El regreso a las pistas de Orlando Ortega: “A veces no me apetecía levantarme de la cama”

Actualizado Jueves, 28 marzo 2024 - 21:42

Antes siquiera de empezar a grabar, Orlando Ortega explica su infancia en La Habana junto a su madre, entregado al taekwondo y su posterior flechazo con el atletismo que le llevó a Artemisa, un pueblito de Cuba, para entrenar junto a su padre. Orlando Ortega, ahora sí, habla. De las lesiones que lo mantienen lejos de las pistas desde los Juegos de Tokio 2020, de su matrimonio con la cantante Aina Maro y el reciente nacimiento de su hija, de su nueva vida en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat... Orlando Ortega habla y es extraño. Cuando llegó a España en 2013 cada entrevista era una valla que saltar, pero ya no. El subcampeón olímpico en los Juegos de Río 2016 ahora disfruta de la charla.

Se le ve diferente ante la grabadora.
De todo se aprende. Cuando llegué a España hubo algunas cosas, presión mediática [vallistas españoles publicaron una carta en contra de su nacionalización] y después de los Juegos de Río hubo un boom, muchas peticiones de golpe de los medios de comunicación. No estaba acostumbrado, me costó. Ahora me lo tomo de otra manera. Estoy más tranquilo. La vida se trata de aprender.
No hemos sabido mucho de usted desde Tokio.
Han sido dos años complicados. Ha habido momentos de frustración, de inseguridad, de mucho dolor con las lesiones. Te vienen muchas cosas a la mente, te afecta en tu vida personal. A veces no me apetecía levantarme de la cama. Pero gracias a Dios y al trabajo con mi psicóloga, Toñi Martos, he salido adelante. Ahora entiendo que soy un ser humano, no soy un robot y que es normal que te invada la inseguridad y te cree confusión. Ahora sé transformar esos pensamientos en motivación.
¿Y cómo se encuentra físicamente?
Muy bien, muy contento. Desde la operación [el verano pasado se operó de los isquiotibiales] he estado trabajando muy bien, mejor que nunca. Tengo la vista puesta en los Juegos de París. Quiero seguir recuperándome, seguir ganando confianza en los entrenamientos y seguir disfrutando de este deporte.
¿Se imagina en el podio olímpico?
Estar en París ya sería un logro, tengo que ser realista. Siempre he sido muy ambicioso, quiero otra medalla olímpica, pero decirte que voy a ganar sería mentirte. Tengo mucha fe en clasificarme. Y si lo consigo iré a vivirlo, a disfrutarlo, a intentarlo. Las vallas ya sabes cómo son: hay malas salidas, hay tropiezos y, de repente, puedes tener una oportunidad. Pero el objetivo es estar.

PEDRO SALADOARABA

Sus peores años a nivel deportivo han coincidido con sus mejores años a nivel personal.
Completamente, sí, sí. Eran las dos caras de la moneda. En casa estaba muy feliz, pero no podía entrenar. Ahora, por suerte, todo va en la misma dirección, gracias a Dios lo tengo todo. Conocí a mi esposa, nos mudamos a Santa Perpetua, aquí cerca del CAR, tuve a mi hija...
Regresó desde Chipre, donde se había instalado después de los Juegos de Río.
Quería estar cerca de mi esposa y de su familia y aquí encontré un hogar, que lo necesitaba desde hace años. Hablé con la federación para entrenar en el CAR, me concedieron una beca y estoy encantado, tengo unas condiciones magníficas para entrenar.
Hace unas semanas le visitó aquí el jamaicano Hansle Parchment, el vigente campeón olímpico.
Tenemos buena relación, sí. Es mi rival de toda la vida, llevamos casi 15 años compitiendo juntos. Él, yo y Pascal Martinot-Lagarde tenemos más de 30 años y ahí seguimos. Me encantaría volver a disputar una prueba de la Diamond League contra ellos y por supuesto encontrarnos en la final de los Juegos Olímpicos. Hay muy buenos jóvenes, como Grant Holloway o Trey Cunningham, pero nos mantenemos los veteranos.
¿Qué opina del ascenso de Asier Martínez o Quique Llopis?
Son muy buenos vallistas y ojalá sigan creciendo las vallas en España. Cuando yo ya no esté espero que haya españoles compitiendo con los estadounidenses o los jamaicanos.
"Cuando no esté". ¿Será después de los Juegos de París?
El atletismo es mi pasión y no me veo aún sentado en casa pensando que ya está, que no voy a competir más. Lo intentaré hasta que el cuerpo me diga que ya no puede más. Llegará un día en que tenga que retirarme, pero no lo veo cerca. Además, ahora he encontrado estabilidad, he organizado mi vida, y pienso que puedo disfrutar de aquí en adelante.
La aventura de Nacho Baltasar para volar sobre el agua: "He ganado 22 kilos en dos años"

