Carolina Marín, la rodilla de España, o cuando no es necesario triunfar para ser grande

Carolina Marín, la rodilla de España, o cuando no es necesario triunfar para ser grande

Heredera de una tradición de pioneros que ella renueva actualizándola, Carolina Marín es la figura deportiva española del año. Una de ellas. La que menos ha ganado y la que más ha sufrido. No es necesario triunfar para ser grande, para ser de los más grandes. No, al menos, siempre y por completo. Sólo los mejores de entre los mejores pueden sobreponerse a la derrota hasta el punto de negarla, e incluso de transmutarla en victoria no sólo moral.

Carolina Marín es una pionera contemporánea. Una contradicción sólo aparente. A diferencia de sus predecesores en la categoría, y como el patinador Javi Fernández, otro de esos deportistas insólitos en un ecosistema casi yermo, nació en una España ya plenamente moderna, avanzada, receptiva, abierta a unas posibilidades de las que carecieron sus antecesores, que, por otra parte, no habían estado del todo aislados. Bahamontes, Santana, Nieto, Ballesteros, los Fernández Ochoa (Paquito y Blanca) y compañía seguían una estela no exenta en absoluto, en muchos casos, de innegable valía. Antes de Bahamontes existían el ciclismo y los ciclistas. Antes de Nieto, las motos y los motoristas. Antes de Ballesteros, el golf y los golfistas. Antes de los Fernández Ochoa, el esquí y los esquiadores... Lo que estos hombres y algunas mujeres, todavía pocas, hicieron fue elevar, por primera vez, su deporte, y el español de todos nosotros, al máximo nivel mundial. Fueron más pioneros en el triunfo que en la irrupción. Supusieron una revelación más que una primicia.

Pero Carolina Marín partía poco menos que de cero. O de menos cero. Practicaba el bádminton, una modalidad ajena a nuestros gustos, tradiciones, perspectivas y apetencias. Cuando ganó en 2014 el primero de sus tres Mundiales, había 6.800 licencias en España. Ahí al lado, ahí arriba, Francia ya contaba con 60.000 nada menos que tres lustros antes. En Asia eran incontables. Sólo en China existían 100 millones. Sin embargo, Carolina, española y andaluza, se convirtió también en campeona olímpica. Un hecho insólito, impensable, anómalo. Era, para entendernos, como si un japonés saliese a hombros de La Maestranza, o como si, desplazándonos hasta Murcia, un chino ganara en La Unión el Primer Premio del Cante de las Minas.

Carolina es, además de una estrella, un misterio casi teológico. Una gozosa excentricidad que ha ampliado los horizontes del deporte español. El público, gratamente sorprendido, se ha prendado de ella, atraído por la sorpresa inaugural, en lugar de rechazar la novedad incomprensible. La originalidad ha contribuido a orientar hacia su persona las preferencias paternales, fraternales de la gente. Esa originalidad autoriza de modo suplementario su elección como estrella del deporte español en 2024, con la misma legitimidad que, en año olímpico, los españoles medallistas en París.

Las lágrimas de todos

Cuando el 4 de agosto, en los Juegos parisinos, disputaba las semifinales ante la china Hi Bing Jiao, una de las mejores jugadoras del mundo, su rodilla derecha, la misma que en 2019 le cerró el camino a los Juegos de Tokio '2020 para revalidar el oro de Río2016, se rebeló bruscamente. Se quebró con un crujido de rama seca, de raíz astillada, que sólo escuchó Carolina, pero cuyo eco se extendió, gimiente, por el país. Carolina iba derecha, por la vía rápida, a la final. Viajaba sin escalas destinada a una medalla que se le ofrecía sin disimulo. Había ganado el primer set por 21-14. Y mandaba en el segundo por 10-5.

Su rodilla fue la rodilla de España. Su grito, el grito de España. Sus lágrimas, las lágrimas de España. Y España le otorgó la máxima distinción que concede a un deportista no sólo español: el Premio Princesa de Asturias, que no es un galardón ligado exclusivamente a la actualidad. El concedido a Carolina es el del reconocimiento a toda una carrera, el de gratitud a todo un ejemplo, el de desagravio a unas rodillas rotas tres veces: en 2019 (la derecha), en 2021 (la izquierda), en 2024 (de nuevo la derecha). De las cenizas de las dos primeras resurgió como un Ave Fénix de Huelva. Tras los daños de la tercera, a los 31 años, Carol es de nuevo una primeriza.

Se ha pasado Carolina la vida reinventándose, reconstruyéndose. Es una novia y una viuda de sí misma. Vestida de blanco y de luto, quiere volver a empuñar la raqueta en 2025 para tratar de ser plenamente competitiva en 2026, en el Campeonato de Europa, que se disputará en España y donde se retiraría. Quizás en Huelva, que se ha postulado para acoger el evento. Largo nos lo fía. Alto nos lo confía. Entretanto, 2024 nos la ha regalado doliente y optimista, suya y nuestra, envuelta en aromas de afecto popular y simbólicas galas principescas.

La revolución de Andrea Fuentes para cambiar la historia de la sincronizada: “Es más potente la inspiración que el miedo”

Actualizado Domingo, 8 diciembre 2024 - 22:11

Suena 'Tu Calorro' de Estopa en la piscina del Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat y sirve como anuncio: ya está aquí Andrea Fuentes. Si la natación sincronizada fue una disciplina de niñas obedientes al ritmo de la maldita música del Cascanueces, pronto dejará de serlo. La revolución Fuentes se basa en romper los dos axiomas, en «empoderar a las nadadoras para que tengan voz propia» y en «hacer cosas que nunca se han visto en una piscina». La mejor nadadora artística de la historia de España es ahora, por fin, su seleccionadora y su estilo, tan propio, se nota en cada minuto del entrenamiento que presencia EL MUNDO, el pasado miércoles

Encima de una tarima, con un micrófono en la mano, Fuentes no para y hace que el resto no pare. Falta una eternidad para los Juegos de Los Ángeles 2028, pero las nadadoras españolas se machacan en unas series de ejercicios con Melendi, AC/DC o Linkin Park de fondo. «¡Las chinas están aquí entrenando con vosotras! ¡A ver quién aguanta más!», desafía Fuentes a quienes son sus pupilas desde hace un mes. En los Juegos de París, la China que entrena Anna Tarrés se llevó el oro, Estados Unidos con la propia Fuentes al frente se colgó la plata y España se quedó con el bronce. Ahora, pese a la reincorporación de Rusia, a España ya sólo le vale ganar.

Dígame que España nadará en Los Ángeles 2028 a ritmo de Estopa.
(Risas) De momento nos sirve para entrenar a tope. Para los ejercicios, aún estoy buscando, pensando en crear algo nuevo, realmente diferente. Veo espectáculos de circo, conciertos, no sé, miro cuadros. Yo qué sé, estudio el cubismo y a ver qué saco de ahí. Para mí es especial que seamos distintas al resto. El otro día hice una propuesta y una nadadora me dijo: 'Eso es muy Andrea Fuentes'. No sé exactamente qué quería decir, pero me gustó.

