco son desdeñables. Ha disputado 147 etapas y sólo ha ganado una.

Sus puestos de privilegio los ha obtenido llegando cerca de los vencedores, pero no siéndolo él. Movistar lleva demasiado tiempo necesitando una estrella, a ser posible nacional. Tiene mala suerte o lleva una mala política. Incluso ahora mismo las jóvenes promesas españolas están en los equipos de desarrollo extranjeros. ¿Es una cuestión de dinero?

La etapa discurría entre la nueva y la vieja sede de Telefónica. El triunfo de Mas habría tenido una repercusión cargada de simbolismo no sólo para la empresa, sino para el ciclismo español, que sólo tiene al Movistar en la primera división mundial. El equipo ni siquiera ha ganado una etapa. Como otros 11. La victoria de Küng evitó que el Groupama fuera uno más en esa relación.

En cuanto a Landa (Soudal-T-Rex), octavo, segundo español, 35 años en diciembre, y tampoco precisamente un ciclista menor, ha corrido su octava Vuelta, con un mejor balance de un quinto puesto en 2023 y una etapa en 2015. El 'landismo', por ese y otros motivos, siempre ha sido más el ruido que las nueces. Es un sentimiento simpático en su mezcla de teología y fiesta. Un acto de fe casi religioso y una expresión de guasa casi gaditana. Beneficiosos de algún modo para el ciclismo, al que no le vienen mal personajes con carisma y gancho, pero desesperantes en su tozuda permanencia.

Los nombres españoles, en el fondo, han sido los de Pablo Castrillo y Marc Soler. El primero, aunque ha acabado a tres horas de Roglic, ganó dos etapas de fuste. El segundo, a más de dos horas del esloveno, se apuntó una y peleó por unas cuantas más y por el reinado de la Montaña. Nadie ha sumado más kilómetros escapado, ni ha estado más minutos en pantalla, ni ha derrochado y desperdiciado más esfuerzos. Su rendimiento publicitario ha sido mayor que el deportivo. Eso también cuenta en el deporte profesional.

La Vuelta 2024 ha muerto. La de 2025 ya está empezando a nacer.

Dunbar gana y Roglic certifica el ‘maillot’ rojo

Actualizado Sábado, 7 septiembre 2024 - 18:50

Escribíamos ayer... que solamente un trompazo, la caída de un rayo o el ataque de un oso podría impedir la victoria de Roglic. No pensamos en una contaminación alimentaria. Pero, aunque medio equipo fue, se dice, víctima de una salmonelosis -unos abandonaron y otros se retrasaron- el esloveno, por suerte para él, resultó en apariencia indemne. Aún le quedaron Adrià y Lipowitz para echarle una mano. No los necesitó. Pero la etapa no la ganó él, sino el irlandés Eddie Dunbar, ya vencedor en Padrón. Su triunfo significó también el segundo del Jayco Alula. Y siguen sin ganar 13 equipos.

Etapa de distancia media y alta montaña. En 172 kms., la mayor concentración de puertos de la Vuelta. Dos de tercera, dos de segunda, dos de primera y uno de primerísima, el Picón Blanco, 7,9 kms. con una pendiente media del 9,1% y una máxima del 18%.

Todo cuanto ocurrió hasta llegar a su pie fue una serie de luchas secundarias, aquí y allá, a partir de una escapada de 10 hombres. Marc Soler peleaba con su compañero de equipo Jay Vine por el jersey de lunares de la montaña. Se lo llevó Vine. A su vez, el Ineos trataba de conducir a Carlos Rodríguez a la obtención del maillot blanco de Mejor Joven contra Skjelmose. Se lo llevó Skjelmose.

El envite final, en el Picón Blanco, contempló, primero, la fuga de Pavel Sivakov. Lo atrapó Dunbar y luego el reducido grupo de ilustres, que no pudo hacer lo mismo con el irlandés, 27 años y celebrando la cuarta victoria de su vida. La gavilla de nobles subió con sus más y sus menos. Ora tiraba Roglic, ora Gaudu, ora Mas (que rascó cuatro segundos en el puerto bonificado de Los Tornos). Pero nada trascendente sucedía. Había demasiado cansancio en todos como para romper la baraja.