La aventura de Nacho Baltasar para volar sobre el agua: “He ganado 22 kilos en dos años”

Los regatistas y sus cuerpos entregados al viento; todo levedad, deportistas finos como sus velas. ¿O no? Aparece Nacho Baltasar (Palma de Mallorca, 2004) y cambia el modelo: mide 1,83 metros, pesa 90 kilos de músculo y quiere ganar más, lo máximo posible. Hasta ahora los barcos olímpicos exigían a sus tripulantes que fueran ligeros para apenas tocar el agua y aprovechar las corrientes, pero algo ha cambiado en el mar. Se llama clase IQFoil y se estrenará en los Juegos de París 2024 con Baltasar, como representante español. Rompiendo la tradición de la vela, tanto él como el resto de aspirantes a medallas son grandes, fuertísimos, colosos.

¿Qué ha pasado?
Yo era un tirillas como todo el mundo que hace vela, pero cambié cuando la clase IQFoil entró en los Juegos. Pesaba 68 kilos así que imagina. En dos años he ganado 22 kilos. Por suerte, lo he gestionado bien, con la ayuda de profesionales y todo lo he transformado en músculo. Me noto distinto, sobre todo la cara, pero ya está. Tengo compañeros que lo han hecho de otra manera y lo han pasado peor. Hay quien se come medio bloque de mantequilla para desayunar, es asqueroso. Por eso algunos lo han acabado dejando.
¿Y usted qué come en el proceso?
Estoy de pasta hasta arriba, también arroz, huevo, pollo... Voy a hacer la compra semanal sólo para mí y me gasto 200 euros. En un día ingiero unas 6.000 calorías o más. Aunque lo más complicado es comer mucho durante los entrenamientos, unos 120 gramos de carbohidratos a la hora.
¿Por qué deben estar tan fuertes?
Los barcos IQFoil tienen una aleta que los levanta. Aunque peses 150 kilos arrastras la misma cantidad de agua que alguien de 50 kilos, el barco apenas lo nota, vas por el aire y coges muchísima velocidad, hasta 30 nudos. Tienes que tener mucha fuerza para mantener la vela tensa, lo más plana posible, y por eso los regatistas de esta clase son tan grandes.

Una madre campeona del mundo

La historia de Baltasar con la vela la explica su árbol genealógico. De Sa Rápita, un pueblo marinero cerca de Palma de Mallorca, antes de que naciera, su familia ya navegaba, competía e incluso ganaba. Su madre, Silvia Summers, fue campeona del mundo en 1989 en clase 420 junto a Nuria Bover y, de hecho, el trofeo de aquella conquista descansa ahora junto a sus trofeos. «Siempre la he admirado mucho. En casa no ha hablado mucho de su Mundial y las pocas veces que lo ha hecho es para decir que el mérito fue de Bover, la patrona. Pero me gusta mucho dejar mis copas al lado de las suyas», comenta el regatista que la semana pasada venció en el Trofeo Internacional Bahía de Cádiz ante favoritos a las medallas olímpicas, como el polaco Pawel Tarnowski.