David RamirezAraba Press

¿Por qué su propuesta es distinta a lo que ya existe en la sincro?
Porque para mí es muy importante que la nadadora tenga el poder y eso no es lo habitual en mi deporte. El primer día le pedí cuatro cosas al equipo: autenticidad, unión, determinación y positividad. Quiero que cuando las nadadoras lo dejen o salgan del equipo lo hagan poderosas, fuertes, libres, que piensen que todos los entrenamientos valieron la pena ganemos o no el oro. En China o Rusia todavía siguen el sistema antiguo, más obediente, y quiero ver lo que aguantan con eso. Cuando sus nadadoras vean en TikTok que aquí vivimos mejor y comprueben que les podemos ganar pensarán: '¿Y yo por qué tengo que aguantar este trato?'.
Sin duda, es diferente a lo que había en su época como nadadora.
Es el cambio de filosofía que quiero aportar. Lo abro todo a diálogo y antes eso no pasaba. Yo quiero que hablen, que me pregunten por qué, que me discutan. 16 cerebros piensan más que uno. Es lógico, no estoy tarada y, además, lo imponen las nuevas generaciones. Si no lo hago así tarde o temprano pensarán: '¿Por qué voy a estar ahogándome debajo del agua cuando puedo pirarme a hacer skate?' Hay que escuchar, hacerlo divertido e inspirar. Al final es más potente la inspiración que el miedo.
En los Juegos de París, Anna Tarrés comentó que las nadadoras chinas ganan «por su capacidad de trabajo». Es un poco tópico eso de que en España no se trabaja tanto.
En China no se cuestiona a la autoridad porque no hay salida. Aquí las nadadoras son distintas, pueden tener otra vida si no les gusta, dedicarse a otra cosa. Pero aquí las nadadoras tienen ese carácter de toraco, les corre sangre por las venas, no horchata. No me metería con su capacidad de trabajo. En China o en Rusia las nadadoras son máquinas, pero aquí si les enciendes el fuego y les echas gasolina, cuidado.
Es un método discutido en la educación por miedo a la relajación.
Pero en el equipo hay 16 nadadoras y sólo entran las ocho mejores. Hay muchísima exigencia de por sí: ¿Te imaginas quedarte fuera de unos Juegos Olímpicos? Es absurdo pensar que se van a relajar si no las abronco, si no las insulto, si no las machaco. En Estados Unidos aprendí el poder de la competencia. Allí en el colegio de mis hijos siempre les decían: 'Muy bien, lo están intentando'. Y yo preguntaba: '¿Y cómo van a aprender?'. Pues al final aprenden porque todos quieren ir a las mismas universidades. No es necesario destrozar la moral para enseñar. Mi labor no es exigir, es empoderar y que cada una saque el máximo. El buen trato no tiene nada que ver con la exigencia.

David RamirezAraba Press

De pedir un determinado peso mejor ni hablamos.
Lo dije en la primera reunión: 'Nunca os pediré nada que tenga que ver con vuestra imagen física'. En nuestro deporte siempre ha habido problemas y no puede ser. Me importa un pedo que seas gorda o delgada, en mi vocabulario eso no existe. Pero tienes que rendir. Las nadadoras deben preguntarse si les conviene más un bistec a la plancha que una hamburguesa del McDonalds. El reglamento puntúa según cuánto saques el cuerpo del agua así que si eres supertocha y subes hasta el cielo, eres una crack, te vean como te vean. Además, es tan dañino decirle a alguien que está muy guapa porque está delgada que decirle que está gorda.

La contraoferta de EEUU

Da la sensación de que esto le llega en el momento preciso.
Sin duda. Después de retirarme [en 2013] quería explorar muchas cosas. Me gustaba la idea de ser entrenadora, pero no quería serlo simplemente porque no supiera hacer otra cosa. Me fui a Mallorca, monté un negocio de nutrición saludable, pero me dí cuenta de que no me quería dedicar a eso. Empecé a escuchar ofertas de países que me ofrecían proyectos.
De muchos sitios, menos de España. Daba la impresión que de la polémica con Anna Tarrés se había quedado en medio y, por eso, apartada.
No, no, tuve una oferta para quedarme aquí. Mayu [Fujiki, anterior seleccionadora española] me ofreció ser su ayudante, pero yo quería un programa para mí sola, quería cambiar el sistema. Recibí ofertas de Estados Unidos, Australia y Suiza para ser head coach y escogí Estados Unidos.

David RamirezAraba Press

Los Juegos de 2028 serán en la puerta de su antigua casa en Los Ángeles. ¿Por qué ha vuelto justo ahora?
Por muchas cosas. Me habían doblado el sueldo, pero no quería hacerlo por dinero. Allí había cumplido una misión. Pensaba que ganaríamos una medalla en 2028 y lo hicimos cuatro años antes, en 2024. Además no me quería hacer mayor y que mis hijos crecieran allí. En España se vive muy bien y no te das cuenta hasta que no te vas. Aquí salgo de casa y me siento segura, doy un paseo, me tomo un café o una cerveza con las amigas. Allí estaba todo el día en el coche, temía que un tío fuera a cargarse a mis hijos al cole con una pistola, veía como el fentanilo estaba haciendo mucho daño. No lo veía como el sitio ideal para vivir ni mucho menos.
Nil Riudavets y su viaje de "odio" y reencuentro con el triatlón: "Ganar una medalla en el deporte que me hizo perder el brazo fue perdonarme con la vida"

Nil Riudavets y su viaje de “odio” y reencuentro con el triatlón: “Ganar una medalla en el deporte que me hizo perder el brazo fue perdonarme con la vida”

«Tenía 23 años, perdí totalmente el brillo en los ojos». Nil repasa en voz alta lo que él mismo define como un «duelo». Habla de «odiar» todo lo que le hacía feliz, de «sentir lástima» por sí mismo y hasta de apartarse de «personas que quería un montón»; se negaba a recordar lo que había sido. Nil Riudavets (Mahón, Menorca, 1996) ahora tiene 28 y es pura inspiración, desde aquellos abismos, desde el accidente compitiendo que le costó la movilidad de su brazo derecho. Es el enfermero que era y el triatleta también. Aunque todo lo detestara. «He perdido el brazo, pero he ganado una vida», presume hoy, tras un verano inolvidable: bronce paralímpico en París y subcampeón del mundo en Torremolinos.

Para saber más

Aquel 1 de mayo de 2019, en el Prat, Campeonato de Cataluña por equipos, Nil, promesa del triatlón nacional, dándolo todo en cabeza del suyo, no fue capaz de esquivar ni el impacto frontal contra otro ciclista ni el destino. «Se dieron todos las factores posibles en un circuito que no era lo seguro que tenía que ser. Después del choque recuerdo muy poca cosa. En el suelo hice un análisis rápido de mi cuerpo y vi que el brazo derecho ya no lo movía. Sentí miedo, me vino muchísimo dolor, empecé a gritar... allí perdí el conocimiento», relata el instante que cambia para siempre una vida.