El último empellón, ya muy cerca de la meta, lo protagonizó Mikel Landa, que había vencido allí en 2017, en la Vuelta a Burgos, hace mucho tiempo. Parecía un ataque menos fofo que de costumbre. ¿Reverdecería desde sus cenizas el marchito landismo? Nada de eso. Visto y no visto, Mikel pasó del primero del grupo al octavo de la etapa, perdiendo segundos con todos sus compañeros. Enric Mas, que sigue sin ganar, y ya no lo va a hacer en esta Vuelta, segundo a siete segundos de Dunbar, alcanzó a superar en tres a un Roglic fatigado, pero también, a estas alturas, indiferente. Y en cinco a Carapaz. O'Connor aguantó y mantiene la segunda plaza.

Descontado el primer puesto de Roglic, los demás lugares del podio se van a dirimir en el fin de fiesta de Madrid con una contrarreloj de 24,6 kms. Así, a bote pronto, Mas parece el menos dotado para la modalidad. Pero las cronos finales son casi más una cuestión de fuerza que de especialización, y él parece llegar con bastante energía.

Roglic aparece a lo grande y da un zarpazo a la Vuelta

Actualizado Viernes, 6 septiembre 2024 - 19:16

"La commedia è finita". Primoz Roglic ganó la etapa riojana, se vistió de precioso rojo rubí; y, a menos que sea víctima de un cataclismo personal en forma de trompazo, otro de índole meteorológica como consecuencia de la caída de un rayo o un tercero de naturaleza animal a causa del ataque de un oso en la etapa del sábado, sentenció la Vuelta. El ciclismo no goza de la exactitud ni la certeza de la ciencia, ni padece la incertidumbre especulativa de la filosofía. Pero no deja de basarse en hipótesis lo suficientemente sólidas como para no verse sometido, al menos completamente, al puro azar.

Y esa hipótesis no del todo empírica, pero tampoco nada volátil, nos asegura más que nos sugiere que Roglic va a ganar esta Vuelta. Lo que queda de ella será con toda probabilidad una exhibición final que ratificará su superioridad física, su dominio táctico y, en resumen, su predominio "with the little help from their friends" (con la pequeña ayuda de sus amigos). El equipo, digno de su líder, se ha comportado magníficamente.

Esta vez la etapa y la general se disputaron simultáneamente. Dio gusto que lo parcial y lo total se unieran para proporcionar un espectáculo conjunto y exento de otra descripción y otro juicio que no fueran los que, de modo simbiótico, inspiraran ambas circunstancias. La larga (130 kms.) y poco prometedora escapada del día entre horizontes agraciados de una tierra fértil, cinco hombres que se quedaron en cuatro (Del Toro, Planckaert, Miholjevic y Petilli), fue neutralizada al pie del Alto de Moncalvillo, 8,6 kms. con una pendiente media del 8,9% y una máxima del 16%. Sol, temperatura agradable y un festival de buen ciclismo.

Y allí, en las iniciales faldas del coloso, empezó y acabó todo. A las primeras de cambio, el Bora Red Bull, atacó a saco. Vlasov y Daniel Felipe Martínez tiraron de su jefe, el auténtico Toro Rojo de la carrera. Tras los esfuerzos efímeros pero brutales de los compañeros, el esloveno se vio solo. El pelotón ya se había quedado en los huesos. Pero tenía aún carne y sustancia en los primeros-segundos espadas. Sin embargo, sorprendidos, aturdidos por lo precoz del ataque, no reaccionaron. Mientras pensaban qué hacer, cómo, cuándo y quiénes, Roglic ya volaba cuesta arriba. Aparte del más listo, también era el más fuerte. Una combinación imbatible. Recordaba al Roglic que, en 2020, en esas mismas rampas ya con los colores otoñales de octubre, se enfrascó en un duelo victorioso con Carapaz. Estaba en terreno conocido y amigo.