Y todo aún con 19 años.
Ni yo me lo esperaba. Empecé a entrenar con el IQFoil hace menos de dos años y me ha llegado todo de repente, de un día para otro. Mi objetivo realmente era estar en los Juegos de Los Ángeles 2028. En septiembre, cuando me dieron la noticia de la clasificación para los Juegos de París, estaba en el coche y aún me quedaban 40 minutos para llegar a casa. Iba conduciendo y alucinando.
Antes hacía windsurf.
Sí, eso es. No recuerdo cuando navegué por mi primera vez, seguramente sería un bebé, pero sí recuerdo cuando debuté en el Optimist. Tenía cinco años. He tenido suerte de crecer en Sa Ràpita en un ambiente muy bonito, muy marinero, todos mis amigos están relacionados con el mar. Uno de ellos trajo el windsurf al club cuando en Mallorca tradicionalmente se utilizaba el 420 y el Laser. Me fue perfecto.
Ha tenido que dejar los estudios, eso sí.
Me apunté a INEF e intenté hacer el primer año, pero la vela te exige mucho, muchos viajes, muchas horas de entrenamiento. Al final llegó un momento que era una cosa o la otra. Y nunca había sido un muy buen estudiante.
La España de la defensa 'vintage' vence a Bahrein y se acerca a los Juegos

La España de la defensa ‘vintage’ vence a Bahrein y se acerca a los Juegos

Hace 20 años que Viran Morros tiene 20 años. Cuando debutó con España en 2004 el capitán era Talant Dujshebaev y ahora comparte vestuarios con sus hijos Álex y Dani; qué cosas. Su longevidad, referente de la defensa a los 40 años, parece una anécdota, pero si mira a su lado...

Hace 20 años que Gedeón Guardiola tiene 20 años. Como internacional emigró a Alemania y le ha dado tiempo a pasar una vida en la Bundesliga y volver; ahora alarga su carrera en el humilde Balonmano Nava. Su longevidad, referente de la defensa a los 39 años, parece una anécdota, pero si mira a su lado...

Morros y Guardiola, Guardiola y Morros. Dos cuarentones todavía forman la defensa de la España de balonmano y, pese a las muchísimas temporadas a las espaldas, pese a encontrarse ambos en el ocaso de sus carreras, nadie los sustituye. En los últimos torneos tuvieron reemplazo, Miguel Sánchez-Migallón, de 29 años, pero su lesión ha obligado al seleccionador, Jordi Ribera, a recuperar la defensa vintage, la defensa de toda la vida.

«En la defensa nos está costando el relevo generacional. Nuestra selección sigue en construcción, no estamos al 100% completos porque cuesta encontrar jóvenes para esos puestos. En ataque hemos ido sustituyendo a los referentes, pero en la defensa no lo hemos conseguido», aceptaba Jordi Ribera en conversación con EL MUNDO antes del debut de España este jueves contra Bahréin en el Preolímpico de Granollers. Venció la selección (39-27), venció en un partido plácido y todo gracias, claro, a los dos abuelos de siempre.

Un parcial inicial definitivo

En los 12 primeros minutos, el equipo del emirato chocó contra un muro frente a la portería de Rodrigo Corrales y el parcial inicial (10-2) fue definitivo. En el resto del encuentro, España disfrutó de la calma e incluso concedió descanso a los veteranos. Para estar en los Juegos Olímpicos de París, el conjunto de Ribera ya sólo debe vencer uno de los dos próximos partidos, este viernes ante Eslovenia (21.00 horas, Teledeporte) o el domingo ante Brasil (17.45 horas) y para ello Guardiola y Morros volverán a ser esenciales.

Luego ya se verá. Aunque ambos dijeron lo mismo antes de los Juegos de Tokio 2020, esta vez sí se retirarán después de los Juegos de París y habrá que asumir el vacío. La recuperación de Sánchez-Migallón será esencial para la defensa de España y necesitará ayuda. Dani Dujshebaev debe ser pieza básica atrás, pero también se le necesitará en ataque: demasiada exigencia. La esperanza ahora es Javi Rodríguez.