Se despertó 12 horas después en la UCI del hospital de Bellvitge sin entender nada. «Mis padres me explicaron la gravedad», cuenta Nil, detallando el parte médico. «Tenía partida la clavícula en varios trozos. Lo más crítico fue la arteria subclavia, la que lleva la sangre al brazo, una hemorragia interna muy bestia. Y la secuela principal, el arrancamiento del plexo braquial, que es el paquete de nervios que se encarga de la motricidad y la sensibilidad del brazo. No podía mover nada. Estuve un mes y medio en la UCI».

El triatleta paralímpico Nil Riudavets, en Mahón.

El triatleta paralímpico Nil Riudavets, en Mahón."Germán Lama"MUNDO

Entonces llegó lo peor, la negación, la vida marcada para un chico que «ya era independiente en Barcelona, hacía deporte, trabajaba de enfermero en urgencias... Y vuelvo a Menorca siendo una persona dependiente, en casa de mis padres... Siempre había sido muy optimista y durante ese periodo de mi vida soy una persona apagada, con muchas inseguridades. Asimilé que estar mal era lo normal. El duelo me duró dos años».

Nil atiende a EL MUNDO jovial, a punto de irse de vacaciones con su pareja a Tailandia, tras su jornada en el hospital Mateu Orfila de Mahón. Ya no se desempeña en Urgencias, donde le encantaba «el aliciente de la adrenalina», sino en Seguridad del paciente y Calidad. Volver al trabajo fue el primer paso. Pero a aquel niño que jugó al fútbol hasta Bachillerato, que nunca dejó de nadar y que cada verano completaba todas las carreras de su isla, le quedaba recuperar una parte de su existencia. «No podía ver ciclismo. Odiaba todo lo que tuviera que ver con las dos ruedas. Era súper fan del Tour y durante tres años no lo vi. Y desconecté totalmente de todo lo que fuera triatlón. Me creaba mucha rabia que un deporte que yo quería tanto me había llevado a una situación tan dura como es perder un brazo», revive ese agujero de «ira y resquemor», de «pérdida de identidad brutal». «Me miraba al espejo y sentía lástima por la persona que veía reflejada. Me hacía mucho daño».

El primer paso hacia el reencuentro con el deporte Nil lo sitúa en un viaje con su novia a Picos de Europa. «Vimos una carrera de ultradistancia, la Travesera. Y empecé a conectar un poco con el mundo del running», recuerda. Aunque mucho antes, todavía en el hospital, había recibido una visita de esas que jamás se olvidan, la de Álex Sánchez Palomero. «Se presentó a la semana del accidente, yo no le conocía de nada. Era un chico con la misma lesión, la misma discapacidad. Había sido bronce en Tokio en triatlón. Me explicó cómo era su día a día con un brazo. Eso me marcó mucho. Vi a una persona con una vida totalmente plena. Me animó siempre a perseguir mi sueño, a normalizar todo», alaba a quien ahora es, a la vez, su compañero y su rival.

Nil Riudavets, en Mahón.

Nil Riudavets, en Mahón."Germán Lama"MUNDO

Una vez hechas las paces consigo mismo y con el deporte, Nil empezó a correr. En cuatro meses completó un 10k en 32:40, su mejor marca, y una media maratón en 1:10. Y se planteó lo impensable, intentar acudir a los Paralímpicos en Maratón, aunque justo eliminaron del programa su categoría. «¿Y si lo intentó en triatlón?»

Ese segundo paso era el más complicado, quizá el inimaginable. Nil, que antes era diestro y tuvo que hacerse zurdo -«desde el minuto uno cuando subí a planta en el hospital. Pintando mandalas, con libros de caligrafía...»-, se subió de nuevo a una bicicleta. Con todos sus miedos. «En el viaje en coche de vuelta, le dije a mi padre que yo no volvía a montar», asegura de un proceso lento pero seguro con su bici adaptada. También había que nadar con un solo brazo. «Costó mucho, porque tienes que adaptar totalmente la técnica. Son horas y horas. Nunca me hubiese imaginado que con un brazo se pudiese nadar tan rápido», se felicita.

Riudavets, durante los Juegos de París.

Riudavets, durante los Juegos de París.EM

Y, tras un durísima preparación, cinco años después del accidente, estaba en la línea de salida de unos Juegos Paralímpicos. Con un triatlón por delante hasta la medalla. Tras el agua y la bici, aún mantenía sus opciones. Acudía a un desenlace de película. «En la carrera mis amigos me dijeron que parecía que me habían puesto la estrella del Mario Bros. Empecé como un loco, con la piel de gallina. A 400 metros alcancé al tercero, estaba vacío de energía, pero tenía un plus de rabia acumulada. Le arranqué y llegué a meta gritando, llorando. Todo el esfuerzo había merecido la pena».

Nil Riudavets, tras ganar el bronce en los Juegos Paralímpicos de París.

Nil Riudavets, tras ganar el bronce en los Juegos Paralímpicos de París.EM

«En el momento que cambié la mirada hacia mí mismo, todas las de la gente también cambiaron. Ganar una medalla en el deporte que me hizo perder el brazo fue perdonarme con la vida. Ahora veo miradas de orgullo y emoción y ninguna de lástima», concluye Nil, con otro reto maravilloso por delante. Pretende acudir a los Paralímpicos de Invierno de 2026 en Milán-Cortina d'Ampezzo en esquí de fondo. «Sería un sueño después de haber ido ya a unos de veranos. Y más siendo yo de Menorca, que aquí nieve, cero», bromea.

La bailarina australiana de breakdance Raygun se retira "decepcionada" por la polémica surgida tras su baile en los Juegos Olímpicos de París

La bailarina australiana de breakdance Raygun se retira “decepcionada” por la polémica surgida tras su baile en los Juegos Olímpicos de París

Actualizado Jueves, 7 noviembre 2024 - 09:10

Llevaba tiempo denunciando una "campaña de odio" contra ella y al final, la representante australiana de 'breakdance' en los Juegos Olímpicos de París, Rachel Gunn, conocida como 'Raygun', ha decidio 'romper la baraja' y anunciar su retirada de la competición al reconocer que se siente "decepcionada" por la polémica surgida en torno a su participación en la cita olímpica, informa Efe..

Raygun, de 37 años, se convirtió en tendencia en internet debido a sus movimientos de baile poco ortodoxos, con saltos que imitaban a un canguro, durante la competición este verano en la capital francesa, donde no sumó ni un voto de los jueces.

"Todavía hago 'break', pero no compito. Ya no voy a competir más", declaró la australiana durante una entrevista el miércoles con la emisora 2DayFM, al admitir que prefiere bailar en el "salón de su casa junto a su pareja" que en una batalla.

"Iba a seguir compitiendo, pero me parece que ahora es muy difícil que lo haga (...) El nivel de escrutinio va a estar ahí. La gente lo grabará, lo publicará en internet. No será la misma experiencia por todo lo que ha sucedido", declaró Gunn en tono distendido junto a los conductores del programa.

