Bacanal anotadora de Antetokounmpo y Wembanyama en una noche en la que el eterno LeBron sigue asombrando a la NBA

Bacanal anotadora de Antetokounmpo y Wembanyama en una noche en la que el eterno LeBron sigue asombrando a la NBA

Abanderan el nuevo baloncesto, ese que combina altura, movilidad, fuerza y clase. Antetokounmpo y Wembanyama son dos de esos nuevos 'monstruos' que dominan casi todas las facetas del juego y que noche tras noche deslumbran con sus números. Esta madrugada, el titán griego de los Bucks ha anotado 59 puntos y el 'alíen' francés se ha ido a los 50. Actuaciones memorables que se enmarcan en una NBA en la que ha empezado una nueva era.

Pero no todo es nuevo, ahí sigue LeBron. Eterno e incombustible, ha logrado su tercer triple-doble consecutivo en una jornada apasionante de NBA en la que los Cleveland Cavaliers extendieron su racha inicial a 13-0.

LAKERS 128 - GRIZZLIES 123

Tres triples-dobles seguidos lleva un LeBron inmune al paso del tiempo y que, a mes y medio de cumplir 40 años, consiguió 35 puntos (13 de 22 en tiros, 4 de 7 en triples), 12 rebotes y 14 asistencias para unos Lakers (7-4) muy potentes en casa y que no empezaban con un 6-0 en Los Ángeles desde la temporada 2010-2011.

Anthony Davis tuvo problemas de faltas pero sumó 21 puntos y 14 rebotes. El novato Dalton Knecht sobresalió en la segunda unidad con 19 puntos y un perfecto 5 de 5 en triples.

En los Grizzlies (7-5), que no contaron con Ja Morant y Desmond Bane, Jaren Jackson Jr. tomó la palabra con 29 puntos y 7 rebotes y el español Santi Aldama logró 15 puntos, 7 rebotes, 5 asistencias y 3 robos.

BUCKS 127 - PISTONS 120

Con una titánica actuación de 59 puntos, Antetokounmpo lideró el triunfo en la prórroga de unos Bucks (4-8) que disfrutaron de la segunda mayor anotación en la NBA del gigante griego.

Antetokounmpo selló además la anotación más alta en la NBA en lo que va de curso y terminó con 21 de 34 en tiros de campo (61,8 %), 1 de 2 en triples y un casi perfecto 16 de 17 desde la línea de personal. Además, bordeó el triple-doble con 14 rebotes, 7 asistencias, 2 robos y 3 tapones frente a 3 pérdidas de balón.

Por su parte, Cade Cunningham (35 puntos, 7 rebotes y 11 asistencias) encabezó a unos Pistons (5-8) que tuvieron el triunfo al alcance de la mano pero en los que, con el marcador empatado y solo un segundo por delante, el novato Ron Holland falló dos tiros libres seguidos.

SPURS 139 - WIZARDS 130

Wembanyama una obra maestra de 50 puntos en 32 minutos que supone la máxima anotación en la NBA para el prodigio francés, que se lució con un 18 de 29 en tiros de campo (62,1%), un impactante 8 de 16 en triples y un 6 de 9 desde la línea de personal. Además, 'Wemby' consiguió 6 rebotes, 2 asistencias, un robo y 3 tapones y solo perdió un balón.

Su máxima anotación hasta ahora era un partido de 40 puntos que logró, prórroga mediante, ante los New York Knicks en la temporada pasada. Los Spurs (6-6) han ganado tres de sus últimos cuatro partidos.

Por los Wizards (2-8), Jordan Poole fue el más destacado con 42 puntos (15 de 22 en tiros, 6 de 9 en triples) y 6 asistencias.

SIXERS 106 - CAVALIERS 114

13 victorias en 13 partidos. Ese es el apabullante balance de los Cavaliers, el único equipo que sigue invicto y que ya es el sexto mejor inicio de la historia de la NBA. Por delante solo tienen el 24-0 de los Golden State Warriors (2015-2016), el 15-0 de los Houston Rockets (1993-1994) y los Washington Capitols (1948-1949), y el 14-0 de los Dallas Mavericks (2002-2003) y los Boston Celtics (1957-1958).

Perfectamente engrasados bajo la batuta de Kenny Atkinson, los Cavaliers sufrieron ante unos Sixers sin Joel Embiid ni Paul George pero lograron su decimotercer triunfo gracias a 11 puntos en el desenlace de Donovan Mitchell, que acabó rozando el triple-doble con 23 puntos, 13 rebotes y 9 asistencias

En unos Sixers hundidos con un balance de 2-9 destacó el novato Jared McCain con 34 puntos, 6 de 13 en triples y 10 asistencias.