De 21 años, nacido en Madrid, formado en el Alcobendas y recientemente fichado por el Barça, este juves en la segunda parte ante Bahréin mostró que el relevo puede pasar por él. Sus aptitudes: dos metros de altura, buena colocación y mucha motivación. Su desafío: mantener el nivel de quienes le preceden. Como le ocurre en el Barça, donde sustituye al francés Ludovic Fàbregas, seguir la línea de Guardiola y Morros en la selección no es sencillo. Con ellos, España fue campeona del mundo y dos veces campeona de Europa. Con ellos, España vuelve a estar a un paso de ir a los Juegos Olímpicos.

David García Torné, seis operaciones en la rodilla y un poderoso resurgir: "Fue un calvario. Pero ahora me veo con medalla en París"

David García Torné, seis operaciones en la rodilla y un poderoso resurgir: “Fue un calvario. Pero ahora me veo con medalla en París”

«Torné, Torné es el hombre», cuentan los que hacen cábalas con las opciones del judo español, siempre tan pujante, pero tan con la miel en los labios olímpicamente, desde Sydney 2000 sin medalla. Otro pupilo de Quino Ruiz, de esa factoría de éxito (Niko Sherazadishvili, Fran Garrigós...) escondida en un rincón de Brunete. Un chico tímido pero decidido, tan seguro de sí mismo que ni en mitad de su calvario particular dejó de creer.

«Nunca pensé en tirar la toalla. Me veía siempre con la confianza de que iba a llegar. Que sólo era una piedra en el camino», cuenta ahora David, al que de golpe le llegó todo aquello que perseguía desde que a los seis años sus padres le apuntaron a la extra escolar de judo en La Canonja. Tan pleno fue el 2023, que de escuchar lo conseguido -una plata continental, el número dos del ránking olímpico en su categoría de -66 kilos- se le pone «la piel de gallina». «Ha sido un sueño. Porque miraba al año anterior y es que ni siquiera aparecía en el ránking».

Para saber más

Para saber más

La razón era su rodilla izquierda, maldita antes, «ahora perfecta». Seis operaciones nada menos. Tres de menisco, la primera a los 18 años. «Tras una competición en Francia, paramos en una gasolinera, y al poner el pie la rodilla no me estiró y me caí de cara al suelo», recuerda ahora con media sonrisa. Otras tres de ligamento cruzado, cuando tras la pandemia se lo rompió. «Me operé, intenté volver a competir, pero la rodilla se me iba. No quería saber nada, tiraba para adelante, nueve meses así, me venían otras lesiones a raíz de esa... Hasta gané el Campeonato de España. Al día siguiente fui al médico...». Y vuelta al quirófano.

García Torné posa para EL MUNDO.

García Torné posa para EL MUNDO.SERGIO GONZÁLEZ VALEROMUNDO

«Fue un calvario. Se pasa mal mentalmente. Tras la primera operación no conté con la ayuda de ningún psicólogo. Me adelantaron los rivales, fue duro. La segunda lo tomé de otra manera. Si he vuelto una vez... Y ahora sí tuve ayuda, fue clave. Tenía más experiencia, lo vi desde otra perspectiva. Aprendí», reflexiona el catalán, desde hace ocho años en el Dojo Quino, aunque fuera gracias a la ayuda económica de sus padres. «Esto no lo hago por dinero, hasta este año prácticamente no he cobrado nada. Ves la MMA u otros deportes. Uno de tercera de fútbol cobra más que yo que soy top cinco mundial. Pero es lo que hemos elegido, lo que nos gusta», dice ahora que el porvenir le sonríe, que atisba los Juegos para los que tiene billete asegurado y no intuye techo. «En plena lesión pensaba: 'Yo soy mejor que estos'. Siempre he confiado. Y me veo con medalla olímpica», asegura recién llegado de tres semanas en Japón, la cuna de su deporte, donde se midió con Hifume Abe, el absoluto dominador de su peso, con el que nunca se ha enfrentado en torneo oficial. Y no se vio lejos. «No enseñamos nada, pero no me impresionó, no me pareció nada del otro mundo. Los dos sabemos que tarde o temprano nos vamos a enfrentar. Él lleva mucho tiempo sin perder, ganó los últimos Juegos, el Mundial. Torneo que va, torneo que gana».