Raygun, cuya selección como representante a los Juegos Olímpicos llegó a ser cuestionada, fue reconocida en septiembre como la número uno del mundo en breakdance por la World DanceSport Federation (WDSF), el organismo rector de este y otros deportes de baile.

"Sentí que perdí el control sobre cómo la gente me veía, quién era, quién era mi pareja, mi vida. Me sentí muy decepcionada. Pero me gusta quedarme con el lado positivo, es lo que me hace seguir adelante, la gente que me dice que 'les inspiré'", apunta la deportista al subrayar que también recibió infinidad de apoyos.

"Bailar es muy divertido y te hace sentir bien. No creo que la gente deba sentirse mal por su forma de bailar. Sal a la pista de baile y diviértete", remarcó la australiana.

El incipiente 'breakdance', que fue incluido por primera vez en los Juegos Olímpicos de París y no estará en Los Ángeles 2028, no tiene unos estándares marcados, a diferencia de otras disciplinas deportivas, lo que deja mucho espacio a las capacidades de improvisación e innovación.

Guillermo Gómez Correas, un patinador contra los estereotipos: un récord Guiness, una serie en Disney y campeón del mundo con piruetas "igual o mejor que las femeninas"

Guillermo Gómez Correas, un patinador contra los estereotipos: un récord Guiness, una serie en Disney y campeón del mundo con piruetas “igual o mejor que las femeninas”

En la pista de patinaje de Boadilla del Monte un joven da vueltas y vueltas a una velocidad de vértigo bajo la atenta mirada de de Elba Alonso, su entrenadora. Guillermo Gómez Correas (Aranjuez, 2007) gira, salta, baila, hace piruetas, cae y se levanta, una y otra vez. «No duelen, estamos acostumbrados», explica después. Hace un par de meses se proclamó campeón del mundo júnior de patinaje artístico en Rimini (Italia), dominando el programa corto y el largo con una superioridad tal que su puntuación global (257,76) estuvo por encima incluso de la de los competidores senior.

«Y sólo pude llegar al 90% de lo que era capaz, porque hubo un combinado que por la lesión no pude entrenarlo del todo», rememora el patinador sobre su pesadilla, una fractura por estrés en el pie por la que tuvo que renunciar al Europeo para intentar acudir en la mejor forma posible al Mundial, un escaparate imprescindible. Porque pese a su excelencia, el sueño de Guille es de esos que van contra corriente, una disciplina no sólo minoritaria sino también fuera del universo olímpico, el gran anhelo.

Sólo el skate logró colarse en el programa de los Juegos de verano de los deportes que engloba el patinaje sobre ruedas, aunque la modalidad sobre hielo sí que este incluida en los invernales. Ahí está la leyenda de Javier Fernández, un espejo en el que Guillermo se mira, aunque en su paradoja cierre puertas, visibilidad y subvenciones. «A nosotros sólo nos faltaría ser olímpicos. El nivel es altísimo. Por rivalidad y competitividad, estamos por encima del hielo, que, sin las patinadoras rusas, ha bajado. Sin ellas no hay saltos cuádruples. Y los triples también los hacemos en ruedas», expone Gómez Correas, familia de nadadores, cuyos inicios se sitúan en el club Patinaje de Ocaña hasta que Albert Palau le descubrió en su primera competición: «Un diamante en bruto».

Guillermo Gómez Correas, en acción.

Guillermo Gómez Correas, en acción.JAVIER BARBANCHOMUNDO

Ese hándicap nunca frenó su deseo. Guillermo creció viendo los éxitos de Pau García, cuatro veces campeón olímpico ya retirado, y a ello aspira. Aunque por el camino no sólo tenga que realizar malabares sobre los patines. «Por suerte, el material me lo subvencionan mis patrocinadores. Pero tenemos que pagar las coreografías, el montaje de discos, los trajes, los viajes a las competiciones...», detalla ante la atenta mirada de su madre, Loli, que también es la que le prepara físicamente y que seis veces a la semana recorre 150 kilómetros para que su hijo pueda entrenar en Boadilla después de terminar en el instituto. Ante los obstáculos, Guillermo nunca dudó en recurrir al ingenio.

El año pasado, para poder revalidad su oro en la Copa del Mundo, tenía que competir en Trieste y, sobre todo, en San Juan (Argentina). Ante lo elevado de la cuantía, organizaron un crowdfunding y en pocos días superó los 4.000 euros que necesitaba. En su lucha por dar visibilidad a sus hazañas no sólo recurre a las redes sociales, donde es todo un fenómeno viral con sus hipnóticas coreografías. Cuando tenía 13 años impresionó en el programa televisivo Got Talent, donde se presentó ante el jurado con un emotivo discurso: «Quiero que el patinaje se presente en televisión, porque es un deporte muy bonito y con mucho sacrificio».

Gómez Correas, entrenando en Boadilla.

Gómez Correas, entrenando en Boadilla.JAVIER BARBANCHOMUNDO

También ha aparecido en una serie americana de Disney +, 'Saturdays'. Y hasta ha batido un récord Guiness. «Me escribieron del programa, me habían visto con la spinner y creían que se podía batir el récord. Empecé a ensayar más, a plantearme el objetivo. Lo logré al primer intento», explica sobre un reto 'mareante' para «seguir visualizando el patinaje artístico a nivel mundial». El 27 de febrero en Milán, en el programa de televisión italiano 'Lo Show Dei Record', Guillermo dio 92 giros con una sola pierna sobre su spinner de entrenamiento en sólo un minuto.

Pero, más allá del show, que él asume como necesario para reivindicar su disciplina, lo de Guillermo es pura pasión por el patinaje artístico, un talento único. En lo artístico -«me encanta emocionar a la gente, no sólo quiero ganar, quiero transmitir»-, donde cuenta con la complicidad de las tribunas, y en lo deportivo. Ahí, el madrileño ha supuesto todo una revolución a la hora de romper estereotipos. Porque su patinar no sólo se apoya en poderosos saltos de dominio físico, también ha incluido un nivel altísimo en las piruetas, algo que parecía exclusivo de las patinadoras. «Se ha comprobado que un chico puede saltar, hacer triples perfectos, pero también piruetas igual que las chicas o mejor. Eso antes no pasaba», asegura quien hasta logró que la Federación Internacional homologara una pirueta única, bautizada con su nombre. La Hell-Biellmann Go-Co (Gómez Correas, sus apellidos) fue incluida por World Skate en el reglamento en 2020, una combinación inédita de dos dificultades en una con un valor base de 5,8 puntos, el mayor de los que se realizan.

Gómez Correa, durante un entrenamiento en Boadilla.