Enric Mas fue el primero en reaccionar. Salió en persecución, es un decir, de Roglic. En el acelerón le recortó unos segundos a Primoz, que ya iba con la velocidad de crucero. Luego, agotado el impulso, perdió esos segundos y algunos más. Tantos, que flaqueó en los últimos envites y fue superado por cuatro segundos en la llegada por Gaudu y Skjelmose, segundo y tercero a 46 de Roglic. Es posible que esté en la mejor forma de su vida. Pero no le da para lanzar ataques cortos y devastadores o emprender largos y sostenidos que le proporcionen victorias y nos hagan pensar en él como en un ganador. Los podios secundarios, valorables en su justa y alta consideración, pero insuficientes para hacer de él un campeón, son la medida de sus capacidades.

Se ha acercado a O'Connor, que, un día más, peleó hasta la extenuación para mantener el rojo. Pero igual que él amenaza al australiano, Carapaz le amenaza a él. Sábado imponente con una de las etapas capitales de la Vuelta. Tres puertos de tercera, dos de segunda y dos de primera, con la llegada en alto al Picón Blanco. No le faltará interés y algún tipo de trascendencia antes de la contrarreloj de Madrid, atractivo epílogo de una obra que parece resuelta, escrita en esloveno con tinta roja.

O’Connor respira en Santander un día más antes de las últimas hostilidades

Actualizado Miércoles, 4 septiembre 2024 - 18:38

Aguantar o no aguantar, esa era la cuestión. No aguantaron. Los cuatro frustrados hamletianos no habían conocido nunca una victoria profesional. Tampoco sus equipos en esta Vuelta. Una doble virginidad que no perdieron. Eran, por orden alfabético, Thomas Champion (francés, 24 años, Cofidis), Jonas Gregaard (danés, 28, Lotto), Thibaut Guernalec (francés, 27, Arkea) y Xabier Isasa (español, 22, Euskaltel).

Hicieron toda la etapa juntos, aunque Champion se rindió a 10 kms. de la llegada. Los otros tres fueron atrapados, bajo la lluvia que emborronaba sus figuras en la pantalla, en el centro urbano de Santander, a 2 kms. de la llegada, cuando la carrera arribó al mar. O sea, murieron en la orilla. En el sprint del gran grupo se impuso Kaden Groves (Alpecin). ¿Quién si no? Era su tercer triunfo y la consolidación del jersey verde que distingue al líder por puntos. Se lo dejó Wout van Aert, a quien la carrera añoró con un recuerdo silencioso.

Como era más que previsible, nada ha cambiado en la clasificación general. Los favoritos velaron sus armas por el procedimiento de continuar afilándolas. O'Connor respira un día más mientras teme que le quede un día menos para mantener el rojo. Tras la tempestad de Covadonga llegó, pues, la calma. La calma... que precede a la tempestad. Un proceso circular.

El jueves nos depara una etapa de media montaña por tierras alavesas con cierta gracia: 180 kms., con un puerto de 2ª y otro de 1ª, el de Herrera, situado a 45 kms. de la meta. Más que para la esquelética nómina de sprinters, parece propicia para el más rápido o el menos fatigado de una escapada. El viernes, el sábado y el domingo, el tríptico final.

Soler triunfa en Covadonga y O'Connor salva el liderato por segundos

Soler triunfa en Covadonga y O’Connor salva el liderato por segundos

Covadonga. Mitificación histórica, religiosa y ciclista. Y en los Lagos, para la mitificación histórica y la divinización religiosa de los gigantes sobre dos ruedas sin motor, inscribió su nombre Marc Soler (UAE), rematando la numerosa escapada del día, la estampida de rigor, esta vez de 17 hombres. Soler, el más combativo de esta Vuelta, también uno de los menos estrategas, de los que más fuerzas tiran por el sumidero, obtuvo una recompensa merecida y, ateniéndonos a sus gracias, corta. Incluso así, soberbia, envuelto Marc en un paisaje fantasmal. Dominó a sus últimos compañeros de fatiga, Filippo Zana (Jayco) y Max Poole (DSM).

Detrás, la mezcla de heroísmo absoluto, de sacrificio inmenso y de fe intacta permitió a Ben O'Connor mantener el rojo por sólo cinco segundos. Para desgracia propia y de la carrera, Wout van Aert se cayó, junto a Engelhard y Del Toro en la húmeda y peligrosa bajada de la Collada Llomena y tuvo que abandonar. Se hizo bastante daño en la rodilla y el brazo derechos. Las exploraciones dirán el alcance de unas lesiones que podrían comprometer el resto de la temporada. Lleva un año maldito.