En el Campo de Marte de París, tan lejos las pesadillas de su rodilla, David afrontará esa jornada de pura tensión que suponen sus competiciones con la calma del que dejó todo atrás, escuchando a Jarabe de Palo entre combate y combate y confiando en su judo. «Donde mejor soy es tirando al contrario, que no deja de ser la meta de nuestro deporte. Lo que me viene peor es justo lo contrario. La gente que va a conseguir sanciones, que bloquea... Y creo que con el tiempo me he ido haciendo fuerte de cabeza, soy capaz de pensar. El factor mental en el judo es un 70% y es lo que más cuesta, tomar decisiones a 180 pulsaciones y con dos sanciones... ".

El enigma del seleccionador Jordi Ribera: "Estuve cerca de dejar el balonmano y abrir un restaurante"

El enigma del seleccionador Jordi Ribera: “Estuve cerca de dejar el balonmano y abrir un restaurante”

Jordi Ribera (Sarrià de Ter, 1963) es un enigma incluso para más le conocen. Lleva ocho años al frente de España y más estará porque ha renovado hasta los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028, pero igualmente lo suyo es sólo de él. «Me gusta leer sobre filosofía e historia. Y ver películas, soy de ir al cine», asegura a EL MUNDO cuando se le pregunta por sus hobbies. Lo dicho: un misterio. Del Preolímpico que la selección afronta desde este jueves (18.30 horas, contra Bahréin, TDP) y hasta el domingo en Granollers, puede hablar largo, pero el resto se lo reserva. Apenas se le escapa alguna confidencia que sirve para conocerle.

Tiene 61 años y lleva desde los 26 siendo entrenador. Con su fama de metódico, de ver todos los partidos que se juegan en España, ¿Nunca se empacha de balonmano?
No, la verdad. El balonmano para mí lo es todo, le dedico muchas horas, pero sigue siendo motivante. Es mi manera de entender mi trabajo y me gusta. El jugador debe ser creativo, experimentar en la pista, pero el entrenador debe ser metódico, debe controlar los detalles.
Recuerda Ambros Martín, que estuvo a sus órdenes en el Gáldar y hoy es seleccionador femenino, que en los años 90 ya entregaba informes larguísimos a cada jugador y se gastaba medio sueldo en software.
Cuando empecé muy pocos hacíamos montajes de vídeo, por ejemplo. Lo grababa todo, utilizaba miles de DVDs e intentaba trasladar mis ideas a los jugadores de esa manera. Ahora es todo más sencillo, aunque igualmente hay retos. En el CAR de Granada hacemos concentraciones con jóvenes y tenemos cinco o seis cámaras con sensores para grabar sus movimientos y ayudarles a mejorar. Hemos avanzado mucho con los fondos europeos.
Empezó siendo adolescente y se profesionalizó muy joven. ¿Ya se veía entrenador para toda la vida?
No, no. Cuando empecé entrenando en mi pueblo, combinaba el balonmano con mi trabajo como administrador del Hospital Josep Trueta de Girona. Estuve años en el servicio de urgencias de noche y tuve mucha suerte porque los compañeros me ayudaban a cuadrarlo todo. En 1989 me llegó la oportunidad de entrenar en el Arrate [tenía 26 años, el técnico más joven de la historia de Asobal] y cuando llegué al Gáldar en 1992 ya sí entendí que podía ser mi trabajo, mi oficio. Luego hubo una época en la que quise dejar de entrenar.
¡¿Cómo?!
Sí, sí, estuve cerca de dejarlo. Después del Gáldar, fui al Bidasoa y allí, en 2003, no completé la temporada. Pasé un periodo de luto, me replanteé las cosas, estuve casi un año sin entrenar y pensé en abrir un bar o un restaurante en Girona. Ya había cumplido los 40 años, me atraía la idea de emprender y estuve a un paso de hacerlo. Pero me llamó la selección de Argentina y me marché allí a vivir la experiencia. Tenía poca mochila en la vida y la sigue teniendo ahora. Luego ya fui a Brasil, estuve en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008...