Gómez Correa, durante un entrenamiento en Boadilla.JAVIER BARBANCHOMUNDO

Toda esa destreza la tuvo que poner a prueba en el Mundial de Rimini, a pesar de que los meses anteriores fueron una tortura por una lesión a la que sigue buscando solución. Tuvo que renunciar al Europeo -que ganó otro español, su compañero de selección Unai Cereijo- y asumir mentalmente que no llegaría en la plenitud deseada. Lo bordó en el programa corto, pero después le llegó «una crisis de ansiedad» que estuvo a punto de arruinarlo todo. «Las expectativas eran altas. El pabellón estaba lleno, todo el mundo estaba esperando que Guille lo hiciera perfecto, que hiciera un discazo y toda la grada se levantara. Había mucha presión, pensamientos intrusivos, no estaba seguro de querer salir a competir, estaba mal», recuerda quien logró superar el trago cuando la música comenzó a sonar. Campeón del mundo júnior, el objetivo de una vida. «Estaba contento, pero en el fondo sabía que podía haber hecho mucho más. Es raro, pero fue un poco sabor amargo», admite.

A Guille le queda un año más en la categoría , donde tratará de revalidar todos sus títulos -«he ganado todo lo que he competido», entre otras cosas cuatro veces consecutivas campeón de España- antes de dar el salto inaplazable a la absoluta. Seguirá esquivando prejuicios («muchos piensan que el patinaje es un deporte más femenino, pero a la gente que no te hace bien hay que silenciarla») y luchando por una disciplina en la que España e Italia son los dominadores mundiales y que reivindica con un discurso claro: «Es un deporte que abarca muchísimo. Tienes que correr para hacer cardio, hacer gimnasio para estar fuerte, saber interpretar todo tipo de músicas, ser buen bailarín, flexible... y, por supuesto, patinar. Y, además, ser mentalmente fuerte. Es la suma de muchas pequeñas disciplinas. Tiene tantos detalles, que te acaba enamorando esa suma».

Carl Lewis: “No recuerdo lo que es ser una persona normal”

Actualizado Domingo, 27 octubre 2024 - 22:17

En esta era de la exageración, donde todo es mítico y cualquiera es leyenda, resulta difícil encontrar las palabras precisas para definir la magnitud de Carl Lewis (Birmingham, Alabama, 1961). Podríamos, quizás, dejar que lo expliquen los datos, especialmente sus nueve oros olímpicos, el atleta con más de la historia, junto a Paavo Nurmi, y una cantidad sólo superada por los inverosímiles 23 de Michael Phelps. Un deportista tan descomunal que has

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Un paseo con una campeona olímpica: "Si alguien me reconoce, pienso que se ha confundido. Nos exigen la medalla y nos olvidan"

Un paseo con una campeona olímpica: “Si alguien me reconoce, pienso que se ha confundido. Nos exigen la medalla y nos olvidan”

Laura Ester (Barcelona, 1990) se sienta en la escalinata del monumento a Alfonso XII y saca del bolso su oro olímpico recién ganado en París. A su alrededor, turistas y chavalería disfrutan del estanque de El Retiro en una soleada tarde madrileña. La medalla y el fotógrafo despiertan cierta curiosidad en un grupo de adolescentes que flirtean, sin visos de avanzar demasiado, mientras comen cheetos. Dos de ellos se aproximan: "¿Quién es?". Respondo que es la portera histórica del waterpolo español, campeona de todo con la selección y con sus clubes, mejor jugadora de Europa hace unos años... A mitad de explicación ya sólo les interesa volver al tonteo. Ella observa la escena con total normalidad: "En realidad, cuando alguien me reconoce, me sorprende. Pienso que se ha equivocado y fijo que me confunde con otra".

Hace justo dos meses todo el país celebraba su último éxito, el mayor y el único que le faltaba, tras ganar a Australia en la final de París. Hoy paseamos media hora por un parque repleto de gente, nos sentamos en una terraza concurrida y nadie la mira. Es la realidad de la mayoría de héroes olímpicos en este país: dos semanas de atención (y presión) y cuatro años de anonimato. Ester sonríe resignada: "Suena mal decirlo, pero te acabas acostumbrando a que nadie te reconozca. Del waterpolo, como de casi todo lo que no es fútbol, se habla en los Juegos, nos exigen la medalla y luego se olvidan de que existimos. Asumimos que es así, lo injusto es que esa única vez que nos recuerdan nos presionan como si les importara este deporte. ¿No habéis estado en cuatro años y ahora, si somos cuartas, somos unas fracasadas? Eso es un poco fuerte. Desde casa se ve todo muy fácil".

La guardameta, presente de principio a fin en la época dorada de la selección, ha completado su palmarés con su tercera medalla olímpica, esta vez sí de oro tras dos platas. Ya era campeona del Mundo y de Europa con España. También de cinco Champions e innumerables títulos nacionales con el Sabadell, club que no le ha dado este verano la salida que merecía. Ahora vuelve al Mediterrani, donde empezó, para la que puede ser su última temporada. "Ahora ya sí soy campeona de todo. Con el oro y esta vuelta a casa, se puede decir que cierro el círculo, pero ya sabes cómo somos los deportistas, luego nos liamos fácil", reflexiona.

"He podido ahorrar algo"

A sus 34 años, la retirada acecha y le toca reinventarse. Lleva años preparándose para ello, es licenciada en Bioquímica y tiene un máster en Dermofarmacia, pero nada de eso ahuyenta al vértigo de quien se dedica desde la adolescencia a un deporte que exige mucho y no da demasiado económicamente. "Una jugadora del máximo nivel gana para vivir día a día como cualquier ciudadano de clase media. Yo he podido ahorrar algo porque, al estar tanto tiempo en la selección, he tenido la beca, pero si me retiro el año que viene más me vale encontrar pronto en qué trabajar porque de los ahorros vivo un año. El día que esto acabe, tienes que espabilarte".

Laura espera aclararse durante esta temporada que le queda (ya veremos si finalmente es sólo una). Se mueve entre dos aguas. Sus estudios le llaman, pero también sabe que la salida más sencilla, esa que acaba seduciendo a tantos atletas, es seguir vinculada al deporte, en su caso en el mundo organizativo y federativo. No esconde el miedo. "Empezar de cero, inevitablemente, asusta. Cualquier deportista que te diga que no tiene miedo a la retirada, al vacío del día después, miente. Puede ser más o menos en función de tu situación, pero siempre está ahí. Es un momento difícil que a muchos deportistas les afecta psicológicamente. Yo me he ido preparando, pero cuando llevas 20 años dedicándote exclusivamente a algo que te apasiona y en lo que eres de las mejores del mundo... De repente, pasas a ser una más y vienen las frustraciones y las dudas. ¿Sabré hacer algo más? Yo creo que sí, pero tengo que volver a demostrarlo todo".

Y añade una denuncia que cualquier ex deportista ratificaría: "Para la sociedad, somos un producto con fecha de caducidad. Por mucho que nos duela, es así. Hoy todo el país te aplaude y en cuanto te retiras, ya no eres nadie. Tienes que ser consciente de ello y prepararte para el golpe de realidad".