Los Lagos no son un puerto terrorífico. Los hay mucho más altos, mucho más largos, mucho más duros. Pero, atendiendo a su entorno físico, geológico, de una hermosura sobrecogedora de riscos primigenios y bosques misteriosos, no queda más remedio que otorgarle la máxima categoría. Probablemente, la de "especial" es exagerada. Pero nadie la va a discutir ni permitiría que se la rebajase. La Vuelta se la reconoce como una forma de homenaje a lo que representa: un símbolo heráldico admitido por el hombre tanto como una montaña colocada ahí por la Naturaleza.

Marc Soler, Primoz Roglic y Ben O'Connor fueron los hombres del día. El primero por su victoria parcial, temporal, pero ya eterna. El segundo, por su acercamiento al liderato. El tercero, por mantenerlo con una dignidad admirable y, conjunta, una energía física y psicológica ante la que nos inclinamos con admiración y respeto. Soler ya ha cumplido de sobra, aunque no es descartable que lo siga intentando. Roglic parece el más fuerte de la carrera, pero no el Roglic más fuerte que conocemos. Después de todo, tiene ya 34 años. O'Connor va perdiendo gota a gota de sudor, de perfume y de veneno su ventaja. Pero quizás, como en Don Juan Tenorio, aún quede un grano de arena en el reloj de su vida.

La diferencia entre un Roglic fuerte, pero no tanto y un O'Connor débil, pero hasta cierto punto, va a designar en principio al vencedor y al vencido, que ahora bailan en cinco segundos como un gemido de placer, como un estertor de agonía. La Vuelta ha hablado en Covadonga bastante claro. Mas, Carapaz y Landa, secundarios, que no segundones, no parecen en condiciones de aspirar a otra cosa que no sea un lugar en el podio. El tercer escalón. Pero si la Vuelta ha hablado con claridad, no ha dicho ni mucho menos la última palabra. Vienen ahora dos etapas de transición y (relativo) descanso. Pero el viernes en Moncalvillo, el sábado en Picón Blanco y el domingo, en la contrarreloj de Madrid, la carrera dictará una sentencia ante la que ya no cabrá interponer recurso alguno.

Estamos descubriendo con interés y cierta esperanza a un Enric Mas ambicioso, valiente, decidido, apoyado por un Movistar incondicional. Pero no es capaz de romper aguas y moldes. Le falta ese punto de capacidades para lograrlo. No es un "killer". Es un diésel que a la hora de revolucionar el motor no encuentra la potencia suficiente para hacer diferencias. Se diría condenado a integrar en las grandes carreras los pequeños, selectos grupos de ilustres, pero sin la capacidad de responder a lo grande. Sin embargo, a los 29 años, en plena madurez y aún con un cierto margen de progreso, podríamos estar asistiendo a un tardío pero nuevo Enric Mas que se está ganando a pulso un voto de confianza.

'Landismo'

Respecto a Mikel Landa, cualquier movimiento por pequeño que sea revive ese landismo mortecino que se alimenta de ilusiones más que de hechos. Próximo a los 35 años, está protagonizando una Vuelta más que notable. No obstante, cada ataque suyo es de algodón. Incluso en su blandura, lo acaba pagando a la postre. Toda su gestualidad sobre la bicicleta, manos abajo del manillar, cuerpo bailando encima de los pedales remite a la potencia. Pero queda mejor en una fotografía que en una imagen animada. El ciclismo español, sin embargo, reconoce en Mikel a un personaje enormemente atractivo, especial para el aficionado. El carisma, como el gol, se tiene o no se tiene. El del alavés redunda en beneficio del propio ciclismo.

La etapa añadió a la belleza de la competición y el paisaje la fascinación de la niebla, que rezumaba agua. Los corredores, desdibujados, con sus contornos confundidos con la gris opacidad general, llegando en un goteo incesante, proclamaron una vez más el atractivo de un deporte único en el que la lírica y la épica son las dos caras de una misma poética epopeya.