David Ramirez / Araba PressAraba

Y le llamó la selección. Da la impresión de que le encanta la táctica y no le gusta tanto gestionar el vestuario.
Puede ser. Cada vez hay un concepto más individualista de las relaciones, cada vez es más difícil la interacción con un grupo. Pero en la selección no lo llevo mal, todo lo contrario. Puedo vivir en la dinámica del vestuario sólo unos días al año.
Los jugadores de la selección aseguran que cuando llegó era indescifrable, muy, muy silencioso.
Me cuesta mucho entrar a la gente. Soy muy cauto, soy muy tímido. Es cierto lo que dicen: al principio marcaba mucho la distancia. Ahora me siento más cerca de ellos. Es mejor para todos. Hoy en día tenemos muy buena relación, mucha confianza. Antes de cada convocatoria, llamo a todos y les planteo qué quiero de ellos. Cuando vienen con el equipo ya conocen su rol y eso es muy útil.
Su estilo en el banquillo es muy comedido. Diría que nunca le he escuchado nunca gritar.
Es mi forma de ser. No hace falta gritar para ser exigente o para reclamar otra actitud. Los gritos alteran a la gente, no la motivan, ése ha sido siempre mi idea. Si tengo que decir cosas duras, prefiero que acabe el partido, sentarme con el jugador y ser directo. No me gusta el teatro que se espera de los entrenadores. Lo más importante es el juego.
Disputa esta semana su primer Preolímpico. El último que jugó España, justo antes de su llegada, en 2016, con varios jugadores actuales, fue un fracaso absoluto.
Lo normal es estar aquí, hay que asumirlo. Sólo te salvas del Preolímpico si eres campeón del mundo o campeón de Europa, como éramos antes de los Juegos de Tokio. Habrá un condicionante emocional, está claro, es un todo o nada, pero tenemos experiencia. Los jugadores llevan años compitiendo al máximo nivel y no habrá problemas en ese sentido.
El oído de Iris Tió, la líder de la nueva sincronizada española: "Mi abuela hace música electrónica"

El oído de Iris Tió, la líder de la nueva sincronizada española: “Mi abuela hace música electrónica”

Su padre Enric es clarinetista, su madre Laia es violinista y ambos se conocieron en la Guildhall School of Music and Drama, un conservatorio en Londres. De ahí saca Iris Tió su sensibilidad musical, la capacidad para nadar sobre las notas, su oído. Su abuelo era pintor y su abuela todavía es compositora de música electrónica, experta en sintetizadores. De ahí saca Iris Tió su... Espera, ¿Cómo? «Sí, mi abuela está todo el día con los sintetizadores. Era pianista, pero ya está jubilada y ahora sólo compone lo que le apetece, como sonidos que luego se utilizan en música electrónica», explica Tió y así se entiende todo. De ahí saca su flow en el agua, su ritmo inatrapable, su pum, pum, pum, pam.

Iris Tió, la actual líder de la natación sincronizada española, lleva la música en la sangre, pero sobre todo lleva el meneo. De pequeña le apuntaron a clarinete, a violín y a piano y no funcionó; ella quería danzar. «Mis padres me ponían música clásica en casa, discos de Mozart, y yo me ponía a bailar. En las clases del conservatorio me aburría porque tenía que estar quieta», reconoce Tió.

David Ramirez / Araba PressAraba

Dos semanas atrás tanto el dúo que forma con Alisa Ozhogina como el equipo que comanda se clasificaron para los Juegos de París con una actuación brillante en el Mundial. Tan brillante que el resultado se quedó corto: en ambas categorías fueron cuartas. Querían más, pero los jueces no. Ya llegará la cita olímpica. «Nos queda media temporada y estamos haciendo cambios en las coreografías. Ahora sabemos que estamos cerca y que subir al podio en París es una posibilidad», explica la nadadora de 21 años en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat donde a su alrededor se ha reconstruido la sincro española.