"Ganaríamos lo mismo entrenando menos"

Nos sentamos a tomar algo y, aprovechando ese anonimato ya comprobado, Ester bromea con pedirse una cerveza, pero la atleta de élite a punto de volver a la piscina aplasta el conato de rebeldía y acaba bebiendo un agua con gas: "Con la selección entrenamos siete horas diarias. Voy a echar muchas cosas de menos, pero eso te garantizo que no. Ganaríamos lo mismo entrenando menos. Pero los partidos, el vestuario... Eso es la leche".

El vestuario. Como una de las capitanas, corrió a llamar a Paula Leitón, su compañera tanto en la selección como en el Sabadell, cuando fue víctima de una campaña de odio en redes por su físico. "Nosotras tenemos doble hándicap en esta sociedad machista y futbolera: mujeres y en un deporte minoritario, pero hemos ido contra todo y hemos ganado. A veces se hace difícil. Paula es un sol de niña. Todo lo que tiene de grande lo tiene de buena persona y de valiente. Me dijo que estaba bien, que no le afectaba, que era consciente del cuerpo que tiene, se quiere así y al que no le guste, que no me mire. Es una reina, pero esos comentarios a una chica joven le pueden destrozar la vida. Es asqueroso".

Laura Ester, con su oro, junto al estanque.

Laura Ester, con su oro, junto al estanque.Ángel Navarrete

La conversación nos devuelve al tema inicial, el rápido olvido de los olímpicos, desde un prisma distinto, esa sociedad futbolera de la que habla la waterpolista. Cada cuatro años, España se lleva las manos a la cabeza cuando gana muchas menos medallas de las esperadas (18 en París) y se compara con los países más similares al nuestro: las 39 de Francia, las 33 de Italia... Según el PIB de cada nación, un indicador que falla poco a la hora de aventurar los éxitos, nuestro país debería haber ganado 27. La falta de cultura polideportiva es evidente.

Incluso un boom tan positivo, analizado de modo independiente, como el del fútbol femenino despierta muchas dudas en el resto de disciplinas pues ahonda la brecha. "Se dice que gracias a ellas ahora se habla de deporte femenino y no es cierto: ahora se sigue hablando de fútbol, sólo que aún más. Ellas se lo merecen, pero más que ayudar a visibilizar el deporte femenino quitan aún más espacio a otros deportes que llevamos muchos y muchos años luchando para que se haga un poco de caso a las mujeres. Al final es muy difícil saber si España no tiene cultura polideportiva porque no se habla de ello o no se habla de ello porque no se consume", zanja.

Pedimos la cuenta, nos despedimos y Laura Ester, campeona olímpica hace dos meses, se va dando un paseo hasta el metro. Nadie la mira, pero al menos deberían escucharla: "He logrado todo lo que podía soñar, pero ahora viene la vida de verdad. Con que me salga la mitad de bien, firmo".

Álvaro Martín, la retirada en la cima del campeón sin mordaza: "Me he metido en todos los fregados"

Álvaro Martín, la retirada en la cima del campeón sin mordaza: “Me he metido en todos los fregados”

- "Álvaro, en esta entrevista no vamos a hablar tanto de deporte".

- "Mejor, mejor".

A la cita con EL MUNDO, una soleada mañana otoñal, Álvaro Martín acude, como buen marchador, caminando desde casa. El anuncio de su retirada apenas unas semanas después de ganar dos medallas olímpicas en París, sorprendente para la mayoría pero no para él, se ha visto empañado por su polémica con Juan Carlos Rodríguez Ibarra, el ex presidente de Extremadura que le ha acusado falsamente de no pagar los impuestos en su tierra. Aunque eso, lo de meterse en charcos, no es algo que le vaya a asustar. De hecho, es una de las grandes razones por las que lo deja. "Siempre intento defender lo que es justo. Me he metido en todos los fregados, pero duermo con la satisfacción de creer que estaba haciendo lo correcto. Callarnos no es la solución", asegura sobre su vocación reivindicativa, desde la lucha contra el dopaje a la demanda de mejoras en la jubilación de los deportistas, entre otras muchas batallas (también la supervivencia de la marcha) con las que en el futuro pretende seguir de "manera profesional".

Para saber más

A sus 30 años es, a la vez, un jubilado y un estudiante. Un ex deportista y un 'becario' al que el exclusivo y prestigioso despacho Garrigues ha seleccionado para cursar un doble máster con el que ampliar su currículo (es licenciado en Ciencias Políticas por la Complutense y graduado en Derecho por la UNED). Una leyenda del atletismo y un abogado en ciernes que abandonó de golpe sus espartanas rutinas de entrenamiento, su vida de monje en Cieza, "cuatro años con mi pareja a distancia", por los libros, sus carreritas sin reloj y sus pinitos con el crossfit, del que dan fe las heridas en la palma de su mano.

A lo largo de las casi dos horas de encuentro con Álvaro en las instalaciones deportivas de la Universidad Complutense de Madrid nadie se le acerca a pedir un autógrafo o un selfie. No hace ni dos meses que copó portadas con su oro olímpico en el relevo mixto junto a María Pérez, pero pasa desapercibido y le gusta. En un momento de la entrevista se le cuestiona por cómo le gustaría ser recordado. "Es que yo no quiero que se acuerden de mi nombre, sino del ejemplo. Que digan 'ya me acuerdo de uno que consiguió lo máximo con el deporte y a la vez con los estudios'".

Ese 'uno' creció en Llerena, un pequeño pueblo de 6.000 habitantes, rodeado del ejemplo académico familiar ("en mi casa yo soy el más tonto. Mi hermana mayor es ingeniera química, la pequeña es ingeniera aeronáutica, mi padre es ingeniero agrícola y como hobbie se sacó Psicología y mi madre es veterinaria...) y que nunca fue un empollón -"el instituto lo pasé raspado, un director le dijo a mi madre que su hijo lo de estudiar... nada"- ha sido y quiere ser mucho más. Un atleta sin mordaza también, un amante de las causas perdidas al que no le asusta hablar ni de política.

¿No es un poco radical lo de retirarse en el mejor momento de su carrera?
Es un poco raro sí. Pero lo tenía claro desde hace uno año, cuando me confirmaron que estaba seleccionado para entrar en Garrigues. Por la dificultad que entraña, con toda la gente que se presenta y las pocas plazas que hay, y la dedicación y exclusividad que requiere, no iba a poder entrenar al alto nivel. Y qué sentido tiene que me presente a un Mundial para, por ejemplo, quedar entre los 10 primeros, sabiendo que tengo potencial para ganar. Me he tomado este año para ir despidiéndome poco a poco del atletismo. Y en silencio, porque sólo lo sabían mi entrenador y mi pareja. Ha sido como un luto y el día que lo anuncié sentí un alivio.
¿Qué le dijo María Pérez?
Al principio no se lo tomó bien, se enfadó. Cuando estaba comunicando la decisión en el Teatro Romano de Mérida y ella se emocionó para mi fue muy duro, porque hemos crecido juntos. Hemos vivido grandes cosas a la vez, la primera vez que fuimos campeones de Europa, del mundo, el oro olímpico juntos. Y también cosas duras, como el cuarto puesto en Tokio. Va a conseguir otra pareja de baile también muy buena, así que no se tiene que preocupar.
María Pérez y Álvaro Martín, con el oro en los Juegos de París.