NETS 114 - CELTICS 139

Jayson Tatum (36 puntos, 8 rebotes y 10 asistencias) tomó las riendas de unos Celtics (10-3) que golpearon en la segunda mitad (54-74) a los Nets (5-7) que entrena el español Jordi Fernández.

Además, Jaylen Brown aportó 24 puntos y 12 rebotes y Payton Pritchard brilló en la segunda unidad con 23 puntos, 6 rebotes y 8 asistencias.

En Brooklyn, que la semana pasada exprimieron a los Celtics hasta perder en la prórroga, los mejores fueron Ziaire Williams (23 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias), Cam Thomas (17 puntos) y Dennis Schroder (16 puntos).

KNICKS 123 - BULLS 124

Muy irregulares en lo que va de temporada, los Knicks (5-6) desperdiciaron 46 puntos del dominicano Karl-Anthony Towns y perdieron frente a los Chicago Bulls (5-7) en un desenlace apretado en el que Josh Hart le dio tres tiros libres a Coby White y Jalen Brunson falló por milímetros el tiro ganador sobre la bocina.

Fichaje estrella de los Knicks para esta temporada, Towns brilló con un 18 de 30 en tiros de campo, un 6 de 12 en triples y un 4 de 8 desde la línea de personal. También logró 10 rebotes, 3 asistencias y 3 robos pero perdió 4 balones.

Zach LaVine (31 puntos, 7 rebotes y 8 asistencias), White (22 puntos) y Nikola Vucevic (19 puntos y 11 rebotes) destacaron en Chicago.

En el resto de encuentros, los Orlando Magic encadenaron su cuarto triunfo seguido doblegando a los Indiana Pacers (94-90), los Oklahoma City Thunder se aprovecharon de los mermados New Orleans Pelicans (106-88), los Houston Rockets ganaron su quinto partido de los últimos seis superando a Los Angeles Clippers (111-103), los Sacramento Kings derrotaron a los Phoenix Suns (127-104) y los Portland Trail Blazers sorprendieron por segunda noche seguida a los Minnesota Timberwolves (106-98).

Abdul-Jabbar y la última barrera contra el dolor

Abdul-Jabbar y la última barrera contra el dolor

Su padre, Ferdinand Sr, había servido como teniente de policía en Nueva York. Un tipo severo y voluminoso, apodado en el cuerpo como Big Al, que le transmitiría su desbordante pasión por el jazz. Su madre, Cora, había trabajado como costurera, así que desde la cuna hizo del estoicismo una prioridad. Lew Alcindor, conocido para la historia del baloncesto como Kareem Abdul-Jabbar, sabía de la dureza de la vida en Harlem, pero el primer sopapo le llegó con apenas 14 años. «Era mi debut con Power Memorial y nos dieron una buena paliza. Fue todo tan ridículo (...) Estaba en el vestuario y empecé a llorar. Cuando levanté la vista, los compañeros me miraban como si acabara de bajar de una nave espacial. Ahí me di cuenta de que había llegado al gran mundo y no podía llorar como un niño. A partir de entonces, jamás mostré un síntoma de vulnerabilidad hasta el día de mi retirada», relata en su documental Minority of one (2015). Sin embargo, durante dos décadas en la NBA, saldadas con seis anillos y decenas de récords, algo palpitó siempre bajo la descomunal coraza. Algo como un miedo ancestral agazapado en su mirada.

Fue un trauma que los doctores catalogaron como «síndrome de erosión corneal recurrente». Le provocaba irritación y sequedad ocular, pero también un mar de lágrimas. Las cicatrices del tejido podían desescamarse y perturbar su visión. Un sinfín de problemas que él quiso poner coto con unas gafas. Las más ilustres de la historia del baloncesto. Y no porque fuese distinguido con ocho doctorados honoris causa o porque aún ejerza como Embajador Cultural de su país. Tampoco por su Medalla Presidencial de la Libertad, la más alta condecoración civil en EEUU. Las gafas de Kareem -que servirían de ejemplo a Moses Malone, James Worthy, Hakeem Olajuwon y Horace Grant- fueron, además de un icono, el único dique contra el dolor.