La nueva sincronizada

Después de la exitosa y polémica etapa dirigida por Anna Tarrés, llegó la nada y ahora, un proyecto joven de la mano de la actual seleccionadora, Mayuko Fujiki. «En la sincronizada no es fácil llegar a las medallas. Debes trabajar año a año e ir subiendo poco a poco. Ahora hemos conseguido tener un dúo y un equipo consolidado. Mayu nos ha ayudado mucho», comenta la nadadora.

Hay cosas que han cambiado en la sincronizada. Por ejemplo, ahora Fujiki insiste en que descansen, en que no todo es entrenar.
Yo no estaba en épocas anteriores, pero ahora se intenta respetar el descanso, hacer entrenamientos fuera del agua para no saturar, controlar que todas estemos bien. Pero, bueno, entrenamos mucho, eh, echamos muchas horas.
También ahora se ven otro tipo de cuerpos, más musculados.
Sí, sí. Con el nuevo reglamento se da valor a las acrobacias y los equipos hacemos más trabajo de gimnasio. Incluso se premia la definición muscular. A los jueces les gusta más ver piernas musculadas.

Tió recuerda el momento en el que se enamoró de la sincronizada. Tenía seis años y, en la televisión, una española trenzaba movimientos con el agua. Era Gemma Mengual en el Mundial de Roma 2009 y aquello se le quedó grabado. Pronto ambas compartirían piscina en el Club Natació Kallipolis, epicentro del deporte en España.

David RamirezAraba

«Ya hacía música como extraescolar, pero insistí con la sincronizada y me apuntaron», recuerda Tió que en 2013, con sólo 10 años, se estrenó en un Mundial. En la inauguración del evento en el Palau Sant Jordi se representó el Mediterráneo y ella hizo de plancton. Ahora su papel es otro, pero sigue bailando en el agua.

Moha Mottaghinia y la 'nacionalización express' que tardó seis años: "No podía salir de España"

Moha Mottaghinia y la ‘nacionalización express’ que tardó seis años: “No podía salir de España”

Moha Mottaghinia no encaja en el estereotipo del nacionalizado. De Mashhad, una ciudad al noreste de Irán, tenía una «buena calidad de vida», hijo de un banquero, y acumulaba fama en el deporte más importante del país, la lucha. A los 19 años, en 2017 fue campeón de Asia y tercero del mundo junior y su camino estaba claro: en los Juegos de Tokio 2020 subiría al podio. Pero discutió con su Federación, varios países le ofrecieron pasaporte, empleo y sueldo y escogió España. Fue entonces, a principios de 2018, al llegar a Torredelcampo, cerca de Jaén, cuando la vida se le complicó. Y no se solucionó hasta el pasado miércoles, cuando recibió la nacionalización del Consejo de Ministros. Entre medias, seis años en el limbo sin poder salir de España y sin competir. En el CAR de Madrid, donde se prepara para los Juegos de París 2024 relata lo vivido a EL MUNDO.

¿Habías visitado España antes de la oferta de nacionalización?
No, cuando llegué no sabía casi nada del país. Fui directo a Jaén porque allí tenía trabajo. Me costó porque me hablaban un español muy cerrado, pero me adapté. Fue bien que no hubiera ni un iraní, hice muchos amigos. Ahora tengo mucho cariño a Jaén, me siento andaluz.
Fue tan buena su adaptación que el Ayuntamiento de Torredelcampo le pidió ayuda y, ahí, el problema.
Yo estaba tranquilo trabajando en el club y esperando la nacionalización, que tenía que tardar unos meses. Vinieron del Ayuntamiento para pedirme que les ayudara con unas clases para jóvenes y acepté encantado. Pero entre el Ayuntamiento y el club modificaron mi contrato y por culpa de ese cambio me multaron y me quitaron el permiso de residencia. No fue mi culpa, pero a partir de entonces no pude salir del país.
Y así hasta el año pasado, cuando recuperó el permiso de residencia.
Pude volver a Irán y ver a mi familia casi cinco años después, pero no aún podía competir. Y para mí es casi más importante. En Irán yo vivía bien, no tenía problemas económicos, y vine a España para crecer como luchador. Fue duro no ver a mi familia, pero más no poder luchar.