María Pérez y Álvaro Martín, con el oro en los Juegos de París.EFE

Lo vivido en los Juegos de París le quedará siempre.
Fue muy bonito. Con lo que sabía... Después del bronce, me quedaba mi última carrera como profesional y fue un colofón. Justo antes de salir me acerqué a mi entrenador intentando no llorar y le dije: 'Jose [Antonio Carrillo], el último baile'. El hombre se quedó un poco pillado. Pero eso no me iba a despistar, iba a ir a muerte. En mi último segmento del relevo, hay un momento en el que Pintado, que había sido campeón olímpico, me deja atrás. Era el último kilómetro y medio de mi carrera deportiva, iba muerto, me dije: 'Hay que dejarse la piel'. Le pasé y le pude dejar a María esa ventaja.
Después de Tokio llegó a pensar que quizá el talento no le daba para ganar una medalla olímpica.
Estaba volviendo en el avión, 14 horas, y pensaba: '¿Y si éste era el tren para ganar la medalla olímpica, se me ha escapado y no va a volver?'. Mi rabia es que no sabía qué más tenía que hacer para mejorar. Pero gracias a estar en el pozo, hundido, he hechos los mejores años de mi carrera. Ser cuarto no es un mal resultado, pero ese mazazo me ha traído todo lo bueno.
¿Por qué estudió Ciencias Políticas?
Me encanta la politología. No ejercer como político, pero sí estudiar todo lo que lo rodea. Me lo pasé genial. En la Facultad de Somosaguas estaba surgiendo Podemos, muchos de mis profesores estaban dentro del partido. A parte de lo teórico, lo estábamos viendo en la práctica. Te gustará o te disgustará, pero teníamos algo práctico delante. No era leerte un tochaco. Fue muy emocionante.
Ha tenido ofertas para entrar en partidos.
Me han ofrecido de todos los espectros políticos entrar en listas, para la Asamblea de Extremadura. Pero no me ha llamado la atención. Ahora mismo esa puerta está muy cerrada. Dentro de 15 años... no sé. Me quiero dedicar a la abogacía. Pero ojo, política hacemos todos. Yo hago política, me meto en asociaciones. La OSCED, por ejemplo, para defender la lengua extremeña.
Álvaro Martín, en la pista de ceniza de la Universidad Complutense.

Álvaro Martín, en la pista de ceniza de la Universidad Complutense.SERGIO GONZÁLEZ VALEROMUNDO

La polarización política te ha tocado en primera persona con las acusaciones de Ibarra.
Mucha gente me dice, 'eres muy valiente, pero a lo mejor no te compensa'. ¿Por temer a alguien no voy a decir aquello que creo que es justo? No me gusta la crispación, todo puede llegar a ser politizado. Lo vimos en el Eurocopa con la selección. Si hacía algo era de izquierdas, si hacía lo otro era de derechas. ¡Pero si están jugando al fútbol! ¿Lamine Yamal está pensando es que es un referente para la izquierda? Pues yo creo que no, que está jugando lo mejor que puede y ya está. Como deportista y ciudadano no me gusta que las siglas del partido pesen más que intentar llegar a un acuerdo con otro. Yo soy del PP, tú del PSOE, nos sentamos aquí sin conocernos y sin decirnos de qué partido somos y a lo mejor llegamos a un acuerdo. Si lo sabemos, se cierra cualquier puerta. Eso da rabia. ¿Cómo van a llegar a acuerdos si cada uno está luchando en su trinchera, en su guerra particular? Hay aspectos en que las disputas son más de niños chicos, que no están a la altura.
¿Cómo extremeño, cómo ve el problema territorial?
Es complejo. Entiendo que las comunidades autónomas compitan entre ellas. Si quieren atraer inversores o grandes empresas, Madrid competirá con Barcelona o Valencia. Lo que no se puede hacer, y voy al tópico, es lo del tren extremeño. Que no es tanto de inversión, es un derecho. No puede ser que España, que es potencia a nivel mundial en temas ferroviarios, tenga a una de sus regiones olvidadas. Nos hemos acostumbrado a un tren parado en verano con 40 grados o trenes de diésel. Que sólo pasa en nuestra tierra. Cómo nos vamos a callar. Igual que en Soria piden una autovía o en Teruel infraestructuras. Por supuesto. Es intentar equilibrar. No tiene sentido que unas comunidades estén muy por arriba y otras muy por abajo. Cuanto más igualitarias, más crecerá el país.
¿Por qué los deportistas no hablan de política?
Muy sencillo. Los patrocinadores, cuando firmas un contrato, te dicen: 'Cuidado con lo que pones en las redes sociales o con lo que dices'. De entrada te avisan de que eso es motivo de la rescisión del contrato. Una vez tuvimos un taller de redes y nos decían: 'si queréis defender causas sociales, que sea la paz en el mundo o que acabe el hambre'. Eso está muy bien, pero si van a abrir un refinería al lado de mi casa, no puedo defender eso. Tú eres un producto, pero yo no soy sólo deportista. Obligarte a no mostrar ciertas opiniones, también es política.
Álvaro Martín posa para EL MUNDO.

Álvaro Martín posa para EL MUNDO.SERGIO GONZÁLEZ VALEROMUNDO

Pero para los deportistas minoritarios, las redes son una fuente de ingresos importante...
Así es, si quieres tener patrocinadores no puedes desviarte de esta línea y eso va a repercutir económicamente. Pero yo siempre he podido decir lo que quería y por eso me he metido en esos fregados. Y también se pueden decir las cosas de forma educada, sin faltar al respeto. Si no estás de acuerdo, por ejemplo, con la Guerra de Israel, no tienes que decir que todos los judíos son unos genocidas.
¿Qué causa te gustaría defender como abogado?
Estoy muy implicado en el tema de la agencia antidopaje. No sólo es una vergüenza a nivel nacional, empieza a serlo internacional. No puede ser que por una cuestión de procedimiento se nos están escapando varios positivos que pueden estar compitiendo. Es un desastre. Y pienso en mí mismo. Alguien puede pensar: 'Álvaro va dopado'. Si mi agencia funciona correctamente y muestra la mayor transparencia posible, desaparecen esas nubes de dudas.
¿Ser como eres te ha traído muchas enemistades?
Me he metido en muchos líos. Y resulta violento. Puedo tener buena relación con una persona, pero si por una situación tenemos que enfrentarnos... Con el tema de la agencia antidopaje, tener que discutir entre los deportistas es desagradable. Porque muchos son amigos míos. Pero siempre he entendido que era el peaje a pagar. Me he hecho pocas enemistades, pero alguna muy importantedepord.
Los Woodhall, pareja de Oro en París: Hunter gana en los 400 m y repiten su icónica escena de amor en los Juegos Paralímpicos

Los Woodhall, pareja de Oro en París: Hunter gana en los 400 m y repiten su icónica escena de amor en los Juegos Paralímpicos

Actualizado Sábado, 7 septiembre 2024 - 12:29

El velocista Hunter Woodhall, protagonista de una las imágenes más románticas de los Juegos Olímpicos cuando celebró el oro en salto de longitud de su esposa Tara Davis-Woodhall, se ha convertido en campeón paralímpico este viernes al ganar en los 400 metros T62.