Si cabe poner una fecha, baste el 12 de enero de 1968. Un partido de cierta rivalidad local entre la todopoderosa UCLA y la Universidad de California. Tom Henderson -un alero de 196 cm con quien décadas más tarde trabaría cierta amistad- le causó un rasguño en la córnea en plena disputa por un rebote. Por entonces, los árbitros ni siquiera prestaban atención a estas nimiedades, pero los rivales sí empezaron a intuir el punto débil del coloso. Y si se extendía la indulgencia podrían sacar provecho de ella. En realidad, no había otro modo de parar a quien, tras 88 victorias en 90 partidos, iba a alzar tres títulos consecutivos de la NCAA. Sus fundamentos, pulidos a las órdenes de John Wooden, también sembrarían la devastación en la NBA. Junto a Oscar Robertson, guio a los Bucks hacia el anillo de 1971, después de una histórica regular season con sólo 16 derrotas. Sin embargo, la retirada del base iba a coincidir con el segundo fundido a negro para sus ojos.

Se trataba de un simple amistoso de pretemporada ante los vigentes campeones. Un partido organizado en Buffalo por Don Nelson como reedición de las últimas Finales. El alero de los Celtics sólo pretendía hacer caja, aunque terminaría ejerciendo de villano. A falta de 11 minutos para el final propinó un codazo fortuito a Jabbar en el ojo. El dolor devino en furia y el puñetazo de frustración contra el soporte de la canasta, en una fractura del cuarto hueso metacarpiano de su mano derecha. La primera lesión de su carrera, en realidad, no significaba tanto. Lo verdaderamente preocupante era la vista. Por eso, aquel 5 de octubre de 1974 decidió que se protegería, ya para siempre, con unas gafas. Ahora bien, ¿quién se haría cargo del suministro?

Sólo un reportaje de Pat Putnam, publicado dos meses más tarde en Sports Illustrated, ofrece respuestas certeras. Alguna de ellas hilarantes. Como la rotunda negativa de Kareem a jugar la noche en la que él mismo había programado su regreso. Aquel 21 de noviembre de 1974, el pívot se había desplazado por carretera hasta Kansas City y olvidó meter en la maleta sus flamantes gafas. El primer modelo, con montura negra y tosco diseño en plexiglás, le dotaba a de un estrafalario aire de aviador A él no le importaba en absoluto la estética, así que no saldría sin ellas.

Según cuenta Putnam, un directivo de los Bucks, tuvo que regresar en coche a Milwaukee para buscarlas en el apartamento del jugador. Como no las encontraba, debió telefonear a la mesa del pabellón para preguntar personalmente a Kareem. Finalmente supo hallarlas en la guantera de su Mercedes. Así que Jabbar jugó con ellas por vez primera el 23 de noviembre ante los Nets. La gente del Madison Square Garden parecía estupefacta, pero Jabbar no quedó nada satisfecho. Al no ser lo bastante anchas, anulaban cualquier atisbo de visión periférica.

El nuevo modelo, con lentes más resistentes y cinco centímetros extra en los bordes, fue encargado por el preparador físico Bill Bates. Se trataba de un diseño de la marca francesa Brevete, con una almohadilla de espuma en el puente, más una cinta elástica para sujetarla a las orejas. La última tecnología del momento. Hace unos años, Patrick McBride, antiguo recogepelotas de los Bucks, vendió uno de esos pares por 6.500 dólares. Las sacó de un cubo de basura después de que Jabbar se deshiciera de ellas porque estaban rayadas.

El aterrizaje en Los Angeles no iba a resultar tan sencillo. Su inapelable liderazgo fue reconocido con los MVP de 1976 y 1977, aunque los Lakers ni siquiera superaron la primera ronda de los playoffs durante sus cuatro primeras temporadas. Desde los despachos, Bill Sharman quiso reconstruir con Jamaal Wilkes, Adrian Dantley o Norm Nixon, pero el verdadero salto no se dio hasta la llegada al banquillo de Pat Riley y la elección en el draft de un base de 2,06 m, llamado Earvin Johnson. Según John Papanek, Kareem volvía a "jugar como un niño", con "vitalidad y emoción, liderando los contraataques, haciendo mates con autoridad, chocando palmas y de vez en cuando (...) sonriendo". De hecho, se permitió las tres eliminatorias camino del anillo sin las "infernales gafas" a las que hacia alusión el periodista de Sports Illustrated. Apenas cinco meses después, en octubre de 1980, un golpe en el ojo derecho recibido de Rudy Tomjanovich, le hizo volver a ellas.