Hasta hace 10 días. En el pasado Europeo, Mottaghinia volvió a la competición tras seis años de parón, ya como español, y fue el mejor de la selección. En categoría de más de 74 kilos alcanzó los cuartos de final y rozó el bronce ante el azerí Turan Bayramov, nacido a escasos kilómetros de la frontera con Irán. En los próximos días Mottaghinia acudirá a la jura de bandera y en abril y mayo tendrá dos Preolímpicos para conseguir su billete a París. Si lo logra será la opción más clara de medalla de España en la lucha.

Mottaghinia, en el último Europeo

Mottaghinia, en el último EuropeoRobert GhementEFE

¿Cómo se mantuvo en forma tantos años sin competir?
La lucha es un deporte en el que si paras una semana lo notas muchísimo. Sabía que si me hundía y dejaba de entrenar dos meses quizá no podría volver a competir con los mejores, tendría que volver a mi país y todo el viaje no hubiera servido para nada. Por eso nunca dejé de entrenar, ni un solo día. En el Europeo noté que me faltaba ritmo de competición, sobre todo rapidez para cambiar la táctica, pero que puedo estar en los Juegos de París.
¿Durante este tiempo qué le decía su familia desde Irán?
Mis padres no querían que me marchara a otro país, pero es mi vida y yo puedo elegir lo mejor para mí. Al final lo aceptaron y me apoyaron en este tiempo. Mi padre, que fue luchador aficionado, lo entendía más. Yo hice gimnasia desde los cuatro años y él fue quien me animó a pasarme a la lucha cuando tenía 12.
Ahora, ya instalado en Madrid, habrá conocido a más compatriotas iraníes.
Sí, pero tengo tantos amigos españoles que ya no me hace falta. Sé que en Madrid hay algún restaurante iraní, pero no he ido. Estoy muy contento en el CAR, trabajo muy bien con el equipo nacional y tanto el presidente como el seleccionador siempre me han ayudado mucho.
Roban un ordenador y varios USB con información sobre los planes de seguridad de los Juegos Olímpicos de París

Roban un ordenador y varios USB con información sobre los planes de seguridad de los Juegos Olímpicos de París

Actualizado Miércoles, 28 febrero 2024 - 08:52

Un ordenador portátil y dos llaves de memoria con información sensible sobre parte de los planes de seguridad de los Juegos Olímpicos de París 2024 fueron robados el pasado lunes en un tren, informó la pasada noche el canal BFM.

Se trata del dispositivo de seguridad del Ayuntamiento de la ciudad, que prevé desplegar 2.000 agentes, la mayoría de ellos policías municipales, durante los Juegos, que se desarrollarán del 26 de julio al 11 de agosto.

Sin embargo, la parte principal del dispositivo de seguridad de los Juegos, que incluye el despliegue de decenas de miles de policías nacionales, gendarmes y militares, no estaba incluida en el material robado.

Un empleado municipal denunció en la tarde del lunes que el material le había sido robado del compartimento superior de su asiento en un tren de cercanías.

El hombre, un ingeniero, constató que la bolsa con el material faltaba cuando llegó a la estación del Norte y se levantó para cambiar de tren con destino a su vivienda en las afueras.

La información añade que los investigadores están analizando las imágenes de las cámaras de seguridad de la estación para tratar de avanzar en las pesquisas.

La seguridad de la cita olímpica es posiblemente el principal quebradero de cabeza de las autoridades francesas y de la organización de los Juegos, especialmente la novedosa ceremonia de inauguración, que consistirá en un desfile de barcos por las aguas del Sena y con varios cientos de miles de espectadores.