El estadounidense, doble amputado, hizo un tiempo de 46,36 segundos y batió al plusmarquista mundial, el alemán Johannes Floors, que realizó un crono de 46,90 segundos. El neerlandés Olivier Hendriks fue tercero.

Hunter Woodhall celebra su victoria

Hunter Woodhall celebra su victoriaDIMITAR DILKOFFAFP

Tras cruzar la línea de meta, Woodhall, de 25 años, corrió a los brazos de su esposa, igual que ella había hecho con él cuando ganó el título olímpico de salto de longitud el 8 de agosto, una de las imágenes más virales de toda la competición.

Los Woodhall en los Juegos Olímpicos (i.) y los Paralímpicos (d.)

Los Woodhall en los Juegos Olímpicos (i.) y los Paralímpicos (d.)KIRILL KUDRYAVTSEV | DIMITAR DILKOFFAFP

"Es como estar en un sueño", ha dicho Woodhall en declaraciones recogidas por Ap. "Estoy lleno de emociones ahora mismo. Es increíble. He esperado mucho tiempo y pasado por mucho estrés y preocupaciones para lograr esto. Cuando crucé la meta, me preguntaba; '¿estoy llegando primero de verdad o estoy soñando?'", ha señalado.

Este es el primer título paralímpico de Hunter Woodhall, que ya había ganado la medalla de bronce en esta prueba en los Juegos Olímpicos de Tokio hace tres años.

"Tara me ha enseñado mucho", ha declarado a la prensa con su esposa al lado. "Antes de los Juegos Olímpicos ella escribía en su diario: 'Seré campeona olímpica, soy fuerte, soy rápida'. Me traje mi diario y los últimos días estuve escribiendo en él 'Seré campeón paralímpico', ¡y se hizo realidad!", ha añadido.

La cuenta de Instagram de los Woodhall, en la que relataron sus aventuras en los Juegos Olímpicos y su vida desde entonces, tiene más de 580.000 seguidores.

Dejar los anillos olímpicos en la torre Eiffel: ¿atentado al patrimonio o idea innovadora?

Dejar los anillos olímpicos en la torre Eiffel: ¿atentado al patrimonio o idea innovadora?

La permanencia de los anillos olímpicos en la torre Eiffel está generando controversia en París, tanto entre las autoridades competentes como entre parisinos y turistas, incluso con la oposición de los descendientes del mítico ingeniero que proyectó y levantó la estructura.

El cambio en la apariencia de uno de los monumentos más famosos del mundo y símbolo por antonomasia de París no es cosa pequeña. Se plantean cuestiones sobre si el patrimonio debe ser inmutable o qué factores deben influir en posibles cambios y quién y cómo se deciden esas modificaciones.

Todo comenzó cuando la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, se mostró a favor, en plenos Juegos Olímpicos, de que tanto los anillos como el globo cautivo que hizo de pebetero, se quedaran de forma permanente en la torre Eiffel y en los jardines de las Tullerías, respectivamente.

Hidalgo ha anunciado este sábado pasado que los cinco anillos se quedarán en el monumento. "Como alcaldesa de París, la decisión es mía y cuento con el acuerdo del COI (Comité Olímpico Internacional). Así que sí, permanecerán en la torre Eiffel", dijo la regidora, socialista, en una entrevista.

La primera que se mostró sus reticencias fue la ministra de Cultura, la conservadora Rachida Dati, vieja rival política de Hidalgo por la alcaldía parisina e intensa opositora a la regidora de la capital.

"Monumento protegido"

Dati recordó este domingo que la torre "es un monumento protegido" y que es necesario obtener permiso "para cualquier alteración sustancial que se vaya a realizar, y llevar a cabo una evaluación de impacto, de acuerdo con el código del patrimonio francés".

La ministra añadió que la instalación de los anillos fue autorizada como una "excepción" y "a título temporal", por lo que pidió lanzar una fase de consultas antes de tomar una decisión definitiva.

Este lunes entraron en liza los herederos de Gustave Eiffel, el ingeniero de origen alemán cuyo nombre está asociado para siempre a la torre que concibió y construyó.

"La Torre Eiffel, que se ha convertido en el símbolo de París y de Francia, tiene una vocación más amplia que la de estar permanentemente asociada a una organización como los Juegos Olímpicos", declaró Savin Yeatman-Eiffel, vicepresidente de la asociación de descendientes y tataranieto del ingeniero.

Añadió que los anillos privarían además a la torre de su papel de plataforma para otros mensajes, como se hace de manera frecuente a través de los cambios en su iluminación para enfatizar determinadas causas, como la decoración con los colores en fechas claves (púrpura para el Día Internacional de la Mujer o la bandera de Ucrania).

Una petición en línea lanzada el sábado en Change.org contra la permanencia de los anillos ha reunido ya casi 16.000 adhesiones, la gran mayoría este lunes.

"El lugar de los anillos olímpicos durante los Juegos estaba en la torre Eiffel, pero una vez que se acabó la fiesta nuestro monumento emblemático debe recuperar su aspecto natural", señala la petición.

Sentimientos encontrados entre los visitantes

Varias turistas que visitaban hoy los alrededores de la torre mostraron sentimientos encontrados: "A mi me parece muy bien", afirmó Catalina, una visitante llegada de Barcelona. "Encuentro que es un signo muy bonito de París", añade.

Pero otra turista, la también catalana Georgina, considera que la torre Eiffel "ya brilla por si sola y estaría bien que los conservaran (los anillos), pero que los ubicaran en otro sitio, porque la torre Eiffel no necesita brillar".

La tinerfeña Nenuca tiene una idea un poco ambivalente, ya que si bien considera que "la torre Eiffel es la torre Eiffel", cree que los anillos podrían quedarse "como una señal, un recuerdo", de los Juegos.

Estos sentimientos encontrados están también en la población local, orgullosa de los espectaculares Juegos de París pero celosa de la protección de sus monumentos. "Por un año podría ser una buena idea, pero no para siempre", dijo una parisina a BFM.

El amor de los parisinos por su torre favorita es fuerte este martes, pero no lo era tanto cuando se levantó.

Concebida y construida para marcar la exposición universal de 1889, la torre fue rechazada inicialmente por los habitantes de París, que la consideraban un horroroso artefacto de hierro, por lo que inicialmente se iba a desmontar tras ese evento.

Sin embargo, los parisinos acabaron tomando cariño a la torre, que durante un tiempo fue, con sus 330 metros de altura, la estructura construida por el hombre más alta del mundo, y que recibió 6,3 millones de visitantes el año pasado.